viernes, 2 de agosto de 2019

REINTERPRETAR LA HISTORIA




La invención republicana del legado colonial

Ciencia, historia y geografía de la vanguardia política colombiana en el siglo XIX

Lina  del Castillo

Universidad de los Andes- Banco de la República de Colombia


Pocos historiadores colombianos o extranjeros tienen la disciplina de enfocarse con  perspectivas  novedosas y equilibradas para reinterpretar la Historia de nuestro país.  Es el caso de Lina del Castillo, profesora asistente de historia y de estudios latinoamericanos de la Universidad de Texas, master y  doctora de la  universidad de Miami. Su  tesis  doctoral, traducida del Inglés, será presentada el 9 de agosto  a las 5:30  en el  auditorio Miguel Urrutia del  Banco de la República. 

Se trata de un libro  de indispensable lectura y de  agradable y fluido  estilo. Los  soportes y pruebas documentales son rigurosos, pero no para  servir de “cajas de citas” (como sucede mucho en trabajos  de nuestros  académicos), sino para  demostrar irrefutables planteamientos. El eje conductor:  la geografía, los científicos y las variadas y utilitaristas interpretaciones del pasado colonial.

 No pocos  académicos parten, sin beneficio de inventario, de  bases que presuponen  neutras, o documentos  primarios redactados en el hervor  del momento, que  distorsionan la interpretación posterior de temas cruciales.  Por ejemplo, lo que  nos  dejó  la Colonia y  lo  que recogió, descartó, y vigorizó  la élite independentista.

Entre otros muchos aspectos, el libro recalca además  lo necesario  que resulta escudriñar la  manera como en el siglo XIX se describió a  nuestros  héroes.  Francisco José de Caldas bien merecida tiene  hoy nuestra admiración, pero a veces por motivos distorsionados, ya  que  Caldas  nunca dejó  de ser partidario de la monarquía española, lo que hace más  dramático su  sacrificio.

La autora  analiza en detalle esa distorsión histórica: sabio era, pero también monárquico. Eso sí, Francisco  José de Caldas fue  inspirador de una  serie  de jóvenes  profesionales, no  solamente  bogotanos, sino  de provincia. Estos  últimos, curiosamente,  fueron  claves  para elaborar “el plano  topográfico de  Bogotá, y parte de sus alrededores”. Curioso, porque expresaron y plasmaron “la dominancia de  Bogotá”  como  capital de  la Nueva  Granada, sobre otras ciudades que aspiraban a serlo. 

 Del Castillo  analiza la obsesión -a veces comprensible por la  necesidad de darle  contenido a la nueva  República-  que  favoreció, en  la primera mitad del  siglo XIX, la “leyenda negra  de una  monarquía española oscurantista y tiránica”.  Sin duda, se produjo así  un  legado  colonial  reinventado, que – escribe la autora- “sirvió  de apoyo  a la teoría de la modernización”. 

Demuestra  también cómo hubo  consensos  entre liberales y conservadores  sobre la necesidad de la desamortización de bienes de manos muertas, a pesar de sus perspectivas diferentes sobre la religión católica, porque  obedecía  a razones económicas  que las élites compartían. En cambio, las consecuencias del supuestamente democrático sufragio universal  llevaron a  una narrativa  que  terminó  por  sobreponer los derechos de los Estados sobre  los  individuales.

En suma, lo que unificó a las  élites fue  un relato anti colonial, y una búsqueda de modernidad. 

LA CARTOGRAFÍA Y SUS CONTENIDOS

Encontrar el justo equilibrio  en relación  con  las  consecuencias de los hechos o el comportamiento  no siempre consecuente de los líderes y  sus contextos históricos requiere una especial vocación por la búsqueda.  Alejarse de senderos ya recorridos, para utilizar la expresión de Sartre

En un minucioso trabajo de varios  años, Lina del Castillo se ha interesado por la cartografía. Encuentra en los  mapas  una  gran cantidad de  datos,  y  los subyacentes  pensamientos, prejuicios, tendencias, pasiones, distorsiones políticas, universos  creados con la intención, en este caso, de “confeccionar una república” ¿Increíble que un mapa diga  tanto?  Pero  cierto.

