jueves, 23 de febrero de 2017

FATALISMO, INEFICIENCIAS Y UTOPIAS DE LA INNOVACIÓN



Cambiar el chip hacia otros  métodos (foto MTH)
¿Por qué nos  sucede lo que nos sucede? No hacerse la pregunta es escoger  dos  caminos  para un mismo resultado.

El primer camino es el  fatalismo, en la medida  en que el aterrizaje de las promesas fallidas (ver entrada anterior, “Estupros politiqueros …) nos da un golpe de realismo  difícil de  aceptar.
Como nos volvemos fatalistas,  por ejemplo al “descubrir” la corrupción,  no nos interesa  reaccionar, ya sea individual o colectivamente. 
Colombia está  lleno de fatalistas  a los que  les encantaría vivir en otro país (sin que, por supuesto, se tomen la  molestia de averiguar lo que realmente sucede en esos otros países ideales que se inventan).

foto MTH
 El segundo camino es el idealismo discursivo,  que  reacciona a las promesas fallidas creyéndole a  otras promesas sin caer en la  cuenta de que también  serán probablemente  fallidas. 

Colombia está llena de  personas que se   creen  cuentos publicitarios   como  los de las 4g  “en marcha”   y le basta con  eso para reconfortarse.
El presente se esconde entonces  bajo las  apariencias de un futuro prometedor, o bien  de  considerarnos como los mejores,   porque    seremos “el país mas educado”[i] en el 2025 ,  o bien porque  algún individuo ( Juanes,  James, Shakira) es  el mejor, gana  algún premio, o sobresale por algo que se considera orgullosamente propio para los que no se lo ganan  y así se ilusionan.
 No quiero referirme desde luego  al futbol y a sus  ídolos   Foto MTHcriollos , que ocupan un  espacio  desproporcionado en las noticias, por respeto a ese “deporte “ (¿?)  nacional.  Pero en este caso   como en los anteriores  se privilegia  el  esfuerzo individual  más que el colectivo, la emoción  pasajera más que  la disciplima  sistémica. ¿ Es eso patriotismo?

 En el  “guarapazo”  ante  la realidad se encuentran  los dos caminos,  del fatalismo y del idealismo.  En  la manera  de  pasar agachados  ante lo  negativo  con un “eso no es  conmigo, sino con los demás”, por razones  tan diversas como la rica  desenvoltura de los   ricos o las  pobres oportunidades  de   salir  adelante de la clase media.  Y la pasiva aceptación de sus   desaprovechados profesionales, que ya no creen posible  reemplazar  a los ineficientes, embriones  de  la politiquería .

¿SOLUCIONES?


En este  clima  social, cualquier reforma  para  cualquier tema está   destinada al fracaso.    ¿Soluciones? 

Desde  la ciudadanía no involucrada en las decisiones, algunos creen que las marchas  de protesta   sirven  para algo más que ilusionarse.    Sin desconocer las buenas intenciones, creo mas bien  que  la protesta por protestar , la marcha por marchar  se han vuelto  una  costumbre de pasividad, una suerte de institucionalización de  la frustración.



 

Hay otra manera,  que  proviene de los estudiosos, es decir,  los que  se salen de las críticas generales  para llegar al detalle y desmontar los descalabros antes de que seproduzcan. Así  lo  hizo Moisés  Wasserman,  al advertir que  $1.5 billones de regalías se iban o se  van a redireccionar  “para  la construcción de mas de 3000 kilómetros de  carreteras regionales y locales”.. que pertenecen en realidad a “recursos no ejecutados  en proyectos de ciencia y tecnología”.[ii]   Y lo que es peor , como también lo resalta la Contraloría [iii] cuando quienes deciden  el gasto de esa innovación desde  el pomposo   “Fondo  de Ciencia , Tecnología  e Innovación”  son los gobernadores.  En esas condiciones  ¿de qué  sirve  que nos metan  por boca y nariz   la  tal necesidad de innovación  en cuanto foro  discursivo  sobre  el tema,  con pomposos   invitados internacionales  que  nos alimentan   las ilusiones?

¿Y  del periodismo qué ?


