jueves, 28 de abril de 2016

¿CÓMO SE MIDE UN MINISTRO?


REFLECTORES Obra y foto MTH

En  los cambios de gabinete ministerial  y  en parte gracias a la acción de los medios, hay a veces  la impresión  de que a los ministros que  salen y que entran se les juzga  con  la misma  varita  que  a las reinas de belleza.


“Este me gusta, este no me gusta” se escucha  tanto en las conversaciones de salón como en los mal llamados programas  de opinión o  en los comentarios  de las  “mesas de trabajo”.[1]

El rasero con  el que se mide la “bondad”  o la “maldad” de un ministro  depende  mucho de la  capacidad de vitrinear,  es decir,  de mostrarse en los medios  audiovisuales.

Como con  las reinas de belleza, la parte visual se vuelve entonces el eje de la mayoría de las apreciaciones, y a la vez,  puede llevar  a su pérdida, como sucedió con la Ministra de la Presidencia. 

Lanzada  a la  voracidad de  los reflectores, cuando el Presidente  la encargó del Ministerio  de Minas, se descubrió que la antes  todopoderosa eminencia  gris  era  más vulnerable de lo que se creía lo que, a la  vez,  contribuyó a su  caída como pepa de guama, haya sido renunciada o haya renunciado ella. 

Un ministro como el de salud  no  parece “bueno”,  aunque  algunas medidas  discretas pero eficientes del ministerio  como la política de obligar a  la coexistencia de marcas  farmacéuticas con los genéricos  tengan  un   impacto más  real que la “vitrina”.

A  veces, los ministros  no tienen metas claras ni  sentido de lo trascendente, ni trayectoria en el sector,  o solo vínculos  - como sucedió con la opaca Ministra de Transporte.   Producen  expectativas  de cambio por la  exaltación inmediata. Salidos del   sombrero  del ilusionista,   se parecen a  aquellas  mariposas que se acercan  demasiado a la luz y  después de uno que otro torbellino  terminan  cayéndose, inertes y olvidadas.

Y  cuando, con una u otra  frasecita,  el  señor Presidente  intenta  demostrar que no se portó mal con los  salientes,  se  cree  resuelto el asunto.  Pero solo  queda demostrado  que  la vida interior de los gobiernos es  mucho más importante  y compleja de lo  que  cree el enfoque caudillista. Y más  en un país de peleillas individualistas, celos  y egoísmos que importan mas que  el interés público. Y todavía  más  cuando el jefe del ejecutivo cree   que  con  caudillismo visual  se  resuelven los problemas.


Pero cambios de  gabinete como el que hizo a la  carrera el Presidente Santos entre una  y otra subida de avión, no solo no refuerzan  su imagen,  sino que  son un evidente desprecio a los partidos y dan pie para reacciones  como las que se observan  en los liberales y en los verdes. La cabeza  del poder ejecutivo  cree que  con un cambio de gabinete  va a  lograr una mayor  eficiencia  o, desde el punto de vista  político, a una mayor  “unidad” nacional en torno a  cambios que se consideran prioritarios, como  el pos conflicto. Nada más alejado de la realidad.

 Que los partidos  ya no tengan estructuras  sólidas, que sean  un revoltillo de  ambicioncitas, ya se sabe.   Pero la consecuencia de ignorarlos  no es otra  que un mayor desprestigio del  Gobierno,  un Presidente  vacío del poder que intenta demostrar  lo contrario.  

El Presidente  Santos cambia  el nombre de Ministros  consejeros por el de Altas  consejerías, o el de Ministro por Secretaría general como si allí estuviera el meollo del error  de haber creado  una rosca-bunker en  Presidencia , que terminó debilitándolo.

En cuanto a los ministros  entrantes,  empiezan a dar declaraciones a la topa tolondra, lo  que  diluye  todavía más  las escasas políticas públicas  con proyección más allá  de lo inmediato.  Y  en una proporción inversa  a la claridad de  esas políticas públicas, aumenta  la burocracia en las oficinas de prensa y comunicación, dedicadas a “boletinear”  cada  paso del respectivo ministro.

 Una burocracia que bloquea al Estado


Pero  el rasero  de  ministros- reinas de belleza tiene otro impacto. Lleva al ciudadano  a dos errores
de razonamiento. El primero:  se termina  acostumbrando a que  la eficiencia  se  evalúa por la cantidad  de apariciones en público del respectivo ministro. El segundo:  la eficiencia del Estado o de  cada  ministerio  se evalúa  en  función de  la cabeza  pero no de la manera  como   trabaja el resto de la institución.

Ni los medios  ni la academia en general se han dedicado a  analizar  por qué  el Estado  colombiano  está mucho más bloqueado institucionalmente  de lo que  se imaginan los ciudadanos  gracias a la acción de los medios.

