viernes, 7 de diciembre de 2018

¿CÓMO ES EL “SUEÑO AMERICANO” EN DECADENCIA Y QUE ES "BECOMING"?




Que algunos  centroamericanos se hayan creído sin vacilar el cuento de que el sueño americano estaba detrás del muro no solo demuestra  su ingenua insensatez, sino la explosión en pedazos de lo que significó el propio sueño que, al parecer, hoy  solo atrae  a  quienes no tienen  ni idea de lo que quiere decir. 

Un artículo de  Angie  Thomas en el  Time sobre  el  libro de Michelle Obama parece comprobarlo  cuando  concluye su análisis con una frase  elocuente :

Becoming is a balm that  America needs,  from a woman  America does not deserve”. 

Y  esos dos  aspectos  pude comprobarlos,  después de  muchos  años  de no haber  ido a los EEUU. ¿ Cómo? Durante  una estadía relámpago de  diez  días en  Washington   y  Filadelfia y,  a la  vez,  con un excelente contexto: devorándome el libro de Michelle Obama.  Recién  salido del  horno, está en todas  partes,  ha  vendido cerca de  un millón  de ejemplares. y ya se encuentra en  las librerías colombianas. 

En cuanto a lo  primero, me pareció que pocas veces en su  historia  como  ahora Estados  Unidos ha sido  tan poco  inspirador de sueños e ilusiones.  Pero  eso no se lo  debe a Donald Trump. Por el contrario,  con sus desplantes de millonario bobo, con unos  medios,  sobre todo audiovisuales,  que crearon  al monstruo y le hacen  eco al espectáculo  que ahora  promueve, Trump  no es  sino  el  producto de  ese  decadente  USA.  Un país como debió serlo Roma  en sus estertores imperiales,  ya no  inspirador, ya no buscador  de innovaciones,  estancado en  inercias y  ambiciones politiqueras .

Durante esos diez días  encontré,  en sus calles  ciudadanas al menos,  una sociedad fragmentada en la que los seres humanas no se hablan ni se ven, no solo por estar ocupados con sus celulares, sino porque - al menos  eso  vi-  blancos, por un lado,  y negros y latinos por el otro,  están  metidos  en sus respectivos problemas.  Podría pensarse  que existe  una convivencia positiva, puesto que cuando se ven  los unos a los otros  son muy polite y amables.  Pero allí están,  tirados en los andenes,   seres  humanos casi siempre negros.  Allí  son muy escasas las parejas interraciales.  Allí  cada cual  sigue su rutina y su afán:  gentes apresuradas que  compran  sus almuerzos,  escogen  comidas  paquetudas en una  fila de camiones que  les ofrecen una muestra  de las comidas de todos los inmigrantes, y que  se las sirven en unas cajas de icopor  para que se las lleven a los sitios de trabajo. Almuerzos  que  son  un desperdicio de  servilletas,  tenedores, cucharas y  cuchillos de plástico.  Obesos  de todos los pesos  y  colores. Comida chatarra por doquier, lo que me lleva a  Michelle, y a la frase  de marras  que cité en inglés y que  comparto.

Becoming es construirse sin  estancarse (foto MTH, Filadelfia)
Pero no  por  obesa, sino porque ella entendió  las consecuencias para la gente  de un estilo de vida  que  dista  mucho  de  concretar un sueño.


