jueves, 20 de diciembre de 2018

¿MI PERSONAJE DEL AÑO ? ¿Y CUAL ES EL SUYO?



Aquí  y en  Cafarnaúm, varios de los escogidos por los medios  de   comunicación   como personajes del año tienen  un  rasgo en común: son  personas que   representan a la ciudadanía más que a sí mismos,  que  brillan por  dedicarse a alguna cotidianidad concreta. Ejemplo:  Carolina  Piñeros,  de Redpapás,  obsesionada - y  con razón-  por  reemplazar las  gaseosas de Ardila Lulle et al  por jugos naturales, y comida chatarra  de  Mac Donald   por  carne y verdura para  que  los colombianitos no sean los   obesos del  futuro.   Por  cierto, mientras  tanto, cadenas  como McDonald´s  hacen lo posible, pero sin muchos resultados,  para disfrazar su comida chatarra  de  verduras y carne.


En 2018,  en Colombia no hubo   personajes  super stars.  Salvo Caterine  Ibarguën,  que ha saltado   de manera  persistente, desde hace muchos años,   y por su propia disciplina, hasta conseguir  el nóbel de los  deportes (por cierto,  a diferencia de  nuestro Nobel de paz  y  de  la propia paz,  que están en franca decadencia mediática).

En el 2018, no hubo equivalentes colombianos a Shakira, ahora metida en problemas tributarios, como buena super estrella. Tampoco hubo líderes. La luz del   propio   Álvaro Uribe  se  está  apagando; y,  a pesar de todos los    esfuerzos de Iván  Duque por hablar y  hablar para que lo reconozcan como líder, no lo logra. Tal vez porque esa buena  persona  no sabía  lo que implicaba ser “el que dijo  Uribe”, porque el país   está  saturado  de políticos, y porque no hay  nada más desgastante que tratar de gustarle a todo el mundo.

Tampoco fueron personajes   los escritores  (ya no queda mucho tiempo para   escribir, con tanto festival que Hay por  ahí). No lo fueron  artistas, ni  los pintores (con tanta  “performance” estática  y  esnob, tampoco hay tiempo, porque , como decía Kandinsky 1],  hay que oír la pintura,  saber con la lengua a qué sabe el amarillo, ya que uno, como las casas y las ciudades y la sociedad, está envuelto por el  objeto dentro del cual navega, con los pies,  con los ojos, con la nariz y con lo que haga  falta, con el corazón.

Pensándolo bien,  es una   enorme  ventaja no  tener personajes del año de “relumbrón”  sino   personas de  carne y hueso   no   mediáticas,  que  solo  posan para la foto de Semana  o Time,  que en realidad  son víctimas de la injusticia o que   trabajan en grupo o para los grupos,  que  ponen   por  encima de sus egos  los intereses o las tragedias  colectivas. 

A  algunos mediatizadores, estos ciudadanos  les pueden parecer “chichipatos” porque no se  encuentran en los cocteles, ni   hacen  todo   lo posible  para  sobresalir gracias a sus  apariencias o a ser graduados de sobresalientes   por  el You tuber  de moda  o en las páginas sociales  por elección particular del dueño del medio o del  director.

En cambio, estos sencillos ciudadanos de la  calle[2]  (como decía el inolvidable José Salgar)  sobresalen - bien sea para bien o para mal-,    por sacudirse y  despertar, lo que  no hacían antes. En el caso colombiano,  es para bien en la  defensa de la Universidad Pública de los docentes, los estudiantes, los jóvenes y los viejos. Todos ellos con la disciplina de estudiar cifras, porque no se limitan simplemente a protestar y marchar, sino que  argumentan y actúan con  propiedad en las comisiones de diálogo, con el visto bueno  de los rectores.  Para eso también  sirve el conocimiento.  