Porque  el estudio de los cambios  en la cartografía   al vaivén de la política, en particular en  el periodo de la Gran Colombia, es otro de los aspectos  apasionantes  del libro.

 Al seguir ese  sendero de trazado de los mapas, Lina  Del Castillo  descubre, para los  neófitos (es decir, el 90% de la población colombiana entre la cual me cuento) una  serie de personas anónimas o  desconocidas que fueron minimizadas por  la ya mencionada  en este blog-  obsesión jurídica y política (para no escribir  leguleya y politiquera).

 Por ejemplo: ¿Quienes  fueron  forjadores de  toda una “economía política de la  estandarización y de la circulación” – que  permitiría, no solo  construcción de mercados internos, sino darle  a Bogotá, que  tenía  rivales como  Maracaibo, el estatus de  Capital  de la  Nueva Granada? [1]  ¿Qué era la Comisión  Corográfica  y cómo  influyeron sus recorridos por las regiones  para "mapearlos”?



 Hoy como ayer, la  Colombia real no es la de los políticos ni la de los delincuentes.  Miles de personas  la han construido. El libro de Lina del Castillo  recalca  el  papel de Ingenieros militares, cartógrafos, naturalistas, constructores, mineralogistas, botánicos, emprendedores, educadores.  Y de instituciones  como la  citada Comisión Corográfica, o el Colegio Militar (entre 1847 y 1833), reemplazado luego por el  Colegio Central de Matemáticas.  Por supuesto, el  Instituto  fundado por Caldas, que luego llevaría su nombre por iniciativa  de uno de sus pupilos independentistas, Antonio José  Restrepo. Y las  sociedades  de   artesanos  e institutores.

  Al mismo tiempo, para  delinear La Gran Colombia y  la  Nueva Granada  se contrataron  extranjeros  como el  pintor venezolano Carmelo Fernández que, le dio contexto  de  acuarelas al ambiente y la naturaleza de la infraestructura planeada, el profesor de  Astronomía Aimé y  entre otros, por  supuesto, Agustín Codazzi, de  origen italiano.

 Agustín Codazzi, inspector y director del Colegio  Militar, contratado por el presidente Mosquera, fue otro de los personajes  claves que supo guiar  a  sus  pupilos.  sostuvo ante los oficiales del Gobierno que las medidas de la Tierra eran la primera contribución práctica que podían ofrecer  a la Nueva  Granada  los estudiantes entrenados en el Colegio Militar”. Y más adelante  escribe la autora: “Codazzi  y sus  estudiantes comprendieron que la información cartográfica era creada y recreada por una serie de  de diferentes procesos interpretativos.”   Por cierto, el conocimiento  que tuvo Codazzi del terreno  fue de ayuda  cuando  se trató  de  vencer  el golpe  de  Melo, en  1854, matizado por  la narrativa como  golpe militar y no, como fue, de  claro origen popular.

Lina  Del Castillo  rescata  la importancia  y la creatividad de  personajes como Manuel Ancízar y José María Samper, José Manuel Groot, Tomas Cipriano de Mosquera y  José  Eugenio Díaz. Este último, representativo del  costumbrismo, campesino, autor de “La  Manuela”, que  se opuso a la versión  modernizadora  de  los letrados urbanos y viajados, pero tuvo  influencia  en la opinión conservadora rasa y en el resultado electoral  del  primer  sufragio universal, en 1854.

Como sucede  con otros personajes del siglo  19 y de otros  siglos,  las  posiciones  de estos líderes intelectuales no son estáticas, sino  variables en las circunstancias tormentosas que caracterizaron la independencia de España. 

