jueves, 28 de febrero de 2013

A DE AL JAZIRA Y M DE MURDOCH

Hay un nuevo mundo mediático que los prejuicios y estereotipos  no  dejan descubrir, lo que muestra las deficiencias de lo que  entendemos por globalización.

No sé si a Ud.  le habrá pasado, pero  cuando me mencionaban al  medio televisivo  Al Jazira, de inmediato pensaba  que  ese trataba de un pariente de Al Quaeda o  de Osama Ben Laden. En todo caso,  la percibía con un tufillo  de  fundamentalismo musulmán.

 Comparativamente, esa percepción  equivaldría  a que  a algún  oriental  creyera que  RCN es  pariente de  Tele Sur, o  que el Comercio  de Lima es comunista o que las FARC son dueñas  de  El Espectador.    

A  finales del 2012 ,  por el tv cable de un hotel  londinense  y a  falta de  otras  cadenas  tradicionales, empecé  a sintonizar  la versión inglesa de Al Jazira  Me sorprendió por su calidad  noticiosa,  el aporte analítico de sus documentales y  la excelente pronunciación de sus locutores, algunos británicos rubios de  ojos  azules, otros hindúes  y árabes de negros  ojos  rasgados.

 Por azar entonces,  se  me reveló la existencia de  otro mundo  y de otras realidades que hasta entonces  me habían sido  filtradas tanto por la versión  occidentalizada de los problemas del  medio y lejano oriente, como  por  nuestro provincialismo criollo que  nos lleva  a  creer  que  con FOX y CNN estamos perfecta y suficientemente  informados.

No se trata de  afirmar  que los canales  de Al Jazira  sus versiones en diferentes idiomas  son poseedores de la verdad, porque ningún medio de comunicación  lo es. Aunque  su información  es tan equilibrada como la de RCN o Caracol,  es  evidente su  interpretación  pro árabe del conflicto israelí-palestino y de  los conflictos  del medio y lejano oriente. Eso no implica, ni mucho menos, que sea partidario de los déspotas.

 Si creemos, como en la época de las cruzadas, que lo  árabe  es incivilizado y obra del mismísimo  diablo,  buen ejercicio sería  despojaros de los fundamentalismos y no solo en lo interno.

Se trata, entonces,  de recalcar la importancia de  miradas, perspectivas y enfoques  distintos. Y de preguntarnos  sobre el resto de mundo, en vez de  obsesionarnos con  nuestros ombligos. No  sobra  recalcarlo con motivo de la visita a Colombia  del Emir  Hamad Bin Kalifa Al  Thami, de la que solo se nos informó que había  hecho compras  en el centro Andino.

 En Occidente en general, hay  muchos ejemplos de la ceguera  frente a culturas ignoradas y del gueto  informativo en el que  solemos encerrarnos. El “veto” de  Direct TV a  TV Cinq, aunque  obedezca a otras razones, es un síntoma de esa  dependencia  mediática  de bastante mediocres  versiones de la realidad mundial. http://aje.me/123ThsL

Nuestro cable  nacional  incluye poco más  allá de programas como  el de  la peruana Laura                           ( pornografía , no del cuerpo,  sino de la  miseria de las relaciones  humanas,  al destapar  frente a las cámaras  las disfuncionalidades de las familias pobres).

 A pesar de hablar el mismo idioma, ni siquiera  conocemos  las televisiones argentina o chilena,  o el papel que juega lo público en ellas, ni los documentales  latinoamericanos  que  han ganado por cierto  premios  internacionales. Nuestro  punto de referencia es la  TV española con jet set incluido.  

¿Cual es la audiencia  de  Al Jazira, cuyo  fundador  es miembro de la familia  que gobierna el emirato? De  30 a 40 millones  de personas. Empieza a incursionar  en EU con la compra del canal de Al Gore con  no pocas resistencias  gringas,  como lo recuerda Le Monde[1] .  Su accionista principal no es  un terrorista  sino el  Emir de Qatar, que  precisamente  la fundó en 1996 para  frenar el fundamentalismo musulmán.


Pero mientras  me asombraba  Al Jazira,  el tema en Londres  era el del  informe Levenson,  cuya primera  parte “Cultura,  ética y prácticas de la prensa”, publicada en  noviembre del 2012 es  motivo de  candentes  debates parlamentarios y del debate  sobre la manera de regular a los medios más allá de la auto-regulación.

En Colombia  no  hay interés  o conocimiento sobre  el  escándalo  y las peripecias de  ese  tsunami que  el grupo de Murdoch creó en el Reino Unido. Seguimos  pensando que  la prensa inglesa  es  el paradigma  y Wall Street, modelo y meca  de la libertad  de prensa. 