En todo caso,  las promesas se multiplican como las 4G,  y  las consecuencias  también se multiplican, pero no en resultados,  sino  en la proliferación  de descubrimientos tardíos como  el de  la alimentación escolar. Con razón dicen los  sabios que del afán, en este caso por la  imagen,  no queda  sino  el cansancio.

Y a propósito de imagen …

¿Idolos de consumo?  (Obra y foto MTH)

 Frente a la indignación de los fieles de la  Filbo ( entre los cuales no me cuento) ante el tumulto del sábado  que   agotó las boletas para los que querían   ingresar  para otros fines)  hay dos  argumentos de columnistas que le dan la bienvenida  a los Youtubers y  que opinan que  “algo estará  haciendo el youtuber si mueve  más que la  Feria junta”.  Con todo respeto,  y para  continuar el  debate, los  que fueron a  que el   “youtuber” les firmara el libro,  no son  símbolo  de vanguardia, sino de  la generación del rebaño.   No son los impulsadores de una  nueva  sociedad,  sino de la dependencia de lo visual, y de la sociedad de consumo,  en lo que menos importa  es el contenido.

 Prefiero los jóvenes  reales que quieren cambiar el mundo.




[1] Eufemismo con el cual se  designa  la discursividad radial  que, en general,  poco  le deja  oportunidad al trabajo de campo de los reporteros.

jueves, 21 de abril de 2016

¿RECONCILIACIÓN vs GUERRERISMO?


                                                                        





Aterrizar el periodo de transición si se firma  un  acuerdo con las FARC implica,  más allá de la discursividad, o de  discusiones formales sobre  congresitos  y leyes,  superar  la polarización  entre  partidarios y enemigos  de  la ambigua “paz”.

En ese sentido, tanto  la historia  como  el  análisis  de  las palabras y su poder aportan  algo diferente,  que debería explorar el periodismo,  demasiado centrado  en  la inmediatez, sin contexto ni proyección. Y, a veces,  entrevistando siempre a los  mismos,  como  el cuestionado  señor Lafaurie, como si fuera el premio Nobel en todos los temas.

Una  “colada” a  la sesión de la  Academia de Historia en la  que  el presidente Juan Camilo  Rodríguez  se refirió a las experiencias de la  justicia transicional [1]– aunque no se le llamara así en  nuestra historia-,  me permitió  sacar  conclusiones  inesperadas.

De  su  trabajo, que será publicado en el boletín de la academia,[2]  se deduce  que  tanto la realidad  como su enfoque histórico han estado  más centrados en  los conflictos  que en  los procesos  transicionales.  Hay pocas explicaciones de  cómo  funcionaron  etapas  de  reajuste  despues de la firma de acuerdos, indultos y amnistías.  Por cierto, fueron  tan  numerosos  como los conflictos,  desde la colonia como  en  el  siglo XIX, pero  merecen muy pocas líneas. 

 Algunos episodios, como  en el  caso de la rebelión de los Comuneros, implicaron  una “transición” cimentada en el terror. En  todo caso,  ponen  de presente  hoy  que  los colombianos  no aprendimos  muy bien la lección de  lo que hay que hacer  después  de nuestras reyertas por las cuales murieron  muchos  compatriotas (un promedio de  tres ciudadanos por cada  combatiente) .

Para el historiador Juan Camilo González Gómez, la  transición y  el  enfoque  de justicia  se refirieron  sobre todo a  los jefes, con muy poco  seguimiento sobre el resto de la población: “ los relatos se centran más  en las causas  y  en los casos individuales  y no sobre lo que pasó después”.  El papel del  honor, la heroicidad, el valor,  disfrazan – el termino es mío-  ausencia en los relatos de multiplicidad de voces,  de las relaciones familiares y de amistad  entre jefes. 

De allí, en parte,  la  obsesión colombiana por los  conflictos.  Sin embargo,  salvo el caso de la guerra de los mil días,  no tuvieron  en Colombia  la proporción que  se observa en otros  países y aun continentes como, por ejemplo,  el  europeo.  Fueron  “conflicticos” que causaron muchas  muertes inútiles.

Conclusión inesperada:  al reflexionar sobre   el poco interés  prestado a las  reconciliaciones después de los  conflictos armados,  el papel del  enfoque centralista y la necesidad de  articular  lo local, lo nacional y lo global, me surge una inquietud : ¿ por qué  no dejar  de  depender de lo que propongan  las FARC y Uribe  y ventilar  temas nuevos  en una  Constituyente  que debería centrarse  en  la necesidad de "descentralizar para articular",  llegando  aún a un sistema  federal?  Superando el fracaso de la Constitución del  63,  y viendo hoy  el auge de las nacionalidades,  ¿ No deberíamos  adaptarnos   a las nuevas necesidades  de  participación  territorial  real ? ¿No es hora  de dejar  la   carretuda "participación"   que poco significa en política para los ciudadanos  del común, y  darle más juego a lo local  y lo regional, en vez de pretender hacerlo  todo desde  Bogotá?.

