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Cuando seguí, durante largas horas, la transmisión, por el canal
público, de la moción de censura al Ministro de Hacienda, no pude menos
que recordar el pequeño libro del sociólogo francés, ya fallecido,
Pierre Bourdieu.
“Sobre la televisión” no
se refiere solamente al papel de
los intelectuales., ni a la televisión como espectáculo sensacionalista (que inspiró a no pocos autores, entre los cuales Vargas Llosa). Profundiza también en esa manera que tiene la televisión de “esconder
al mostrar”, de establecer una complicidad tácita en mecanismos de selección y construcción. Esa
transmisión es “sutil”, para utilizar la expresión de Bourdieu, aunque no sé
si “peligrosa”, como también la describe. En todo caso, contribuye a desvalorizar instituciones básicas de la democracia como el Congreso (no me refiero a la pérdida de credibilidad de los parlamentarios y partidos)
Pongo la transmisión como ejemplo porque es importante, en el análisis de la
televisión, concentrarse en lo que se
oculta al mostrar. Y, en este caso, la
complicidad tácita la creaban las
cámaras, o mejor dicho los camarógrafos, pero éstos
últimos obedeciendo a una directiva de los responsables de la transmisión que es lo que casi siempre sucede[1].
Ni una sola toma abierta, que mostrara el semicírculo
cada vez más vacío, ni a los parlamentarios que le “cumplían” al Ministro (¿ por
mermelada , es decir cupos indicativos
con prioridades fijadas por ellos).
Simplemente, cámara fija en
los citantes, los intervinientes y, por supuesto, el citado.
El análisis de medios, tan importante en la era de la información, no se puede limitar a los contenidos sino,
también, debe abarcar la forma como
se muestran los contenidos. En este caso, se supone que la
televisión pública cumple su “deber”
de informar a los ciudadanos sobre, nada
menos que un debate sobre moción de censura. ¿ Es ello ciento?
Cual es el
efecto de lo que recibe el televidente?
Antes, la transmisión de las sesiones del Congreso permitían
ver una más concreta realidad: los que bostezaban, los que se metían los
dedos en la nariz, los que
parecían ausentes, los que recordaban
por su elocuencia y capacidad los
grandes oradores del la historia del parlamento colombiano, los que
hacían intervenciones con derecho
a réplica para contraargumentar, los que se limitaban a pasar agachados sin
descuidar sus intereses
particulares o la presión gremial. En ese sentido, la imagen es de una veracidad implacable.
Desde luego, no faltó la aclaración
del Presidente del Congreso, Luis
Fernando Velasco. A cada comportamiento se le puede
encontrar una ley que lo justifique,
como es el caso de la reglamentación de las mociones de censura.¿Es
eso suficiente o falta el análisis ético?
Con razón
también se ha dicho que la moción de
censura no cabe en nuestro régimen presidencialista y que eso
vicia de base cualquier intento de
llevarla a cabo. Pero la interpretación literal
- tradúzcase santanderista- lleva a una melancólica
parodia de lo que se pretende:
un contacto más directo con los ciudadanos.
Por la manera como se desarrolló
la sesión, mal se puede decir que
hubo un debate democrático. Desfilaron una
serie de soliloquios, algunos impecables
como el del Senador Robledo. Otros, hay que reconocerlo, con conocimiento del tema, como
el Senador Uribe
y el Senador Duque.
En relación
con estos dos últimos, la
salida apresurada del ministro
para evitar responder fue además
descortesía. Había dicho
varias veces, en tono
grandilocuente, que él si “daba
la cara”. Eso sí, no atendió olímpicamente las numerosas rectificaciones que se hicieron al “ilusionista” , como lo calificaron algunos.
El Senador Uribe , por ejemplo, rectificó que en
su mandato “No se vendía Isagen sino
capitalizarla” . “ Es una comparación
que engaña al país, pues se trató
de una capitalización estatal”-dijo
y agregó: “Da lastima que
no se pueda deliberar”. “Quisiera poderlo rectificar en su presencia
"- comentó con una peculiar
tranquilidad. Eso, por
supuesto no lo libra de
comportamientos similares de su
administración frente al Congreso cuando
era Presidente.
Pero el Ministro tampoco atendió las rectificaciones relacionadas con pronunciamientos del Consejo
de Estado, por cierto alegremente manipulados
según la conveniencia de cada cual, para desconcierto de la ciudadanía. Ni le importó
que le cuestionaran la comparación
cuando igualó las
minorías de Ecopetrol (más de
400.000 ciudadanos) con la
de Isagen (EPM)
¿Se puede llamar debate
lo que sucede en el Congreso?
En términos generales,
los debates en el Congreso no se
compaginan con el impacto que puede tener la televisión en la construcción
de ciudadanía, de la cual está cada vez más ausente el poder legislativo. Su manera de entender lo televisivo es lograr que
a las bancadas o a los citados les toque el reality de la franja
AAA, (en este caso, como suele suceder, le tocó al Ministro).
Lo que
se pretende, una transmisión “democrática” y pluralista
no existe. Debatir se está
limitando a medir el tiempo, darle a cada quien sus
minutos en una forma dudosamente
equitativa y apagar groseramente el
micrófono cuando el parlamentario, en
una proporción inversa a su
profundidad se explaya como el decimonónico Enríquez Maya…
Consecuencias del “oportunismo”
Se le devolvió con este debate –
como lo demostró el Senador Robledo la
“argumentación “ al Ministro en
el tema de la citación (venta de
Isagen). También, su tesis del defendiendo
que la venta se dio bajo el
principio según el cual " actuar oportunamente es
la madre de la confianza" y que hubo " no sólo razones fundamentales , sino
oportunidad". En este caso , hubo,
sin duda oportunismo de muchos y del citado.
Por las rendijas de
las constancias y en los últimos
minutos, la transmisión por televisión dejó ver
la magnitud de los errores- voluntarios
o involuntarios- que se cometieron sin remedio en el caso de Isagen. Pero lo que es más
grave, no se le dio a los ciudadanos una percepción adecuada
del Congreso como institución.
Cuando de democracia o de bancadas se habla, añora uno aquellos yeayyea
yeahhhh con los que las bancadas,
en Wesminster, la cuna
del respeto parlamentario y según
el caso, aprueban o desaprueban.Y más cuando se sabe el resultado antes del debate. Por eso que por lo menos la transmisión tenga alguna calidad formal siquiera de "pan y circo".
Es inadmisible que la transmisión
no mostrara quien se quedó hasta el final. Solo un breve enfoque
al Congresista Alexander López, quien nos describió verbalmente la escena: “Este recinto queda prácticamente solo”.
Una
manera inadmisible “esconder al
mostrar”, de confundir lo público con
lo gubernamental, lo individual con
lo colectivo, las instituciones con
quienes manipulan la comunicación.
[1] “Sur la television". Recomiendo el documento visual Pierre Bourdieu, en you tube del Colegio de
Francia (College de France) y la introducción sobresociólogo https://youtu.be/qgkLuEESV2g
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