Los últimos episodios de la vida nacional muestran a todas luces la necesidad de hacer revisiones profundas en nuestra manera de trabajar, más allá de decir que trabajamos, trabajamos y trabajamos. Pero... Veamos :
1- Parlamentarios, concejales y demás miembros de instituciones
representativas de elección
popular, con muy pocas excepciones, consideran
trabajo la discursividad.
Consiste en darle prioridad
a lo verbal, cuestionar, pelear,
controvertir (cuando no pedir puestos), tumbar (en el sentido de presionar
al que está arriba para
que renuncie).
2- En nuestra cultura
política, de manera general y no excepcional (como en el caso de
Mockus), predomina la discursividad. No se valoran
los silencios. Además de no explayarse
en cifras sino en verborrea (porque
las cifras dan pereza), carece de
contextualización. Es decir, no se considera prioritario prever o proyectar
las consecuencias de las propuestas o
decisiones antes de presentarlas o tomarlas.
3-
La desconfianza por lo desconocido lleva a que los
méritos públicos se valoran por las filiaciones
políticas, familiares, de castas o de
clanes en todos los sectores del espectro político. La rosca es una costumbre política que
produce confianza pero garantiza
ineficiencia y desperdicios de inteligencias subutilizadas.
4- En general, las protestas ciudadanas se caracterizan por ser reacciones a posteriori, es decir, cuando ya el daño está hecho; en esperarlo
todo del Estado, pidiendo pero no proponiendo el cómo; en ser una
suma de individualidades más que un propósito colectivo.
5-
No se ha buscado una manera
colectiva eficiente de superar la
etapa primaria de las marchas de
protesta, de incluir el seguimiento de los procesos como una manera sistemática de ejercer los derechos ciudadanos y de garantizar resultados.
6- Como si no nos bastara ser
uno de los mayores productores de leyes,
se ha vuelto normal manosear la Constitución y por supuesto,
proponer como “solución” fundamental, una Asamblea Nacional Constituyente.
¿No es hora de darle un giro a la manera de entender lo político?
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