jueves, 5 de julio de 2018

ACIERTOS Y ERRORES DEL PRESIDENTE SANTOS…


Dejar  la  maleza de peleaderas y odios...


La nostalgia  del poder presidencial lleva a  no  pocos “ex”  a intervenir  de manera inconveniente  en las administraciones posteriores. 

En la historia  reciente, ese  error de estorbar  lo  han cometido los ex Presidentes  Uribe, Gaviria, Samper y  Pastrana.  En cambio,  no lo cometieron,  ni por la  interpuesta persona de proponer a sus delfines,  los presidentes  Betancur, López Michelsen o Carlos Lleras Restrepo


¿Qué pasará   con Juan Manuel  Santos? 

No creo  que  se catalogue  en el  campo de los “metidos” , como ya lo demuestra su poco interés  ante  la  disolución del partido de la U. ¿Se le aplicará la frase  “Después de mí,  que venga  el diluvio” de Luis XIV? (1)

Si se tratara de resumir  en pocas palabras  sus aciertos y   errores,  a mi modo de ver  serían estos:

Tolerancia:   el talante de Santos es sin duda de un demócrata, respetuoso de los seres humanos  cualesquieran que sean su  condición y sus ideas.  Como toda virtud  encierra algo de  su contraria, la  falta de contundencia y el deseo de complacer a todo el mundo  lo llevaron a   creer  demasiado en el poder de  la mermelada  así como instalarse en ciertas indefiniciones  que afectaron su  siguiente  cualidad.

Grandeza:  Para    embarcarse    en un proyecto de tal magnitud  con lo fueron los acuerdos con las FARC se necesitaba   sin duda  madera de hombre de Estado capaz de mirar  hacia la trascendencia  histórica de  su mandato. Su “alcurnia” -para llamarla  de alguna manera-, le facilitó  sin  duda  dejar a un lado  las pequeñeces y apuntársele al Nobel.  Pero   no le impidió contagiarse   del síndrome  del  “ caudillo”, que  cree  mas en su  destino  personal que  en el colectivo.
El lado pequeño : rodearse de personas como el ministro Cárdenas   al que todo  le parecía   bien y  que, como en otras  ocasiones con Dragacol, no  tuvo nada  que ver  en ésta  con las distorsiones de los  “cupos indicativos”;  encerrarse  en  una  rosca palaciega y celosa,   por encima de  sus  Ministros;  nombrar inexpertos   como la  Ministra de educación,  blandos como el de medio  ambiente, o fuera de órbita desde su escritorio, como  el  ineficaz  gerente de la  implementación  de los  acuerdos en las  zonas de reserva;  dar bandazos de impulso y frenadas,  que contribuyeron a que se dilataran en los meses cruciales  las que  se volvieron cada vez más  promesas de papel.

Tenacidad   en el riesgo:   hay quienes dicen que el  Presidente  Santos es un apostador.  Le apostó  sin duda a romper con lo que pregonaba su antecesor en el cargo,  el  Presidente Uribe Vélez .  
Resulta evidente  su capacidad de arriesgarse en un  país en que  la mentalidad  pública se nutre  más de mezquindades,  zancadillas,  chismes, deseo de que los   funcionarios  no acierten.  La  coletilla   fue  su poco interés  por  el detalle de  la ejecución,  el descuido en hacer equipos de  seguimiento minucioso  en la práctica a lo propuesto. La  creencia  de  que son más importantes la imagen y las encuestas que  el resultado  terminó por  devolverse en su contra.  Como se  devuelve  contra la paz  teórica,  tantas veces pregonada, ante el monstruoso  y desenfrenado  asesinato de líderes  sociales , que poco lo estremeció, al menos en sus declaraciones públicas. Y ni el gobierno ni los medios se han ocupado a fondo  de la realidad del microtráfico en Colombia, mucho más grave que  la expansión  de los cultivos  de coca  que tanto  preocupan a  Trump.

Sin duda,   la historia será  más benévola   con  el   Presidente Juan Manuel   Santos   de lo que lo es ahora.  Sus implacables contradictores no impedirán que se le  recuerde  por  el proceso de paz con las FARC,  ahora irreversible. No pudieron  los vientos, mareas  y  esfuerzos   Palomísticos,  Joséobdulianos, Rangelianos y, por supuesto,   Uribistas,  por   hundirlo.

