jueves, 26 de octubre de 2017

¿QUÉ PASA CON LOS ROLLOS DE LOS ROLOS?

 


¿Rolos, cachacos u otros:  ¿qué mas da? (fotoMTH)

“El término rolo, en la medida de lo posible,  no debe ser utilizado como sinónimo de cachaco ya que,  como se mencionó, rolo es bogotano descendiente de personas del interior del país mientras que cachacos son un grupo antropológico de bogotanos que son hijos de bogotanos.
 Durante la segunda mitad del siglo XVII, los hijos de foráneos nacidos en la sabana de Bogotá, empezaron a recibir el apelativo de rolos en forma despectiva, especialmente por parte de sus familiares antioqueños, por la fluctuación de su voz al hablar y la pronunciación particular de fonemas tales como las eres.1
Muchas veces los hijos de la población migrante nacidos Bogotá no cuentan con un sentido de pertenencia hacia la ciudad ni con una Identidad cultural tan marcada como la de los cachacos.4​ No obstante, debido a la creciente Aculturación de los bogotanos y la cada vez menor cantidad de cachacos étnicos en Bogotá, la población rola tiende a ser preponderante en la ciudad”.
 Wikipedia http://bit.ly/2zPtCY4


Esta  cachaca medio- rola, nacida  en Bogotá,  que  sin embargo   ya no pronuncia las  erres, se  sorprendió por la definición. ¿Por qué?  Porque consideraba un halago que la llamaran así  quienes  no habían nacido en  Santafé de Bogotá.

Como bien lo anota   Andres Ospina  http://bit.ly/1RaG3Dw uno y otro término  - rolo o cachaco- tienen hoy connotación de  desprecio. A lo que agregaría una   pizca  de rabiecita  por ser nuestra ciudad una capital de país. Normal: lo mismo sucede con Paris o Buenos Aires. Gajes del desafortunado centralismo.

¿Nos merecemos  hoy  los bogotanos el desprecio  o la  envidia?  Sin duda, la rabiecita  envidiosa se ha  ido  apaciguando. Sobre todo  cuando se  nos escucha hablar de los trancones, de la ineficiencia  administrativa,  de lo ideales que  resultan las ciudades intermedias,  pero, y sobretodo,  de un tema que se nos ha vuelto obsesivo: el metro.  

En cambio, se  va instalando  desmesuadament el   desprecio, por  varias  razones.  La principal, a mi modo de ver, es no haber sido capaces   de conseguir  que nuestros concejales o  alcaldes  ( rolos,  cachacos, ni lo uno ni lo otro  sino todo lo contrario)   dejen de considerar a la ciudad como un botín y  sean, en todo caso, bastante ineficientes. Y se interpongan cuando hay  cualquier iniciativa de cambio, en vez de mejorarlo.  Sin mencional, por supuesto, cada  alcalde,  costeño o no, paisa o no, rolo-agringado o no, que  se  reinventa a SU Bogotá.

Los cachaco-rolos  sentimos que hay en esto   algo  de injusto, puesto que quienes    todavía  utilizan términos como sumercé,  chirriado, chiflón etc.,   son  minoría.   Tampoco nadie en Bogotá, rolo o cachaco,   se cree el cuento  aquel de  la   “Atenas  suramericana”  que se debieron inventar los Señores Caro y  Holguín,  el primero de los  cuales, don Miguel Antonio, se jactaba  de saber   latin y  griego  sin haber  salido   nunca de la Sabana de Bogotá. Y  ya nadie responde  por el regalo  medio lambón  del tesoro Quimbaya  o   el   todavía   mas  ridículo, de la manera como perdimos a Panamá, por descuido del cachaquismo.  ¡Eh  Ave María, pues!
Por  pelear, no ver lo que tenemos (Foto MTH)

 Además de las insulsas peleaderas por la Plaza de Toros, otra razón del desprecio que tampoco nos merecemos del todo es aquello de burócratas, porque ya pasó la época  para algunos dorada-   de la capital. Y no pocos caciques instalados en el Congreso de la República  traen su  recua de acentos, costeños,  paisas, o  de  cualquier otro rincón del país, así como sus   propios rollos,  sanctos o no  sanctos .

