jueves, 10 de diciembre de 2015

LOS "INTELECTUALES" Y SUS IDEAS (II)

 
foto MTH

Cuando los  años  terminan  y  el nuevo que llega  trae incertidumbre[1], las listas abundan. Son casi tan  desagradables como  quienes  posan de intelectuales o son escogidos como personajes del año en parte gracias a la publicidad que hacen de sus  actuaciones.


Por fortuna, el libro de  Jorge Giraldo Ramírez  rescata  como “ejemplares”  a filósofos, historiadores y sociólogos.  En  una lista – aclara una y otra vez que no es exhaustiva-  pone  como ejemplo a  estudiosos que superaron los prejuicios de  su ambiente social  y académico. 

Gente que supo “ver” lo que otros no vieron. Se destacaron en un contexto en que en que el pensamiento dominante en la  “izquierda” [2] (es decir, los  que  piensan que es prioritario  el cambio,  radical o no) era por lo menos ambiguo en relación con  la subversión. O, simplemente,  en un  clima  de anomia,  en el  que  sectariamente  se  ignoraron tanto las fallas del comunismo como las carencias del capitalismo, dependiendo del lado en que se encontraban. Veamos
           
“Cayetano Betancur (1910-1982),  el civilismo  conservador”. Filósofo paisa, incomprendido, siempre discreto pero profundo y después olvidado. Algunos  lo catalogarían  como de  “derecha” pero,  como Pepe Mujica, en el lado socialista,  coinciden  en su análisis crudo de la realidad y en expresarse sin tapujos.  Betancur  fue crítico del fundamentalista Laureano Gómez, condenando “las conexiones de las armas con la política, de  sangrienta memoria..” y  consideró que “a la  seriedad del marxismo, el cristianismo solo le oponía  frivolidad”.

“Francisco Mosquera (1941-1994), el civilismo  táctico”.[3] Escritor y líder político, fundador del MOIR, en una actitud  que Gilberto Viera  calificó de “anticomunismo de izquierda”.  Opuesto de frente a la lucha armada, Mosquera alegaba que en la sociedad colombiana  había “una relación de fuerzas  favorable” a los cambios.

“Carlos Jiménez Gómez, el civilismo estatal”  Abogado. ¿Por qué lo escogería, pregunto-  si el imaginario tiene de él  una  percepción más bien negativa por recibir  a Pablo Escobar, viajar a Panamá  para lo que se  vio  como una nefasta negociación?

Obra y Foto MTH
 Responde  Giraldo en  su libro: por “la manera de entender las relaciones entre la moral pública y la privada, política y violencia privada, violencia política y corrupción”… “buscando establecer una política de colaboración destinada a controlar y extirpar el uso comercio de narcóticos”.. pero a la vez  percibió cómo  “existe también  un Leviatán  que despacha  en el monte”.  A mi modo de ver,  el  entonces Procurador, como  algunos más, percibió las consecuencias  la  violencia política que traería  el narcotráfico, y  se sumó desde su  cargo, a las voces  contra la represión del Estatuto de  Seguridad de  Turbay Ayala. En cuanto al Estado le faltó, a mi modo de ver , mano dura y menos complacencia, en todos  los estamentos,  frente a los dineros del  narcotráfico.

“Estanislao Zuleta, el civilismo de izquierda” (1935-1990).   Filósofo y pedagogo,  analista  contrario a la violencia guerrillera:  “su trabajo intelectual puede considerarse como una crítica intima a la izquierda marxista, a la lucha  armada y a su propio periplo político”  escribe el autor . Y exalta  la “ética de la traición” de Zuleta , con la cual  éste quería recalcar  la  capacidad de rebeldía y de reconocimiento de sus propios  errores del pasado. Cita  Giraldo  con precisión a Zuleta  sobre  el “estado de desmoralización generalizada”,  la debilidad del Estado y  cómo  “la tradición de los derechos humanos no corresponde a la tradición de la izquierda” Un hueso duro de tragar, pero que  refleja  una realidad detrás  del  romanticismo de los  sesentas, setentas, ochentas y noventas.