 Sin duda  se trata de una novedad en Colombia, porque  la educación no es solo argumentar y muchísimo menos tirar piedra, sino lograr la aplicación de lo que se  argumenta. Por cierto,  eso  NO ha  sucedido con el sindicalismo colombiano que se limita a  pelear en  las  reuniones  anuales  de salario mínimo, pero no se atreve a mirarse y cambiarse a si mismo.  ( Eso si,  debe reconocerse, por lo menos, que Fecode se unió a la ola de defensa de la Universidad pública).

 Fenómenos nuevos como esta participación activa, no gritona, a mi modo de ver y en el caso  colombiano, echan por el desbarrancadero  la obsesión mediática colombiana de que  estamos  sobrados de lote,  de   ser los mejores del mundo, además por supuesto, de ser los más felices. Quedan, eso sí, algunos rezagos , al punto  que el Fiscal  Néstor Humberto Martínez no ha dudado en decir que la  investigación hecha por  SU  fiscalía   en el caso Odebrecht  ha sido la mejor  de todas  cuantas se han hecho. Lo que, desde luego, nadie le cree. Como tampoco  nadie cree  en las bondades de un  fiscal Ad Hoc para resolver  los problemas éticos  y de corrupción.

A NUEVAS MEDIATIZACIONES,  OJO CON LO QUE SIGNIFICAN...

Aquí y en Europa, especialmente en Francia,  a mi modo de ver, lo más interesante  del 2018 es  haber mediatizado lo que antes no era mediatizable.  Aclaro: eso no quiere decir que sea de por sí bueno o malo. Un caso concreto: en Francia,  los mediáticos Chalecos Amarillos   son  personajes, - o turbas- como se las quiera llamar- hace unos  años impensables. Han  desplazado al “pueblo”  como  se decía en el siglo  19, (en  cuyo nombre todavía  actúan unos atrasados politicastros   colombianos). Han desplazado a la izquierda  (hippy  o no hippie)  que antes  se proponía  cambiar  el mundo.

Pero esos movimientos  sociales mediatizados que brotan con el descontento  y apoyados  por  violentos   son  una mezcolanza, a veces  identificable, y  a veces no, con intereses  muy particulares y egoístas.  Ejemplo: ambientalistas de todos los pelambres. O transportadores  de chaleco amarillo, a los que lo  único que les interesa es la gasolina  barata,  que se unen con los  autodenominados “clase media”, que protestan  por los impuestos. Pero OJO, en el caso francés, no confundir:  Sale a la superficie lo que   en  1939   se llamó el “nacional-socialismo”-  o  en los  cincuenta  el “poujadismo” un  movimiento de derechas que también protestaba contra los impuestos y se decía   identificado con la “clase media”.

Pero a propósito de clase media,   vale la pena ser cuidadosos  en  detectar su utilización, pues   no se tardará - en la medida en que  aumente el  descontento ¿tal vez en el 2019?- en proponerla como personaje del año. Y el énfasis decembrino en Colombia en el aumento del salario mínimo, como el mas  grande desde hace   25 años, y que más  aún, se  calificó de "extraordinario" ¿no será una manera maquillar la desigualdad y el real impacto de eso de "mínimo" pues no es obligatorio subir  el que está por encima?

No nos digamos mentiras:  Como el de  la "paz " (ver Glosario  en este blog), el de “clase media” , es  un concepto gaseoso que parece ahora cooptado por los políticos para reforzar su poder de persuasión.   No pocos dicen, por ejemplo en materia  de tributos,  representarla o protegerla, lo que en el fondo  implica conformismo, porque se  supone que  ya  ha  alcanzado sus  metas económicas  de carro, casa y  quizás, beca y los impuestos son para quitarle esas ventajas  adquiridas.  Recomiendo   para demostrar las consecuencias de esa mirada  satisfecha  o amenazada  un programa de la serie  "Salvados", en el  que   el excelente   periodista  Jordi  Évole   entrevista  a  Owen Jones [3],  

