jueves, 26 de enero de 2017

TOROS: LA SINSALIDA DE UN DEBATE CIEGO Y LAS OTRAS REVOLUCIONES


El fallo de la Corte Constiucional  sobre maltrato animal es una muestra patética de la  falta de contundencia en la protección de los derechos y /o la  fijación de sus límites.

No solo se produce  por la presión de la protesta violenta y de lo mediático. Además, no es clara su  argumentación jurídica,   que  habríamos aceptado los unos o los otros porque es  un deber ciudadano aceptar los fallos. Fallos que por cierto, en este caso, ni siquiera están redactados  en  la parte motiva.

Nuevamente pierde credibilidad  la Corte Constitucional. Y es lamentable que en vez de pronunciarse sobre  las libertades de  escogencia o  los límites de  los  derechos  humanos  (si hubiera  argumentado que  la protección de los animales es de jerarquía superior a los derechos culturales, con lo cual no estoy de acuerdo)  se limita a postergar  la   solución  del conflicto entre  animalistas y  corridistas y a  chutarle el balón  al Congreso, amenazando además que si este no se pronuncia mediante una ley,  quedarán prohibidas las corridas  y otros  espectáculos.
http://bit.ly/2kZQTlZ

Seguirá entonces  la manera emocional y ambigua de argumentar sobre el tema,  que  se analizó la  semana pasada:

Primero lo primero:  el  debate  entre  aficionados a las corridas y  protectores de los  sobre  animales es un debate ciego. 

Ciego  por el punto de partida de unos contra  otros,  y por la manera como se argumenta, que no permite llegar a consenso alguno.



 Es un  buen ejemplo de lo estériles que resultan los “debates” en  radio y televisión  (RCN y Caracol, para más señas) que pretenden un supuesto “equilibrio”  de opiniones gritonas  entre los  que  están “a favor” y “en contra” ¿Por qué? Porque interpretan de manera equivocada dos principios  fundamentales  de  la libertad de expresión y de opinión: equilibrio y pluralismo.

 

Un punto de partida erróneo:  


1-  El uso de los términos: Culturalmente,  corrida no equivale a toros.  Así por ejemplo, en  países  como Francia está prohibido  matar al toro, pero las corridas son parte esencial de la  cultura del Sur  de Francia.  La polarización impide pensar siquiera en este camino.

2- Una política pública (permitir o no permitir  las corridas en Bogotá) no se puede formular  desde  gustos y deseos. En ese  sentido, tanto el  ex Alcalde Petro  como el Alcalde Peñalosa  han pretendido  liderar el tema  con posiciones personales  en contra  de las corridas  pero no con sentido de interés público o de construcción colectiva de  política pública.

Cuando de emociones  y sensaciones  se  trata, surgen de inmediato los radicalismos de la intolerancia. Es decir, el egoísmo de la propia posición, con todo tipo de argumentos ambientales o  culturales .

Por  ejemplo, en mi caso,  voy a las corridas y me  gustan. Desde  pequeña, y como  a nadie más  le gustaban en la casa,  era  una oportunidad  única de ir con mi padre, al que le encantaban.  El me enseñó a verlas como arte, como un  encuentro  de torero y toro entre vida y muerte. Me gusta el romancero gitano de García Lorca y soy  sensible a la manera  como  el torero se  juega la  vida a  cada instante de su enfrentamiento.

 Tengo entonces una motivación  personal que me hace difícil entender que a otros no les guste, aunque, a mi modo de ver,  comerse  los  pollos  o los cerdos  hacinados y engordados en  producción en serie  podría  considerarse cruel.  Como ustedes detectan, con esta  última  afirmación  sobre pollos y cerdos, estoy a un paso de  estimular  la peleadera. También estuve a punto de  caer  en lo mismo con un chistecito malo  cuando mencioné a Petro y a Peñalosa:  “los siguen como  terneros”- fue lo primero que se me ocurrió. En ambos casos,  muy frecuentes en  las redes sociales,  hay  escalada de agresividad con puntillazos  personales, no con  ideales.

Si sigo por  ese camino, podríamos entonces  alegar  ad infinitum sobre  el tema que, como cualquier debate  emocional exacerbado, tiene una particularidad: las emociones se caldean en espiral y se  amparan en argumentación  como . Me decepcionas Ma. Teresa. Pensé que eras una mujer inteligente y sensible. UF”.