Una seria  reflexión  merece también  una  “positivista”  costumbre  que se ha ido  instalando en   los medios  de comunicación:  separatas  comerciales que poco a pooo se  van  confundiendo   o diluyen el analisis  crítico   de la realidad territorial, creando inconvenientes   dependencias.  Las separatas sobre  departamentos , ciudades, sectores  etc ,  financiadas por los entes territoriales   y  municipios, terminan por maquillar  realidades, creando una disociación entre lo que realmente sucede en esos sitios y lo que nos muestran.

 Nadie  duda de las dificultades por las cuales pasan los medios de comunicación y la necesidad de   financiarse.  ¿Pero   justifica  ese afán, por ejemplo,  que  la propia carátula de los medios escritos  se tape con una carátula  de propaganda comercial?

“Estamos en la parte descendente  del ciclo económico”- escribe Salomón Kalmanovitz en El Espectador  y agrega  “el ciclo recesivo  no se revierte  con  anuncios públicos  ni con  la esperanza de que la paz  va a hacer el  milagro de la recuperación económica inmediata”. ¿ por qué entonces tanto “entusiasmo “  irreal  por ese 2%  que  se nos machaca como un logro  espectacular en relación con otros países?

En la academia   duermen o se  frustran   especialistas ignorados  por el exasperante  predominio de los políticos.  Esos  especualistas  saben  lo que sucede  pero   pocos paises como Colombia los  ignoran de una manera tan evidente , no solo por los  nombramientos que este gobierno y el  anterior hicieron en ministerios  hoy cuestionados, sino  por el poco  caso que  hace el periodismo de su existencia.  Desde  luego,  no me refiero a los que  ya empiezan a vitrinear, como el rector de la Universidad del Rosario, sino a los que  se han  quemado las pestañas de tiempo atrás sobre temas puntuales de la actualidad colombiana.

¿ No es hora  de aterrizar a la  realidad del aquí y   el ahora, antes del siguiente  “guarapazo”?



[i] A propósito, ¡Qué  poco duró  el espejismo  creado por Gina Parodi y  como fue de fácil hundirlo!  ¿ quien perdió?  La  educación, por supuesto
[ii] El Nuevo  Siglo “”zarpazo a regalías para la ciencia? ,  editorial 22 de febrero,
[iii]  Al  parecer, la única entidad de control que investiga  sobre temas en profundidad y no al vaivén de  lo mediático

jueves, 16 de febrero de 2017

Estupros politiqueros y sus propuestas leguleyas


Foto MTH

Una de las característicade  la política colombiana – y seguramente la de otros países-  es  prometer para conseguir votos, y mostrar paraísos  artificiales para luego no cumplir.  
Esa  actitud me recuerda cómo uno de mis  profesores  de derecho civil explicaba el  estupro: “prometer para meter  y luego de haber metido, no cumplir lo prometido”. Obviamente, eso nos escandalizaba a las pocas niñas que en ese entonces estudiábamos  la carrera, como hoy  escandaliza a la mayoría  de los  colombianos el comportamiento de la clase política en general, salvo algunos que se salvan del  escarnio general.



 Cada vez más,  en relación  con la política, los ciudadanos  nos comportamos  como   las ingenuas de ayer. Es decir, votamos por  costumbre, nos  indignamos  - y se nos ha  vuelto costumbre-  sin  caer en  cuenta  que  son las  consecuencias  de  haber votado  por costumbre o de habernos  abstenido, también por costumbre.

El problema  es  que  en este  circulo vicioso  y con  ayuda mediática  que le  sirve de caja de resonancia,  nos acostumbramos  a un fatalismo  político cargado de desconfianza  y de generalizaciones.  Las   soluciones se plantean en  términos muy generales  y  a posteriori;   se  debate  un mundo ideal y,  enfrascados  en discursiones teóricas, se abandona la importancia  de la moral colectica, de la ética pública.

El Espectador no  le dio tanta pantalla  a la "noticia"
Como si fuera poco, la crítica  se concentra en descalificar al adversario  de manera emocional en vez  de  destrabar el trancón que  los políticos nos están creando a la mayoría de los ciudadanos que no compartimos ese estilo de hacer política. 

