jueves, 17 de diciembre de 2015

¿Y AHORA QUÉ? RETOS PARA EL 2016


Obra y foto MTH

 El principal reto para el 2016 es, sin duda, “desintelectualizar” la paz,  que no  puede  convertirse  en un instrumento de  la  discursividad. 

Se trata entonces de concretar las acciones y procesos para lograr las metas de verdad, justicia, reparación y no repetición. Pero también,  las  de reconciliación y convivencia que, al parecer, se han vuelto  más  difíciles de cumplir, gracias alaporte  de los vociferantes, empeñados  en poner  palos en  las ruedas de los acuerdos y a las cajas de resonancia.

Lograr esas metas  implica  un cambio  de la mentalidad  colectiva, despojarse de estereotipos seudo intelectualizantes, buscar nuevos lenguajes[1], detectar la mala fe de los vociferantes.  Y, por supuesto,  supone una responsabilidad especial de los medios de comunicación,  de los  periodistas y  de los  denominados intelectuales[2].  Algunos retos:

No hacerle juego  a la  teoría de la peleadera, que incluye  malinterpretar  el  principio de equilibrio. Ya es hora de que  ciertos periodistas  de medios oligopólicos  dejen de  creer que,  en los  llamados programas de opinión,  el que más grita es  el que más  convence , sube el  rating  y deja  con tranquilidad de conciencia al periodismo  light. 
 La polarización,  incentivada por las encuestas [3] y por los mal  llamados debates solo contribuye a reforzar una evidencia: que  los medios oligopólicos  han perdido terreno frente a las redes sociales, y a la capacidad  ciudadana de analizar. Los egos alborotados de unos  cuantos  periodistas los lleva a  auto convencerse de  que hacen buen periodismo,  cuando es evidente la mediocridad en el cubrimiento  del proceso de negociación con las FARC.

No  aceptar como inevitable la teoría del péndulo, en el sentido de que  a gobiernos  de  izquierda siguen irremediablemente los de derecha, o viceversa. El ejemplo de lo que sucedió  en las  pasadas elecciones  regionales francesas, en particular en el  Norte- Pas de Calais, con la alianza  contra el Frente Nacional mostró que los esquemas  políticos  rígidos ya  están superados. Son cada  vez más  factibles alianzas  entre socialistas y conservadores para rechazar los fanatismos ideológicos  o políticos.

En el caso colombiano,  el desarrollo  regional  de lo  acordado en  La Habana  tendrá un protagonismo especial (a pesar  de lo que cree  el centralismo mediático);  y la ética civil  será  uno de los  mayores  contrapesos a las exaltaciones políticas. Al parecer, muy  pocos analistas  superestrellas han  caído en cuenta de esta nueva realidad de descentramiento de lo político para utilizar la  expresión de  Ulrich  Beck.F

En Colombia,  el camino  de la  subversión ha perdido toda credibilidad. En este caso, el reto mayor es para los miembros  de los grupos subversivos   para  las cúpulas de los  desmovilizados: deben cambiar  su lenguaje de viejos  rezagos  que ya no le dicen nada a  las nuevas generaciones. Máximo cuando lo  urbano y lo rural  tienden a cerrar brechas culturales ( aunque no las de inequidad) gracias a las TICS.
  
Como se vio en el  análisis de Giraldo, el mito de la  guerrilla  como camino de cambios termina por desacelerar  el impulso  de los movimientos sociales. Por ejemplo, la insistencia en las  zonas de reserva  campesina, llámeselas como se las quiera llamar, pero en todo caso  concebidas según el viejo  modelo  autoritario,  ¿le permitirá acaso a  las FARC  mantener  la cohesión “ideológica” de sus filas?  ¿El lenguaje  trasnochado será  capaz de camuflar la inexperiencia  en el manejo administrativo  que conlleva el ejercicio del poder después del “monte”? La experiencia de  Gustavo  Petro  es en ese sentido  sintomática, y no por haber estado en  la  guerrilla: el excelente  Senador  pasó  a ser pésimo  administrador. Sin duda,  Gustavo  Petro  favoreció  el aspecto social, lo que el desequilibrio  informativo de algunos  medios no supo reconocer. Pero tampoco se pueden ignorar sus errores administrativos, la petulancia  y la  improvisación. 

