domingo, 7 de marzo de 2021

LA EDUCACIÓN EN COLOMBIA ANALIZADA POR MOISÉS WASSERMAN

 

Foto y obra MTH

Pocos académicos tienen la capacidad de explicar lo  esencial de manera  sencilla, es decir,  desde los contextos – no solo  nacionales y provincianos sino globales  históricos y humanos-. 

Pocos académicos se sitúan  desde   el realismo y el pragmatismo, más  allá de lo que  suelo llamar  “las inteligencias desperdiciadas” en Colombia.

Moisés  Wasserman, químico de la Universidad   Nacional (luego fue su rector), PHD de la  Universidad de  Jerusalén y Pos doctor de la Universidad de Nueva   York,  es  uno de ellos.  Pero además,  en un  país de caudillitos -el calificativo es mío-,  el autor advierte que prefiere  hechos  y procesos a  actores y protagonistas. Por eso hay que  leerlo como se deben leer ciertos  libros,  con ganas de aprender, y no para refrendar los propios conocimientos, o untarnos de  estadísticas que poco dicen si no son  explicadas  en su verdadera  dimensión. 

Por ejemplo, ¿Qué  consecuencias tiene que la   educación rural vaya a la zaga – lo que todos  sabemos- de la urbana,  y que haya  una  grave desigualdad en la calidad de la educación  que  incide  directamente  en   nuestra  inequitativa sociedad?  ¿Cuales pueden ser las soluciones?   En cuanto a lo  rural,  una es continuar por las sendas de no pocos  proyectos que ya existen como, por ejemplo, La  Escuela Nueva,  la Utopía de la Universidad de La Salle,  el  PEAMA de la Universidad Nacional, que   buscan ofrecer  oportunidades a estudiantes de  zonas apartadas, pero  con la garantía de que  no serán esfuerzos  aplicados  luego  en otros sitios,  sino avances  creativos para esas regiones de origen. 

¿Cuantos  colombianos pontifican  sobre la  educación pero no  saben   qué contienen  los  planes   decenales de educación?  La sorpresa  puede ser descubrir que hay  cierta consistencia  en todos  ellos, y que  el  problema  radica  más  bien en   “aquello que se debe  hacer”.

 ¿Sabemos por ejemplo, que el  sistema de Educación Superior colombiano es “sui generis en América Latina y el Caribe… porque cada uno de los dos sectores, oficial y privado,  atienden aproximadamente a la mitad de la población estudiantil”? (Pág. 120?) ¿No es simplista  -la  pregunta es mía-  que  programas   electoreros presentes o  futuros  pregonen  educación gratuita para todos  sin propuestas concretas para esta circunstancia  peculiar de Colombia?

Una primera  conclusión del  autor que va en contravía de los estereotipos:  la educación sí ha   sido ”permanente preocupación”  de los gobiernos  y  no está  tan mal como se cree. Por  eso, “ una gota  de optimismo  no sobra” – comenta.  Eso es bueno,  dada  nuestra tendencia mediática  a no buscar  lo rescatable   en  el maremagnun de “errores”. 

El  53%  de los egresados de   secundaria logra  entrar a la universidad y   hay   mayoría de mujeres.  Se  ha avanzado  mucho en investigación  en el nivel  Superior, pero la pregunta  es si esa investigación  es la que necesita el  país.

 Respecto de  la que  Moisés  Wasserman recalca como “edad crucial” para la   educación ( de cero a  cinco años),  se  ha avanzado  en gratuidad  y nutrición, pero  muy  distinto es cuidar que  educar.   

Observa  que   la creencia, en  buena parte del público general,  según la cual los objetivos de nuestra educación se enfocan más en lo memorístico no  es cierta, al menos  en los planes nacionales de educación.

Otra  conclusión: pese a que la cobertura  ha aumentado,  la  calidad es  el mayor  cuello de  botella para la tan cacareada  -el termino es  mío, no del  doctor  Wasserman-  palabra de moda “innovación”.  Profundizar en ese aspecto implica tomar una serie de medidas  prácticas,  como revisar  ciertos posgrados;  o diferenciar  entre entrenamiento  y educación   en tecnologías ,  lo que  no hacen   muchos empresarios  cuando  piden más  tecnólogos. 

 Y su análisis  sobre los  maestros revela  facetas  que  la pasión  sindical o política ocultan.

PISA ES CLAVE

  Los resultados de las pruebas PISA   muestran la  parte del  vaso  medio vacío.  No nos               hagamos ilusiones con el ingreso  a la OCDE  si no  somos  capaces de alcanzar  lo que ello significa. 

 La prueba  PISA  es definitiva porque mide las competencias  para plantear  problemas  de la  vida real en términos matemáticos,  para hacer análisis de texto, y entender  fenómenos físicos  con base en conceptos científicos actuales.

Pues bien:  No hay mejora en Colombia  del  2006  al 2018. “nuestra calificación está entre  75 y 90 puntos por debajo del promedio  de la OCDE”.   Ni hablar de Singapur.   Es decir  que “ nuestros jóvenes de  15 años deberían   estudiar  cuatro años más  para alcanzar un nivel equivalente a los de  Singapur” (Pág.96)

Con la  manera   sencilla de los   verdaderos  sabios, el doctor  Wasserman  concluye que “ hay que ajustar rápidamente los  sistemas educativos para enfrentar  los cambios en la realidad  ( Pág, 218).

 Me permito  agregar que  esa urgencia  también  se aplica a  los contenidos mediáticos y a sus  usuarios. A mi modo de ver, la alabanza o la  crítica  en favor o  en contra de  los programas  electorales y, en especial,  la polarización ,  han  obnubilado  la capacidad de análisis.  Y no  solo   en el análisis  de lo  que necesita la educación  colombiana.  De pronto, si se  siguen descuidando,  mejor ni  se presenten  siquiera  a las  PISA...


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