¿Quiere lo  anterior  decir que porque  me gustan las corridas  ya dejo de ser  “mujer, inteligente y sensible”?  ¿Tengo la percepción  suficiente para entender  que ese es un  pensamiento que no  afecta el resto  de lo que  soy como ser  humano?  No  creo. La desilusión  con esta  “amiga” desconocida es mutua. Lo importante es no  estimularla.

¿Puedo conciliar los dos  aspectos, de protección,a los  animales y de gusto por las corridas, con  una tercera  percepción  que  busca  mitigar  la   fuerza  intransigente  de mi  opinión?   Pues si:  creo que las corridas van a  desaparecer por razones culturales  y van a perder sentido para las nuevas  generaciones.  Mientras tanto, podría moderar las polarizaciones,  como lo logra el siguiente trino

react-text: 934 Arturo Grueso /react-text react-text: 937 /react-text Soy animalista, pero me dolió que ese día habían asesinado cuatros militantes de la marcha patriótica, y sólo se escuchó un silencio cómplice.
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Comparemos entonces las dos maneras de  expresarse, la  anterior y  ésta:
react-text: 979 Sussana Restrepo /react-text react-text: 982 /react-text El toreo y las peleas de perros son espectáculos terribles contra seres vivos hasta matarlos. Eso no es arte, es pura barbarie medieval. Me decepcionas Ma. Teresa. Pensé que eras una mujer inteligente y sensible. UF.
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La diferencia es  obvia. En este caso como en  tantos  otros (afirmaciones sobre el uribismo,  sobre el  santismo,  sobre las  FARC o sobre la  Consejería de Paz,  sobre el departamento de Córdoba  o el de Arauca,  sobre Obama o sobre  Trump, en todos los días de nuestra violencia cotidiana),  la  incapacidad de  argumentar mas allá de lo emocional  es,  parodiando a  mi maestro Sócrates, una  manera de desconocerse a uno  mismo. Y de pasar por alto  las  posibilidades de convivencia que todo ser humano posee.

Ojalá entonces que, en su sabiduría, la Corte Constitucional  entienda la máxima  "prohibido prohibir" ,  que en  tema  cultural  impide   la censura,  las restricciones impuestas por los deseos y percepciones  emocionales, y protege las libertades individuales.


RECOMENDADO: 

CASTELLS  Y  LAS OTRAS REVOLUCIONES

 A propósito  de  Trump  y de las reacciones masivas en su  contra lideradas por organizaciones de mujeres,  hacen  recordar, además de  Bauman,  al catalán  Manuel Castells, el Max  Weber de la era de la información.
[1]

Sin  duda, la rapidez de  los flujos de información y de las redes  sociales  tiene tanto de ancho como de  largo. Permite  la  reacción inmediata  e igualitaria de todos los conectados pero, a la vez,  pierde  en  profundidad de análisis lo que gana en velocidad.

En el que Manuel Castells llama  “nuevo paradigma informacional”,  se crea  una  cultura de la realidad virtual, en la que  la  gente  asume  como experiencia  real imágenes y símbolos.

 Ya  aplicada  a la  realidad  con un ejemplo  actual,  la magnitud de  la protesta social  liderada por organizaciones de mujeres  demuestra,  a la  vez ,  su  fragilidad  y su aglutinación  efímera,  a pesar de  ser  gigantesca la  manifestación,  al día siguiente  de la posesión del Presidente Trump. 

A mi modo de ver, esa  percepción – mundial- del poder  de las mujeres  es engañosa. Como son engañosas, aunque loables,  no pocas protestas que se  están  multiplicando en Colombia, como  fines en sí mismas,  como  producto de la exasperación. En particular   en el caso de los jóvenes,  sin  proyectar acciones reales de  intervención. Por  ejemplo,  como podría ser  con el voto o  en la construcción  de políticas públicas.  En  otras palabras:  protestar  puede  significar ser  manipulados por otros, sin posibilidades reales de cambio o de resultados.

Por cierto,  hay un efecto colateral: contribuyen a  la mediocridad del análisis en los medios audiovisuales.  Se menciona  el tema  como protesta, en particular  en los servicios públicos, sin  ahondar en fenómenos de corrupción o ineficiencia.