No puede prosperar el mito de los territorios especiales.  Así como en épocas  pasadas  la admiración  de algunos académicos por el camino de la subversión contribuyó a una interpretación equivocada del desarrollo social, así tampoco se puede aceptar que  en los territorios donde tenga influencia las FARC,   estas impongan  reglas de juego verticales.  El tema  debe plantearse al revés :  ¿como propiciar una adaptación de las FARC  a esquemas  contemporáneos, por ejemplo en relación con el papel de las mujeres y el debate  de opiniones divergentes ? No nos digamos  mentiras : de un lado las FARC como del otro  los poderes clientelistas  regionales, el territorio   que se debe compartir no es físico,  sino mental. 

Desterrar  la  corrupción, el  mayor  enemigo de la reconciliación y de la  convivencia. ¿Puede la ciudadanía seguir aceptando impávida las prácticas clientelistas  y la mermelada creyendo que son inevitables? Si para unos pocos colombianos la  corrupción administrativa es benéfica, para la mayoría ha sido  un freno al desarrollo, un argumento para la anomia y  la no participación ciudadana, que  fomenta odios innecesarios. ¿La solución? Sencilla: una  carrera  administrativa  de obligatoria  aplicación, desterrando la politiquería.



Superar la etapa romántica de lo ambiental aterrizándolo  a la realidad económica de  pillaje de los recursos  naturales,  principalmente los mineros,  en  los cuales se  mezclan  intereses  supuestamente legales (léanse multinacionales mineras)  con las ilegales, que a veces  suelen confundirse con la informalidad. 


Como  en los demás  temas y a diferencia de lo que predican  los encuestadores, no todo  es blanco o negro, “si” o “no”,  sino que  el país debe aprender a analizar los matices. Con la ayuda, por supuesto de la academia  que parece  tan pasmada como el poder judicial, gracias –en parte- a la falta de estímulos de Colciencias en el campo de las  ciencias sociales.

Quizás  más  allá de la intelectualidad discursiva  sea  entonces útil  el  consejo de Pepe  Mujica, el  ex guerrillero  Tupamaro   ex presidente uruguayo:


"Mucho mas allá de  la izquierda y 
la derecha, los  hombres al frente  de los países tienen que ser pragmáticos ... hay que tener  mucho sentido común, esa es la mejor ideología” ([4])
Lo mismo podemos aplicar los ciudadanos hartos de prédicas de la paz, de las mañas de la política, del poco rigor de ciertos periodistas, de los vociferantes y del decir en vez del hacer.

¡Manos a la obra en el 2016,  todos a una,  después  de  felices fiestas!



[1] Un  buen (¿o mal ejemplo?) del lenguaje  que hay  que  desterrar es el contenido en un  artículo  de Kien y Ke  “la paz engatillada”; o la argumentación  exaltada  y  estrecha de una  Paloma  Valencia , que parece  contar con  la beata admiración de  cierto periodismo  instalado en la  mediocre  interpretación de lo que llama debate.
[2]  En relación  con el término “intelectual” ¿cual de estas dos acepciones del diccionario prefiere?  1-  “relativo a la facultad  humana de entender, conocer  y razonar” ;  2- “ personas dedicadas al estudio de  y  las actividades  que requieren un uso  constante de la inteligencia”.  ¿ No valdría la pena  erradicar esa segunda acepción , en una  época  en la que se desprestigiaron  los meta discursos y la creencia en los sabios que detentan el   monopolio de la inteligencia?
[3] El propio referendo puede  estimular  la polarización  si  los políticos, los periodistas y el propio gobierno  no  se proponen  una pedagogía  que  permita una  mayor comprensión de lo que está en juego.
[4] “Una oveja negra al poder” ( confesiones  e intimidades de Pepe Mujica”, Andrés Danza  y Ernesto  Tulbovitz  , Penguin

jueves, 10 de diciembre de 2015

LOS "INTELECTUALES" Y SUS IDEAS (II)

 
foto MTH

Cuando los  años  terminan  y  el nuevo que llega  trae incertidumbre[1], las listas abundan. Son casi tan  desagradables como  quienes  posan de intelectuales o son escogidos como personajes del año en parte gracias a la publicidad que hacen de sus  actuaciones.


