Aterrizar el periodo de transición si se firma un
acuerdo con las FARC implica, más allá de la discursividad, o de discusiones formales sobre congresitos y leyes, superar
la polarización entre partidarios y enemigos de la
ambigua “paz”.
Una “colada” a la sesión de la Academia de Historia en la que el
presidente Juan Camilo Rodríguez se refirió a las experiencias de la justicia transicional [1]–
aunque no se le llamara así en nuestra
historia-, me permitió sacar conclusiones inesperadas.
De su trabajo, que será publicado en el boletín de
la academia,[2] se deduce
que tanto la realidad como su enfoque histórico han estado más centrados en los
conflictos que en los procesos
transicionales. Hay pocas explicaciones de cómo funcionaron etapas de reajuste despues de la firma de acuerdos, indultos y
amnistías. Por cierto, fueron tan numerosos
como los conflictos, desde la
colonia como en el
siglo XIX, pero merecen muy pocas
líneas.
Algunos episodios,
como en el caso de la rebelión de los Comuneros,
implicaron una “transición” cimentada en
el terror. En todo caso, ponen de presente
hoy que los colombianos no aprendimos
muy bien la lección de lo que hay que hacer después de nuestras reyertas por las cuales murieron muchos
compatriotas (un promedio de
tres ciudadanos por cada
combatiente) .
Para el historiador Juan Camilo González Gómez, la transición y
el enfoque de justicia
se refirieron sobre todo a los jefes, con muy poco seguimiento sobre el resto de la población: “
los relatos se centran más en las
causas y
en los casos individuales y no
sobre lo que pasó después”. El papel
del honor, la heroicidad, el valor, disfrazan – el termino es mío- ausencia en los relatos de multiplicidad de voces, de las relaciones familiares y de amistad entre jefes.
De allí, en parte, la obsesión colombiana por los conflictos. Sin embargo, salvo el caso de la guerra de los mil días, no tuvieron en Colombia la proporción que se observa en otros países y aun continentes como, por ejemplo, el europeo. Fueron “conflicticos” que causaron muchas muertes inútiles.
De allí, en parte, la obsesión colombiana por los conflictos. Sin embargo, salvo el caso de la guerra de los mil días, no tuvieron en Colombia la proporción que se observa en otros países y aun continentes como, por ejemplo, el europeo. Fueron “conflicticos” que causaron muchas muertes inútiles.
Conclusión inesperada: al reflexionar sobre el poco interés prestado a las reconciliaciones después de los conflictos armados, el papel del enfoque centralista y la necesidad de articular lo local, lo nacional y lo global, me surge
una inquietud : ¿ por qué no dejar de
depender de lo que propongan las
FARC y Uribe y ventilar temas nuevos
en una Constituyente que debería centrarse en la
necesidad de "descentralizar para articular", llegando aún a un sistema federal?
Superando el fracaso de la Constitución del 63, y viendo hoy el auge de las nacionalidades, ¿ No deberíamos adaptarnos a las nuevas necesidades de participación
territorial real ? ¿No es hora de dejar la carretuda "participación" que poco significa en política para los
ciudadanos del común, y darle más juego a lo local y lo regional, en vez de pretender hacerlo todo desde Bogotá?.
Y el poder de la palabra…
Otro aporte , en este caso sobre “el poder de la palabra” con el análisis de discurso de Chávez,
Uribe, Santos y las FARC recalca, a mi nodo de ver, la importancia de “no tragar entero”
lo discursivo. De analizar las motivaciones y los discursos “entendidos
como una estrategia de comunicación… en la
que nada se construye al azar”[3].
Sin duda, Maria Fernanda González
Binetti, Phd en ciencia política, aporta un nuevo enfoque del análisis del discurso que, en
muchas facultades de comunicación colombianas, se estancó
al limitarse a medir
palabras, centímetro por centímetro, sin ir mucho mas lejos. Es decir, sin explorar los contextos y las proyecciones.
La autora analiza, por ejemplo, las similitudes entre López Pumarejo y Santos Calderón, ambos de escasa oratoria: el primero, que lideró las negociaciones de paz de la guerra Colombo-Peruana; el segundo, que ha sido consistente en voltear la página de los odios, a diferencia de Uribe, que los estimula. En el caso de Uribe Vélez , movilizador de pasiones, es sintomática una frase citada en el libro , de su secretaria privada “ es un ser humano muy especial , pero es un ser humano, una persona con unas virtudes extremas pero que se equivoca, como todos los seres humanos. Me duele que lo traten como dios, porque no lo es: Dios es Dios y no mas”[4]
Original también y minucioso el análisis que hace González Binetti de la discursividad de las FARC, que “ha escrito alrededor de mil textos sobre el proceso de paz”. Además del obvio vocabulario marxista-leninista y la referencia a Bolívar en el discurso, la autora analiza la utilización constante de la palabra “contra”, "característica del partido comunista francés de los años treinta" y valida la hipótesis de “un discurso camaleónico de la guerrilla”, escogiendo “estratégicamente su discurso frente a los interlocutores” en un escenario “ahora menos dogmático”.
Ante la pobreza
del análisis de los medios audiovisuales
colombianos, vale la pena recomendar la lectura
de todos aquellos que, lejos de los reflectores, aportan
mucha luz a lo que sucede en Colombia y para evitar los
errores del pasado.
Espere el próximo jueves: En vez de la desgastadora carreta uribo-farquiana sobre constituyente ¿ federalismo versus
centralismo?
MAS LIBROS RECOMENDADOS PARA NO PERDER LA MEMORIA COLECTIVA Y QUE SE PRESENTARÁN EN LA FERIA:
LA VIDA POR LA
JUSTICIA: Un libro que
recoge y publica las historias de funcionarios y funcionarias públicas casi
todos ellos del sector de la justicia, quienes sabían que sus vidas, su
integridad, su prestigio o su libertad estaban en juego y aún así actuaron de
acuerdo con sus conciencias. Muchos de ellos fueron asesinados; otros han tenido
que pagar con su tranquilidad física y psicológica su respeto al Estado de
Derecho. Personas que llevaron eN alto la dignidad y el nombre de las
instituciones que representaron. (OXFAM)
VICTIMAS PERO NO
POR SIEMPRE: Este libro
es el resultado de un trabajo periodístico del cual participaron el
equipo de verdad abierta liderado por Marta Ruiz (directora de verdad abierta
), Ander Izaguirre (periodista vasco quien narra la lucha de las madres de
Soacha en la búsqueda de la verdad, justicia y reparación) y Esther
Rebollo (Directora de la Agencia EFE quien aporto para su publicación el
relato de los pequeños cultivadores de coca que buscan un mejor y un distinto
futuro para sus vidas y sus familias, lejos de la violencia y el conflicto).
(OXFAM)
Y a proposito de Martha Ruiz, recomendadísimo su -ese si - reportaje en la Revista Semana sobre el viaje al interior del bloque Jorge Briceño, de las FARC. http://bit.ly/1Sew7V7
[2] Por cierto, lástima
que no se graben estas
disertaciones ni se “suban” a la web , lo que sin duda permitiría un mayor conocimiento de los temas que analiza la
academia, y mejorarían la percepción
ciudadana que se tiene sobre ella.
[3] María
Fernández González Binetti, “El poder de
la palabra” , Semana libro
2016 , que incluye capítulos
publicados previamente en francés y traducidos por el Instituto Caro y
Cuervo
[4] Cita tomada
Paola Holguín y Carolina Escamilla , Uribe de Carne y
Hueso, Bogotá Norma 2009, pág 60
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