 Ahora, el escenario  estará  copado por  la discusión –utópica  o leguleya, como se le quiera ver-  de una  reforma política que suprimirá la vice-presidencia, ampliará el periodo  presidencial a 5 años,  e impondrá las listas cerradas.  ¡Por favor ! En vez de  ética pública,  hoy  se habla para  mañana,  con  un utópico control de la moralidad  través  de  normas jurídicas como si la  garantía  de  los derechos ciudadanos o  el   deber  de los funcionarios no dependiera sobre todo de  un comportamiento  ceñido  a los valores, más que a las normas.


¿Ahogados en  discursiones?


Por el lado de la ciudadanía,  la capacidad  de  lograr algún consenso  moral se diluye en discursiones ( mezcla de  discursos y  peleadera)  que  terminan saturando. 

   Hemos  perdido  la costumbre - si  alguna vez la  tuvimos-  de evaluar a los políticos en forma distinta de la emocional.   Que partidos como Cambio Radical hayan  dado el aval a  desastrosos  gobernadores y congresistas  corruptos pierde importancia ante  el intercambio de insultos  de Vargas Lleras   con  nuestros vecinos.    Sin embargo, es  más  que un campanazo, un mazazo de alerta  sobre la manera como  se comentan los temas  políticos,   y  se  desaprovecha la oportunidad de interactividad que  dan las redes sociales.

No cabe  duda:  los ciudadanos  abstencionistas o no,  también somos responsables.  Estamos propiciando el fatalismo al hacer más énfasis en las características caudillistas de los  candidatos a  cualquier cosa, trátese de    aspirar a la presidencia,   de congresistas  y  últimamente   de los magistrados de las cortes,  cuya  mediatización es proporcional a la mediocridad de sus   sentencias.  Nos  dan circo y ni siquiera pan, porque así  lo  aceptamos.

En el  campo político,  además de enredarnos  con los escándalos,  en los  insultos, en las  contradicciones de  funcionarios  que un día desdicen   de lo que  dijeron el  día anterior,  aceptamos sin exigir, o ni  siquiera  nos enteramos ( gracias a la mediocridad  mediática)  que  entidades  tan importantes como la Unidad de Análisis  Financiero    quedó    sin cabeza  durante nueve meses.


Esa obsesión por creer mas en  lo imaginado que actuar  sobre  lo real se refleja en las reacciones que ha habido al Código de policía, sobre el que,   a las mil y quinientas   se han presentando    50 demandas de inconstitucionalidad que congestionan a las cortes.  Resulta sintomático cómo la  convivencia  se escribe en letra pequeña, sin suscitar  comentario alguno. En  cambio,  convivimos  con y  nos apegamos al inciso,  parodiando  el verso de Valencia, “sacrificando un  mundo para pulir un  numeral”.   Y mientras se reúnen los Nobel en Bogotá, pasa  sin reacciones     que   en  2016  fueran asesinados   116 lideres sociales, según datos de Fundepaz.

Pero  eso no es  todo.  El apego a lo   jurídico (para no decir lo discursivo-leguleyo), tanto como   el énfasis  en promesas mas que en resultados o procesos,  lleva a  acentuar el fatalismo  y a la  desestructuración de las instituciones, cuando  los  resultados son,  en consecuencia,  desastrosos. No solo en cuanto a salud,  llegándose a convertir la tutela  en la  manera de  obtener   la prestación  del servicio,   o  en  el proceso de paz  en cuya “implementación”  se  incumplió ofrecer  los mas elementales  y básicos servicios de inodoros y agua.

Es hora de  entender que  en  relación con la función pública y la prestación de servicios, las protestas y las marchas  a posteriori no solo no sirven, sino que demuestran la incapacidad ciudadana para  vigilar,  ver , prever, y  sobre todo  cumplir con sus deberes  sin acusar al otro de no cumplirlos.  Porque las   protestas,   como en el  caso  de la inaceptable  prestación de servicios  de energía,   llegan  tarde, después de la  previsible   muerte de Electricaribe y  otras empresas;  de la venta de ETB  o de las  mimetizadas ineficiencias o corrupciones  que  vendrán.


jueves, 9 de febrero de 2017

¿ES INMEJORABLE EL PERIODISMO COLOMBIANO?




La pregunta  es oportuna en la celebración  del día  del periodista.

