Pablo, el Patrón del mal, focalizó el mal
en un “héroe”, utilizando estereotipos de la historia sabida del capo Escobar. La serie
Los tres caínes la supera de
lejos al centrar los conflictos sicológicos no sólo en las madres sino en tres hermanos, retomando el mito
de Caín y Abel, trascendiendo lo
melodramático para llegar a lo trágico, y mostrando aspectos desconocidos de las
entrañas del paramilitarismo.
La
cadena RCN tiene el mérito de haber
aceptado que se abordara el tema del paramilitarismo en el contexto actual de otra
polarización ( “pro” y “anti” proceso de paz) y
en momentos en que se está diluyendo la importancia que tuvieron las AUC en la violencia
colombiana, como reacción a la guerrilla.
En vez de focalizar la serie en El
malo y en las buenas víctimas, se centra
en las consecuencias de criterios
equivocados sobre la solución de conflictos, como el que tenía Carlos Castaño, y desmenuza
las diferencias internas que suscitó el tema del narcotráfico en las AUC.
Estas diferencias son sintomáticas
de lo que, de una manera u otra, permeó la sociedad
colombiana en las últimas décadas.
Y seguramente tendrán incidencia en el
porvenir de las FARC, entre los que seguirán
partidarios del narcotráfico y los que no.
Episodios como las masacres, sin
“porno-violencia”, o el caso del
Alcalde de El Roble y el gobernador
Arana recordaron a las víctimas
en sus contextos. Demostraron que no eran válidos los temores
- por cierto bastante primarios-
que expresaron algunos sobre la manera como estaban “ausentes” esas víctimas y los mensajes que dejaría la serie.
Porque
una dramatización compleja no se
puede limitar a hacer llorar
a los familiares de las víctimas ( en un país en donde demasiados colombianos son insensibles, no
quieren ver lo que le pasa a sus compatriotas ni deducir sus consecuencias,
como si nada hubiera sucedido).
En un caso como en el otro, en Escobar, el Patrón el Mal como en Los Tres Caines, se mezclaron equívocamente nombres reales
y ficticios, por el temor a demandas de los involucrados. Pero a diferencia del Patrón del mal sin, en este caso, la motivación de hacer quedar bien a los familiares de Galán y
Don Guillermo Cano, olvidando
personas tan importantes como José Salgar, para el Espectador y Enrique Parejo
para el nuevo Liberalismo, como lo mencionamos
en una entrada anterior.
Hubo, sin duda, algunas fallas, como el fugaz “noviazgo”
melcochudo de la madre de los Castaño,
o la caracterización demasiado
“silenciosa” de Alfonso Cano, y Reyes.
Pero quedan compensadas,
en su conjunto, por la intensidad
dramática de escenas como el suicidio de
la hermana, o la propia muerte de los
hermanos, en las que el morbo de mostrar no es el elemento principal de la escenificación de
la violencia, sino que EL MAL encierra su propia destrucción.
Frente al esquema simplista de melodrama utilizado
en El
patrón ( el bueno, el malo, el tonto y la víctima) Los tres Caines se adentró en el sentido trágico
de la historia de los tres
hermanos para encontrar allí el castigo, en la almendra del mal, cuando el odio se vuelve
circular y , como el alacrán, se
devuelve contra los protagonistas, víctimas
macabras de su propio invento.
La impecable
actuación de los tres Caines, Julián Román,
Elkin Díaz y Gregorio Pernía y la excelente dirección contribuyeron sin duda a darle mucha fuerza al excelente guión de Gustavo Bolívar y su equipo (los periodistas Alfredo Serrano y Weimer Uribe). Demuestra Bolívar ser el mejor en este campo, a pesar de las resistencias celosas de colegas, despreciativos de su manera de narrar.
Además,
los personajes secundarios , en particular la madre Luz
Estela Lenguas y Luciano, “sombra “ de Carlos Castaño, o Eilen Moreno en el papel de Romualda, y
prácticamente todo el equipo no crearon
el habitual desbalance ( debido principalmente a que
por lo general, las cadenas se han acostumbrado a no contratar actores profesionales, a los que se les paga mucho menos que a los protagonistas principales).
Se anuncia
con bombos y platillos por RCN “La
prepago” que , a juzgar por los clips de
propaganda,
tiene el contenido de sexo que subirá el rating mediante un
formato que idiotiza a los
televidentes.
Ojalá
entonces que después de Los
tres caínes sigan otros intentos
de explicar, a través de un medio tan influyente en los imaginarios colectivos como el
televisivo; que se reviva nuestra historia; y que se plasme en una catarsis lo que nos ha
sucedido como país, más allá de construcciones académicas ficticias o análisis simplones de nuestra identidad .
Recomendado: releer “Mi confesión, Carlos Castaño revela sus secretos” de Mauricio Aranguren, Editorial Oveja Negra (2001),
en donde además encontré el retrato de Fidel Castaño
por Oswaldo Guayasamin ( ver más arriba)
Bueno, realmente como tu dices ed una opinion.....xq parece q no la hayas vivido.....en cuestion de novela si ed mejor...pero en cuestion de vida real..sin duda alguna...pablo escobar marco mas la vida de los colombianos. Que un conflicro interno y pleitos fe faldas dw una familia que se creian el putas o intocables.....
ResponderEliminarPero para matwrcen entre ellos.si es q estan muertos......es q les faltan muchas tuercas en la cabeza.....x sierto.....ver la historia en novela es una cosa....vivirla literalmente es otra.....
A veces se aprende mas en silencio y observando....de lejitos....sin mererce en el conflicto....pero todo es muy diferente a como se cuenta......
Carlos castano gil...nunca fue arrestado.....como saben q. Ese es el cuerpo de el.,....no el de uno de sus tred hermanos