Y  el poder de la palabra…


Otro aporte , en este caso  sobre “el poder de la palabra”  con el análisis de discurso de  Chávez,  Uribe, Santos y las FARC recalca,  a mi nodo de ver,  la importancia de “no tragar  entero”  lo discursivo. De analizar las motivaciones y los discursos “entendidos como una estrategia de comunicación… en  la que  nada se construye al azar”[3].

Sin duda, Maria Fernanda  González  Binetti, Phd en ciencia política, aporta un  nuevo enfoque del  análisis del discurso  que,  en muchas  facultades de comunicación  colombianas,  se  estancó al  limitarse  a medir  palabras,  centímetro por centímetro,  sin ir mucho mas lejos.  Es decir, sin  explorar  los contextos y las  proyecciones.

La autora  analiza, por ejemplo,  las similitudes  entre López Pumarejo y Santos  Calderón, ambos  de escasa oratoria: el primero,  que lideró  las negociaciones  de paz de la  guerra  Colombo-Peruana;  el segundo, que ha  sido consistente en   voltear la  página de los odios, a diferencia de Uribe, que los estimula. En el caso de Uribe  Vélez , movilizador de pasiones,  es sintomática una frase citada  en el libro , de su secretaria privada “ es  un ser humano muy especial , pero es un ser humano, una persona con unas virtudes extremas  pero que se equivoca, como todos los seres humanos. Me duele  que lo traten como  dios,  porque no lo es: Dios  es Dios y no mas”[4]

 Original también y minucioso  el   análisis que hace  González Binetti  de  la discursividad de las FARC, que  “ha escrito alrededor de mil textos  sobre  el proceso de paz”. Además del  obvio  vocabulario marxista-leninista y  la referencia a Bolívar  en  el  discurso, la autora analiza  la utilización constante de  la palabra “contra”, "característica del partido comunista  francés de los años  treinta" y  valida la hipótesis de  “un discurso  camaleónico de la guerrilla”,  escogiendo “estratégicamente  su discurso  frente a los interlocutores” en un  escenario “ahora menos dogmático”.

Ante  la  pobreza del análisis de  los medios audiovisuales colombianos,  vale la pena recomendar  la lectura  de  todos  aquellos que, lejos de los reflectores, aportan mucha luz  a lo  que sucede en Colombia y para evitar los errores del pasado. 

Espere el próximo jueves: En vez de la desgastadora carreta uribo-farquiana sobre constituyente ¿ federalismo versus  centralismo?


MAS LIBROS RECOMENDADOS PARA NO PERDER LA MEMORIA COLECTIVA Y  QUE SE PRESENTARÁN EN LA FERIA:
  
LA VIDA POR LA JUSTICIA:  Un libro que recoge y publica las historias de funcionarios y funcionarias públicas casi todos ellos del sector de la justicia, quienes sabían que sus vidas, su integridad, su prestigio o su libertad estaban en juego y aún así actuaron de acuerdo con sus conciencias. Muchos de ellos fueron asesinados; otros han tenido que pagar con su tranquilidad física y psicológica su respeto al Estado de Derecho.  Personas que llevaron eN alto la dignidad y el nombre de las instituciones que representaron. (OXFAM)


VICTIMAS PERO NO POR SIEMPRE:  Este libro es el resultado de un trabajo periodístico  del cual participaron el equipo de verdad abierta liderado por Marta Ruiz (directora de verdad abierta ), Ander Izaguirre (periodista vasco quien narra la lucha de las madres de Soacha en la búsqueda de la verdad, justicia y reparación) y Esther  Rebollo (Directora de la Agencia EFE quien aporto para su publicación el relato de los pequeños cultivadores de coca que buscan un mejor y un distinto futuro para sus vidas y sus familias, lejos de la violencia y el conflicto).
(OXFAM)


Y a proposito de Martha Ruiz,  recomendadísimo su -ese si - reportaje en  la Revista Semana  sobre  el viaje al interior del bloque Jorge Briceño,  de las  FARC.  http://bit.ly/1Sew7V7 




[1] “Consideraciones  históricas sobre  la justicia transicional  el Colombia: de la colonia  al siglo  19”. Para  saber más del autor y  su manera de enfocar a historia,  encontré en Youtube la entrevista de un  estudiante  primiparo de la U. Del  Rosario, que sí  había preparado lo que  iba a  preguntar
[2] Por cierto,  lástima  que no  se graben  estas  disertaciones ni se  “suban”  a la web , lo que sin duda  permitiría un mayor  conocimiento de los temas que  analiza  la  academia, y  mejorarían la percepción ciudadana  que se  tiene sobre ella.
[3] María Fernández González  Binetti, “El poder de la  palabra” ,  Semana libro  2016 , que incluye capítulos  publicados previamente en francés y traducidos por el Instituto Caro y Cuervo
[4] Cita  tomada  Paola  Holguín y  Carolina Escamilla , Uribe de Carne y Hueso,  Bogotá Norma 2009, pág 60