Liderazgos colectivos (obra y foto MTH) |
Cada quien puede sacar sus conclusiones inesperadas en las que se mezclan lo bueno, lo malo y lo feo de unas elecciones presidenciales que han removido bastante el piso político. Van algunas:
Se restableció el equilibrio entre gobierno y oposición. Gracias a que el director del
Partido Liberal , ex presidente
Gaviria, mostró el cobre entregando vergonzosamente su partido sin
condición alguna al Centro
Democrático, se sabe a ciencia
cierta quien es quien. Lo mismo
puede decirse, por supuesto, del Presidente
Pastrana del Partido Conservador, con la diferencia que al menos ese partido cuenta con una vice presidenta de la República
conservadora.
Se
le dio un duro golpe al caudillismo tradicional :
Si bien es posible
que el Senador Uribe ejerza un
poder desde el Congreso de la
República como líder de la bancada del Centro
Democrático, su poder caudillista se ha mermado, por dos razones. La primera, porque hay que reconocer que en
su discurso luego del
resultado electoral, el Presidente
electo solo le dedicó un par de líneas,
lo cual es consecuente con lo que
ha dicho de un
cambio generacional. Lo segundo, porque
el propio Senador Uribe ya
ha hablado de su vejez , lo cual indica que acepta subliminalmente el calificativo de “buey
cansado “que mencionaba el Dr. Carlos Lleras en alguno de sus editoriales de Nueva Frontera. Duque ha
sido claro en advertir que no descarta
que Uribe sea Presidente del Congreso,
pero tampoco descarta que no lo sea.
Se
castigó la deslealtad politiquera . A propósito del
Doctor Lleras, su nieto Germán Vargas Lleras perdió la
oportunidad de ejercer el delfinazgo, lo cual indica que ya ser
hijo o nieto de un ex presidente
no es una garantía de que le
sirvan en bandeja de plata la
presidencia, como por cierto le
sucedió al Dr. Pastrana que queda ahora en una categoría similar a la del ex
presidente Gaviria.
Pero lo mas importante, en el caso del German Vargas Lleras, es que
el país no acepta la
deslealtad como estrategia política.
Es decir, en este caso, pasar agachado frente
al proceso de paz con las FARC y
luego atizar a los contradictores del mismo. Sin mencionar, desde luego, la manera
como se apropió las 4G, pero se hizo el
“yo no fui” cuando se caían puentes .
Se consolidó
una oposición multifacética, que no le pertenece a Petro. Aunque él lo mencionó en su discurso de aceptación del resultado,
tiene una responsabilidad
pero no LA responsabilidad de ejercer y liderar oposición. Lo que demostró la segunda vuelta -y que es
quizás el desenlace más significativo
de todo el desarrollo de las elecciones presidenciales-, es el carácter multifacético de la oposición. A diferencia de la montonera que se coaligó
con Duque -que también es multifacética pero de la vieja guardia-, la de la oposición tiene
toda la gama de los colores con los
que se identificaban los partidos.
Hay gente que hace duelo porque
se acabaron los partidos, A mí, en cambio, me parece positivo y consecuente con
la era digital, o la sociedad líquida como diría
Bauman (q.e.p.d): que la política no se ejerza con jerarquías
verticales y todopoderosas, las cuales terminaron
aliándose con la corrupción.
Se consolidaron liderazgos regionales y multipartidistas. El esquema piramidal caudillista
se ha ido diluyendo por
varias razones , además del ya mencionado caudillismo tradicional. Tan importante como Petro resultó Ángela María Robledo, del partido Verde que, como Petro en el Congreso, tendrá una
figuración importante en la
Cámara de Representantes, en la que le corresponde una curul, lo que es positivo de la reforma
política . Ella deberá fijar los
linderos: que quede claro que una cosa
es una coalición y otra cosa un liderazgo vertical de Petro. Y en el nivel territorial, donde será crucial
esa nueva manera de ejercer la política, le corresponde a los sectores de avanzada
como magisterio, pequeños y medianos empresario,
sindicatos, ONG, recoger los frutos de esa primera innovación y multiplicarlos desde la ciudadanía , antes mal llamada “sociedad civil”.
Liderazgos
coletivos y sin “egos alborotados”: esos nuevos liderazgos deberán
acoplarse a los nuevos esquemas
y olvidar, por ejemplo, el YO que tanto terminó perjudicando a
Sergio Fajardo como a Humberto
De La Calle.
A mi modo de ver, perdieron su oportunidad.
El #yo
soy Fajardo que me entusiasmó proclamar, no implicaba
caudillismo, sino por el contrario,
identificación con causas colectivas
o más elevadas que las personales. Lástima. Pero,
en todo caso, ni el uno ni el otro merecen insultos sino
reconocimiento por sus cualidades.
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