jueves, 14 de abril de 2016

Una nueva mentalidad y sus envolturas



La oralidad colombiana es  una  ventaja de nuestra idiosincrasia colectiva como latinoamericanos.  Pero el  énfasis en  la palabrería y, por  supuesto,  en la imagen,  es decir, en la envoltura,  lleva a  no detenerse en  los contenidos de las  palabras, ni a interrogarnos sobre la realidad  que encierran. El ejemplo más   evidente es la reciente metida de pata del Mindefensa  sobre una   posible “regu-censura” de las redes sociales. Pero hay   muchos otros casos  producidos por el deseo de atender las presiones de la inmediatez.

Bacrim. Por ejemplo, la  semántica  sobre si las Bactrim  son o no  paramilitares refleja  bien las consecuencias de  una excesiva  discursividad,  que  lleva a  eludir  el problema  de fondo, incluido  por  cierto  en la segunda  sílaba de la palabra. Porque  lo que no cabe duda y es fundamental  en el caso de  las Bacrim,  es  su criminalidad. Es decir,  la suma de sus delincuencias.  Se piensa que son “malos”,  pero no se  sabe exactamente por qué.
 Así como ahora  y a destiempo se esculcan  con detalle  las  delincuencias de los  llamados  paramilitares, habría sido  mucho  más importante  no  dejar  pasar tanto tiempo  en ese análisis  respecto de   la guerrilla,  cuando  empezó  a  secuestrar y  a  lucrarse del narcotráfico.  Y lo mismo puede suceder  ahora  con  ELN si  nos  focalizamos en la  inmediatez  y el embrujo de la paz, pero no  en la agenda gaseosa  que  proponen,  en las condiciones de la negociación,  y en una razonable cuenta  de cobro por sus daños.

Por el otro lado de la moneda,  no basta que la eficiencia del Estado para combatir  los aspectos delincuenciales  se  “cante” y  se mida en términos  de  los millones de recompensa  en  búsqueda de Otoniel  o  la muerte de sus  lugartenientes,  sin  medir  las  acciones o errores de acciones del propio ejército. 

Pero   el mismo  enfoque de envoltura se da en otros temas, además de la  salud,  enfrascada  en una reforma  que no se da mientras  estalla el sistema:

Fiscalía.  Cuando  nos quedó el  sabor caudillista de un fiscal  vitrinero,  se  hizo más énfasis en  las  embarradas del   fiscal que en  las fallas  operacionales de   la  fiscalía para remediarlas  con miras al mediano y largo plazo.  Y ahora,  la terna para  reemplazarlo  se vuelve una competencia de  partidos.  “Que sea liberal” , piden con cierta desvergüenza grises jefes, como  si el hecho de serlo garantizara  el buen funcionamiento de la institución.  En sentido  contrario, la credibilidad de la Procuraduría – como sucedió con la Contraloría (ahora de cúpula discreta) se va erosionando en la medida en que  el  Procurador  adquiere más  “importancia”  inmediata.

De tanto discurrir...  (Foto MTH)
Niñez y desnutrición. En el campo de la niñez “descubrimos” ahora que no  basta con  60000  “madres comunitarias” y lo  que se gastaba  en ellas.  En este y los gobiernos anteriores,   faltó  pensar en términos de  futuro,  proyectar  seguimientos y auditorias,  con qué  recursos  reales se contaría,   incluir de una vez  prestaciones  sociales para  estructurar y fortalecer unas políticas públicas a largo plazo .  En las que , por cierto se debe incluir  un más  constante  control de  calidad.
En   cuanto a  desnutrición,  no basta que la discusión  verse sobre lo inmediato  de        “ quien da mas”  en la Guajira , o cuánto  tiempo lleva la directora  in situ,   para creer que  la solución  es fácil.

 Más allá  de la envoltura,  falta  el análisis de la realidad. Poco a poco  se ha  venido comprobando lo obvio , gracias a  las  declaraciones  de médicos que saben del tema:  que  la desnutrición  crónica  no  proviene de  falta de  comida sino de  alimentación  no balanceada. Si  se hubiera  partido de la realidad cultural  de los  wayu,  otro  habría  sido   el  resultado, sin   necesidad de aproximarse con los mercaditos  asistencialistas  y de imagen, por una  sencilla razón: no habría  crisis, y sí un cambio cultural  que no afectara la identidad.

Educación. El caso de la educación es un  ejemplo positivo  de lo que  implica  no pensar tanto en envolturas:  se  focaliza  más  en los resultados – o no resultados-  de la “calidad” medida en términos de calificaciones  (de  cinco y pico  a cinco y un poco más pico,  o de  colegios por construir).   Y lo que es más  destacable en un mar de  envolturas:   realizar  el  contenido a mediano y largo plazo.
 El enfoque  puede  ser   a veces de “mercado”  y el eslogan de  la proyección  discutible (“ los  mejores de Latinoamérica en 2025”).  Pero  se piensa en  grande, y no  en lo inmediato que, por lo general,  termina reducido a pequeñas victorias mediáticas.
 El reto ahora es  más  “compromiso” (palabra que le gusta a la Ministra)   en la motivación de  todos los docentes,  no solo los mejores. Tienen una percepción  más directa de los problemas relacionales  y  prácticos del aprendizaje  para  así afrontar  los retos del poscacuerdo,  de la violencia  y de  la reconciliación.

Mirar hacia adelante: ¿Es  posible aterrizar la transición?


 Quedarse  en el ambiguo tema de  la “paz”, como  ya se ha analizado  aquí  en  varias oportunidades,  es no quitar su  envoltura. Se  elude  concretar nuevas maneras  de relacionarnos y de actuar.

¿Qué  pasará con los jóvenes en  esa transición  hacia un país  en el  cual la guerrilla no  podrá   seguir siendo  una  de varias formas de lucha? ¿Como  deberán adaptarse los  docentes y   el sistema educativo a  nuevos modos de pensar nuestra  nacionalidad?   En el caso colombiano,  esas inquietudes  también  forman parte de la “calidad”.

Por  fortuna,  varias instituciones educativas y de reinserción,  proyectos  empresariales  rurales y urbanos  que no se interesan por  las “pontificadas” de dirigentes  gremiales,  han empezado a  interesarse por  dos aspectos del  posconflicto que  resultarán  fundamentales  para la  convivencia: empleo  e integración social.  Ambos aspectos  tienen que  ver con la educación y  de  mucho  mayor impacto real que las discursividades,  las reformas, la Constituyente, el referendo, o los proyectos  de  ley.

 ¿Como lograr que,  en lo social,  no se vuelva tendencia  el comportamiento de  exclusión del otro, encabezado por los  poco “cabales” fundamentalistas que  desean su  eliminación   o que  han cuestionado cualquier   concepto de  familia que no responda a los lineamientos tradicionales?  En todas las fracturas que deja   el conflicto armado,  este no es un  aspecto de poca monta.

Hay muchas posibilidades de innovar en prácticas docentes, empresariales, culturales,  mediáticas.  Con una condición: que  en vez  de  debatir  sobre las apariencias o las formas, se le de  una sistemática prioridad a los  contenidos  y al cómo lograr  que garanticen  el  hacer sobre el decir. Y eso también es  válido  para las redes sociales.

Ya el terreno está abonado en las jóvenes  generaciones;  solo falta que los instalados reaccionen.

próximo jueves:  ¿reconciliación vs guerrerismo?



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