Sin embargo, Carl  Bernstein compara  la magnitud  del escándalo  de chuzadas, sobornos,  encubrimientos,  y demás  delitos cometidos por los directivos  del Grupo Murdoch con  Watergate. No duda  en  afirmar que Murdoch logró  “un grado importante de control  sobre las instituciones esenciales de una  sociedad libre: la prensa, la policía  y los políticos”.
 
El informe  Leveson,http://www.levesoninquiry.org.uk/about/the-report/ si bien  tímido  en sus propuestas sobre concentración oligopólica  de medios  hace un detallado ( 2000 páginas)  examen  de la  situación de la prensa  inglesa  a partir del caso del  News of the  Word (  8 millones de ejemplares),  cerrado por su  dueño Murdoch, gracias a la reacción de los afectados( que pusieron denuncias);  de los otros medios ( que  rehusaron  ser cómplices ) ;  de la policía  que se auto investigó la corrupción; del Congreso  que  publica los informes; de la justicia, ( que actuó con rapidez ,  condenando a los autores materiales)  y de los ciudadanos  , que se indignaron hasta lograr  el cierre del periódico. Las  ansias de éxito  rápido de  directivos como Rebekah Brooks, yuppy pelirroja del jet set Ingles que incluye al  Primer Ministro Cameron [1]

 Recomendado entonces: Alegrarnos de que  se pueda seguir  por Internet  a  Al Jazira  y  averiguar en qué va la investigación  criolla  sobre las  chuzadas. Estamos tan centrados en lo que no sucede  que  somos, a veces,  marcianos del mundo.


[1]  Dial M for Murdoch, News Corporation and the corruption of Britain, Tom Watson & Martin Hickman, Penguin Books, 2012.



[1]  Al Jezira  sur la voie de l´Amérique,  enero 2013.  En un ataque de ira  y de ignorancia ,  el   entonces  Presidente Bush, cuando conversaba con Tony Blair,  amenazó con bombardear la sede   de Al Jazira en Qatar

jueves, 21 de febrero de 2013

TRABAJAR, PERO ¿CÓMO?


 Los últimos episodios de la vida nacional muestran a todas luces la necesidad  de hacer revisiones profundas en  nuestra manera de  trabajar, más allá de decir que trabajamos, trabajamos y  trabajamos. Pero... Veamos :
 
1-     Parlamentarios, concejales  y demás miembros de  instituciones  representativas  de elección popular, con muy pocas excepciones,  consideran trabajo  la  discursividad. Consiste en  darle  prioridad  a lo verbal,  cuestionar, pelear, controvertir (cuando no pedir puestos), tumbar (en el sentido de presionar al  que está arriba  para  que renuncie).

2-      En nuestra  cultura  política,  de  manera  general y no excepcional (como en el caso de Mockus),  predomina la discursividad.  No se valoran los silencios. Además de  no  explayarse   en cifras sino en verborrea (porque  las cifras dan pereza),  carece de  contextualización. Es decir,  no se considera prioritario prever o proyectar las consecuencias  de las propuestas o decisiones antes  de presentarlas o tomarlas.

3-     La desconfianza por lo desconocido lleva a  que los méritos públicos  se valoran por las filiaciones políticas,  familiares, de castas o de clanes en todos los sectores del espectro político. La rosca es una  costumbre política  que  produce confianza  pero  garantiza  ineficiencia y desperdicios  de inteligencias subutilizadas.  

4-     En general, las protestas ciudadanas se caracterizan por ser reacciones  a posteriori, es decir,  cuando  ya el daño está hecho;  en esperarlo todo del Estado,  pidiendo pero  no proponiendo el cómo; en  ser una suma de individualidades más que un propósito colectivo.

5-     No se ha buscado una manera  colectiva eficiente  de superar la etapa primaria de  las marchas de protesta, de  incluir  el seguimiento de los procesos  como una manera sistemática de ejercer  los derechos ciudadanos y de garantizar  resultados.

6-      Como si no nos bastara  ser  uno de los mayores productores de leyes,  se ha  vuelto normal  manosear la Constitución y por supuesto, proponer como  “solución” fundamental, una  Asamblea Nacional Constituyente.  

             ¿No es hora de  darle un giro  a  la manera  de  entender lo  político?



¿TIENEN SENTIDO LA IZQUIERDA Y LA DERECHA?

¿Es derechista o izquierdista el reelegido Presidente Correa?


¿FueTony Blair (el ex primer ministro laborista) un izquierdista por pertenecer a su partido, o sus políticas eran del más astuto neoliberalismo?

¿Fue un derechista Ignacio Lulla, ex presidente de Brasil, por lograr el saneamiento de la economía brasilera y proyectar a su país como potencia?

