EL NUEVO LIBERALISMO, DE
LO VIRTUAL A LO REAL
En una reiteración
del papel "histórico" de, en este caso, Gloria Pachón- como
también lo fue Ana María de Cano en el caso de Guillermo Cano, la
serie televisiva presenta que la esposa de Luis Carlos, entonces
periodista de vieja data de El Tiempo, fue la que
insistió en Gaviria como “Salvador” .
En ello también
coincide, con palabras más discretas, el Dr. Parejo. Patricio
Samper- el mismo que cargó el cuerpo de Galán en Soacha- y Enrique
Parejo, entre otros, se opusieron vehementemente en una reunión que
tuvo César Gaviria con miembros del Nuevo Liberalismo, a que se
le entregaran las banderas del movimiento.
De cualquier modo,
resulta evidente que la desbandada del Nuevo Liberalismo fue
entonces impresionante. Patética demostración, no sólo de los problemas
ancestrales del caudillismo latinoamericano, sino de
que a muchos de sus seguidores solo les interesaba (paradójicamente
teniendo en cuenta el pensamiento de Luis Carlos Galán) la sombrilla
clientelista. El mejor ejemplo es la trayectoria de Juan Lozano, el
entonces joven y promisorio secretario privado de Luis
Carlos Galán que “cayó en brazos de Uribe”- precisa el
Dr. Parejo.
Y, también
paradójicamente, Galán había invitado a Álvaro Uribe a
formar parte del Nuevo Liberalismo, pero éste le dijo que no.
Los matices
de la realidad, entonces, no se proyectan en la manera simplista
como la seriede Escobar, el Patrón del Mal presenta los hechos,
focalizándose en las viudas, lo cual es comprensible en televisión
pero no compatible con la veracidad histórica. Desde luego, fue una
tragedia para las esposas y las familias en la que la serie se
focaliza. Lo que no es posible es que la interpretación
histórica se quede con esa versión de los hechos.
*****
Pero sigamos con el
relato. En el gobierno de Gaviria y antes de disentir con él, Enrique
Parejo fue trasladado a Suiza porque solicitó un país más
abierto:
- Y allá
renuncié porque no me gustó para nada la política de sometimiento a la
justicia. Me parecía que con los criminales del cartel de Medellín, es
decir, con los asesinos de Luis Carlos Galán, no se podía
negociar absolutamente nada. Que reñía con la lucha del Nuevo
Liberalismo contra el narcotráfico. Le contesté al ministro de relaciones
exteriores, por cierto bastante clientelista, Luis Fernando Jaramillo, que a
pesar de que mi carta no decía que era “irrevocable”,
por supuesto que lo era.
En ese momento le
ofrecieron escribir en el El Espectador. La primera Columna se
tituló “Colombia secuestrada por el narcotráfico”, sintomática de su
coherencia.
EL VINCULO CON LUIS CARLOS GALÁN
Costeño del mar,
nacido en 1930 en Ciénaga, Enrique Parejo se graduó en
derecho en la Universidad Nacional y se especializó en derecho
penal en Roma, donde ocupó el cargo de Secretario de la
embajada. Profesor universitario de su alma mater, trabajó
durante 10 años en el Sena y comenzó su carrera política con
la Unión Liberal Popular, fundada por Roberto
Arenas Bonilla, quien le ofreció ingresar a ese movimiento
de renovación contra lo que estaba sucediendo en el Partido
Liberal. Empezó como concejal, y Roberto Arenas fue elegido
en esa corporación, con la suplencia de Jaime Pinzón López. El
país buscaba, como tantas veces, un cambio. Fue
entonces cuando, dándole un nuevo impulso al
cuestionamiento, Galán se retiró del movimiento para
fundar el Nuevo Liberalismo, al que adhirieron casi todos los
de la ULP .
- Me
produjo una especie de decepción que me hubieran puesto de segundo
suplente en la lista para el senado en las elecciones de 1986 y
no encabezando la lista de Cámara. Sin embargo, eso
posibilitó mi entrada al nuevo congreso como Senador.
