jueves, 6 de junio de 2013

DEGRADANTE LENTITUD, TRATAMIENTO INHUMANO DEL “OTRO”, INMEDIATEZ DE MALA FE: ¿IMPLACABLE DEMOSTRACIÓN DE LO COTIDIANO EN COLOMBIA?

Por más esfuerzos que  se hagan para mejorar  la imagen  según la  cual  somos los  mejores del  mundo, la  realidad  colombiana  es más  ancha y ajena.

 Muchos  aspectos  concretos demuestran  que  la democracia  criolla  se alimenta de un  montón de  fantasías discursivas  y  de perversas distorsiones  que  refuerzan  la inercia ciudadana  y la capacidad operativa de reaccionar frente a la injusticia y la indignidad.

No  se trata del tema, hasta cierto punto light, de  los  viajes de la  Presidenta de la Corte  Suprema o de la  Corte misma, enfrascada en  una descomunal peleadera por ambiciones de poder,  que  le hacen perder dignidad. 
  
Actitudes y desidias son mucho más trascendentales; no las remedia  esa imagen equivocada y  falsa  que  vamos construyendo  como país.  Algunos  ejemplos:

 la  primera vergüenza ciudadana : el hacinamiento  en las cárceles que, por fortuna,  ha sido  tratado  y denunciado por varios medios de comunicación, entre otros,  El Tiempo de  hoy  jueves. ¿Cómo  es posible  que el Ministerio de Justicia, enfrascado en la discursividad leguleya  y en la presentación de proyectos de ley, no haya resuelto  con mayor rapidez un problema de espacio  físico que se traduce  en violación de los más elementales derechos  del ser humano? 

 



¿ Por qué,  al anuncio  de  resucitar las colonias penales que serán  construidas en dos o tres  años  o de  proyectos de ley que  buscan  descarcelizar ( todas estas, “soluciones” propias de la lentitud jurídica)  no  se le  suman  medidas  provisionales pero inmediatas?  ¿No es acaso  aberrante esa situación,  y  no tiene  todos los visos de un crimen de lesa humanidad?





La  segunda  vergüenza  ciudadana:  Con  las debidas  excepciones  constructivas  que, por cierto,  deberían destacar  más los medios,  la lentitud  es  un obstáculo  que impide el ejercicio  de otro derecho  fundamental del ser humano, la  salud.

 Todos los días,  el periodismo muestra, o describe con dantescos pero efímeros  videos  de corredores de hospitales  (cuando el secretario de salud  y el Defensor del Pueblo se asoman por ahí) la “crisis”  (ver  concepto en  Diarreas mentales).

  Más  allá del fatalismo, queda demostrado  que la salud  tiene  problemas de comportamiento  que  también van más allá de la “solución”  mediante  reformas institucionales. La medicina por  pedazos  corporales  ha diluido  la importancia del médico  general. El necesario  cambio del sistema por uno que no priorice el negocio, se  va diluyendo en  diarreas  verbales por improvisación.  Pero  lo que es más grave :  en el imaginario colectivo  prospera  la idea  según la cual la  aprobación y ejecución  de  esta reforma  será inmediata, cuando es evidente  que tomará  varios años. Sin embargo,  acapara la atención mediática  y,  paradójicamente, desestimula la  atención humanitaria por el enfoque en lo jurídico.

 Sin duda, la ley estatutaria es un  comienzo, aunque nadie  sabe para qué sirve,  y se da como un hecho cuando  le falta aprobación por  las   plenarias.  Se votó  con rapidez, pues solo  tiene, como cualquier ley marco,  unos principios generales. Pero  poco  se hace caso  a  indignidades  de la atención en salud  que podría  mejorarse  con medidas  operativas  y prácticas. 

La tercera vergüenza  en el análisis  político del proceso de negociación  con la FARC: Escuché por  boca de  una  sintomática representante del uribismo y  pre candidata, Martha Lucía  Ramírez,  una perversa distorsión,  que amenaza  convertirse  por cierto en  retahíla y  que se está  instalando  en otros muchos  sectores del escenario político.

 Está  prosperando la idea  equivocada, recogida por los medios, y que hace las delicias de la oposición, según la cual  no había política  agraria  antes del primer  punto  de la Habana. 

La perversidad  de este  análisis radica  en  la descalificación de toda la política de desarrollo rural que  fue precisamente la que permitió evacuar  el primer punto. Obviamente en este aspecto,  soy parte interesada[1] y  dejo ahí. No sin antes recalcar que  esta sintomática  mala  fe  hace depender discursiva y sustancialmente el porvenir  de lo rural de lo que pase o no pase en la Habana, lo que es una evidente  falacia y  distorsión de la realidad.  

Los ejemplos cunden  de esa  mala fe  política, que  augura  una  campaña  electoral mediocre y mezquina y de confrontaciones estériles. 

¿Qué consecuencias tienen  enfoques  que  implican desencuentros y destiempos, para  utilizar la acertada  expresión de una académica? Al focalizar  el futuro  sobre  lo que sucede en lo inmediato  o  al diluir  lo inmediato  en las propuestas de futura concreción,  se está desfigurando  el presente  o  minimizando los esfuerzos  públicos y privados que  tiendan a  mejorar  la  vida colectiva en el aquí y el ahora.

 Cuando la discursividad  verbal  gana terreno, los procesos ( es decir, el "cómo")  para llegar a las metas  se estancan….








[1] Por  ser conyugue  del anterior  Ministro de  Agricultura y Desarrollo Rural. Sin embargo,  puedo   ejercer  ahora , con los necesarios  controles  de mi propia  ética,  mi  libertad  de expresión  sobre  estos temas.

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