Lo es más allá de los premios, seguramente muy merecidos. Más allá de las alabanzas,  que muestran cómo todavía algunos  creen en el cuarto poder,  ignoran que  este  se confunde hoy  con el económico,  que  el  periodista  ve cada  vez más recortada  su independencia por la autocensura o las presiones de los dueños de los medios,  de los contubernios y las roscas entre lo político, lo económico y  lo mediático.

  Ojalá, por cierto, que  no haya  regalos,  que coartan la independencia;  que no  pululen  los coqueteos  (como cuando el fiscal en rueda de prensa ,  los funcionarios, o los cuestionados   comienzan  la  respuesta  a preguntas  incisivas  diciendo : “su pregunta es muy importante”).

Ojalá  que  se suprima aquello de los secretos, rumores, chismes,  que   pervierten a los noticieros, que desvalorizan la importancia de la investigación,  que  le dan prioridad  a la entretención  más  que  a la información y a la  educación de las audiencias.

 “¿Hacia donde va el periodismo  colombiano?  Me pareció acertada la idea de la  jefe  de comunicaciones de la  Gobernación de  San Andrés islas,  (aclaro  que conozco a Claudia  Aguilera de mucho tiempo atrás )  que   propuso a lo largo de la  semana,  en vez de embutir  foros  en un día , como se ha vuelto de moda,  analizar desde  varias  facetas  cómo el periodismo puede ser constructor de  paz.

Una reflexión aterrizada  a las realidades y conflictos potenciales o reales  de cada región. En este caso,  más allá  de  las diferencias entre  raizales y no raizales,   la  sobre población de San Andrés y el incumplimiento de las medidas de protección de las islas, de las promesas políticas o de las deficiencias en acueducto puede llevar a consensos constructores de paz. Una  paz no teórica sino a partir de  realidades locales que, por  cierto,  se ignoran olímpicamente desde el centro bogotano.

Lo  que,  a mi modo de ver, necesita   el periodismo colombiano es repensarse. No solo desde lo local, sino   ampliando  sus  contextos y proyecciones.  Dejando de arrastrar  la desueta pretensión de que  influye  sobre la opinión cuando lo que más hace  es  desorientarla.
foto y obra MTH

Así   ha sucedido en estos días con el caso  Odebrecht. Un escandalo que,  por cierto  no destapó el periodismo colombiano, sino que proviene  de  datos  conseguidos por  instancias judiciales de   Estados Unidos y  Brasil. No nos digamos mentiras:   el papel de cierto   periodismo criollo se ha limitado a  remover el fango por el  fango  recostándose  en datos   externos a su  investigación propia, y contribuyendo   al fatalismo nacional según el cual no hay nada  que hacer , lo cual lleva , a la larga  a que “ si todo el mundo es  culpable, nadie es culpable”.


Triste  día , sin  duda, para el periodismo colombiano,  salvo excepciones que brillan  por su presencia , como la de Patricia  Gómez  y su equipo, ganadores del premio  Rey de  España de periodismo ambiental y  Desarrollo sostenible, así  como todos aquellos que , luchando contra un  clima  adverso, mantienen la terquedad de investigar  y de ser independientes  de la agenda  fijada por otros.

Porque lo que menos practican tanto los  medios concentrados  como muchos  periodistas   educar  e  informar,  priorizando el entretenimiento  con peleaderas  y escándalos.

¿Como puede  el periodismo  construir  paz?  Ante  todo, aterrizando ese concepto –paz-  hoy  de un gaseoso  proporcional al fomento de  la peleadera generalizada, a   las acusaciones  patéticas de unos  líderes  políticos contra  otros, a   las  vitrineadas  sin ningún criterio, todo lo cual  sirve sobretodo para atizar la discursividad sin aportar  elementos de convivencia.

Por eso ,  la paz  como  convivencia,  exige del periodismo  un cambio de “chip”. Algunos caminos :  aterrizar la paz a  la realidad de los conflictos territoriales , no confundir  ética con derecho,   dejar de judicializar   la noticia, gastarle mas  tiempo  a la  investigación,  no generalizar,   y no aceptar  una polarización que lleva  necesariamente a recortar  las mentes.

 

¿NO VA A RENUNCIAR A SU BLOG?