El Dr. Parejo no escatima
elogios a Galán:
- Un
político extraordinario, sumamente honesto, un hombre que actuaba en
política con absoluta sinceridad, convencido de que los principios que él
estaba defendiendo iban a constituir la médula de su acción de gobierno, si
llegaba a la presidencia.
A mi
pregunta, como se resiste a encontrarle alguna faceta
negativa a su héroe, se queda callado y nos
reímos. Luego reitera:
-Era el mejor
político del momento, el más redondo, el más completo. Lo que no me
pareció muy bueno, pero respeté su decisión, fue su pacto con Julio
César Turbay Ayala. No me gustó y se lo dije. Era el Ingreso de Luis
Carlos Galán al oficialismo liberal y la estrategia
de ese oficialismo era la consulta interna para supuestamente
llevar a la presidencia de la República a Luis Carlos Galán,
que era todo lo contrario de lo que representaba ese oficialismo.
- ¿Por qué
supuestamente?
- Desde luego, las
motivaciones del turbayismo al cooptar al Nuevo Liberalismo no eran
evidentes y un joven como Juan Manuel Galán no tenía la
suficiente madurez para entenderlas- responde el Dr. Parejo.
De larga data
he coincidido con lo que ahora escucho de boca del Dr. Parejo, con
quien no había tenido oportunidad de conversar en todos estos años.
De ese pequeño episodio, a mi modo de ver, dependió el futuro del
país. Poco válido deberá ser para la historia el argumento
según el cual de otra manera Colombia habría
caído en manos de los narcotraficantes. No se puede avalar que
la interpretación mesiánica según la cual, gracias a
dos o tres personas, que supuestamente hubieran
designado en su sabiduría al sucesor de Luis Carlos Galán, se le evitó
una catástrofe al país.
Si uno mira lo que
sucedió después, debe concluir que lo que hubo no fue cambio,
sino retroceso y una salida poco “democrática”.
Colombia se enfrascó en sus tragedias y fortaleció así
la teoría que ha caracterizado nuestra escasa madurez
colectiva en lo político.
Según esa teoría,
unos pocos saben lo que es bueno para Colombia, lo
que nos convirtió en uno de los países más desiguales y
de mayor concentración de la riqueza en América latina. Un
país de roscas y menos democrático no sólo por una apertura
abrupta, sino por la manera como se perpetuaron la
corrupción y el clientelismo. Pero también, por una
actitud monárquica, se llegó a incongruencias como el
hecho de que el Partido Liberal esté hoy en día bajo la
cuestionable dirección del catapultado Simón Gaviria, hijo
del Expresidente. Nuevamente , en una repetición trágica, en el
2012 , se le entregó el partido en bandeja de plata.
El cambio prometido
no se dio. Resulta ridículo, si no fuera por lo
trágico, que el destino del país se dejara en 1989 en
manos de un muchacho adolescente y hoy en día,
lo poco que queda del partido Liberal se deje a un delfín
predestinado, Simón, uno de los responsables de la reforma de
la Justicia que no cuajó.
Pero volvamos a lo
que cuestiona el Dr. Parejo para la historia, más allá de la
serie: el retorno de Luis Carlos Galán y por ende, del
Nuevo Liberalismo, al seno del Partido Liberal.
- No me gustó-
reitera Parejo- porque yo no entendía cómo podía hacer
ese pacto un movimiento acaudillado por Luis Carlos Galán,
que tenía como una de sus banderas la lucha contra el turbayismo clientelista,
y por eso me opuse.
Cuando en alguna
oportunidad volvió a Colombia, después del atentado, cuenta que
almorzaron las dos parejas, Luis Carlos y Gloria,
Enrique y Josefina.
- Me dijo que yo
estaba de pronto equivocado, porque él sí creía en la buena fe de
Julio César Turbay.
