La oralidad colombiana es una ventaja
de nuestra idiosincrasia colectiva como latinoamericanos. Pero el énfasis en
la palabrería y, por supuesto,
en la imagen, es decir, en la
envoltura, lleva a no detenerse en los contenidos de las palabras, ni a interrogarnos sobre la
realidad que encierran. El ejemplo más evidente es la reciente metida de pata del
Mindefensa sobre una posible “regu-censura” de las redes
sociales. Pero hay muchos otros
casos producidos por el deseo de
atender las presiones de la inmediatez.
Bacrim.
Por ejemplo, la
semántica sobre si las
Bactrim son o no paramilitares refleja bien las consecuencias de una excesiva
discursividad, que lleva a
eludir el problema de fondo, incluido por
cierto en la segunda sílaba de la palabra. Porque lo que no cabe duda y es fundamental en el caso de
las Bacrim, es su criminalidad.
Es decir, la suma de sus delincuencias. Se piensa que son “malos”, pero no se
sabe exactamente por qué.
Así como ahora
y a destiempo se esculcan con
detalle las delincuencias de los llamados
paramilitares, habría sido
mucho más importante no dejar pasar tanto tiempo en ese análisis respecto de la guerrilla,
cuando empezó a
secuestrar y a lucrarse del narcotráfico. Y lo mismo puede suceder ahora con ELN si
nos focalizamos en la inmediatez y el embrujo de la paz, pero no en la agenda gaseosa que
proponen, en las condiciones de
la negociación, y en una razonable
cuenta de cobro por sus daños.
Por el otro lado de la moneda, no basta que la eficiencia del Estado para combatir los aspectos delincuenciales se “cante”
y se mida en términos de los
millones de recompensa en búsqueda de Otoniel o la
muerte de sus lugartenientes, sin
medir las acciones o errores de acciones del propio
ejército.
Pero el
mismo enfoque de envoltura se da en
otros temas, además de la salud, enfrascada
en una reforma que no se da
mientras estalla el sistema:
Fiscalía. Cuando nos quedó el
sabor caudillista de un fiscal
vitrinero, se hizo más énfasis en las
embarradas del fiscal que en
las fallas operacionales de la
fiscalía para remediarlas con
miras al mediano y largo plazo. Y
ahora, la terna para reemplazarlo
se vuelve una competencia de partidos. “Que sea liberal” , piden con cierta
desvergüenza grises jefes, como si el
hecho de serlo garantizara el buen
funcionamiento de la institución. En sentido contrario, la credibilidad de la Procuraduría
– como sucedió con la Contraloría (ahora de cúpula discreta) se va erosionando
en la medida en que el Procurador
adquiere más “importancia” inmediata.
De tanto discurrir... (Foto MTH) |
Niñez
y desnutrición. En el campo de la niñez
“descubrimos” ahora que no basta
con 60000 “madres comunitarias” y lo que se gastaba en ellas.
En este y los gobiernos anteriores, faltó pensar
en términos de futuro, proyectar
seguimientos y auditorias, con
qué recursos reales se contaría, incluir de una vez prestaciones
sociales para estructurar y
fortalecer unas políticas públicas a largo plazo . En las que , por cierto se debe incluir un más constante control de
calidad.
En cuanto a
desnutrición, no basta que la
discusión verse sobre lo inmediato de “
quien da mas” en la Guajira , o cuánto tiempo lleva la directora in situ, para creer que la solución
es fácil.
Más allá
de la envoltura, falta el análisis de la realidad. Poco a poco se ha
venido comprobando lo obvio , gracias a
las declaraciones de médicos que saben del tema: que la
desnutrición crónica no
proviene de falta de comida sino de alimentación
no balanceada. Si se hubiera partido de la realidad cultural de los
wayu, otro habría
sido el
resultado, sin necesidad de aproximarse con los
mercaditos asistencialistas y de imagen, por una sencilla razón: no habría crisis, y sí un cambio cultural que no afectara la identidad.
Educación.
El caso de la educación es un ejemplo positivo de lo que
implica no pensar tanto en
envolturas: se focaliza
más en los resultados – o no
resultados- de la “calidad” medida en
términos de calificaciones (de cinco y pico
a cinco y un poco más pico, o
de colegios por construir). Y lo que es más destacable en un mar de envolturas: realizar
el contenido a mediano y largo plazo.
El
enfoque puede ser a
veces de “mercado” y el eslogan de la proyección
discutible (“ los mejores de Latinoamérica
en 2025”). Pero se piensa en
grande, y no en lo inmediato que,
por lo general, termina reducido a pequeñas
victorias mediáticas.
El
reto ahora es más “compromiso” (palabra que le gusta a la
Ministra) en la motivación de todos los docentes, no solo los mejores. Tienen una percepción más directa de los problemas relacionales y
prácticos del aprendizaje
para así afrontar los retos del poscacuerdo, de la violencia y de
la reconciliación.
Mirar hacia adelante: ¿Es posible aterrizar la transición?
Quedarse en el ambiguo tema de la “paz”, como ya se ha analizado aquí en varias oportunidades, es no quitar su envoltura. Se elude concretar
nuevas maneras de relacionarnos y de
actuar.
¿Qué pasará con los jóvenes en esa transición hacia un país
en el cual la guerrilla no podrá seguir siendo
una de varias formas de lucha?
¿Como
deberán adaptarse los docentes
y el sistema educativo a nuevos modos de pensar nuestra nacionalidad? En el caso colombiano, esas inquietudes también
forman parte de la “calidad”.
Por
fortuna, varias instituciones educativas
y de reinserción, proyectos empresariales
rurales y urbanos que no se interesan
por las “pontificadas” de
dirigentes gremiales, han empezado a
interesarse por dos aspectos
del posconflicto que resultarán
fundamentales para la convivencia: empleo e integración social. Ambos aspectos tienen que
ver con la educación y de mucho
mayor impacto real que las discursividades, las reformas, la Constituyente, el referendo,
o los proyectos de ley.
¿Como lograr que, en lo social,
no se vuelva tendencia el
comportamiento de exclusión del otro,
encabezado por los poco “cabales”
fundamentalistas que desean su eliminación o que
han cuestionado cualquier concepto de
familia que no responda a los lineamientos tradicionales? En todas las fracturas que deja el conflicto armado, este no es un
aspecto de poca monta.
Hay muchas posibilidades de innovar en prácticas docentes, empresariales,
culturales, mediáticas. Con una condición: que en vez
de debatir sobre las apariencias o las formas, se le
de una sistemática prioridad a los contenidos
y al cómo lograr que
garanticen el hacer sobre el decir. Y eso también es válido
para las redes sociales.
Ya
el terreno está abonado en las
jóvenes generaciones; solo falta que los instalados reaccionen.
próximo jueves: ¿reconciliación vs guerrerismo?
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