Volviendo a  Manuel Castells,   el autor pronosticó que, con el nuevo  paradigma informacional, que incidirá en todas las manifestaciones de la cultura,  los cambios  en el  nuevo milenio pasarán por  las organizaciones  sociales. Principalmente, las  de medio ambiente y  las de  mujeres (que  constituyen una nueva fuerza laboral  de características muy distintas de la de los obreros  del siglo XIX). Pero, advirtió :

“ Si las  instituciones de la sociedad, de la economía o la cultura  aceptaran realmente el  feminismo y el ecologismo, serían esencialmente transformadoras. Utilizando una vieja palabra, sería  una revolución”
 
En el caso de las mujeres,  en el siglo XXI el matriarcado también  tendrá características  diferentes y una incidencia imprevisible  en el concepto de familia, que por otro lado se empieza a notar  con la aceptación del homosexualismo y  del matrimonio entre personas de un mismo sexo. 

Se trata de nuevos poderes. Pero  hay  poderes  todavía sólidos que contrarrestan,  como el fundamentalismo religioso,  y no  solo islámico.  Como, también,  la  fuerza de lo  patriarcal preconizado por Trump,  que  busca   devolverle  a la industria  su sentido  de “América first” ,  cita  a  grandes empresarios ,  quiere  darle  a la  mujer  su  lugar tradicional  de  objeto  bello.  Y, por supuesto, los partidos,  que se resisten a desaparecer,  que se aferran a monopolizar  el sentido de “lo político”, sin cambiar realmente de estructuras.

Como lo preconizó Castells  hace  20 años,  hoy todavía el Estado  viejo y  el patriarcado  contraatacan, por lo que  la  “revolución” no será tan sencilla como parece.  Y  como conclusión , “para entender  nuestro  mundo “cita un poema de  Neruda  que  valdría la pena  recordar  en vez de empecinarnos  en peleaderas  estériles  como las  que siguieron a  la reapertura de la Plaza de  Santamaría.


El reto:  cambiar de mentalidad






[1] La era de la información  Tres tomos , Siglo XXI  editores, 1999  : I. La Sociedad Red, II.  El Poder  de La Identidad , III  Fin de milenio. Algunas frases :









 



jueves, 19 de enero de 2017

LA TUTELA DE LA PROFESORA CAROLINA SANÍN


Sintomático: la primera reacción de  muchos (y de muchas)  compatriotas  frente a la tutela interpuesta por la profesora Carolina  Sanín  implicaba sugerir que no merecían ser protegidos  sus derechos  por “grosera”.  Medios como Semana.com y redes sociales  reprodujeron con cierto  morbo la cita de sus groserías.

Como sucede mucho en nuestro país, la  grosería parece  más importante que los derechos fundamentales. Pero esa reflexión,  como hubiera dicho alguien,  es “ori… fuera del tiesto”. Yo simplemente escribo  que las ramas impiden ver el bosque.

Porque en Colombia, por cierto tan grosera, la  grosería no solo es de palabra sino de obra, cuando  se observa cómo  se trata a los  enfermos, los viejos y los  niños.   El rasero no  parece depender del respeto a la dignidad humana,  sino si  la persona es grosera o no, si cae bien o no, si es amiga o enemiga, si tiene o no palanca.

 Sin embargo, en un país que respete los derechos  humanos y le dé verdadero sentido a la democracia, el respeto a la  dignidad  proviene de considerarla esencia misma de todo ser  humano,  trátese de hombre o de mujer,  de  LGBT, de viejos o de niños  (cuya  protección es  prioritaria),  de antagonistas políticos, religiosos o ideológicos,  de educados o maleducados. 

Sea dicho de paso,  resulta increíble  la actitud de personas religiosas como  Vivian Morales,  que prepara un referendo  para excluir a  seres  humanos como regla  general, es decir por  ley,  en  una sociedad en la que  hay tanto maltrato y abuso de niños.   

Por eso mismo, también en el caso de  la tutela interpuesta  por la Profesora Carolina  Sanín,  y a mi modo de ver,   el análisis  no se debe  focalizar solamente en el  derecho a la igualdad de género. Un fallo sobre el cual se pontifica pero que  nadie  ha  leído completo (sólo su parte resolutiva ) en mi  caso  por más esfuerzo que hice para conseguirla. (Mala maña de un sistema judicial   que todavía  no  sabe  poner sus fallos  por internet). ¿Será que la tutela solo la puede leer  e interpretar quien interpone el recurso o la institución  que quiere pasar agachada?