Pienso que actuó
con honestidad pero yo no entendía por qué, si durante
toda la vida del Nuevo Liberalismo, combatimos a Julio César Turbay,
si se le dio duro al canciller de Turbay, Diego Uribe Vargas
por su clientelismo y si se le dio duro en general al tráfico
de puestos públicos, por qué se quería pactar con el
turbayismo.
Cuando
escucho al Dr. Parejo, pienso que el caudillismo colombiano no ha
asumido con sentido crítico los posibles errores de sus
héroes y por eso le pregunto : sin desconocer su
evidente trayectoria ¿por qué cree que se minimiza,
o al menos poco se menciona esa parte de Galán, no
solamente en lo virtual sino en lo real?
A pesar de su
desacuerdo, Parejo siguió confiando en Galán con una adhesión
incondicional, aunque tuvo una polémica pública, que considera
desigual con Julio César Turbay:
- Galán era un hombre honesto, intelectual y
políticamente honesto- contesta el Dr. Parejo. Si lo hizo,
fue porque creyó de buena fe que podría llegar a la presidencia por
esa vía y creyó que podía tomar como compañero de
ese camino a un hombre como Julio Cesar Turbay.
- Él arriba, con la
popularidad que tenía, y yo abajo. Se publicaba en primera
página lo que decía Turbay y lo que decía yo, en las
interiores.
Recuerda también
que Gloria, Maruja Pachón y Alberto Villamizar estuvieron
del lado de Turbay. Como muchos de los que discrepamos[1][1], Enrique
Parejo fue considerado “enemigo” o al menos “desagradable”. Se
afianzó la tesis de la esposa de Galán, Gloria Pachón, quien
se mostró, en unas declaraciones, convencida de que Turbay estaba
dispuesto a aceptar la Presidencia de Galán.
EL
ASESINATO Y EL RETORNO AL PARTIDO LIBERAL
Aunque no precisa este punto, Enrique Parejo está convencido
de que, además de Santofimio, otros sectores liberales contribuyeron a
ese asesinato:
- Yo creo que a
Galán lo engañaron, Hernando Duran Dusan, Santofimio Botero, Ernesto
Samper Pizano, William Jaramillo . Como Galán era
también candidato a la presidencia, le ofrecieron participar en la
consulta.
Sin referirse al
asesinato en sí, ni desde luego acusar con nombres propios
los participantes en la “Conspiración”, se refiere a la estrategia
política del partido Liberal Oficialista. Parejo no cree que
Samper ni Duran Dusan, ni William Jaramillo hubieran
aceptado que Galán ganara la consulta que, además, requería de mayoría
absoluta. ¿Qué era entonces lo que se planeaba, cual era la
estrategia?
- “Aquello de que
si no puedes derrotar al enemigo, únete a él."
Parejo
considera que el liberalismo oficialista quería acabar
con el Nuevo Liberalismo, y que, además, aspiraba a la
presidencia de la República, ya que Galán, probablemente, no iba a
conseguir la mayoría absoluta en la consulta:
- Te estás
enfrentando a grandes caciques liberales- le argumentó
Parejo a Galán en el mencionado almuerzo. Buscarán otro
candidato y Julio César Turbay se “sacrificaría en aras de la
unidad”, porque la reelección no estaba prohibida hasta 1991- aclara.
De todas
maneras, además de esa hipótesis, no probada por el
transcurso posterior de los acontecimientos, pero que tiene que ser
más investigada por los historiadores, Enrique Parejo cree que en
las filas de la derecha liberal, muchos vieron con
complacencia ese crimen e incluso algunos lo posibilitaron. No le
cabe duda que hubo una especie de conspiración contra Luis
Carlos Galán.
Cuando
la serie focaliza en Santofimio como el
patrón del “mal “ político, refuerza sin duda lo
que ha sido el análisis de no pocos medios
e intelectuales que va distorsionando la realidad histórica: se evita así
escarbar en las zonas grises de los responsables de la desestructuración ética
y política de Colombia.
En
esas zonas grises están desde luego las ideologías
tradicionales representadas en el partido Liberal, en el
Conservador y el Polo. En el caso liberal, de la herencia política
de Luis Carlos Galán queda muy poco. Treinta años
después, solo hay intereses o posturas coyunturales
individuales y desestructuradas, pero no estructuralmente en un partido
desvencijado.
