La pregunta
es oportuna en la celebración del
día del periodista.
Lo es más allá
de los premios, seguramente muy merecidos. Más allá de las alabanzas, que muestran cómo todavía algunos creen en el cuarto poder, ignoran que
este se confunde hoy con el económico, que el periodista
ve cada vez más recortada su independencia por la autocensura o las
presiones de los dueños de los medios,
de los contubernios y las roscas entre lo político, lo económico y lo mediático.
Ojalá, por cierto, que no haya
regalos, que coartan la
independencia; que no pululen
los coqueteos (como cuando el
fiscal en rueda de prensa , los
funcionarios, o los cuestionados
comienzan la respuesta
a preguntas incisivas diciendo : “su pregunta es muy importante”).
Ojalá que se
suprima aquello de los secretos, rumores, chismes, que
pervierten a los noticieros, que desvalorizan la importancia de la
investigación, que le dan prioridad a la entretención más
que a la información y a la educación de las audiencias.
“¿Hacia donde va el periodismo colombiano?
Me pareció acertada la idea de la
jefe de comunicaciones de la Gobernación de San Andrés islas, (aclaro
que conozco a Claudia Aguilera de
mucho tiempo atrás ) que propuso a lo largo de la semana, en vez de embutir foros en
un día , como se ha vuelto de moda, analizar desde
varias facetas cómo el periodismo puede ser constructor
de paz.
Una reflexión
aterrizada a las realidades y conflictos
potenciales o reales de cada región. En
este caso, más allá de las
diferencias entre raizales y no raizales, la
sobre población de San Andrés y el incumplimiento de las medidas de protección
de las islas, de las promesas políticas o
de las deficiencias en acueducto puede llevar a consensos constructores de paz.
Una paz no teórica sino a partir de realidades locales que, por cierto, se ignoran olímpicamente desde el centro bogotano.
Lo que, a
mi modo de ver, necesita el periodismo colombiano es repensarse. No
solo desde lo local, sino
ampliando sus contextos y proyecciones. Dejando de arrastrar la desueta pretensión de que
influye sobre la opinión cuando lo que más hace es
desorientarla.
foto y obra MTH |
Así ha
sucedido en estos días con el caso Odebrecht.
Un escandalo que, por cierto no destapó el periodismo colombiano, sino que
proviene de datos
conseguidos por instancias judiciales
de Estados Unidos y Brasil. No nos digamos mentiras: el
papel de cierto periodismo criollo se ha limitado a
remover el fango por el
fango recostándose en datos
externos a su investigación
propia, y contribuyendo al fatalismo
nacional según el cual no hay nada que
hacer , lo cual lleva , a la larga a que
“ si todo el mundo es culpable, nadie es
culpable”.
Triste día , sin
duda, para el periodismo colombiano,
salvo excepciones que brillan por
su presencia , como la de Patricia Gómez
y su equipo, ganadores del premio Rey de
España de periodismo ambiental y Desarrollo sostenible, así como todos aquellos que , luchando contra
un clima adverso, mantienen la terquedad de
investigar y de ser independientes de la agenda
fijada por otros.
Porque lo que
menos practican tanto los medios concentrados
como muchos periodistas educar e informar, priorizando el entretenimiento con peleaderas y escándalos.
¿Como
puede el periodismo construir
paz? Ante todo, aterrizando ese concepto –paz- hoy de
un gaseoso proporcional al fomento de la peleadera generalizada, a las
acusaciones patéticas de unos líderes políticos contra otros, a las
vitrineadas sin ningún criterio,
todo lo cual sirve sobretodo para atizar
la discursividad sin aportar elementos
de convivencia.
Por eso , la paz
como convivencia, exige del periodismo un cambio de “chip”. Algunos caminos : aterrizar la paz a la realidad de los conflictos territoriales ,
no confundir ética con derecho, dejar de judicializar la noticia, gastarle mas tiempo
a la investigación, no generalizar, y no aceptar
una polarización que lleva
necesariamente a recortar las mentes.