Por  cierto, y sea  dicho de paso,  Jordi  Évole y su equipo de contenidos y guiones  dan  una clase  de cómo  hay que preguntar  en periodismo  televisivo (con honrosas excepciones, bastante mediocre en nuestro país).  Además, por  supuesto, trátese  de  las entrevistas a Evo,  la del  sabio  Mujica  o del  loco Maduro,  del  asbesto  o de  los migrantes sirios,  de la investigación de contexto,  Jordi Évole tiene la gracia enorme de hacerse el pendejo y no creer que  es una super estrella, sino de preguntar lo que la gente común y corriente quiere saber. Pero para eso necesita un  equipo que investigue,  busque  archivos, todo lo cual  no parecen entender nuestros  dueños  de canales privados.  Todos  los episodios  como este “viejo” programa de hace unos años sobre  la  clase  media  perdurarán, como archivo histórico. En  cambio, se  esfumarán sin dejar  rastro las bobadas de nuestros noticieros  que dependen tanto de los videos proporcionados  por la policía, o de los peleadores programas de opinión  en los que lo  que importa  es  confrontar y  no escuchar. ¿Por qué? Porque lo que  se pregunta  o se opina debe   corresponder  al deseo de saber,   no de  corchar ni  juzgar, sino  de  detectar qué tiene en las entrañas de su  ser el humano entrevistado y qué puede enseñar una conversación entre  personas de distintos puntos de vista en los que  la gente hace  algo distinto de   echar su discursito. 

(Y por cierto,  en estos momentos que se auguran difíciles para el periodismo independiente y equilibrado,  los ciudadanos debemos  demostrar nuestro   inconformismo,  y  tener ojos y  oídos abiertos  ante la interpretación que se asoma desde  el  gobierno,  según la cual  los medios  públicos tienen  que ser gubernamentales y propagantísticos.  Mal síntoma: no  hay  mejor  ejemplo de periodista  ecuánime, de comunicador  responsable y ético  que Carlos  Chica, el  periodista  a quien  el gerente de RTVC le impidió  con una torpeza increíble  entrevistar al Presidente).  

¿Conclusión? ¿Por quien votaría Usted como personaje del año? Como ciudadana, yo votaría contra  cualquier personaje  concreto del año  concreto y me  quedo   con la profundidad de los hechos  perdurables.  Me  limito a recordar mi ahora  sicólogo social de cabecera,  Pablo  Hernández Chirstieb :

“De lo que se trata entonces es de vivir de la manera  en que se necesitaría vivir  para que la sociedad se transformara de la manera en que uno quisiera, o vivir de la manera  en que se viviría en la sociedad que a uno le gustaría” [4] 

FELICES FIESTAS DE FIN DE AÑO Y  QUE EN 2019,  CADA UNO  DE USTEDES SEA  PARA LOS DEMÁS EL PERSONAJE DE SU  PROPIA VIDA, PERO TAMBIÉN, DE LA AJENA.




[1]  Citado por Pablo Fernández  Chirstieb página  265,   Lo que se siente pensar o la cultura como psicología , páginas 165 Taurus, 2011,
[2] Por asociación de ideas y a  propósito de Humberto de La Calle ¿ como es posible que  en  su video de inauguración de  su  Fundación para la Paz,  el  ex Presidente Santos no haya mencionado ni una vez a  Humberto de la Calle  ni a Sergio   Jaramillo, ni, por  supuesto, les haya agradecido  el sacrificio  que  implicó  su labor?
[3]  Neflix ha sido una  competencia   muy positiva a los  oligopolios  rígidos  RCN Y Caracol , como Uber en el caso de los  Taxis.    Eso, desde  luego , no los  exonera de  reglamentación. Pero ya habrá  oportunidad de  debatir  sobre el  tema  en el 2019
[4] Idem pág.167


viernes, 7 de diciembre de 2018

¿CÓMO ES EL “SUEÑO AMERICANO” EN DECADENCIA Y QUE ES "BECOMING"?