 Pero  siguen  siendo ciertas las palabras   con las que  el Papa  Francisco  describía nuestra nación  como  “original”, y que le llamó fuertemente la atención:  “ no ha sido nunca una meta completamente realizada, ni un destino totalmente acabado, ni un tesoro totalmente poseído”.

… Y ERRORES Y ACIERTOS  QUE PODRÍA  TENER  EL  ARRANQUE  DEL  PRESIDENTE DUQUE.


Conciliación  vs Intolerancia.   El  Presidente Duque parece tener personalidad de conciliador, al menos  en teoría. Por eso  mismo, no  puede olvidar  que  sus  votos no solo provinieron del fundamentalismo uribista,   sino que alguna parte de los electores de centro - fajardistas  y  delacallistas-  votaron  por él  por miedo, y como  mal menor en la segunda vuelta.

Por eso mismo,   el  mayor  desacierto del Presidente Duque sería escuchar  los cantos de sirena de quienes   disfrazan su intolerancia y su  reticencia por cualquier cambio con palabras   grandilocuentes  como  familia, tradición,  propiedad, religión  o patria.

Cambio de mentalidad (obra y foto MTH)

Y  su mayor debilidad podría ser tratar   de conciliar los variopintos apertrechados  en  su   partido  o en una dudosa coalición, olvidándose  en esa tarea  de  la otra mitad del país  que es a la que hay que convencer .

Independencia  vs  caudillismo. Así de sencillo.  Está claro por  la manera  como    adelantó   su campaña , que  Iván Duque  no tiene  madera de caudillo, lo  cual es una  ventaja y no una  debilidad por los tiempos  que  corren. El país está aburrido de  las  peleillas  caudillistas tanto en el Congreso como en  las altas esferas. De allí que el mayor reto del  futuro Presidente  será  cambiar la mentalidad colectiva,   demostrando con hechos más allá de las frases hechas,  que será  el   presidente de todos los  colombianos.  

No ceder al caudillismo  ajeno (del “innombrable”),  pero   tampoco a las presiones que intenten  abrumar  y   convencer al  inexperimentado Presidente que todo  está en sus manos,  sería un evidente  acierto.

Equipo nuevo para  una generación nueva.  La única manera como   el Presidente  Duque  puede   dar el  salto  generacional que propone es construir un equipo sólido  y   saltarse a los  que  contribuyeron  de maneras diferentes a su elección.  



Por ejemplo, saltarse al Presidente Gaviria  y a su delfinazgo latente, reconociendo que las bases liberales  son otra cosa que sus caciques.  Otro ejemplo:  saltarse al fundamentalista de  cargaderas y sus lafauries, o darle gusto  a los religiosos que  quieren acabar con  la realidad  humana  LGBT. 

 Esta  tarea representa el  mayor reto que  debe  afrontar. Y, por supuesto,  apoyarse  en  la Constitución. Recordemos :


Artículo 1. Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general.

Artículo 2. Son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución; facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación; defender la independencia nacional, mantener la integridad territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo.


Si  el Presidente  Duque,  desde un enfoque más ético  que de  discursividad  leguleya, empieza  a construir  confianza demostrando  claridad  sobre esos   aspectos,   evitará  desgastarse  inútilmente.


Mas allá del discurso, liderar una ética colectiva
Si  respeta -como creo que  su  personalidad  lo  favorece hacerlo-  a quienes  opinan de manera  diferente a sus  mentores,  se producirá con mayor solidez el cambio que promete y lo que esperan todos los colombianos.

NOTA: este blog  se interrumpirá por  un mes y medio.   “Masticaré”   la intención de  renovarlo  de  alguna manera  diferente porque,  como bien  decía el padre  Ulcué Chocué, “si no queremos agonizar, no nos instalemos”.


(1) No sobra  advertir,  aunque es un  hecho conocido, que mi  esposo  fue  Ministro de Agricultura en parte  del primer cuatrenio y luego  Jefe  de la  delegación  del  gobierno Santos en las negociaciones de paz con el ELN  hasta enero 9 del  2018.  Esa circunstancia, ni hoy , ni ayer, ni mañana, me harán perder el  derecho fundamental a opinar, en este caso como  abuela- ciudadana-cibernauta.