jueves, 19 de enero de 2017

LA TUTELA DE LA PROFESORA CAROLINA SANÍN


Sintomático: la primera reacción de  muchos (y de muchas)  compatriotas  frente a la tutela interpuesta por la profesora Carolina  Sanín  implicaba sugerir que no merecían ser protegidos  sus derechos  por “grosera”.  Medios como Semana.com y redes sociales  reprodujeron con cierto  morbo la cita de sus groserías.

Como sucede mucho en nuestro país, la  grosería parece  más importante que los derechos fundamentales. Pero esa reflexión,  como hubiera dicho alguien,  es “ori… fuera del tiesto”. Yo simplemente escribo  que las ramas impiden ver el bosque.

Porque en Colombia, por cierto tan grosera, la  grosería no solo es de palabra sino de obra, cuando  se observa cómo  se trata a los  enfermos, los viejos y los  niños.   El rasero no  parece depender del respeto a la dignidad humana,  sino si  la persona es grosera o no, si cae bien o no, si es amiga o enemiga, si tiene o no palanca.

 Sin embargo, en un país que respete los derechos  humanos y le dé verdadero sentido a la democracia, el respeto a la  dignidad  proviene de considerarla esencia misma de todo ser  humano,  trátese de hombre o de mujer,  de  LGBT, de viejos o de niños  (cuya  protección es  prioritaria),  de antagonistas políticos, religiosos o ideológicos,  de educados o maleducados. 

Sea dicho de paso,  resulta increíble  la actitud de personas religiosas como  Vivian Morales,  que prepara un referendo  para excluir a  seres  humanos como regla  general, es decir por  ley,  en  una sociedad en la que  hay tanto maltrato y abuso de niños.   

Por eso mismo, también en el caso de  la tutela interpuesta  por la Profesora Carolina  Sanín,  y a mi modo de ver,   el análisis  no se debe  focalizar solamente en el  derecho a la igualdad de género. Un fallo sobre el cual se pontifica pero que  nadie  ha  leído completo (sólo su parte resolutiva ) en mi  caso  por más esfuerzo que hice para conseguirla. (Mala maña de un sistema judicial   que todavía  no  sabe  poner sus fallos  por internet). ¿Será que la tutela solo la puede leer  e interpretar quien interpone el recurso o la institución  que quiere pasar agachada?

Otros aspectos merecen reflexión:  el papel  de las universidades privadas que privilegian  el negocio, o  de las  públicas, la politiquería, sin preocuparse por  los contextos sociales del país;  la libertad de  cátedra y el respeto a  los docentes; o la educación ex cátedra.

Vale la pena sopesar en qué consiste  la igualdad. Por ejemplo, en la Universidad  de los Andes,  si es una igualdad  teórica y casi que "caritativa" la que ofrece a  los estudiantes  “pilos”  del estrato 1 y 2,  casi  que limitándose a otorgar cupos y a nivelarlos académicamente y  exponiéndolos sin  prevención. Porque la  responsabilidad social de las universidades, más allá de  acoger a los pilosos de estratos  bajos, es educar a la comunidad estudiantil en la igualdad y  evitar matoneos entre los compañeros o a profesores. La igualdad  es  asumir  que la institucionalidad también debe  ocuparse de los contextos de estos "pilos" para lograr que se adapten a una  universidad  con estudiantes de  “alto  turmequé”  es decir privilegiados, a veces exhorbitantemente ajenos a la realidad social,  por su  estrato. Eso sin  mencionar las limitaciones del programa en sí, que tiene mucho de publicidad  y poca cobertura a un costo demasiado alto, y de las cuales me ocupé en otra ocasión.

 Como  bien  lo reafirma  Carolina  Sanín  en relación  con  los  derechos fundamentales  violados :

“Hoy el juez primero penal municipal de Bogotá determinó que la Universidad de Los Andes violó mis derechos fundamentales (y los de ustedes) a la libertad de expresión, al debido proceso, al libre desarrollo de la personalidad, al trabajo y a la dignidad humana. Esto deja claro que nadie está por encima de la justicia y que las colombianas seguimos luchando por la igualdad de género en todos los espacios. ¡Viva la ley, viva la libertad de pensamiento, vivan los estudiantes y viva la universidad verdadera, vital y libre! Hemos ganado todas. Sin miedo"

Gracias a  no haberse conformado con la echada, le debemos a la profesora Sanín la oportunidad de ir más allá  de  la igualdad de género  (aunque  si  hubiera  sido un hombre, por supuesto,  la  reacción del rector  y de ciertas personas  iba a ser  diferente).  Porque no se puede  quedar allí la  proyección  de la tutela, sino que  debe avocar  muchos otros aspectos, como  el  comportamiento de la Universidad.