El problema, desde luego,  radica en la manía de  generalizar,  como si la región del  país fuera garantía de  estereotipos favorables o desfavorables.

¿ Pero de la otra cara de la moneda, qué?


Más  que instalarse en  los esterotipos, hay que detectar entonces  quienes  son los reforzadores  de  esos estereotipos.  Y en el caso de marras, es decir  Bogotá,  el primero que  se me ocure  es el doctor German Vargas Lleras.

Maleducado, gritón, despectivo, antipático,  taimado  en reconocer que  duró siete años  haciendo méritos agarrado  de  las faldas  de su Presidente para luego hacerse el que yo no fui,  saludador retenido que muestra la  Jartera  de  estar con  el que  no  le puede  servir  más tarde, agresor  de  paraguas,   petulante, malgeniado, y siga contando.

 Lo siento,  pero no me reconozco  en él  como prototipo de cachaco, rolo o, en todo caso, de habitante de la ciudad de Bogotá.

Tampoco  encuentro en él rasgo  alguno que me haga recordar  al dr. Carlos Lleras  Restrepo.  Como, por cierto, más allá  de  rollos bogotanos, tampoco  encuentro en el dr. Rodrigo Lara Restrepo,  los rasgos que me hicieron admirar a Rodrigo Lara  Bonilla. Pero ese es otro cuento.




Subiendo por La Candelaria (Foto MTH)



















 


 

jueves, 19 de octubre de 2017

¿CUÁLES SON PARA UD. LAS ENSEÑANZAS DE LA HUELGA EN AVIANCA?



Las mías son:

1. Globalización de Avianca
Que se desengañen quienes creen que Avianca es  una aerolínea  colombiana, como lo fue en una época gloriosa, y otra menos,  símbolo de nuestra identidad nacional.

Solo queda aquello de ser la más antigua  del mundo (?) , o los videos en cabina que ahora muestran nuestros bellos  sitios  turísticos,  como deben mostrar el turismo de otros países que recorren los aviones del Holding Avianca .

Muy hábilmente, el  muy inteligente y capaz  señor Efromovich  ha utilizado  el sentimiento nacional.Pone en todos los países sus respectivos nacionales, pero lo que le interesa es el negocio,  como lo demuestran  varios de sus negocios. Por ejemplo, en el caso  colombiano la compra  de tierras sin importar mucho de dónde vienen.  Y la historia de la compañía  no es tan romántica como a veces se cree.

http://bit.ly/2xRcofH

Si usted quiere  ver quien es  ahora  dueño de Avianca  Holding, la propia compañía  se lo informa



2. Desmonte de la  posición dominante del Holding.  



¿Es colombiana Avianca?
Para algo ha servido esa interminable huelga: para  estimular el reforzamiento de otras compañías, por cierto latinoamericanas, como  Latam y  Copa. En  este receso  escolar,  muchos hemos  podido comprobar la calidad de su servicio, siempre y cuando hubiéramos comprado  los tiquetes  desde los primeros días de la huelga.   Por ejemplo,  mi   nieto vino a Bogotá y regresó a Cartagena  por unos     $ 450.000  y en un  horario muy cómodo.

En la medida en que aprendamos a  planear con tiempo nuestras  vacaciones,  tendremos mejores probabilidades de escapar a  las  variaciones de oferta y demanda.


3. El cubrimiento mediático  se ha  focalizado  en el  “desastre” de los vuelos suspendidos, o en las exorbitantes peticiones de los pilotos,   pero no en el problema  en sí, de índole  laboral.  

Hay  que reconocer, eso si, que  se cancelaron muchos compromisos y eventos, y que se perturbaron eventos y actividades programadas, además de  los  inconvenientes para los pasajeros.  

En cierta forma es  la consecuencia de toda huelga, y por eso mismo,   lo mejor es evitarlas. ¿ Es eso posible? Deberíamos preguntárnoslo  ahora  cuando se  acerca un fin de año  “caliente”. ¿ Qué ánimo conciliatorio tienen empresarios y trabajadores? ¿Sirven para algo los dirigentes  gremiales (Andi incluida)  más allá de dar  declaraciones insulsas? ¿Es el radicalismo la  única salida para  sindicatos? No sobra recordar, hoy como ayer,  el  modelo  alemán.