El análisis detallado de los consensos bipartidistas valida el dicho  popular  según el cual  los liberales se diferencian de los conservadores en que  los unos  van a  misa de ocho y los otros a la de seis.  En todo caso, la autora señala cómo  en los  años  70  del  siglo XIX, Samper y  en general los llamados “Gólgotas”, plantearon   que  la religión católica podía entenderse de una  manera compatible con lo republicano, con una nueva interpretación del  antes  descalificado legado colonial.   “Lo que une o separa a los  pueblos  no es su genealogía, sino su civilización” escribió  José  María Samper, que contribuyó  a enfocar lo republicano  desde  la perspectiva de los consensos, además de  su  aporte al  constitucionalismo. La real politik caracteriza  también  el comportamiento de las élites en el siglo XIX.

Por su  perspectiva  científica, los  Institutos y Colegios  se situaron al principio por  encima de  la estéril  peleadera entre  liberales y conservadores.  Durante una generación por lo menos “el estudio de aprendizaje práctico en vez de la  transmisión  abstracta de  ideas” fue “  uno de los componentes  centrales  de su abordaje  pedagógico” muestra la  autora. Y anota ( “ la  Comisión Corografica  surgíó del consenso  entre  las élites que buscaban la modernidad y  el republicanismo a  través de la ciencia”.

Gracias a la red del Instituto  Caldas,  la Comisión  Corográfica  “generó cientos de reportes  geográficos , junto con  decenas de  mapas… y estudios botánicos de más de 60.000 muestras de  cerca de 8000 especies diferentes. Y  mas de  150 interpretaciones en acuarela” que  sin  duda cohesionaron, más que los discursos, la “Naturaleza `profundamente fragmentada” de la república  naciente.

Por cierto, tanto  la  Peregrinación, de Manuel  Ancízar, como los relatos del coronel Joaquín Acosta  contribuyeron significativamente  a renegar de lo colonial y a rescatar el “antes” indígena y  sobre todo  Chibcha,  de  la  época pre-colonial. Pero en vez de cohesionar, esa faceta  del  “costumbrismo” que la autora llama “etnografía  política de lo cotidiano”, a la que se sumaría  La Manuela  de Eugenio Díaz Castro, sirvió para  estimular  la peleadera entre  liberales y conservadores, con la pimienta de  la religión, y ya sin el espíritu de  consenso que  quedó fracturado.

 Surgieron múltiples  referencias al legado   colonial “negro” con  una narrativa  que  se  imputó a los   conservadores, y  suscitó  debate  entre Mosquera  y Pérez , que la misma geografía o su interpretación enfrentó.    Se le sumaron  la  candela incendiaria de la prensa (como ha sido  reiterativo en nuestra historia) el aumento de  provincias de 24  a 36, la pugna electoral de 1849  por la que  José Hilario López fue elegido  presidente , y las guerras civiles.  EL sufragio universal aprobado  en  1853, de consecuencias  ambiguas, y  la   verdadera guerra civil de 1854, minimizada por las élites como motín militar  o por  la “mentalidad colonial” de los artesanos y no un enfrentamiento de  de clases sociales ,  susictado por la indignación  popular, forman también parte de la necesidad  que  tanto  la autora como  otros  historiadores  buscan reinterpretar. 
 
En ese recorrido por el siglo  XIX, Lina  del Castillo  profundiza sobre “la pérdida de  memoria histórica “, y cómo,  a  pesar de las narrativas guerreristas, las diferencias  entre  élites  liberales y conservadoras  no eran  tan  grandes como se miran por  el número  de muertos.  Esos consensos y esfuerzos supra partidistas  se reflejaron  en aspectos  como la educación, pero luego se fueron  diluyendo por decisiones tan equivocadas  como la  de los liberales   al imponer  como un florero de Llorente  la  necesidad de suplir escasés de docentes  importando maestros  alemanes  y protestantes.