Que algunos  centroamericanos se hayan creído sin vacilar el cuento de que el sueño americano estaba detrás del muro no solo demuestra  su ingenua insensatez, sino la explosión en pedazos de lo que significó el propio sueño que, al parecer, hoy  solo atrae  a  quienes no tienen  ni idea de lo que quiere decir. 

Un artículo de  Angie  Thomas en el  Time sobre  el  libro de Michelle Obama parece comprobarlo  cuando  concluye su análisis con una frase  elocuente :

Becoming is a balm that  America needs,  from a woman  America does not deserve”. 

Y  esos dos  aspectos  pude comprobarlos,  después de  muchos  años  de no haber  ido a los EEUU. ¿ Cómo? Durante  una estadía relámpago de  diez  días en  Washington   y  Filadelfia y,  a la  vez,  con un excelente contexto: devorándome el libro de Michelle Obama.  Recién  salido del  horno, está en todas  partes,  ha  vendido cerca de  un millón  de ejemplares. y ya se encuentra en  las librerías colombianas. 

En cuanto a lo  primero, me pareció que pocas veces en su  historia  como  ahora Estados  Unidos ha sido  tan poco  inspirador de sueños e ilusiones.  Pero  eso no se lo  debe a Donald Trump. Por el contrario,  con sus desplantes de millonario bobo, con unos  medios,  sobre todo audiovisuales,  que crearon  al monstruo y le hacen  eco al espectáculo  que ahora  promueve, Trump  no es  sino  el  producto de  ese  decadente  USA.  Un país como debió serlo Roma  en sus estertores imperiales,  ya no  inspirador, ya no buscador  de innovaciones,  estancado en  inercias y  ambiciones politiqueras .

Durante esos diez días  encontré,  en sus calles  ciudadanas al menos,  una sociedad fragmentada en la que los seres humanas no se hablan ni se ven, no solo por estar ocupados con sus celulares, sino porque - al menos  eso  vi-  blancos, por un lado,  y negros y latinos por el otro,  están  metidos  en sus respectivos problemas.  Podría pensarse  que existe  una convivencia positiva, puesto que cuando se ven  los unos a los otros  son muy polite y amables.  Pero allí están,  tirados en los andenes,   seres  humanos casi siempre negros.  Allí  son muy escasas las parejas interraciales.  Allí  cada cual  sigue su rutina y su afán:  gentes apresuradas que  compran  sus almuerzos,  escogen  comidas  paquetudas en una  fila de camiones que  les ofrecen una muestra  de las comidas de todos los inmigrantes, y que  se las sirven en unas cajas de icopor  para que se las lleven a los sitios de trabajo. Almuerzos  que  son  un desperdicio de  servilletas,  tenedores, cucharas y  cuchillos de plástico.  Obesos  de todos los pesos  y  colores. Comida chatarra por doquier, lo que me lleva a  Michelle, y a la frase  de marras  que cité en inglés y que  comparto.

Becoming es construirse sin  estancarse (foto MTH, Filadelfia)
Pero no  por  obesa, sino porque ella entendió  las consecuencias para la gente  de un estilo de vida  que  dista  mucho  de  concretar un sueño.


Su personalidad  es,   sin duda,   el reflejo  de lo rescatable, no en el sueño  americano, sino en  su dura realidad. ¿Por qué? Porque partiendo de un entorno y de circunstancias adversas  (negra de clase media baja) sin esperar de brazos cruzados que ese sueño se cumpliera,  logró  entrar por sus propios  medios a  Princeton,  donde el 80% de los estudiantes era blanca, y donde a las mujeres se las recibía con desconfianza  cuando querían estudiar leyes; una Universidad a la que  acceden  más fácilmente  los  ricos latinoamericanos  cuando pagan dinerales para sus PHD.  Pero también, porque Michelle,  por sus propios méritos,  entró a una  prestigiosa  oficina de abogados, en donde  ella fué la que le hizo el "coaching" al  joven Barak y no al revés,  Además, porque  decidió salirse  del bufete  y no practicar el derecho,  sino  dedicarse a ayudar  a comunidades, y en especial  a jóvenes  de  barrios  marginados,  para  que aspiraran a lograr  ese  “Becoming” con el que titula  su libro. Una palabra de difícil  traducción en  su sentido  completo:  volverse alguien, evolucionar, salir del  estado de  aceptación pasiva de un destino inequitativo.  Para  lograrlo,  por  experiencia  propia,  Michelle  cree en  la educación y en la obsesión de  volverse  alguien  distinto de su  punto de partida. Esas  fueron sus  motivaciones  esenciales, mucho antes de ser  Primera Dama. Un  término que no le gusta, pero que  tuvo aceptar porque  creyó en la  impresionante   inteligencia  de Obama y   en su capacidad  para cambiar  a Estados Unidos.