4. La aviación si es  un servicio público  esencial.  Que se haya perdido tanto tiempo en  un  debate   teórico sobre  si  el transporte aéreo es un servicio público esencial,  es  lo que se puede   llamar una discusión bizantina.  Porque,   desde luego,  hoy a nadie le puede caber duda  de que sí lo es, así como no lo era  cuando al señor  Julio  Mario Santo Domingo  le encantaban  los aviones.  

Pero  del hecho  de ser un servicios público  esencial no se derivan  tan  solo consecuencias favorables para  la empresa en el  debate laboral. Porque  tampoco se puede desconocer que el  trabajo de los pilotos es de alta responsabilidad y de  alto   riesgo.  ( Sea  dicho de paso, en sus justas proporciones, eso parecen olvidarlo  empresas como el  MIO de Cali que al parecer  tienen  unos   horarios de trabajo  bastante  peculiares e infrahumanos).

 Y  volviendo al  caso, resulta un tanto   impúdico que  funcionarios colombianos  de la  compañía  se  jactaran de  conseguir por fuera pilotos más baratos que los que  están   en huelga, para luego decir con magnanimidad  que eso  si,   se  los contrataría con el mismo  sueldo que los  huelguistas.   ¿Qué dirá la  ley  sobre esa presión?  ¿ Y qué  dirá sobre esa  publicidad  del  “Yo no paro”?  ¿La empresa favoreciendo esquiroles o rompehuelgas?

5. El judicialismo  de los problemas  laborales.   Un  servicio público esencial y  derechos humanos tan fundamentales como el  del trabajo  y  la locomoción se pierden en una maraña de ires y venires,  procesos que van y vienen de tribunal a la Corte Suprema  y  de  Corte  Suprema  a Tribunal.

Con las nuevas  determinaciones de la  Corte se  garantiza una demora más, que  tanto  la empresa como el sindicato  aprovechan para radicalizarse,  a pesar  de la mediación   imposible de la  Ministra de   Trabajo,  encerrada  también un una coraza  de normas, que le impiden cualquier  flexibilidad .
 
6. El caudillismo  sindical y empresarial.

  
¿Ha cambiado mucho el país?
  Pero así como   el Holding Avianca es un buen  ejemplo de lo que no  es ya Avianca,  así también   el sindicato-gremio  Andac  es un buen  ejemplo de   lo que no debe ser un   sindicato  hoy en día , es decir  caudillista y emocional.  El saludo poco mediático  y cuasi fascista  de    brazo   firme  de  los   pilotos mostrando   su carnet es un síntoma de lo que le falta  a ese sector tan importante.

Pero además, tanto el  señor Efromovich  como el capitán Torres han asumido un exagerado  papel protagónico.  Caudillista, se podría decir.

¿Qué tal esas expresiones del  Presidente  de Avianca?

 “Estén seguros de que no va a ser esta minoría, liderada por un grupo de irresponsables, con actitudes que se pueden llamar hasta criminales por lo que están haciendo. No van a conseguir sus objetivos”, aseveró Efromovich.También dijo que su administración está lista para “llevar esto hasta el fin”.

https://www.youtube.com/watch?v=5zy-KVC_KvI

¿Qué tal la  rigidez y poco ingenio de la página  de ANDAC?
Como bien es sabido,  ese papel caudillista es reforzado en la caja de resonancia mediática, que   profundiza los radicalismos.

7. ¿Conclusión?  De pronto,  las  conclusiones  sobre el paro de los pilotos de Avianca  deberían  ser  mas bien  enseñanzas  para las empresas  y para los sindicatos, si no  quieren  participar en  insensatos escalamientos de las diferencias laborales,  que son  normales  en toda sociedad democrática, siempre y cuando se superen.

Ojalá entonces que la conclusión para el futuro no sea  que entre todos exacerbemos  esos conflictos,   que a la larga son productores  de violencia.














jueves, 5 de octubre de 2017

CONTUNDENCIA, COHERENCIA Y OTRAS AUSENCIAS...