Por fortuna, el libro de  Jorge Giraldo Ramírez  rescata  como “ejemplares”  a filósofos, historiadores y sociólogos.  En  una lista – aclara una y otra vez que no es exhaustiva-  pone  como ejemplo a  estudiosos que superaron los prejuicios de  su ambiente social  y académico. 

Gente que supo “ver” lo que otros no vieron. Se destacaron en un contexto en que en que el pensamiento dominante en la  “izquierda” [2] (es decir, los  que  piensan que es prioritario  el cambio,  radical o no) era por lo menos ambiguo en relación con  la subversión. O, simplemente,  en un  clima  de anomia,  en el  que  sectariamente  se  ignoraron tanto las fallas del comunismo como las carencias del capitalismo, dependiendo del lado en que se encontraban. Veamos
           
“Cayetano Betancur (1910-1982),  el civilismo  conservador”. Filósofo paisa, incomprendido, siempre discreto pero profundo y después olvidado. Algunos  lo catalogarían  como de  “derecha” pero,  como Pepe Mujica, en el lado socialista,  coinciden  en su análisis crudo de la realidad y en expresarse sin tapujos.  Betancur  fue crítico del fundamentalista Laureano Gómez, condenando “las conexiones de las armas con la política, de  sangrienta memoria..” y  consideró que “a la  seriedad del marxismo, el cristianismo solo le oponía  frivolidad”.

“Francisco Mosquera (1941-1994), el civilismo  táctico”.[3] Escritor y líder político, fundador del MOIR, en una actitud  que Gilberto Viera  calificó de “anticomunismo de izquierda”.  Opuesto de frente a la lucha armada, Mosquera alegaba que en la sociedad colombiana  había “una relación de fuerzas  favorable” a los cambios.

“Carlos Jiménez Gómez, el civilismo estatal”  Abogado. ¿Por qué lo escogería, pregunto-  si el imaginario tiene de él  una  percepción más bien negativa por recibir  a Pablo Escobar, viajar a Panamá  para lo que se  vio  como una nefasta negociación?

Obra y Foto MTH
 Responde  Giraldo en  su libro: por “la manera de entender las relaciones entre la moral pública y la privada, política y violencia privada, violencia política y corrupción”… “buscando establecer una política de colaboración destinada a controlar y extirpar el uso comercio de narcóticos”.. pero a la vez  percibió cómo  “existe también  un Leviatán  que despacha  en el monte”.  A mi modo de ver,  el  entonces Procurador, como  algunos más, percibió las consecuencias  la  violencia política que traería  el narcotráfico, y  se sumó desde su  cargo, a las voces  contra la represión del Estatuto de  Seguridad de  Turbay Ayala. En cuanto al Estado le faltó, a mi modo de ver , mano dura y menos complacencia, en todos  los estamentos,  frente a los dineros del  narcotráfico.

“Estanislao Zuleta, el civilismo de izquierda” (1935-1990).   Filósofo y pedagogo,  analista  contrario a la violencia guerrillera:  “su trabajo intelectual puede considerarse como una crítica intima a la izquierda marxista, a la lucha  armada y a su propio periplo político”  escribe el autor . Y exalta  la “ética de la traición” de Zuleta , con la cual  éste quería recalcar  la  capacidad de rebeldía y de reconocimiento de sus propios  errores del pasado. Cita  Giraldo  con precisión a Zuleta  sobre  el “estado de desmoralización generalizada”,  la debilidad del Estado y  cómo  “la tradición de los derechos humanos no corresponde a la tradición de la izquierda” Un hueso duro de tragar, pero que  refleja  una realidad detrás  del  romanticismo de los  sesentas, setentas, ochentas y noventas.

“Jorge Orlando Melo el civilismo democrático”,  Historiador y profesor  universitario, cuya mirada- escribe  Giraldo-  "no gira sobre los presupuesto teóricos e ideológicos como pasa con  Zuleta, sino  de su comportamiento y de su  dinámica en el escenario político.”  Eso lleva a  Melo a  controvertir  esa admiración  no disimulada  hacia los grupos  subversivos y cita  a Melo “ la más grave falla de los intelectuales colombianos es no haber podido mostrar al país… que  en una república, así sea imperfecta, no es posible buscar metas de paz y democracia  usando  una herramienta que es, por definición, contraria a esos objetivos” (a mi modo de ver buena parte del  periodismo ha caído en esa  actitud  reverencial  sobre todo en sus entrevistas con la cúpula  del las FARC, con el Presidente Santos y sus ministros.  Ejemplos:  Entrevista de Antonio Caballero  en  Las Habana a la delegación de las FARC, Francy Sepúlveda y su cubrimiento de Presidencia )