Otros aspectos merecen reflexión:  el papel  de las universidades privadas que privilegian  el negocio, o  de las  públicas, la politiquería, sin preocuparse por  los contextos sociales del país;  la libertad de  cátedra y el respeto a  los docentes; o la educación ex cátedra.

Vale la pena sopesar en qué consiste  la igualdad. Por ejemplo, en la Universidad  de los Andes,  si es una igualdad  teórica y casi que "caritativa" la que ofrece a  los estudiantes  “pilos”  del estrato 1 y 2,  casi  que limitándose a otorgar cupos y a nivelarlos académicamente y  exponiéndolos sin  prevención. Porque la  responsabilidad social de las universidades, más allá de  acoger a los pilosos de estratos  bajos, es educar a la comunidad estudiantil en la igualdad y  evitar matoneos entre los compañeros o a profesores. La igualdad  es  asumir  que la institucionalidad también debe  ocuparse de los contextos de estos "pilos" para lograr que se adapten a una  universidad  con estudiantes de  “alto  turmequé”  es decir privilegiados, a veces exhorbitantemente ajenos a la realidad social,  por su  estrato. Eso sin  mencionar las limitaciones del programa en sí, que tiene mucho de publicidad  y poca cobertura a un costo demasiado alto, y de las cuales me ocupé en otra ocasión.

 Como  bien  lo reafirma  Carolina  Sanín  en relación  con  los  derechos fundamentales  violados :

“Hoy el juez primero penal municipal de Bogotá determinó que la Universidad de Los Andes violó mis derechos fundamentales (y los de ustedes) a la libertad de expresión, al debido proceso, al libre desarrollo de la personalidad, al trabajo y a la dignidad humana. Esto deja claro que nadie está por encima de la justicia y que las colombianas seguimos luchando por la igualdad de género en todos los espacios. ¡Viva la ley, viva la libertad de pensamiento, vivan los estudiantes y viva la universidad verdadera, vital y libre! Hemos ganado todas. Sin miedo"

Gracias a  no haberse conformado con la echada, le debemos a la profesora Sanín la oportunidad de ir más allá  de  la igualdad de género  (aunque  si  hubiera  sido un hombre, por supuesto,  la  reacción del rector  y de ciertas personas  iba a ser  diferente).  Porque no se puede  quedar allí la  proyección  de la tutela, sino que  debe avocar  muchos otros aspectos, como  el  comportamiento de la Universidad.

Desde el  punto de  vista  sociológico,  por ejemplo,  esa actitud del rector implica unos enfoques y  decisiones  que no  se compaginan  con la comunidad universitaria. Lo primero es no haber seguido el conducto  regular   académico con la profesora y violar por lo mismo su derecho al trabajo digno y al debido proceso. En Colombia, muchos docentes,  tanto de  primaria como de  media y universitarios,  reciben un tratamiento que va contra su dignidad y su  papel  fundamental, que tanto se resalta  publicitariamente, de una  educación  de mejor  calidad, al cortarles abruptamente sus contratos.

 En el caso universitario y concretamente en  la Universidad  de los Andes, se debe reflexionar, por ejemplo, sobre su impacto real sobre el país.  Demasiado ocupada por  posgrados rentables, Los Andes  se queda en  su cima y no parece  aportar elementos convincentes de análisis interno.  Como sucede con los PHD  colombianos  de  las universidades  norteamericanas ( para no  citar a  la -según dicen  en EEUU- decaída Harvard), sus decisiones  cuando aterrizan  tienen  un cierto desentono  con  lo que  necesita  la otra  Colombia. Un tanto acartonados frente a nuestras complejidades.

