domingo, 22 de octubre de 2023

GALANES, LARA, ZULETA, CHAR ... ET AL

LOS DELFINAZGOS  Y SU PAPEL  EN LA POLÍTICA  COLOMBIANA.

foto MTH


Uno de los fenómenos más curiosos  en la política colombiana  es la proliferación  de  delfinazgos, que se observa   con cada vez más  intrepidez -para  calificar el  fenómeno de alguna manera-  en las próximas  elecciones  regionales del  29 de octubre. 

No me referiré aquí a las  monarquías económicas,  que no es el tema , aunque sí lo sea, por los laditos,  en el  caso de los Char,  por  ejemplo.

Sigamos. En @NoticiasUno se mostró  el domingo  el caso grotesco,  sin mayor  vergüenza,  de la hija de PonchoZuleta,  y  del entorno del condenado Araujo Molina.  Un delfinazgo  sin mayores  ni comprobadas  capacidades,  específicamente admirado por  el ex Presidente Uribe.






https://www.noticiasuno.com/politica/uribe-entrevistador-inventa-programa-para-hablar-con-sus-candidatos-hija-de-poncho-una-de-ellos/

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En  términos  generales, hay ejemplos en los  que  se instaura poco a poco  una especie  de “monarquía en  democracia”   (obviamente  después de los López, los LLeras – Vargas Lleras- , los Santos, los Turbay, ) que,  como todas las monarquías  del  siglo XXI,  se van poco a poco  volatilizando en  su propia decadencia.

Me refiero a algo más triste. Porque también se ha  vuelto “normal” que los hijos de nuestros   sacrificados piensen  que tienen   una especie de misión que los lleva a presentarse como candidatos, o también porque, sin malas intenciones pero si como realidad del caudillismo,    se les facilita  el  camino de la política, como   ha sido  el caso  de  Miguel Uribe Turbay, entre muchos. y de la nueva cosecha, como Petro Nicolás.  Desde luego,  lo mismo sucede, ya no con los  sacrificados  sino, por  ejemplo, con  los Pastrana  padre e hijo que heredaron ese derecho "natural" a ser sucesores políticos,  para citar un ejemplo entre muchos. 

Esa  “normalidad”  que  aparece con más presencia en las próximas  elecciones,  tiene  varios aspectos, a  mi  modo de ver  mas  negativos  que positivos.  Notarán  que no uso el término   “bueno" o “malo” que me   parece  incide  en no pocos analistas colombianos de  esa  realidad:  buenoes    quien es  como uno;  “malo·” es quien no es como  uno. 

Los aspectos  positivos   de la   “normalidad” del  delfinazgo político son en general del ámbito    privado de las respectivas familias, y en todo caso, emocionales, sentimentales, afectivos ( creyendo que  los herederos  de los    héroes  o  famosos heredan sus  capacidades y genialidades). 

Los aspectos   negativos  son , en todo caso,  un reforzamiento de las puertas de acceso  a quienes,   sin tener mas que su valor  propio, sus propios méritos,  su propia  trayectoria, se encuentran   con la barrera  de los supuestos  herederos de  la  valentía,  la sabiduría,   el don de mando  y la   capacidad de  ser  hombres de Estado.  ( Utilizo   el  masculino pues  no se habla  - todavía- de mujeres de Estado  que tengan ese poder de perpetuación.

Todo lo anterior explica   por qué  no votaré por  candidatos delfines o parientes de políticos. Concretamente, no votaré   por    Galán  o   Lara  et al , sino que aspiro a que, para bien del país, se le dé la oportunidad a Colombia de una renovación de las  capacidades de dirigir nuestros  destinos políticos colombianos.

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Una manera de  honrar la memoria  de los sacrificados  es  hablar  de lo  que hicieron    y  aún de lo  que hacen, cuando sobreviven. Por ejemplo, el Nuevo Liberalismo no habría persistido de no ser por personas  como  Enrique Parejo Gonzalez, de   93  años,  que lleva,  con sus descendientes,  con gran  discreción  y  modestia   su trayectoria  ejemplarizante.

https://es.wikipedia.org/wiki/Enrique_Parejo_Gonz%C3%A1lez

    Carlos Andrés Parejo, nieto del doctor Enrique Parejo González,  escribió  un  excelente libro reportaje que pronto se consigue en Amazon.  A  mi modo  de ver,  representa  una manera  de honrar  la memoria   de uno de los mas  representativos  héroes de   épocas  aciagas,  pero también un homenaje  discreto que merecen  quienes  son calificados como  número 2,  nunca suficientemente  reconocidos en nuestra Colombia  caudillista. Este es  el  prólogo  que  con gusto escribí : 




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