¿Es izquierdista Dilma Roussef por su pasado , o por el hecho de concretar la salida de la pobreza extrema a 22 millones de personas?

¿Fue Michelle Bachelet una izquierdista, o sus méritos residen en otras características, como su método , su capacidad de organizar e impulsar procesos sociales?

¿Es izquierdismo o más bien populismo, el peronismo de Cristina Fernández o el caudillismo chavista? ¿Será chavista Madero, o no lo será?

No pocos académicos siguen asfixiándose en la mediocridad de los términos y el resultado se traduce en análisis radicales, utópicos y poco realistas.

En una época en la que las ideologías ya no lideran los cambios ni entusiasman a los jóvenes, izquierda y derecha, en la política, son categorías empolilladas, desuetas y desorientadoras.

En Colombia, varias razones sugieren guardarlas en el cajón de las inteligencias desperdiciadas junto con Pueblo, en el glosario de diarreas mentales ( ver entrada de la fecha) , sobre todo en vísperas electorales y cuando, con un sentido electorero, hay especial febrilidad en búsqueda de alianzas, cuya motivación principal es llegar al umbral o estar “en contra de”.

¿Quién es izquierdista y quien derechista hoy? A nadie le importa con tal de que las cosas se hagan y se hagan bien.

A la gente no le gusta admitirse derechista, pero lo es más de lo que deja entrever su izquierdismo. La derecha les parece vergonzante y algunos se autocalifican por lo general como izquierdistas o centristas o lo que es peor puros del centro”, tal vez por el sabor fundamentalista que tiene el término, lo único que le queda.

Por ejemplo ¿quien cree hoy que Samuel Moreno es de izquierda, las chuzadas o las tentaciones de censurar medios, de derecha? La corrupción anida tanto de un lado como de otro y lo que se quisiera es que no hubiera, cualquiera que sea el toldo.

¿Es la FARC que trafica droga de izquierda? ¿Son de mejor pelambre las masacres de los paracos, o las de la subversión ? ¿Son de mejor estatus las victimas de la derecha que las de la izquierda?

Así podría uno seguir indefinidamente, en un país tan gaseoso como el nuestro, en una época tan líquida, para utilizar la expresión del sociólogo polaco Zygmunt Bauman. Pero, también, justo es reconocerlo, porque las ideologías están vacías de contenidos novedosos (ya varios politólogos les decretaron partida de defunción).




Es hora entonces de no comer ese cuento y de fijarnos en otros aspectos, que dependen de palabras, hoy definitivas , cuyo desgaste no podemos admitir en los discursos electoreros . La eficiencia supone resultados, y la manera de concretar, mediante un “cómo” lo que unos y otros dicen que hay que hacer.
La eficiencia implica conocimiento, pero también transparencia, un concepto que tampoco le pertenece a la izquierda o a la derecha, sino que ambos tienen un contenido ético de responsabilidad con los electores.

Ahí se encuentra entonces el meollo del asunto. Las diferencias aparecen en valoraciones que tienen que ver más con las idiosincrasias sociales (como si caemos o no caer bajo la seducción del autoritarismo caudillista que heredamos de la manera de hacer política y que potencializado por lo mediático, permea las mal llamadas derechas e izquierdas).

miércoles, 13 de febrero de 2013

¿CUÁL ES LA ÉTICA “POR DENTRO” DE FELIPE LÓPEZ?



El texto de una caricatura  de Vladdo en  el Libro- entrevista  de Juan Carlos Irragorri y Felipe  López, sobre la vida y pensamientos de este último  contiene la receta de “El hombre detrás de la revista Semana”  (Planeta 2012 y premio Planeta  en periodismo 2013[1]):  “ mi secreto ha sido  hacerles creer a los poderosos que los poderosos son ellos”.


 Eso  amerita,  en  lenguaje  ético-periodístico, una traducción:  afirmar que la propia  ética es la que  vale, no pasar agachado,  desvalorizar a los poderosos, situarse más allá del bien  y del mal. 

 Ética como amor propio,  diría  Fernando  Savater,  trátese del dueño, del director o de los  carga  ladrillos rasos. Lo clave: que esos valores sean los  reconocidos como prioritarios por los consensos universales de la ética periodística.

Que  resultara independiente  la entrevista  de Juan Carlos Irragorri,  un hombre de la casa, corresponsal de Semana en Washington,  que   trabaja  en la  Mesa (término horrendo y estático, ver  glosario) de RCN ,  director de la Maestría  Semana- Universidad del  Rosario [2] era  para  alguien como  yo (crítica de los medios, de los clanes y de las roscas) un reto casi imposible.