 Lo importante  en el caso  Sanín, entonces,  en vez de convertirla en una Juana de Arco, es  el comportamiento de las  autoridades universitarias:  no es aceptable permitir  por ejemplo que  un sector  de la comunidad  universitaria la matoneara[1] y no reaccionar cuando lo  hacen por  Facebook. Uno no solo es estudiante de una universidad dentro, sino fuera de ella. Es  reprobable también  que  la Universidad no siguiera  el  conducto que  merece la  libertad de cátedra,  y la dignidad  de un profesor. De allí los compromisos que  debe  adquirir  en relación con la tutela, pero más  allá: no solo con una campaña en los próximos tres meses, como la pide el juez de primera instancia,  sino como parte integral de la educación que imparte.

Cuando se habla tanto y  discursivamente de reconciliación,  casos como esta  tutela  deberían  llevar a mejorar las relaciones entre los seres  humanos  con  base, más que en el perdón, en el respeto a los demás y en la manera de  convivir .


RECOMENDADO LEER ANTES DE  JUZGAR  A OBAMA


El viernes 20 de  enero  termina  una era  y comienza otra en la  que, por lo que  ahora parece,  el periodismo  puede jugar un  gran papel de  contrapeso, incluso hasta motivar el empeachment. Pero veremos hasta donde se ha contaminado en el mediatismo.

En  todo caso, resulta  casi  risible que,   desde  nuestro  rincón provinciano,  algunos  se arriesgan a  escribir o a decir que  a Obama lo recordará la historia  solo  por ser  negro y por dos  periodos   en que poco o nada sucedió.

Algo parecido  está sucediendo  con el Presidente  Santos, en dos sentidos: El primero,  desconocer  la importancia  del primer premio Nobel de Paz colombiano, logrando  lo que  sus  dos envidiosos  colegas ex presidentes no lograron:  un acuerdo  de Paz con las FARC.   El segundo, en sentido contrario, inflar tanto a Santos  que  se le iguala a Obama.  La diferencia no está  en  el premio  Nobel  que comparten,  ni en sus méritos  al  haber  logrado  cada cual  resultados a pesar de las dificultades, sino en una ventaja  adicional  de  Obama: su madera de escritor y su profundidad.

Leído y releído...
La huella de  Obama  será más  perdurable  porque no cabe duda que  seguirá  escribiendo y liderando intelectualmente. Así sucedió  con Winston  Churchill, cuyo papel en la guerra  es analizado   hoy con mucho más sentido  crítico que antes, pero que sobrevivió  literariamente con sus memorias.

Obama  será  recordado  por sus  escritos,  por la profundidad del análisis de los valores norteamericanos,  y como se construyeron  sus propias  concepciones sobre  aspectos como  raza y racismo ,  igualdad de oportunidades,  la fe en  EEUU, la familia, la proyección de la democracia en el mundo .

 Por eso, en  vez de tanta  discursividad light  a favor o en contra,  la historia  contrastará a Obama con sucesores como Trump, que poco  valor  le dan a las ideas y a los  escritos y mucho valor a la  efímera y hueca imagen publicitaria.  Seguramente,  Obama seguirá con su estilo  de liderazgo intelectual y  literario, para satisfacción de sus lectores.




[1] Como sucedió , en sentido contrario,  al permitir que  se  matoneara  la dignidad del  suicidado hijo de Piedad  Bonnet  sin  ninguna  observación al profesor.

jueves, 12 de enero de 2017

COLOMBIA: ¿OTRAS MANERAS DE ANALIZARNOS, O APOLTRONAMIENTO EN LAS ILUSIONES?

  Dedicada a Zygmunt  Bauman

En este  largo tránsito  convencional de un  año a  otro, se suelen hacer reflexiones sobre quienes somos y para donde vamos.

Es un balance complejo. Más aún en un país como el nuestro, que sigue  siendo sociedad de la mentira, de la  exageración, de la discursividad  amplificada por los medios con lógicas comerciales, de promesas más  que de resultados.

Hay consabidas  buenas intenciones con pocos mea culpas,  mucha falsa ilusión y  un mal preparado aterrizaje a la realidad del 2017. Esta vez, algunos casos concretos-  como el del asesinato  de la niña  Yuliana, (y el  subsiguiente  desinterés  casi total por  su familia caucana)  ,  o la saturación light  sobre  los bailes  de  las FARC, las envidias por el Nobel, los reverzasos de la fiscalía más contra el anterior  fiscal que por la propia eficiencia,  permiten    comprobar  cómo la realidad  construida depende  demasiadas veces de los intereses de cada quien y de un análisis mediático,  vergonzosamente  liviano, de nuestras tragedias o  comedias. 