¿NO VA A RENUNCIAR A SU BLOG?
Guillermo Valderrama Maria Teresa con
su esposo dentro del gobierno,. no cabe. No hay que olvidar que para ella, la
etica, es primero
-¿ Y no va a renunciar a su blog?
- me preguntó alguien cuando salió
la noticia de que mi esposo,
Juan Camilo Restrepo, fue
nombrado por el Presidente Santos jefe
del equipo negociador con el ELN.
Recordé
entonces el rumor que le tenían a
Doña Bertha Hernández de Ospina Pérez , cuya
columna “el Tábano” se consideraba
recipiente en el cual el entonces imperturbable Presidente de la República se descargaba de sus odios , chismes y punzadas.
Conociendo a Doña Bertha, dudo
que fuera tan solo ese recipiente, pero eso si, creo que no
habría sido columnista independiente como lo fue, por ejemplo Emilia Pardo Umaña; y que
no le habrían hecho tanto caso a sus
tábanos si no hubiera sido esposa del político
conservador.
La pregunta, en
todo caso, me quedó sonando
por un aspecto positivo y otro negativo. Tanto
como la inquietud del mensaje del
señor Guillermo Valderrama, a quien no conozco pero a quien
le respondo también .
El positivo: que la gente se ha acordado de las tres
veces en que renuncié al ejercicio del periodismo por
razones evidentes de ética, cuando mi
esposo y compañero fue Ministro de Minas,
Hacienda, y Agricultura. O
mejor, razones no tan evidentes, porque en este país de nepotismos y de ética
gelatinosa es natural que los clanes y las familias vayan colocando la parentela en todos los cargos públicos o privados, por el solo hecho
de ser parentela o de tener
afinidades económicas, políticas y
financieras. En todo caso, por una
elemental no aplicación de los principios éticos tan olvidados por parte- no todo- el periodismo colombiano y de algunos –no todos- medios de comunicación.
Con lo anterior
no quiero excluir a
alguien meritorio por el solo
hecho de su apellido. Cito, en el caso del periodismo, un ejemplo entre
varios: Fidel Cano, que ha
demostrado ser tan buen
director de El Espectador
como lo fue su
pariente, el admirado Don Guillermo,
cuyo asesinato se recuerda con tanto dolor. En cambio, estoy segura de que muchos, periodistas o políticos periodistas catapultados por
obra y gracia de sus ascendientes
y, a decir verdad, bastante mediocres, han cerrado el
paso. Es decir, cerrado las
oportunidades a gente que ha ascendido peldaño por peldaño, con esfuerzo propio, méritos académicos y
trayectoria profesional.
El negativo.
A la gente no le queda muy en claro que este
blog Opinar es Debatir sin Pelear y
desde facebook o mis trinos,
escribo como ciudadana, abuela cibernauta y no
como periodista.
Ahora y
siempre he considerado que el periodista es quien trabaja en un medio de
comunicación virtual o físico, remunerado por su trabajo, lo que por cierto excluye a tanto columnista real o virtual, en televisión radio o prensa,
autoproclamado periodista.
¿Sobrará repetir y repetir una y otra vez que, a los
setenta años cumplidos, no tengo que demostrarle a nadie que mi
independencia es visceral; que tengo el estado de ánimo ético suficiente para analizar cuales temas implicarían la
reserva necesaria que me prohibe divulgar lo que no debo
divulgar, y que no debo meterme en lo
que no me corresponde?
En todo caso, no renunciaré a mi derecho de opinar como ciudadana, de analizar
tanto el comportamiento de los medios, del periodismo, de la política, (incluido el gobierno). Es decir, de reflexionar sobre
nuestra compleja sociedad colombiana y
sus circunstancias nacionales e internacionales, como lo he hecho en mi carrera académica, profesional y
personal.
Hoy lo reitero: hoy no soy
periodista, sino ciudadana. Y no quiero
ser, no he sido, no seré la Doña Bertha de
Juan Camilo.
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