“Francisco  de Roux,  el civilismo católico”  Economista y sacerdote  jesuita. Un ejemplo para todas las vertientes  de la sociedad  colombiana, respetado por todos y cuyos  esporádicos artículos en El Tiempo deberían der coleccionados para aprender  la convivencia.  Como con  los anteriores,  Dr. Giraldo  cita  unas frases que definen su comportamiento ejemplar :  “la guerra de la guerrilla en Colombia es injusta porque los guerrilleros saben que no  es posible conseguir  sus  objetivos por las armas y, sin embargo, se empeñan en ellas… porque la victimización es  insoportablemente escandalosa y prueba de una crisis espiritual descomunal”

Antanas Mockus, el civilismo  social.  Matemático y filósofo. El libro   recorre su trayectoria, así como  su tesis  del divorcio entre  las tres  categorías de reglas: legales, culturales y morales. Y desde luego, sobresale  por  su defensa de “la vida es  sagrada” lema  que  se inscribe en el cementerio Central, que  concibe como EL  principio fundamental  que se  debería  aplicar, máximo  cuando pretendemos darle lecciones a los demás  países.   
Al profesor Mockus, a  Mauricio García Villegas, a la suscrita y  atantos  otros,  nos interesa  el comportamiento de  seres humanos y sociedades, más allá de los discursos  moralistas o las teorías encajonadoras.


Los  anteriores  ejemplos coinciden  en  que los colombianos escogidos  por  Jorge Giraldo  han sido incomprendidos por sus contemporáneos, en particular  por aquellos  fundamentalistas que, a veces sin ni siquiera proponérselo, propician  la guerra.

Porque lo que Giraldo se propone  con este libro es  recalcar “el pensamiento contra la guerra”. En sentido contrario, un pensamiento de guerra incluye, a mi modo de ver,  la intolerancia con el  otro, los estereotipos, las diarreas mentales , las contradicciones entre el decir y el hacer,  el papel de los medios y de la publicidad que inflan y vitrinean  no solo pensadores  de escasa  contextura  sino también  a claros  propiciadores -  más inconscientes  que  conscientes-  de  actitudes  de violencia verbal[4]. En fin,  los que, de todas las tendencias, hacen referencia constante  a la paz sin  precisarla.

Cada quien puede seguir incluyendo  colombianos que  en vez de la ligereza  habitual,  analizaron los contextos y  las proyecciones. Yo incluiría a Orlando Fals, cuya  posición no se puede  limitar a  un  breve  episodio  en su  largo recorrido vital,  al final de  la  cual  “sentir, pensar, actuar” fue un reconocimiento de los errores del radicalismo  y de la posición frente a la  guerra. También, no  necesariamente académicos, como un  Alberto LLeras, escritor impecable.

En buena hora llega el libro de  Jorge Giraldo, en momentos en que  hay que mirar el futuro desde un presente analítico, de  proyección  y contextos,  sin tanto énfasis  en las ramas,  que no  dejan  ver el bosque.

(Próximo jueves, parte III)  2016: ¿Y ahora qué?











[1] Listas  de  qué regalos comprar,  quienes son los personajes del año , los libros mas vendidos,  etc. etc.
[2] Aunque el término, a mi modo de ver  ya no refleja hoy la realidad  de su contenido. Ejemplo, Petro. 
[3] Todos mencionados en  "Los “ejemplares”, capitulo 3, páginas  173 a 205.
[4] Hay un parecido grande, a mi modo de ver entre  las  exaltaciones  de un  Uribe  Vélez  o de una Paloma Valencia,  de  con  las de  lo botafuegos liberales y conservadores de antaño, que incendiaron al país.

jueves, 3 de diciembre de 2015

DE LOS “INTELECTUALES” Y SUS IDEAS (I)



obra y foto MTH
¿Quienes son “intelectuales”?  El término se ha  vuelto bastante pedante, antipático y excluyente.  Como cuando   llaman o se auto proclaman  algunos periodistas como “investigadores”,  distinguiéndolos de los simple y llanos  reporteros que, en ocasiones, investigan  mejor y saben más de la  realidad que los primeros.