Quienes  pertenecemos  a las  “zonas  grises”  rehusamos que  nos definan las cada vez más  erráticas encuestas  del SI, y del NO  sobre  cualquier tema, como si la vida y el futuro admitieran esas “decisiones”.

Pero  nos sentimos a veces  solitarios  en  nuestras percepciones de lo que nos pasa   como   colombianos,  frente a  olas de optimismo ficticio que nos hacen creer lo que no somos   o seremos (por ejemplo, los más educados   de América  Latina en el 25, que la paz llegó con los  acuerdos, o que  podemos logarla  sólo con alabarla).  

 Frente a esa  sensación de incomprensión, aparecen  de pronto otros ciudadanos  que tampoco  tragan entero. Desean  resistir  y  explicar   nuestras   fortalezas pero, sobre todo,  nuestras debilidades.  Eso me sucedió  con un  libro por  cierto poco comentado   en un país que poco lee  pero que va en su cuarta edición, con un titulo por lo demás  vendedor  pero  desorientador: “ ¿ Por qué  fracasa Colombia?, delirios de una nación que se desconoce a sí misma”[1]  Frente a las  “cajas de citas “ de los instalados en la violentología o  ahora en  la pazología, el autor, Enrique  Serrano,  presenta  algunos rasgos de  nuestra mentalidad :

Un “provincialismo  mental”, conservadurista,  originado en migraciones,   explica  por qué   somos  “una nación  no planeada,  no deseada”  y obsesionada por la limpieza de sangre. Esa  necesidad de blanquearnos, no como un juicio de valor del autor  sino como análisis de  valores prioritarios en la construcción de nación. O   la familia extensa, [2]   como base  del  desarrollo  social , lo  que explica, a mi modo de ver,  el poco impulso de  acciones colectivas más allá de las marchas de protesta, y por qué no,  el auge del clientelismo.

Somos-  escribe el autor -un grupo de personas   desconfiadas e individualistas ,   que   hacen del “pasar agachados” un  modus vivendi,  como  por cierto lo había observado ya   Fals Borda con  la estrategia de la oicotea en la Historia  Doble de la Costa.

Caricatura (1986) de Garzón para "La sociedad de la mentira"
 Analizar lo cotidiano,   como lo hizo  en relación con los países occidentales más desarrollados el sociólogo  Zigmunt Bauman,  es  tan   importante  para entender nuestra disolvente  mentalidad colectiva .  a la colombiana como   sin  fin de  academicismos, a decir verdad, bastante estériles, de nuestra pazología.

Detenerse, por ejemplo, como lo hace   Serrano, en  el  uso  tan prudente  del  “me da mucha pena” en el altiplano, o lo que  se ha mencionado  en este  blog  sobre la  manía de  usar diminutivos (hágame  un  gran favorcito, espéreme un momentico)  o el "sumercé" , no como chiste  sino como hábito, es más  indicativo de nuestras relaciones colectivas  que la verborrea pacifista que sigue inundándonos en el 2017.

 Para  Serrano, un antecedente histórico de migración de  cristianos nuevos   en huida irremediable  de la persecución por ser de origen  judío o musulmán en la Andalucía reconquistada,  determinará   por qué  la nación  colombiana  no  fue ni planeada  ni deseada.

Ser en sus orígenes   una  nación de paso, esa inadvertida historia  de colonos rasos   durante la colonia  fue minimizada por el énfasis  en   los   criollos de alcurnia.  Nos hemos  criado pensando  que   no había nadie más allá del   sabio Caldas o Camilo Torres, lo   que a mi modo de ver, ha marcado  nuestra  manera de vernos  históricamente. 

Nos  seguimos aferrando  al centro político  para explicarnos.   Esa tendencia  solo ha  sido reversada  por   historiadores no académicos  y de mochila  como un   Alfredo Molano.   Y no nos  digamos mentiras : una   “independencia mal digerida” , como la califica  Serrano,  llevó a   que a la mayoría de los    neogranadinos le importara un  higo la guerra de la independencia  a  pesar de que la sobrevaloremos .