En la Colombia de Hoy, en no pocos  ambientes y  gracias  al desprecio que mantiene  ignorado  el  papel de la historia  en la educación, las nuevas generaciones consideran   que en el  siglo XIX  solo existieron  el florero de Llorente, la Batalla de Boyacá, la guerra de los mil días y la Patria  Boba.  Libros  como este permiten superar los estereotipos  históricos, desaprender los odios,  entender mejor  por qué somos así y contribuir a la enseñanza de la historia, perdida hoy  en los  currículos  de  las  cada  vez más  gaseosas " Ciencias Sociales". En otras palabras, mientras  el hacer impulsa la creatividad, la discursividad  la aplasta.


...Y LA VERSIÓN DE UN  CABALLERO SIN REMEDIO


En la proliferación  de   artículos  sobre los 200 años de la independencia, sobresale, no por  ser "una mirada crítica" como se anuncia en la portada, sino  por light, - le pido  perdón a  sus excelentes  dibujos-.  
Caricaturesca la versión desabusée  del autor  sobre la gesta  y quienes  lucharon por la  separación de España.
(Semana, No.1942, páginas 20 a 23).
No sólo  por los calificativos a  Bolívar         (“respaldados” por una cita de Marx, y qué cita, ¡por favor!, bueno es light pero  no tanto). No sólo por el desprecio hacia “una carta de Jamaica que no tuvo  ningún resultado práctico", sino por ese  desprecio hacia  los patriotas "blancos, pardos federalistas, centralistas, egoístas,  republicanos,  aristócratas, buenos y malos, y toda la caterva de jerarquías en que se subdividen las diferentes partes."[1]



Recomendaciones  al ilustre autor: un paseito a pie por  el páramo de Pisba, a ver si fue tan fácil. Y una lectura  del libro  de Lina Del Castillo.










Otro libro  que me han recomendado y que también me  tomará varias semanas de lectura. Ya les contaré 

   

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[1] El capítulo dos es impecable demostración en ese sentido.  Muestra otra  cara, habitual de Mosquera: “Para Mosquera, era a Caldas  a quien  debía acreditarse como  fundador del conocimiento geográfico sobre  la  Nueva Granada.” Su  crítica – publicada en La Gaceta – suplicaba “al coronel Acosta  que corrigiera (ese error) en su  dedicatoria por ofensivo  a un ilustre compatriota  nuestro, cuyo mérito no  conoce muy bien”.  “Mosquera no permitiría que Acosta considerara un extranjero como Humboldt como padre  fundador de la Geografía en Colombia  .” – comenta  la autora Lina  Del Castillo  (pág. 47)


ANÁLISIS DE LA CARRETA ELECTORAL PARA OCTUBRE (1)


¿Quiere  cambiar  la manera de  entender LO POLITICO?   

 Un  "tip":  Ud. requiere su propio análisis de medios y de  las declaraciones mediáticas de los candidatos.

Es un ejercicio mental saludable.

En este  primer caso: ( El Tiempo, viernes 2 de agosto pág.3.2).
Medio :  1- El resumen sobre la opinión  de los candidatos es demasiado  general 2. " Lo que empezó como un conversatorio se convirtió en el primer debate  y no faltaron las pullas" ¿seguirá en ese tono  de peleadera en  el "debate " mediático ( no sólo   de medios escritos sino, sobre todo,  audiovisuales)?
Candidatos:  sobresale el "yoismo", propiciado por   las lógicas   mediáticas (subrayado en amarillo como ejemplo). Lo que necesita  el país  en cada alcaldía no es tanta   carreta  Yoista sino un equipo  que trabaje y por el cual el candidato  responda. ¿No sería   conveniente que cada  quien  empiece a señalar  quienes integrarán sus equipos y por qué? ¡Contrarresten el caudillismo mediático! Detecten, detecten,  ciudadanos colombianos, y hagan su propio análisis no emocional, sino racional. Contribuirán así a mejorar el clima  en las redes sociales y en el ejercicio del  derecho de doble  vía, a informar y ser informado.

#CarretaElectoral ¿Quiere Ud informarse?