jueves, 3 de diciembre de 2015

DE LOS “INTELECTUALES” Y SUS IDEAS (I)



obra y foto MTH
¿Quienes son “intelectuales”?  El término se ha  vuelto bastante pedante, antipático y excluyente.  Como cuando   llaman o se auto proclaman  algunos periodistas como “investigadores”,  distinguiéndolos de los simple y llanos  reporteros que, en ocasiones, investigan  mejor y saben más de la  realidad que los primeros.

En todo caso,  de elogioso, el término se volvió ambiguo. Como las ambigüedades  de quienes  son proclamados  o se autoproclaman  “intelectuales”  en Colombia. Y  mucho  más en  el  tema de la trajinada  “paz”.

Sea escrito de paso, los  puristas intelectuales  colombianos  casi siempre trataron con menosprecio al periodismo, considerándose una casta  especial. Por fortuna, las cosas  han cambiado, al menos  fuera del país,  y hoy  la premio Nobel de literatura es  periodista,  a mucho honor.

No puede uno creer que, por  ejemplo,  José Obdulio Gaviria, sin duda gran lector,  sea  hoy  un  intelectual, dedicado como está a  lanzar sus  dardos envenenados y light contra la a mi modo de  ver  mal llamada  izquierda, en la que se  encuentran personajes que  corresponden al  mismo  perfil, en  vice conversa.

Precisamente, sobre ese tema, y en mala  hora de ambigüedades,  es el libro  del filósofo  Jorge  Giraldo Ramírez  sobre  los errores de interpretación de algunos intelectuales tanto  sobre el papel del Partido Comunista Colombiano como de las guerrillas.

 Para Giraldo, los  comunistas  criollos no se inmutaron  con los  cambios  en el resto del mundo,  en particular con el llamado “euro comunismo”. Muchos  intelectuales de izquierda, tampoco: se mostraron  demasiado admirativos  de lo que Debray llamó -lo recuerda el autor- la                  “ virginidad teórica del radicalismo latinoamericano”.

En cuanto  a las FARC y el ELN, se aislaron . “ Guerrillas “anestesiadas” de los movimientos rurales, de la propia  constitución del 91 (lo que no pasó, obviamente con el M-19) ,  sus documentos  programáticos  eran estáticos.  

Y también, observa el autor,  con  propuestas  “extrañas”, como las de la FARC al pronunciarse en  favor  de  la elección popular del Procurador o  “delirantes” del  ELN , proponiendo  una democracia popular directa. En resumidas cuentas,  salvo pocas  excepciones,  Giraldo Ramírez considera que  “no hubo critica  de la violencia sino justificación de la guerra”.

Giraldo  demuestra  cómo cierta intelectualidad  se estancó  en su interpretación de los hechos,  utilizando lugares   comunes no ciertos  como que tenemos una y “tradición  de mezcla de política y violencia”,  o que “nada  ha cambiado” en la débil democracia  colombiana.

En  resumidas cuentas, para Giraldo coincidieron  el  comunismo y el  nacionalismo radical  (de origen  católico o étnico)  en una época  variopinta de guerra de guerrillas,  que acertadamente  categoriza en  tres olas.

 Pero el intelectualismo radical  cometió a veces la torpeza (el término es de la suscrita) de no ver  las  ventajas de nuestra democracia y, en cambio, de admirar  demasiado  la lucha armada .

 En cuanto al Frente  Nacional, para el autor,  subestimó el  papel  de  las disidencias de izquierda (¿MRL?) y “la necesidad ciudadana de derechos”  sin tener en cuenta que “la guerra civil  ha sido improductiva  en  Colombia”.

Para  no caer en una crítica destructiva,  o  en el  chismorreo señalador (típico de muchos intelectuales peleadores)  el  filósofo en el buen sentido de la palabra  dedica  un capítulo a  los que  llama  “ejemplares”. Siete cuyos nombres  dejo  en suspenso para el próximo  jueves,  así  como  la percepción –que no comparto-  que tiene Giraldo de Fals Borda. También otros enfoques, como el de los estereotipos,  en los que, sin conocer al autor  antes de la presentación del libro en Fescol,  tenemos  ciertas“ afinidades  electivas”,  como las llamaría Goethe.

Entonces, un libro interesante. Bien puede ser  un punto de partida para detectar muchos baches en el análisis  de aquellas  que  en este blog se han llamado “inteligencias desperdiciadas”;  o con la para  unos “escandalosa” expresión de “diarreas  mentales”. Y, en todo  caso,  para  asumir los retos  de lo que sucederá en el  2016. 
 (Diciembre 11, parte  dos )





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