Desde el  punto de  vista  sociológico,  por ejemplo,  esa actitud del rector implica unos enfoques y  decisiones  que no  se compaginan  con la comunidad universitaria. Lo primero es no haber seguido el conducto  regular   académico con la profesora y violar por lo mismo su derecho al trabajo digno y al debido proceso. En Colombia, muchos docentes,  tanto de  primaria como de  media y universitarios,  reciben un tratamiento que va contra su dignidad y su  papel  fundamental, que tanto se resalta  publicitariamente, de una  educación  de mejor  calidad, al cortarles abruptamente sus contratos.

 En el caso universitario y concretamente en  la Universidad  de los Andes, se debe reflexionar, por ejemplo, sobre su impacto real sobre el país.  Demasiado ocupada por  posgrados rentables, Los Andes  se queda en  su cima y no parece  aportar elementos convincentes de análisis interno.  Como sucede con los PHD  colombianos  de  las universidades  norteamericanas ( para no  citar a  la -según dicen  en EEUU- decaída Harvard), sus decisiones  cuando aterrizan  tienen  un cierto desentono  con  lo que  necesita  la otra  Colombia. Un tanto acartonados frente a nuestras complejidades.

 Lo importante  en el caso  Sanín, entonces,  en vez de convertirla en una Juana de Arco, es  el comportamiento de las  autoridades universitarias:  no es aceptable permitir  por ejemplo que  un sector  de la comunidad  universitaria la matoneara[1] y no reaccionar cuando lo  hacen por  Facebook. Uno no solo es estudiante de una universidad dentro, sino fuera de ella. Es  reprobable también  que  la Universidad no siguiera  el  conducto que  merece la  libertad de cátedra,  y la dignidad  de un profesor. De allí los compromisos que  debe  adquirir  en relación con la tutela, pero más  allá: no solo con una campaña en los próximos tres meses, como la pide el juez de primera instancia,  sino como parte integral de la educación que imparte.

Cuando se habla tanto y  discursivamente de reconciliación,  casos como esta  tutela  deberían  llevar a mejorar las relaciones entre los seres  humanos  con  base, más que en el perdón, en el respeto a los demás y en la manera de  convivir .


RECOMENDADO LEER ANTES DE  JUZGAR  A OBAMA


El viernes 20 de  enero  termina  una era  y comienza otra en la  que, por lo que  ahora parece,  el periodismo  puede jugar un  gran papel de  contrapeso, incluso hasta motivar el empeachment. Pero veremos hasta donde se ha contaminado en el mediatismo.

En  todo caso, resulta  casi  risible que,   desde  nuestro  rincón provinciano,  algunos  se arriesgan a  escribir o a decir que  a Obama lo recordará la historia  solo  por ser  negro y por dos  periodos   en que poco o nada sucedió.

Algo parecido  está sucediendo  con el Presidente  Santos, en dos sentidos: El primero,  desconocer  la importancia  del primer premio Nobel de Paz colombiano, logrando  lo que  sus  dos envidiosos  colegas ex presidentes no lograron:  un acuerdo  de Paz con las FARC.   El segundo, en sentido contrario, inflar tanto a Santos  que  se le iguala a Obama.  La diferencia no está  en  el premio  Nobel  que comparten,  ni en sus méritos  al  haber  logrado  cada cual  resultados a pesar de las dificultades, sino en una ventaja  adicional  de  Obama: su madera de escritor y su profundidad.

Leído y releído...
La huella de  Obama  será más  perdurable  porque no cabe duda que  seguirá  escribiendo y liderando intelectualmente. Así sucedió  con Winston  Churchill, cuyo papel en la guerra  es analizado   hoy con mucho más sentido  crítico que antes, pero que sobrevivió  literariamente con sus memorias.

Obama  será  recordado  por sus  escritos,  por la profundidad del análisis de los valores norteamericanos,  y como se construyeron  sus propias  concepciones sobre  aspectos como  raza y racismo ,  igualdad de oportunidades,  la fe en  EEUU, la familia, la proyección de la democracia en el mundo .

 Por eso, en  vez de tanta  discursividad light  a favor o en contra,  la historia  contrastará a Obama con sucesores como Trump, que poco  valor  le dan a las ideas y a los  escritos y mucho valor a la  efímera y hueca imagen publicitaria.  Seguramente,  Obama seguirá con su estilo  de liderazgo intelectual y  literario, para satisfacción de sus lectores.




[1] Como sucedió , en sentido contrario,  al permitir que  se  matoneara  la dignidad del  suicidado hijo de Piedad  Bonnet  sin  ninguna  observación al profesor.

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