jueves, 9 de febrero de 2017

¿ES INMEJORABLE EL PERIODISMO COLOMBIANO?




La pregunta  es oportuna en la celebración  del día  del periodista.

Lo es más allá de los premios, seguramente muy merecidos. Más allá de las alabanzas,  que muestran cómo todavía algunos  creen en el cuarto poder,  ignoran que  este  se confunde hoy  con el económico,  que  el  periodista  ve cada  vez más recortada  su independencia por la autocensura o las presiones de los dueños de los medios,  de los contubernios y las roscas entre lo político, lo económico y  lo mediático.

  Ojalá, por cierto, que  no haya  regalos,  que coartan la independencia;  que no  pululen  los coqueteos  (como cuando el fiscal en rueda de prensa ,  los funcionarios, o los cuestionados   comienzan  la  respuesta  a preguntas  incisivas  diciendo : “su pregunta es muy importante”).

Ojalá  que  se suprima aquello de los secretos, rumores, chismes,  que   pervierten a los noticieros, que desvalorizan la importancia de la investigación,  que  le dan prioridad  a la entretención  más  que  a la información y a la  educación de las audiencias.

 “¿Hacia donde va el periodismo  colombiano?  Me pareció acertada la idea de la  jefe  de comunicaciones de la  Gobernación de  San Andrés islas,  (aclaro  que conozco a Claudia  Aguilera de mucho tiempo atrás )  que   propuso a lo largo de la  semana,  en vez de embutir  foros  en un día , como se ha vuelto de moda,  analizar desde  varias  facetas  cómo el periodismo puede ser constructor de  paz.

Una reflexión aterrizada  a las realidades y conflictos potenciales o reales  de cada región. En este caso,  más allá  de  las diferencias entre  raizales y no raizales,   la  sobre población de San Andrés y el incumplimiento de las medidas de protección de las islas, de las promesas políticas o de las deficiencias en acueducto puede llevar a consensos constructores de paz. Una  paz no teórica sino a partir de  realidades locales que, por  cierto,  se ignoran olímpicamente desde el centro bogotano.

Lo  que,  a mi modo de ver, necesita   el periodismo colombiano es repensarse. No solo desde lo local, sino   ampliando  sus  contextos y proyecciones.  Dejando de arrastrar  la desueta pretensión de que  influye  sobre la opinión cuando lo que más hace  es  desorientarla.
foto y obra MTH

Así   ha sucedido en estos días con el caso  Odebrecht. Un escandalo que,  por cierto  no destapó el periodismo colombiano, sino que proviene  de  datos  conseguidos por  instancias judiciales de   Estados Unidos y  Brasil. No nos digamos mentiras:   el papel de cierto   periodismo criollo se ha limitado a  remover el fango por el  fango  recostándose  en datos   externos a su  investigación propia, y contribuyendo   al fatalismo nacional según el cual no hay nada  que hacer , lo cual lleva , a la larga  a que “ si todo el mundo es  culpable, nadie es culpable”.


Triste  día , sin  duda, para el periodismo colombiano,  salvo excepciones que brillan  por su presencia , como la de Patricia  Gómez  y su equipo, ganadores del premio  Rey de  España de periodismo ambiental y  Desarrollo sostenible, así  como todos aquellos que , luchando contra un  clima  adverso, mantienen la terquedad de investigar  y de ser independientes  de la agenda  fijada por otros.

Porque lo que menos practican tanto los  medios concentrados  como muchos  periodistas   educar  e  informar,  priorizando el entretenimiento  con peleaderas  y escándalos.

¿Como puede  el periodismo  construir  paz?  Ante  todo, aterrizando ese concepto –paz-  hoy  de un gaseoso  proporcional al fomento de  la peleadera generalizada, a   las acusaciones  patéticas de unos  líderes  políticos contra  otros, a   las  vitrineadas  sin ningún criterio, todo lo cual  sirve sobretodo para atizar la discursividad sin aportar  elementos de convivencia.

Por eso ,  la paz  como  convivencia,  exige del periodismo  un cambio de “chip”. Algunos caminos :  aterrizar la paz a  la realidad de los conflictos territoriales , no confundir  ética con derecho,   dejar de judicializar   la noticia, gastarle mas  tiempo  a la  investigación,  no generalizar,   y no aceptar  una polarización que lleva  necesariamente a recortar  las mentes.