Serrano  también recalca el papel preponderante de la Iglesia  en nuestra historia de fundaciones, por  esa manera  de los  historiadores de  sobredimensionar  lo político (agrego  yo) .  Hoy como ayer,  con el claro   ejemplo de la mística Vivian Morales,  justificar  desde   la religión es un  retorno a la caverna, que  explica que nuestros avances son para retroceder.

 El autor, en contracorriente, recalca   también  el papel poco resiliente de las comunidades indígenas que no tenían   el poder local suficiente, a diferencia de México y Perú.  A mi modo de ver , una cosa es respetar  las  etnias  y otra creer que  la cultura  del yagé  nos curará de nuestros  males, que  los wayu no van a adaptarse a  la necesidad de medicina y salud   de la época,  o que no hay corrupción en  algunas de las  consultas  que  se dilata desproporcionadamente, sin  mayor democracia.

Desde luego tengo  divergencias  con el  autor, además del título de su libro,  como por ejemplo :

  • Aunque coincido en que se  privilegia a la familia  frente a lo público,  no creo que seamos una sociedad matriarcal  tan solo porque nos   tocó parir a nuestros hijos y  ocuparnos del hogar  en  donde,   escribe  el autor,  se  toman  las decisiones básicas.

  • Tampoco me  parece  exacto   que  la  comunidad vallecaucana sea la única meztiza y más aún,  que eso se  deba en el Valle  a las élites.

Pero sin duda son  útiles  recorderis sobre como   el  dato  según el cual,  a finales  del siglo XIX el  95 %  de los colombianos era analfabeta,   lo que  explica en  el inconsciente colectivo la importancia que se le concede  al chisme  y  que  se traduce hoy  en los secreticos de Darcy,    el 1, 2, y 3 de los  rumores de CM&, o  la tendencia  a inventarnos la   realidad en  vez de confrontarla.

También vale la pena  recalcar  su análisis del manejo del  idioma  como distingo de clase , a propósito  del cual ver  al  final  otro recomendado: la  biografía novelada de Don Miguel Antonio Caro. O ese extranjerismo provinciano que, también a mi modo de ver, hoy se refleja en  la importancia  y la   admiración que suscitan  los  estudios en   Harvard  frente  a los   errores   que  cometen sus  PHD  en la apreciación de nuestra realidad. 

  ¿Y qué decir  de  esa  necesidad de “descrestar” o  la debilidad de estarse  justificando continuamente por lo que no se hizo, o  ese “Dios mediante” que  es una  manera de  esperar que el Supremo   resuelva   nuestros    problemas  (además del azar y el  destino, mencionados  por  el autor  y que, también a mi modo de ver, se  fortalece con el  crecimiento de las iglesias  Cristianas).


 Según Serrano , nos vamos a demorar    mucho mas que otros - los chilenos, los  argentinos o los uruguayos. Más allá de la especulación, y como tanto lo  hizo   Zigmunt Bauman   con  su análisis de lo  efímero  en  la sociedad, el amor,  la política,  para el caso colombiano   resultará  más útil para la paz que pontificar sobre ella , una perspectiva  como la de Serrano. Obviamente admite  otras complementarias.    Pero  debería    motivarnos,   resistir  a los vendedores de ilusiones, para  no acabar descalabrados.

  

OTRO   RECOMENDADO :

 El  ego alborotado de  Miguel  Antonio Caro  solo se compara con la manera como inflamos  su  imagen histórica e intelectual, de hombre que  hablaba griego y latín  pero  que se  vanagloriaba por  no haber salido nunca de la Sabana de Bogotá.


 La  agradable biografía   de un  autor  santandereano no suficientemente valorado, Gonzalo España,  [3] lo  restituye a Caro su mediocridad de  promotor indirecto de la guerra  de los mil días, fundamentalista, implacable censor y persecutor de los liberales radicales. De  envidioso y mal amigo de  Rufino  José  Cuervo. Pero también  es la novela de la mediocridad de una dirigencia    que aceptó un   anciano    como Sanclemente  o un intelectual inepto para  ejercer el poder como  Marroquín.




[1]  Enrique Serrano,  Planeta,  Cuarta Edición, 2016.
[2] Estudiada  por   la pionera   doña Virginia  Gutiérrez de  Pineda
[3] Gonzalo España, “Odios Fríos, la novela de Miguel Antonio Caro  en  el poder”, Grijalbo, abril 2016.