  
Descripción: uillermo Valderrama
Guillermo Valderrama Maria Teresa con su esposo dentro del gobierno,. no cabe. No hay que olvidar que para ella, la etica, es primero


-¿ Y  no va a renunciar a  su blog?  - me preguntó alguien cuando salió  la noticia de que  mi  esposo,  Juan Camilo Restrepo,  fue nombrado por el Presidente Santos  jefe del equipo negociador  con el ELN.

Recordé entonces  el  rumor  que  le tenían a  Doña  Bertha Hernández de Ospina  Pérez , cuya  columna “el Tábano” se consideraba  recipiente  en el  cual  el  entonces  imperturbable  Presidente  de la República  se descargaba de sus  odios , chismes y  punzadas.  Conociendo a Doña  Bertha, dudo que  fuera tan solo ese  recipiente, pero eso si,  creo que no  habría sido  columnista  independiente como lo  fue, por ejemplo Emilia Pardo Umaña;  y  que no le habrían hecho tanto caso  a sus tábanos  si no hubiera sido esposa del político conservador.

La pregunta, en todo caso,  me quedó  sonando  por un aspecto positivo y otro negativo.  Tanto  como la inquietud del mensaje  del señor   Guillermo  Valderrama, a quien no conozco pero a quien le respondo  también .

 El positivo: que la gente se ha acordado de  las  tres veces  en que  renuncié al ejercicio del periodismo por razones evidentes  de ética, cuando mi esposo  y compañero fue Ministro de  Minas,  Hacienda, y  Agricultura. O mejor,  razones no  tan evidentes, porque  en este país de nepotismos y de ética gelatinosa es  natural que  los clanes y las familias vayan  colocando la parentela  en todos los cargos  públicos o privados, por el solo hecho de  ser parentela o de tener afinidades  económicas, políticas y financieras.  En todo caso, por una elemental  no aplicación  de los principios éticos tan  olvidados por  parte- no todo- el periodismo colombiano y de  algunos –no todos-  medios de comunicación.

Con lo anterior  no quiero excluir  a  alguien meritorio por el solo  hecho de su apellido.  Cito,  en el caso del periodismo, un ejemplo entre varios: Fidel Cano,  que ha demostrado  ser tan  buen  director de El Espectador  como  lo  fue  su pariente, el  admirado Don Guillermo, cuyo asesinato  se  recuerda con tanto dolor. En cambio,  estoy  segura de que muchos, periodistas  o políticos periodistas catapultados por obra  y gracia de  sus  ascendientes  y,  a decir verdad, bastante mediocres,  han cerrado el  paso. Es decir,  cerrado las oportunidades a gente que ha  ascendido  peldaño por peldaño,  con esfuerzo propio, méritos académicos  y  trayectoria profesional.

El negativo. A la gente  no le queda muy en claro  que  este blog  Opinar es Debatir sin Pelear y desde  facebook  o mis trinos,  escribo como  ciudadana, abuela  cibernauta  y no  como periodista.  

Ahora y siempre  he considerado que  el periodista es quien trabaja en un medio de comunicación virtual o  físico,   remunerado por su trabajo, lo que  por cierto excluye a tanto columnista  real o virtual,  en televisión radio o  prensa,  autoproclamado periodista.

¿Sobrará repetir y repetir una y otra vez  que,  a los  setenta años cumplidos,  no tengo que demostrarle a nadie  que mi independencia es  visceral;  que tengo el estado de ánimo  ético suficiente para    analizar  cuales  temas implicarían la reserva  necesaria  que me prohibe  divulgar lo que no debo divulgar, y que no debo meterme  en lo que no me corresponde?  

En todo caso, no  renunciaré  a mi derecho de  opinar como ciudadana, de  analizar  tanto el comportamiento de los medios,  del periodismo,  de la política, (incluido  el gobierno). Es decir,  de reflexionar   sobre  nuestra  compleja sociedad  colombiana y  sus circunstancias nacionales e internacionales, como lo he hecho  en mi carrera académica, profesional y personal.

Hoy lo reitero:  hoy no soy periodista, sino ciudadana.  Y no quiero ser, no he sido,  no seré  la  Doña  Bertha de  Juan  Camilo.