jueves, 12 de diciembre de 2013

¿HAY UNA ÉTICA DE LO PRIVADO?

Ilustración de Alfredo Garzón
Tanto en   el caso  Nule  como  el caso Petro    que tienen en común  Bogotá  y    ser de interés público – la reflexión  debería  versar   sobre la ética de   la responsabilidad  social , más  allá de  los líos judiciales o de la publicidad  “moralina” ( todos  nos amamos,  todos somos paz, todos  amor, todos santidad etc.),  que  abundan   por  esta época  navideña.

La corrupción  y la sinvergüencería  no pueden  plantearse  solamente   desde el punto de vista delictivo, sino  de lo que la  moral social colectiva considera   aceptable.  La ética  de los Jaramillo de Interbolsa, por ejemplo,  no solo los lleva a invitar a Superintendentes, sino a chantajear  luego  con   fotos tomadas en una finca, una vez “pillados”. La pregunta – ¿Por qué aceptan  la invitación?-, tiene que ver más con aquello de “los mismos   con las mismas” (el jet   set y  Cia.)  que con indelicadezas éticas.

 Como se ha insistido  en este  blog,  existe  una tradición de  “torcerle el pescuezo a la ley”, y de  pasar agachado, o no hacerse preguntas,  mientras “no lo pillen a uno”.

La preeminencia de la  peleadera  pública  sobre lo jurídico  (o mejor lo  leguleyo)   más prioritaria que lo ético explica  muchas de las  fallas de cohesión social y la  costumbre de interpretar la ley de acuerdo con las conveniencias  de cada  cual.

Porque, a pesar de que  Oscar Iván  Zuluaga dijera  en alguna oportunidad   [1]  “mi ética es la ley”,  una sociedad no  funciona bien  cuando el punto de referencia es la ley más que la  ética.
Pero los daños  son de  doble vía: también se le ha  torcido el pescuezo a la ética,  con justificaciones “jurídicas” que  se improvisan en la medida de los intereses  y de la discursividad.
 
 El Procurador, por ejemplo,  argumenta su decisión  “Jurídica” de acuerdo con lo que  él considera “bueno” o “malo”  y  con la manera como interpreta  su fe católica, por cierto  muy distinta de la de   su jefe espiritual, el Papa  Francisco.

 Para el Procurador, ser homosexual  o ser  “comunista” es “malo”.  Sus creencias férreas (en las que no incluye la  tolerancia)  definen su  postura,  no solo política, sino jurídica.

El mismo  radicalismo de  los absolutos éticos   se observa   en lo político con el voto en blanco, para el cual TODO lo que huele a política es malo, como un absoluto.  El resultado ético es claro: se anestesia la capacidad de  debatir que es ético y que no lo es.

 ¿Y en el caso de Petro?  Las mismas confusiones.  La negligencia o la prepotencia no pueden  considerarse como fallas  éticas.  Robar o pedir  comisiones como Samuel Moreno, sí. Del mismo modo, convertir la protesta en un activismo político como lo hace  Petro  minimiza la importancia  de la reflexión ética.  La  indignación  por  la injusticia  de un fallo  se deja manosear  por  el  activismo y nuevamente, elude  la reflexión colectiva no caudillista.

Hacernos los locos  mediante la polarización  entre  malos y buenos  con  lo que va sucediendo  impide  fortalecer valores   sociales que tanto se predican. Y hacerse preguntas sobre la moralidad de nuestra empresa privada, más allá del escándalo... o dela indignación
En buena hora    El Espectador  publicó  la  entrevista  a Emilio  Tapias : muestra como  la podredumbre  y la mala  leche   también abundan en  el caso de la empresa privada. Aun si no se demuestra el delito, aun si  Petro no hizo lo  que  debería hacer,  la reflexión ética debe ocuparse cobijar  el comportamiento de las empresas  recolectoras, o  de todas las empresas que contratan con el Estado.  Y  no salir  del asunto, como por  cierto lo hacen los concejales  de Bogotá con “se le dijo, se le advirtió"

Por esta época ,  que significa tanto para  la cristiandad,  el sentido de  una ética  católica  basada  más que  todo en el pecado y la culpa  ( más  que en la compasión o la solidaridad) pierde fuerza para  contrarrestar   la  avidez de la sociedad de consumo . Lo anterior es una  frase de cajón, pero  es también la punta de un iceberg. Explica por qué los Nule    pueden ir a misa,  pero no les importa corromper,  y que   Samuel Moreno y Cía., ídem. Pero también – y no nos digamos mentiras- los Jaramillo  de Interbolsa.
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Recomendados: La  Ética protestante  y el “espíritu” del capitalismo  de Max Weber, en particular el dinero como deber y que permite  comparar  las raíces de sociedades protestantes con las católicas, hoy similares en cuanto a lo económico  desligado de lo religioso. La sátira “Fauna Social Colombiana”, Antonio Montaña,  Ediciones gamma  1987  (al menos la vieja edición  que tengo yo) .En particular, los guaches (según los estereotipos, de los que se burla el autor,   Jaramillo no lo sería, porque  tiene los ojos azules).  ¿Cómo somos los colombianos? Reflexiones sobre nuestra idiosincrasia y cultura, German Puyana  García, Quebecor World, Bogotá, 2002; y de  la suscrita, La sociedad de la mentira, de los años de Upa (1986), pero que  sigue siendo  válida y que  autorizo a fotocopiar o trepar al ciberespacio.



[1] Cuando respondía a una citación del Congreso sobre los  negocios de los  hijos de Uribe

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