lunes, 1 de octubre de 2012

Diarreas mentales


¿DISCURSIVIDAD,  LEGULEYADAS, INTERNET Y PRAGMATISMO COMERCIAL? (1)

  En la formación de  nuestra idiosincrasia, todavía detectable a pesar de la  globalización,  es muy  clara la herencia española  de  verbalidad y del  apego a la norma.  Según un viejo chiste  europeo, el inglés  descubre la  verdad, el  alemán la explica, el  francés la complica,  el italiano la  adorna y el  español la defiende. 

Las  manifestaciones  positivas de esa característica  son el histrionismo y  la seguridad jurídica, tanto  como  lo  son  el desarrollo  del  sentido del oído  en las  montañas andinas  y, además,  en  las regiones de influencia   africana, del  tacto sensual  por medio de la piel.

 ¿Tenemos incrustado  todavía tan profundamente  el síndrome de la Malinche[i],  madre  violada,  tan distinta de las deidades africanas, griegas ?  Me resisto a creerlo, pero    conservamos  muchas  características del laberinto  que  señaló  con profunda emocionalidad el genial poeta  Octavio Paz cuando se propuso sacudir a los mexicanos  del complejo de  inferioridad ante los conquistadores pasados y actuales.  En Colombia, ese  complejo llevó  en la conquista y la colonia a que las  que llama inteligencias  fueran  descritas  así , con evidente  sico-rigidez,  por  Don Miguel Triana:

  Esas dos inteligencias enfrentadas  no se entienden: el indio piensa  que se le engaña y se anticipa  a  engañar. A todo responde con embolismática o  dubitativamente, con una astucia y con una  fingida simplicidad que  asombra. Cuando  el interés  le hace hablar en intimidad, se muestra zalamero, sugerente y graciosamente embustero y deja ver a las claras que busca, en su interlocutor, por medio de la  seducción halagüeña un instrumento de sus pasiones  o un cómplice de sus picardías “[ii]

 No sé  ni quiero saber  qué porcentaje de la una y de la  otra hay en el colombiano de hoy, pero  sí que pueden  conjugarse  en  diarreas mentales  y apego a la grandilocuencia ,  ineficiencia de los procesos y demora en los resultados; fatalismo , imaginarios distorsionados,  y en  el sentimiento colectivo  de que  se valora  más el decir que el hacer.

 En Colombia lo discursivo, es decir,  el exceso verbal  y  lo  leguleyo entendido como  el apego a la maraña de normas incumplidas, convierten en negativa  nuestra habilidad  comunicacional, al utilizarla colectivamente -  sucede con frecuencia-, como el camino más fácil y cómodo para  “solucionar” (entre comillas por supuesto) los problemas sociales.

 En la era  digital, esas  raíces  culturales  que  formaron  nuestra colombianidad  se  suelen diluir, aunque  mantienen curiosas  manifestaciones  como  el insulto soez  en los comentarios a los columnistas de la prensa escrita, en vez de la calmada argumentación . En la realidad real , el histrionismo sigue siendo  más  valorado  que sus  contenidos  y que  el hacer,  no  solo en la arena política, sino también en los liderazgos  sociales, incluido el que se ejerce a través de lo mediático

 En lo mediático, y  salvo casos que se cuentan en una mano, la investigación  periodística queda relegada  al último lugar y se  privilegia la entrevista  sobre cualquier otro género. En el periodismo radial programas  de “opinión”  se caracterizan  más por  el intercambio de  espadas  verbales  que por la profundidad del razonamiento y el conocimiento detallado del tema.  

 El formato de los  noticieros radiales  es todavía el de  los “caciques”   del periodismo como lo  fueron Juan Gossaín  ( maestro también de la  forma escrita)  y   Francisco Santos y lo siguen siendo  Darío Arismendi y  Julio  Sánchez, o  Néstor  Morales . 

