jueves, 5 de septiembre de 2019

¿QUÉ PASA CON LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN COLOMBIANOS? (1)



Opiniones desde distintas percepciones 
Centenares  de Periodistas despedidos en El Tiempo y  la revista Semana; el atropello de accionistas mayoritarios a Noticias Uno; 
El Espectador con cada vez  menos  investigación y  cada vez más páginas de  publicidad  (propia del Grupo o  ajena). Redes sociales  en las que  abundan estériles lamentos o acusaciones mutuas entre egos de periodistas, pero  que, también,  destapan lo que no sale en la información  sobre medios: esa es la parte oscura de la tan elogiada “libertad de prensa”. 
Agréguele la consabida actitud  de hagámole pasito gubernamental, que viene de tiempo atrás, de la Super Intendencia de Industria y Comercio  frente a  posiciones dominantes de  las empresas concentradoras de medios. Y soterrados acuerdos  ilegales  entre medios y  anunciantes…

Pero, sobre todo, una  creciente fragilidad del periodismo  independiente. Asociaciones de periodistas que mencionan el tema laboral con timidez, como la FLIP o a  veces  renacen con  comunicados contudentes  como  el CPB. Cohortes  de egresados de  facultades de comunicación social que miran  con pesadumbre un  futuro incierto…

En la que empieza a llamarse “crisis” del periodismo  colombiano, hay  alarma pero también miedo a detectar realidades que, al parecer,  se vuelven “innombrables”. Por ejemplo, extraño que una académica   como Sandra  Borda, entusiasmada por el  poder mediático,  no las mencione en su diagnóstico. Comprensible  que  Periodistas   como Yolanda Ruiz , Juan Roberto Vargas, o  Maria Elvira Samper traten de  luchar  desde adentro para  que se respete al periodismo.  Oportunas referencias  de  Vladdo  o  Carlos  del Castillo.  Pero  el alboroto de los despidos  se desvanece. ¿Sucederá  lo  mismo  con el  atropello a  Noticias Uno?

Cuando uno está  afuera y es  abuela  cibernauta,  se permite hacer  algunas preguntas  cuyas respuestas  subrayan  causas no mencionadas.  Por ejemplo :

¿Qué pasó cuando los  los grupos  económicos  se  dieron  cuenta de que habían invertido donde no tocaba?

Un pasado  “glorioso”  en  que los medios de comunicación  eran un Cuarto Poder,  (aunque, a decir verdad, más bien el trampolín para la Presidencia de la  República o para promover políticamente  hazañas  económicas) los llevó a invertir  en lo que ahora descubren  es un pésimo negocio.

 Eso de  comprar  medios para que fueran apéndices de sus  voracidades no resultó  tan  productivo como  creían ( porque  de lo contrario, no habrían gastado  el dinero en eso).   El negocio es cada vez   más malo  y  el “producto” del periodismo- cada vez menos útil.

 A Sarmiento  Angulo no le  sirvió El Tiempo para tapar  lo de Corficolombiana ni siquiera con  una referencia escuálida  a  su éxito en la  Bolsa de Nueva York, o las obras de  caridad de la nuera en las  páginas sociales. Eso, en términos de rentabilidad, es demasiado poca cosa. ¡Pobrecito!

En otros casos,  como  el de las gaseosas,  a Ardila  Lulle  terminó fastidiándolo  tener  que lidiar  con   la sico-rigidez   Uribe-afectiva de   Claudia Gurisati.   Además, le  ha ido pésimo con el canal, y ni siquiera  pudo defender a sus gaseosas de las injustas  acusaciones de Redpapaz, porque  créanme,  lo que engorda a los niños es la falta de ejercicio. Caracol se defiende  mejor con sus  series y  su apoyo al  buen cine, pero, a decir verdad, también le  importa poco el periodismo. Eso sí, mientras  no  se pisen callos. Por eso hay tantos videos  suministrados por la policía sobre hurto y tan pocas sobre corrupción; por  eso las secciones económicas tienen  que ser insípidas,  tanto en radio como en TV, y  por eso  solo se admiten  unas notas de Mauricio  Gómez, pero de vez en cuando.

Ni  siquiera la ilusión pasajera de independencia de los primeros dueños de Noticias Uno pudo sobreponerse a la mala inversión, al intentar imitar a los cacaos.   Peor negocio  resultó haber acudido a capitales buitre, como los de  Hemisphere,  que solo buscan PROFIT o conexiones  y a los que les importa  un higo lo que es el periodismo.  Mucho mejor  ese basurero de pasiones  y perversiones de latinos  que  es Caso Cerrado, o  los costosos Guerreros que inventan competencias.

 Otros apostadores, como  Don Yamid, creyeron que  firmar contratos con  el Ministerio de Agricultura  de Irragorri, ( ver https://elexpediente.co/yamid-amat-el-preferido-de-santos-15-mil-millones-en-mermelada-facil-de-min-agricultura/ ) o  tener de aliado  económico  al Fedegan de Lafaurie sería rentable.  Ni hablar del  discreto socio, el ex presidente Gaviria, que ni siquiera  ha podido meter un  publirreportaje.

En  cuanto al Espectador de Santodomingo y  Córdoba, también  debe  estar hasta la  coronilla con  ese pésimo negocio.    Pensarán, con razón, que tienen las manos atadas  porque   el nombre de los  Cano y  los sufrimientos de El Espectador  son demasiado sagrados  en  Colombia   como para intentar siquiera un cierre soterrado. Más vale pasar agachaditos  en  la mediocridad,  tapada por buenos columnistas.

¿Qué pasó  cuando los   inversionistas  concentradores se dieron cuenta de que  su negocio era pésimo? 

El periodismo hace lo que puede en un eco-ambiente tóxico
Pues decidieron lo que  cualquier  empresario  razonable: recortar  gastos.   En cualquier   negocio  y de  eso  saben mucho los grupos económicos, además  de mantener buenas relaciones con el poder de turno sin pisarle los callos,  lo mejor en Colombia  es romper el hilo por lo más delgado.  Y lo más  delgado, por supuesto, es despedir a los  periodistas de trayectoria,  reemplazándolos por primíparos. 

Otro remedio: acabar   en lo posible con unidades investigativas,  y cuando aparece un   inversionista como Gilinski, hacer como  Semana:  después de  despedir a los periodistas más experimentados y reemplazarlos por  primíparos de bajos sueldos,   llenar la revista de bocadillos  sobre  temas  internacionales intrascendentes. O rellenar secciones  como Vida Moderna,  hacer  foros que suplan la investigación, y llamar “información comercial”  a los publirreportajes.

¿Qué pasará cuando , como sucede  con tantas crisis,  ésta  se  diluya  en otras crisis? 

Las nuevas  opciones   pueden ser más constructivas  o más  destructivas para el periodismo. ¿De qué depende? Dejo el suspenso  para la parte II , el próximo jueves.








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