Obra y foto MTH
Colombia  se encuentra en un estado  febril, como cuando los seres humanos  sienten algo inasible, algo que definirían como “no me encuentro a mi mismo”. 
La fiebre es definida por el diccionario  como:

 una subida temporal de la temperatura corporal como consecuencia de la reacción del  cuerpo ante una infección o una enfermedad”
 ( gran diccionario del español actual)

Es temporal, porque solo tiene dos salidas: curarse o no curarse. Y la  definición  se aplica  al estado  del cuerpo social -colombiano en este caso-,  en que  todo se deslíe  por lo que  parece una alergia, gangrena, cáncer  o cualquier nombre  que se le quiera poner a la enfermedad. Causa, en todo caso,  de cierta  febrilidad  colectiva,  pues es bien  sabido que la  fiebre es un síntoma, no una causa.  

A pesar de lo  que se cree,  esa  enfermedad  es más urbana que rural y estremece más a quienes   están en  un clima  de discursividad  y de gritos  que a los  encerrados en sus endeudamientos  progresivos,  sus laboratorios,  sus consultorios,  su trabajo de campo, sus interminables  transportes  cotidianos para  ir al lugar del trabajo, sus colas para  curarse,  sus dificultades económicas,  o lo que sea. En todo caso, los anteriores  son los que no  se dedican  a fracturar  a la sociedad  colombiana, término que le escuché  a unos  comentaristas  españoles  y catalanes, y que me quedó sonando.

Cualquier  aspirante a  premio  Nobel en ciencias exactas  diría  sin mucha dificultad que  los que padecen la  epidemia  no se dedican  (porque no  quieren o no pueden) a mirar,  observar,  decantar,  comprobar, deducir, inducir, en una palabra, a analizar. Se  dedican  a perorar, insultar,  vociferar,  calumniar, ignorar,  estigmatizar,  a enceguecerse,  a no ver, a pasar agachados o,  en una palabra, a desconectarse. ¿ De qué? De la realidad, por supuesto.

Esas dos  Colombias  son las que  realmente  se dan la espalda en  este momento  por dos razones principales: la  saturación, por un lado,  y el egocentrismo por el otro.  

Hay gente saturada  de  corrupción, lo que la lleva a  aceptarla pasivamente  o a  combatirla discursivamente, lo que  viene a dar lo mismo. Y hay  gente que  protagoniza la corrupción, lo que la  lleva  a justificarla, como el señor Musa Besaile  cuando posa de víctima , o  el Malo señor  cuando dice  que demostrará  su inocencia  a  sabiendas que eso demorará más de la  cuenta posible.  Pero tambien, gente que se excede en el grito, como la admirada  Claudia Lopez.

Frente a  ese estado de ánimo  colectivo, los grises que no queremos   situarnos  ni en  el fatalismo ni en la inmoralidad, ni en la gritería, podemos aportar.

Pero  muchos no saben  discernir  o darle  la importancia  suficiente a la coherencia.  Es decir,  a los comportamientos  consecuentes o no,  contundentes o no.
El de Vargas  Lleras , que se mimetiza detrás de sus peones de brega como  el camaleónico y gritón  Velez, y el prontuario de Cambio  Radical,  como lo  recuerda  las dos Orillas, además del aval a Kiko Gómez (ver foto)  son tambien  inconsecuentes  y poco  cintundentes mas allá de las bravuconadas.                   
Ante esas realidades , no cabe sino una actitud colectiva, además  de la  coherencia : la contundencia en no aceptar lo inaceptable.

los ex magistrados reaccionan
De allí  el interés de reacciones  como  las  de  ex magistrados  que además de  no temerle a ser investigados,  proponen  soluciones concretas.

¿No hay  entonces más opción que el fatalismo  o la inmoralidad? No lo creo. Es cada  vez  más estrecha y profunda  asfixia  de lo que alguna vez llamé las  zonas grises, es decir, de los  hombres  o de las mujeres “sin atributos”.

Cuando en Cataluña  y en España se habla de “fractura social”   aquí podemos empezar a hablar de  Fracking social,  con las consecuencias  que llevaron al poder  a  Chávez  o  a los autoritarismos  inclementes de cualquier calaña.