 No se trata de demeritar sus  capacidades oratorias o descriptivas, por cierto tan diversas como lo es  su respectivo bagaje  cultural,  sino de  recalcar que  la capacidad investigativa  es mucho menos  cotizada que  la  forma en que se presentan los hechos y lo testimonial.
  
La similitud de contenidos y  el formato de los noticieros televisivos,  que obedece  a  la estructura oligopólica de los  medios, no es pura casualidad. También  trasluce esa mayor valoración de la  forma  que de los  contenidos. Solo hay  unas  cuantas excepciones  a la  regla general, notorias por lo escasas, como lo  han sido  las notas televisivas  de  Mauricio Gómez, que analizan sistemáticamente temas  como la minería  en el municipio  concreto de Segovia, o la utilización  de las  regalías  en el Meta,  o los problemas  específicos del río Bogotá en  todas las fases de  su recorrido, o el estado real de los puertos .

 Tanto en periodismo como  en política y como por desgracia se empieza a presentar  en lo  judicial, la discursividad es el criterio  predominante  en la  construcción  de la opinión de los públicos[iii].  A mayor  discursividad,  menor capacidad  de razonamiento,  y  mayor uso del  formalismo  histriónico. Acudo  a  Diarreas  verbales  para  describir la  valoración  de  la fogosidad que luego se diluye,  y  la manera  como se  aplauden las lógicas de confrontación[iv].

 Es decir,  el predominio de lo formal sobre lo  argumental; del efecto inmediato sobre las  consecuencias a mediano y largo plazo.

(Del libro en preparación “Colombia y sus inteligencias  inútiles, desperdicios de  pasión y de procesos”. No  citar  la fuente lo demerita a Ud.,  no a mí)

(Continuará) 



[i]  Octavio paz,  El laberinto de la Soledad, posdata  , vuelta al laberinto de- la soledad”, Fondo de Cultura Económica, México, tercera  edición pág. 237 ,    Gente de las afueras, moradores de los  suburbios  de la historia, los latinoamericanos somos los comensales no invitados que se han colado por la puerta trasera de Occidente, los intrusos que han llegado a la función de la modernidad  cuando las luces están a punto de apagarse -llegamos tarde a todas  partes, nacimos cuando  ya era  tarde en la  historia,  tampoco tenemos un pasado o, si lo tenemos hemos escupido sobre  sus resto, nuestros  pueblos se echaron a dormir  durante un siglo y  mientras  dormían se los robaron, no  lo gramos  conservar siquiera lo que los españoles  nos dejaron al  irnos, nos hemos apuñalado entre nosotros…
[ii]  Percepción de  Don Miguel Triana, citado por  Diego Montaña Cuéllar,  en Colombia País Formal y país Real, Editorial Platina , Buenos Aires, y  Ediciones Suramérica Bogotá,  1963, Buenos  Aires, pág 47
[iii]Yo soy bastante  radical, como siempre, en el sentido de que te decía que, para mí, la opinión pública no existe, utilizando la frase de Bourdieu. En todo caso, es una ficción, o es ambigua.  Primero, se habla de la opinión pública como si fuera una sola opinión, un consenso generalizado sobre algún tema. Segundo, porque el concepto mismo de opinión pública ya no obedece a las realidades históricas,  como  sí sucedió en su momento. Opinión pública, como voluntad general, se consolida  en épocas de la Revolución Francesa. Antes, en el  siglo  XVII,  en  la Inglaterra de Locke  es un control social positivo. Obedece a unas circunstancias históricas muy particulares: el nacimiento de lo que podríamos llamar las democracias liberales,  muy centradas  en el individualismo. Así se va desarrollando el término de opinión general, que tiene la intención de proteger al individuo  de los excesos del gobernante. El concepto de opinión pública ha sufrido una serie de modificaciones históricas de acuerdo con los contextos históricos. Hoy  me sugiere varias  inquietudes.  Por ejemplo: ¿Qué sentido tiene la opinión pública frente a temas que  me parecen prioritarios como inclusión y exclusión,  términos  que a la vez  cuestionan otro:  la  “masa” , propio  de la hoy superada  ficción de la “ sociedad de masas”.  Masa  era la opinión pública, o al revés y viceversa, porque en el fondo,  la opinión pública es una masa. En el siglo XX, la masa todavía opina de tal o cual manera,  en todo caso  como pretexto y manipulación. Hoy en día,  la interactividad, inclusión o exclusión de las  redes hacen que  un término como opinión pública sea impreciso para describir lo que sucede.  Me parece también, además de   permitir manipulaciones,  puede llamar a reflexionar sobre otras palabras como “pueblo”, que nada le dicen a las nuevas generaciones y que todavía utilizan los políticos.  ¿Qué es el pueblo?  ¿Es válido  hoy en día  ese concepto cuando términos como nación están siendo revaluados en favor de identidades nacionales,  que son mucho más concretas y cuando  predomina el “yoismo” (yo digo, yo opino, yo creo)?  Opinión pública es un término , a mi modo de ver completamente inadecuado y objeto de enormes manipulaciones, entre otras por las  encuestas  que pretenden  concretarla estadísticamente  y recortan la capacidad de debate“  MTH  en “ conversaciones de sobremesa” , Javier Darío  Restrepo, María Teresa Herrán,  inédito2010-
[iv] Mediante las cuales  la discrepancia  o pelea verbal y gestual alimentan el rating, del cual depende la venta de publicidad.