Su personalidad  es,   sin duda,   el reflejo  de lo rescatable, no en el sueño  americano, sino en  su dura realidad. ¿Por qué? Porque partiendo de un entorno y de circunstancias adversas  (negra de clase media baja) sin esperar de brazos cruzados que ese sueño se cumpliera,  logró  entrar por sus propios  medios a  Princeton,  donde el 80% de los estudiantes era blanca, y donde a las mujeres se las recibía con desconfianza  cuando querían estudiar leyes; una Universidad a la que  acceden  más fácilmente  los  ricos latinoamericanos  cuando pagan dinerales para sus PHD.  Pero también, porque Michelle,  por sus propios méritos,  entró a una  prestigiosa  oficina de abogados, en donde  ella fué la que le hizo el "coaching" al  joven Barak y no al revés,  Además, porque  decidió salirse  del bufete  y no practicar el derecho,  sino  dedicarse a ayudar  a comunidades, y en especial  a jóvenes  de  barrios  marginados,  para  que aspiraran a lograr  ese  “Becoming” con el que titula  su libro. Una palabra de difícil  traducción en  su sentido  completo:  volverse alguien, evolucionar, salir del  estado de  aceptación pasiva de un destino inequitativo.  Para  lograrlo,  por  experiencia  propia,  Michelle  cree en  la educación y en la obsesión de  volverse  alguien  distinto de su  punto de partida. Esas  fueron sus  motivaciones  esenciales, mucho antes de ser  Primera Dama. Un  término que no le gusta, pero que  tuvo aceptar porque  creyó en la  impresionante   inteligencia  de Obama y   en su capacidad  para cambiar  a Estados Unidos.

 En Michelle no hay amargura  ni resentimiento por  todos los  odios que despertó  que un negro llegara a la Presidencia,  por todos los obstáculos  que pusieron los republicano para  que fracasara.  Describe lo que pasó como  facts, hechos reales, obstáculos  superables.

Interrogantes sobre  el futuro. foto MTH, Washington
El aporte afroamericano en un  espectacular museo  recién  inaugurado
en  Washington


















Porque  Michelle Obama  sobresale  por escribir como escribe  (sobretodo  cuando no se afana por terminar  el  libro, como se nota en las últimas  páginas).  Sobresale por hacer  un análisis  profundo  mas allá de lo que esperan las revistas de  vanidades. Sobresale por  explicar  cómo logró lo que  logró y cómo otros estadounidenses podrían lograrlo, como lo hicieron en el pasado .


Tardío pero  reconocimiento del inmenso aporte en  arte, deporte, música, identidad ... 

Volviendo  a los logros de  Michelle, no  me refiero a haber logrado  casarse  con Obama,  lo cual  fue  sin duda  un acierto del  amor y del azar,  que unió  a esas dos personalidades distintas  pero vitalmente  afines.  Él, un  tipo chévere, gran lector en un país que poco lee,  sobresaliente  desde  joven.  Ella, una  mujer también  sobresaliente, organizada,  planeadora.  Y un amor amor que ella sabe describir en sus realidades de esposa subvalorada por los desconocidos y malquerientes, de madre pendiente  de sus hijas,  de apoyo inteligente a Obama, a pesar de  lo difícil  que para ella significó aceptar que  él  siguiera  en la política . Ambos reunidos  por la vocación común  – en el sentido de cambiar   el mundo  desde  las propias comunidades, de la gente,  y   de no quedarse  en  los obstáculos.


Michelle Obama, como Primera Dama  decidió renunciar a muchas cosas, pero también a  focalizar su  actividad  en aspectos esenciales,  aunque  poco  mencionados por los políticos, pero que  reflejan  una concepción no caritativa sino  de profundas consecuencias  para  el becomingComo  la obesidad de las  nuevas  generaciones, actuando a través de pactos con las  escuelas pero sobretodo,  tratando de cambiar la mentalidad gastronómica  de  los productores  de  comida  chatarra. 

Michelle  Obama no   duda en  decir que  la pregunta de reporteros que mas la molestaba  por anti etica y por  desconocer lo que   compartían  ella y sus  audiencias, era  que le preguntaran (y supongo  con cierto tonito irónico:  ¿Qué se  siente  al ser una mujer negra educada  en en una universidad de  élite al  hablarle a un  grupo de  personas  esencialmente  blancas? 

Pero tanto ella como Obama  tienen incorporada la capacidad de no  enfadarse. 

               “Parte de nuestro  rol,  como lo comprendimos,  fue ser ejemplares en razón,  compasión y  coherencia”- escribe. 

Por  eso la historia los recordará  con el agradecimiento  que todavía no sabe darles la sociedad norteamericana.  Ella no quiere ser Presidente; pero  como   su  esposo,  tendrá  muchos  otros  escenarios  para  practicar  ese “becoming”, gracias a la  “Audacia de la esperanza"  que  los Obama han vuelto realidad,





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