“Jorge Orlando Melo el civilismo democrático”,  Historiador y profesor  universitario, cuya mirada- escribe  Giraldo-  "no gira sobre los presupuesto teóricos e ideológicos como pasa con  Zuleta, sino  de su comportamiento y de su  dinámica en el escenario político.”  Eso lleva a  Melo a  controvertir  esa admiración  no disimulada  hacia los grupos  subversivos y cita  a Melo “ la más grave falla de los intelectuales colombianos es no haber podido mostrar al país… que  en una república, así sea imperfecta, no es posible buscar metas de paz y democracia  usando  una herramienta que es, por definición, contraria a esos objetivos” (a mi modo de ver buena parte del  periodismo ha caído en esa  actitud  reverencial  sobre todo en sus entrevistas con la cúpula  del las FARC, con el Presidente Santos y sus ministros.  Ejemplos:  Entrevista de Antonio Caballero  en  Las Habana a la delegación de las FARC, Francy Sepúlveda y su cubrimiento de Presidencia )

“Francisco  de Roux,  el civilismo católico”  Economista y sacerdote  jesuita. Un ejemplo para todas las vertientes  de la sociedad  colombiana, respetado por todos y cuyos  esporádicos artículos en El Tiempo deberían der coleccionados para aprender  la convivencia.  Como con  los anteriores,  Dr. Giraldo  cita  unas frases que definen su comportamiento ejemplar :  “la guerra de la guerrilla en Colombia es injusta porque los guerrilleros saben que no  es posible conseguir  sus  objetivos por las armas y, sin embargo, se empeñan en ellas… porque la victimización es  insoportablemente escandalosa y prueba de una crisis espiritual descomunal”

Antanas Mockus, el civilismo  social.  Matemático y filósofo. El libro   recorre su trayectoria, así como  su tesis  del divorcio entre  las tres  categorías de reglas: legales, culturales y morales. Y desde luego, sobresale  por  su defensa de “la vida es  sagrada” lema  que  se inscribe en el cementerio Central, que  concibe como EL  principio fundamental  que se  debería  aplicar, máximo  cuando pretendemos darle lecciones a los demás  países.   
Al profesor Mockus, a  Mauricio García Villegas, a la suscrita y  atantos  otros,  nos interesa  el comportamiento de  seres humanos y sociedades, más allá de los discursos  moralistas o las teorías encajonadoras.


Los  anteriores  ejemplos coinciden  en  que los colombianos escogidos  por  Jorge Giraldo  han sido incomprendidos por sus contemporáneos, en particular  por aquellos  fundamentalistas que, a veces sin ni siquiera proponérselo, propician  la guerra.

Porque lo que Giraldo se propone  con este libro es  recalcar “el pensamiento contra la guerra”. En sentido contrario, un pensamiento de guerra incluye, a mi modo de ver,  la intolerancia con el  otro, los estereotipos, las diarreas mentales , las contradicciones entre el decir y el hacer,  el papel de los medios y de la publicidad que inflan y vitrinean  no solo pensadores  de escasa  contextura  sino también  a claros  propiciadores -  más inconscientes  que  conscientes-  de  actitudes  de violencia verbal[4]. En fin,  los que, de todas las tendencias, hacen referencia constante  a la paz sin  precisarla.

Cada quien puede seguir incluyendo  colombianos que  en vez de la ligereza  habitual,  analizaron los contextos y  las proyecciones. Yo incluiría a Orlando Fals, cuya  posición no se puede  limitar a  un  breve  episodio  en su  largo recorrido vital,  al final de  la  cual  “sentir, pensar, actuar” fue un reconocimiento de los errores del radicalismo  y de la posición frente a la  guerra. También, no  necesariamente académicos, como un  Alberto LLeras, escritor impecable.

En buena hora llega el libro de  Jorge Giraldo, en momentos en que  hay que mirar el futuro desde un presente analítico, de  proyección  y contextos,  sin tanto énfasis  en las ramas,  que no  dejan  ver el bosque.

(Próximo jueves, parte III)  2016: ¿Y ahora qué?











[1] Listas  de  qué regalos comprar,  quienes son los personajes del año , los libros mas vendidos,  etc. etc.
[2] Aunque el término, a mi modo de ver  ya no refleja hoy la realidad  de su contenido. Ejemplo, Petro. 
[3] Todos mencionados en  "Los “ejemplares”, capitulo 3, páginas  173 a 205.
[4] Hay un parecido grande, a mi modo de ver entre  las  exaltaciones  de un  Uribe  Vélez  o de una Paloma Valencia,  de  con  las de  lo botafuegos liberales y conservadores de antaño, que incendiaron al país.

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