  Sin embargo,  a mi modo de ver,  Irragorri  hizo  todas las preguntas que había  que  hacer  tanto  en el tema de las castas políticas, de las dinastías mediáticas, de las presiones internas y externas, de las relaciones con el poder, de cómo se hacen los negocios,  de cómo se pone a los parientes  y  qué opina López de sus colegas.  

Faltaron solo  dos  que, en vista de lo anterior, resultan secundarias:
 ¿Cómo  se aguantan   en  la práctica el director Alejandro Santos  y el dueño Felipe López?
 ¿En qué  “mete la cucharada”  López,  además de  sus amados confidenciales, si es el hombre que no aparece en la bandera  pero que hay  detrás de  todo?

 Volviendo a  Irragorri,  cuando hacia el final  ya pensaba que iba a  caer  en la cascarita de la omisión, (¿cómo es posible - pensé con cierta impaciencia-  que  todo el mérito de Semana  empiece  cuando la retomó  Felipe López, hace treinta años,  si la fundó nadie menos que Alberto Lleras?) se plantea el tema.
 
Aparecen entonces  la pregunta y las respuestas. Respuestas  no siempre  convincentes, por la manera como  minimiza la  importancia de la Semana  que dirigió Zalamea, o con esos adjetivos favorables que aplica a todos los expresidentes, o con una admiración irrestricta por Julio Sánchez, o  su opinión sobre Samuel e Iván Moreno.

En todo caso, Felipe López es una curiosa  mezcla  de empresario-periodista  (ver en  glosario, la palabra Periodista), que cree  en la necesidad de hacer buenos negocios  para mantener buen periodismo. 

 Eso lo diferencia de los empresarios  que utilizan  al periodismo  adquiriendo medios  como una fuente de poder,  como  una manera de  callaro como  un producto (Sarmiento Angulo, Ardila Lulle,  Santo Domingo  y no pocos  anunciadores).

 Y, por supuesto, sus aventuras son distintas de las de   intelectuales  ingenuos  que, como Orlando  Fals Borda,  retomó  la revista   Alternativa  sin tener ni idea  de los negocios[3]
  
La ética  que hay dentro de López  es  una ética  que  se basa en valores  cuyo principio fundamental es  el  respeto  al periodismo, lo que lleva a no dejarlo manipular.

No formo  parte de la rosca de Anapoima, ni de las o los  que  han  rotado por obra y gracia del espíritu santo  en las cúpulas de  un medio a otro.  Sin embargo, reconozco  el papel  que ha jugado  Felipe López  en mantener  lo que a otros no les parece necesario: la investigación mediática, el no creer que  LA verdad  existe y,  en cambio, que son más  importantes la buena fe y el  rigor.

 ¿Qué tanto se “mete”   el dueño en Semana?  Parece como si le encantara mantener la ambigüedad. Irragorri tampoco logra  develar el misterio.  

En cuanto a la suscrita, ha tenido muy pocas veces contacto con  Felipe López  en la vida, pero siempre me ha parecido que su  cinismo es más ficticio  que real, una manera de superar la  timidez. 

Eso lo diferencia de otros  poderosos de los medios, que se acomodan con un cinismo silencioso,  estancador y  seductor,  que  se pliegan a  las exigencias  silenciosas de  cada dueño.
  
Vale la pena entonces  leer el libro  en una tarde lluviosa  para enterarse  de  cómo funciona el poder,  a través de las opiniones  directas y  sensatas del hombre  que ha estado en sus entrañas  y que “hay detrás” de la  única revista  respetable que queda…

  En  sus circunstancias, pocos  de los  que  nacen en las cumbres  son capaces de decir, como  él,  que  la definición de  Alfonso López  Michelsen  como  “el que pone a pensar  al  país” y que tantos analfabetos cultos han repetido como verdad revelada,  es  tan solo una frase.


[1] ¿Por qué será que  hay tanta cercanía entre premios,  medios y editoriales?
[2]    Maestría  en la cual  he dictado  clases introductorias, llevada allí  por  Álvaro Duque, el coordinador académico de la U. del Rosario y sin objeciones de Semana. También   escribí para Soho   y gratis el artículo “Por qué  odio a Soho”.
[3]  Nunca Semana ni los medios   masivos  se refieren a la segunda Revista  Alternativa,   en su segunda etapa, la de “sentir, pensar, actuar”. Me duele, no solo porque  fui su directora , sino porque ni  Semana  ni los medios   dinásticos  reconocieron  nunca que  gracias a un equipo  fuimos los primeros  en  mencionar la tenaza paramilitar en  Antioquia, y  la perversión de las Convivir,  entre   muchos otros temas, lo que espero  hagan las futuras generaciones de  historiadores de medios  no obnubilados por los actuales. A propósito, lástima que no merezca ni una mención   Sáenz,  Martha Ruiz,  María Teresa Ronderos etc etc…