En todo caso,  de elogioso, el término se volvió ambiguo. Como las ambigüedades  de quienes  son proclamados  o se autoproclaman  “intelectuales”  en Colombia. Y  mucho  más en  el  tema de la trajinada  “paz”.

Sea escrito de paso, los  puristas intelectuales  colombianos  casi siempre trataron con menosprecio al periodismo, considerándose una casta  especial. Por fortuna, las cosas  han cambiado, al menos  fuera del país,  y hoy  la premio Nobel de literatura es  periodista,  a mucho honor.

No puede uno creer que, por  ejemplo,  José Obdulio Gaviria, sin duda gran lector,  sea  hoy  un  intelectual, dedicado como está a  lanzar sus  dardos envenenados y light contra la a mi modo de  ver  mal llamada  izquierda, en la que se  encuentran personajes que  corresponden al  mismo  perfil, en  vice conversa.

Precisamente, sobre ese tema, y en mala  hora de ambigüedades,  es el libro  del filósofo  Jorge  Giraldo Ramírez  sobre  los errores de interpretación de algunos intelectuales tanto  sobre el papel del Partido Comunista Colombiano como de las guerrillas.

 Para Giraldo, los  comunistas  criollos no se inmutaron  con los  cambios  en el resto del mundo,  en particular con el llamado “euro comunismo”. Muchos  intelectuales de izquierda, tampoco: se mostraron  demasiado admirativos  de lo que Debray llamó -lo recuerda el autor- la                  “ virginidad teórica del radicalismo latinoamericano”.

En cuanto  a las FARC y el ELN, se aislaron . “ Guerrillas “anestesiadas” de los movimientos rurales, de la propia  constitución del 91 (lo que no pasó, obviamente con el M-19) ,  sus documentos  programáticos  eran estáticos.  

Y también, observa el autor,  con  propuestas  “extrañas”, como las de la FARC al pronunciarse en  favor  de  la elección popular del Procurador o  “delirantes” del  ELN , proponiendo  una democracia popular directa. En resumidas cuentas,  salvo pocas  excepciones,  Giraldo Ramírez considera que  “no hubo critica  de la violencia sino justificación de la guerra”.

Giraldo  demuestra  cómo cierta intelectualidad  se estancó  en su interpretación de los hechos,  utilizando lugares   comunes no ciertos  como que tenemos una y “tradición  de mezcla de política y violencia”,  o que “nada  ha cambiado” en la débil democracia  colombiana.

En  resumidas cuentas, para Giraldo coincidieron  el  comunismo y el  nacionalismo radical  (de origen  católico o étnico)  en una época  variopinta de guerra de guerrillas,  que acertadamente  categoriza en  tres olas.

 Pero el intelectualismo radical  cometió a veces la torpeza (el término es de la suscrita) de no ver  las  ventajas de nuestra democracia y, en cambio, de admirar  demasiado  la lucha armada .

 En cuanto al Frente  Nacional, para el autor,  subestimó el  papel  de  las disidencias de izquierda (¿MRL?) y “la necesidad ciudadana de derechos”  sin tener en cuenta que “la guerra civil  ha sido improductiva  en  Colombia”.

Para  no caer en una crítica destructiva,  o  en el  chismorreo señalador (típico de muchos intelectuales peleadores)  el  filósofo en el buen sentido de la palabra  dedica  un capítulo a  los que  llama  “ejemplares”. Siete cuyos nombres  dejo  en suspenso para el próximo  jueves,  así  como  la percepción –que no comparto-  que tiene Giraldo de Fals Borda. También otros enfoques, como el de los estereotipos,  en los que, sin conocer al autor  antes de la presentación del libro en Fescol,  tenemos  ciertas“ afinidades  electivas”,  como las llamaría Goethe.

Entonces, un libro interesante. Bien puede ser  un punto de partida para detectar muchos baches en el análisis  de aquellas  que  en este blog se han llamado “inteligencias desperdiciadas”;  o con la para  unos “escandalosa” expresión de “diarreas  mentales”. Y, en todo  caso,  para  asumir los retos  de lo que sucederá en el  2016. 
 (Diciembre 11, parte  dos )