 

¿NO VA A RENUNCIAR A SU BLOG?


  
Descripción: uillermo Valderrama
Guillermo Valderrama Maria Teresa con su esposo dentro del gobierno,. no cabe. No hay que olvidar que para ella, la etica, es primero


-¿ Y  no va a renunciar a  su blog?  - me preguntó alguien cuando salió  la noticia de que  mi  esposo,  Juan Camilo Restrepo,  fue nombrado por el Presidente Santos  jefe del equipo negociador  con el ELN.

Recordé entonces  el  rumor  que  le tenían a  Doña  Bertha Hernández de Ospina  Pérez , cuya  columna “el Tábano” se consideraba  recipiente  en el  cual  el  entonces  imperturbable  Presidente  de la República  se descargaba de sus  odios , chismes y  punzadas.  Conociendo a Doña  Bertha, dudo que  fuera tan solo ese  recipiente, pero eso si,  creo que no  habría sido  columnista  independiente como lo  fue, por ejemplo Emilia Pardo Umaña;  y  que no le habrían hecho tanto caso  a sus tábanos  si no hubiera sido esposa del político conservador.

La pregunta, en todo caso,  me quedó  sonando  por un aspecto positivo y otro negativo.  Tanto  como la inquietud del mensaje  del señor   Guillermo  Valderrama, a quien no conozco pero a quien le respondo  también .

 El positivo: que la gente se ha acordado de  las  tres veces  en que  renuncié al ejercicio del periodismo por razones evidentes  de ética, cuando mi esposo  y compañero fue Ministro de  Minas,  Hacienda, y  Agricultura. O mejor,  razones no  tan evidentes, porque  en este país de nepotismos y de ética gelatinosa es  natural que  los clanes y las familias vayan  colocando la parentela  en todos los cargos  públicos o privados, por el solo hecho de  ser parentela o de tener afinidades  económicas, políticas y financieras.  En todo caso, por una elemental  no aplicación  de los principios éticos tan  olvidados por  parte- no todo- el periodismo colombiano y de  algunos –no todos-  medios de comunicación.

Con lo anterior  no quiero excluir  a  alguien meritorio por el solo  hecho de su apellido.  Cito,  en el caso del periodismo, un ejemplo entre varios: Fidel Cano,  que ha demostrado  ser tan  buen  director de El Espectador  como  lo  fue  su pariente, el  admirado Don Guillermo, cuyo asesinato  se  recuerda con tanto dolor. En cambio,  estoy  segura de que muchos, periodistas  o políticos periodistas catapultados por obra  y gracia de  sus  ascendientes  y,  a decir verdad, bastante mediocres,  han cerrado el  paso. Es decir,  cerrado las oportunidades a gente que ha  ascendido  peldaño por peldaño,  con esfuerzo propio, méritos académicos  y  trayectoria profesional.

El negativo. A la gente  no le queda muy en claro  que  este blog  Opinar es Debatir sin Pelear y desde  facebook  o mis trinos,  escribo como  ciudadana, abuela  cibernauta  y no  como periodista.  

Ahora y siempre  he considerado que  el periodista es quien trabaja en un medio de comunicación virtual o  físico,   remunerado por su trabajo, lo que  por cierto excluye a tanto columnista  real o virtual,  en televisión radio o  prensa,  autoproclamado periodista.

¿Sobrará repetir y repetir una y otra vez  que,  a los  setenta años cumplidos,  no tengo que demostrarle a nadie  que mi independencia es  visceral;  que tengo el estado de ánimo  ético suficiente para    analizar  cuales  temas implicarían la reserva  necesaria  que me prohibe  divulgar lo que no debo divulgar, y que no debo meterme  en lo que no me corresponde?  

En todo caso, no  renunciaré  a mi derecho de  opinar como ciudadana, de  analizar  tanto el comportamiento de los medios,  del periodismo,  de la política, (incluido  el gobierno). Es decir,  de reflexionar   sobre  nuestra  compleja sociedad  colombiana y  sus circunstancias nacionales e internacionales, como lo he hecho  en mi carrera académica, profesional y personal.

Hoy lo reitero:  hoy no soy periodista, sino ciudadana.  Y no quiero ser, no he sido,  no seré  la  Doña  Bertha de  Juan  Camilo.





                            









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