 En Michelle no hay amargura  ni resentimiento por  todos los  odios que despertó  que un negro llegara a la Presidencia,  por todos los obstáculos  que pusieron los republicano para  que fracasara.  Describe lo que pasó como  facts, hechos reales, obstáculos  superables.

Interrogantes sobre  el futuro. foto MTH, Washington
El aporte afroamericano en un  espectacular museo  recién  inaugurado
en  Washington


















Porque  Michelle Obama  sobresale  por escribir como escribe  (sobretodo  cuando no se afana por terminar  el  libro, como se nota en las últimas  páginas).  Sobresale por hacer  un análisis  profundo  mas allá de lo que esperan las revistas de  vanidades. Sobresale por  explicar  cómo logró lo que  logró y cómo otros estadounidenses podrían lograrlo, como lo hicieron en el pasado .


Tardío pero  reconocimiento del inmenso aporte en  arte, deporte, música, identidad ... 

Volviendo  a los logros de  Michelle, no  me refiero a haber logrado  casarse  con Obama,  lo cual  fue  sin duda  un acierto del  amor y del azar,  que unió  a esas dos personalidades distintas  pero vitalmente  afines.  Él, un  tipo chévere, gran lector en un país que poco lee,  sobresaliente  desde  joven.  Ella, una  mujer también  sobresaliente, organizada,  planeadora.  Y un amor amor que ella sabe describir en sus realidades de esposa subvalorada por los desconocidos y malquerientes, de madre pendiente  de sus hijas,  de apoyo inteligente a Obama, a pesar de  lo difícil  que para ella significó aceptar que  él  siguiera  en la política . Ambos reunidos  por la vocación común  – en el sentido de cambiar   el mundo  desde  las propias comunidades, de la gente,  y   de no quedarse  en  los obstáculos.


Michelle Obama, como Primera Dama  decidió renunciar a muchas cosas, pero también a  focalizar su  actividad  en aspectos esenciales,  aunque  poco  mencionados por los políticos, pero que  reflejan  una concepción no caritativa sino  de profundas consecuencias  para  el becomingComo  la obesidad de las  nuevas  generaciones, actuando a través de pactos con las  escuelas pero sobretodo,  tratando de cambiar la mentalidad gastronómica  de  los productores  de  comida  chatarra. 

Michelle  Obama no   duda en  decir que  la pregunta de reporteros que mas la molestaba  por anti etica y por  desconocer lo que   compartían  ella y sus  audiencias, era  que le preguntaran (y supongo  con cierto tonito irónico:  ¿Qué se  siente  al ser una mujer negra educada  en en una universidad de  élite al  hablarle a un  grupo de  personas  esencialmente  blancas? 

Pero tanto ella como Obama  tienen incorporada la capacidad de no  enfadarse. 

               “Parte de nuestro  rol,  como lo comprendimos,  fue ser ejemplares en razón,  compasión y  coherencia”- escribe. 

Por  eso la historia los recordará  con el agradecimiento  que todavía no sabe darles la sociedad norteamericana.  Ella no quiere ser Presidente; pero  como   su  esposo,  tendrá  muchos  otros  escenarios  para  practicar  ese “becoming”, gracias a la  “Audacia de la esperanza"  que  los Obama han vuelto realidad,