¿Hay
oportunidades de “cambio”, para utilizar la frase de cajón?- le pregunto
al Dr. Parejo.
- El país -
responde Enrique Parejo con un pesimismo flemático-
perdió una gran oportunidad de cambio con el asesinato del joven dirigente del
Nuevo Liberalismo y sus enemigos lo vieron así. Galán no era un
hombre de izquierda, era de centro izquierda. Pero su actitud
contundente era una manera de enarbolar las banderas de la
lucha contra la corrupción con firmeza y convicción. Eso no
es fácil encontrarlo en los políticos, para los cuales, en general,
salir adelante, ser elegido es el primer punto de su compromiso. Luis
Carlos Galán no buscaba el poder por el poder, sino transformar las
costumbres políticas. Fortalecer la democracia colombiana. Erradicar
el clientelismo y la politiquería. Las mismas banderas
que propuso Alvaro Uribe,- reflexiona- sólo que Uribe no iba
a realizar nada de lo que propuso: fue politiquero durante sus diez
años de gobierno, se dieron altos índices de corrupción,
y de descomposición moral en el país. Por esa razón Uribe propuso,
en vez del Estado de Derecho, un estado de
opinión que era una manera de consolidarse en el poder.
Para
Enrique Parejo entonces, Galán ya había enterrado
al Nuevo Liberalismo:
- Le canceló la
personería jurídica cuando pactó con el oficialismo liberal. Ya no
existía el Nuevo liberalismo cuando lo mataron. Pero lo que vieron
los asesinos es que él tenía el campo despejado para llegar a la
Presidencia de la República, y eso no lo toleraron
Esa
interpretación no es muy corriente cuando se analiza la trayectoria
de Luis Carlos Galán ni, por supuesto, se menciona en la
serie televisiva. Enrique Parejo fue de los pocos que controvirtieron ese
camino. ¿Sería por eso que minimizan su papel histórico?
En todo caso,
la serie televisiva lo hizo. ¿Las razones? Responde con tranquilidad:
- Yo interpreto la
novela como la actitud deliberada de ignorarme porque tuve un
problema con
Alberto Villamizar.
Maruja Pachón no volvió a saludarme. – responde
Parejo piensa que
la novela- como la llama- está técnicamente bien realizada y ha mejorado
, pero no se está ciñendo en algunos aspectos a la realidad.
Reconoce que “los episodios de los crímenes de Luis Carlos
Galán, de Rodrigo Lara, y algunos aspectos de la vida de Pablo
Escobar, son fidedignos”
Ante mi insistencia
sobre su caso personal, dice:
- “No creo
haber hecho una labor extraordinaria en el ministerio, pero también me
jugué la vida y eso, en la novela no cuenta para nada”
Discreto y
quijotesco, sin querer claudicar nunca a pesar de que
la coherencia política de su entorno no sea de rigor,
Parejo se presentó como candidato presidencial en las
elecciones de 1994 y 2006 con el previsible y
estruendoso fracaso. Impasible, no demuestra frustración, sino
acepta, en un país de egos alborotados, las consecuencias de ser
consecuente.
Este trozo de la realidad virtual y la real puede
reproducirse citando a la autora, María Teresa Herrán.
Escribí
en una de mis Ocurrencias de El
Espectador un artículo cuyo título
era “La rosca de las Pachón”. Tuve,
por cierto, con el siempre
analítico y tolerante Luis Carlos Galán, una conversación de al menos media hora en el
sótano de un parqueadero.
Con la paciencia
que lo caracterizaba, el respeto
que tenía hacia las opiniones ajenas, y la impresión que le causó el artículo, trató de convencerme, sin éxito,
de que estaba equivocada. Nuestra
amistad, por cierto, no se perturbó con el episodio, sino que se diluyó luego, por el torbellino en que entró
Luis Carlos y mi poca afición a la
política.