1 comentario:

  1. Estimada María Teresa

    Aporto al debate los siguientes argumentos.
    1- La construcción de lo público es tardía en América Latina si se compara lo sucedido en USA y Europa.
    2- Una causa ya estudiada de dicha construcción posterior estriba en la función de la estructura política y de la industria mercantil. Hace cinco años, en voz de Carlos Monsiváis se lamentaba de la extinción de los llamados intelectuales públicos. Habría que empezar anotarlo como tercera razón de la construcción moderna de lo público.
    3- La razón de ser expresada de manera simple, efectivamente desde los contenidos mediáticos, se lee así: el lenguaje de la lógica razonal giró hacia la lógica emotiva manifestada en el imperio de la imagen audiovisual.
    4- Luego de la alerta de Francois Lyotard sobre la caída de los grandes relatos, lo público, la política, se interna en la industria del espectáculo mundial (veamos otra vez las imágenes de CNN desde las convenciones de los burros y elefantes norteamericanos) y cómo las bombas con las girnaldas, las flautas con los pitos, se han incorporado a lo colombiano en los salones de hoteles para el cierra de campañas locales politiqueras.
    5- Sobre la Espiral del silencio de los mass media, la sociedad y todo cuanto hay en ella existe, adquiere sentido, si y solo si hay información publicitada.
    6- Los políticos y por extensión los Estados se han acomodado y fascinado con la política espectáculo, y ya conocemos al respecto de la TV como cool mass media por estudios del gran Mashall McLuhan, que narcotiza.
    7- Lo que otrora teníamos como Grandes Relatos y que nos permitieron asegurar los vínculos sociales de la Nacionalidad, ahora llamada identidad nacional, como en efecto lo menciona Javier Dario Restrepo (mi saludo y abrazo cordial), se ha pasado a los no-lugares donde la inmediatez y la economía del lenguaje son la necesidad discontinua de la gente.
    8- Finalmente, como punto y aparte, hay que recodar el pensamiento de Noam Chomsky en cuanto a su idea de sociedad mediada por ser "rebaño desconcertado": la gente es demasiado estúpida para comprender cosas y por ende requiere del arte de la democracia: la fabricación del consenso a través de los medios de comunicación, igualmente apartados de las escuelas y la cultura popular.

    Recomiendo leer o releer -si lo hacían- en las academias de Comunicación Social. Chomsky y el control de los medios de comunicación y de Daniela Vicherat "La construcción de lo público en los medios de comunicación".

    Abrazos!

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