“Jefazo “ es la palabra que
más caracteriza la personalidad de Evo
Morales, en el sentido que usted solo entenderá al final de este texto.
Como todo caudillo, Evo Morales,
de 57 años, cayó en la tentación de perpetuarse y, por
eso quería modificar la
Constitución para re-re-elegirse .
Perdió por estrecho margen
(51,30% vs 48.70% ), lo que indica que
el país sigue polarizado y que uno de
sus mayores retos será combatir
la intolerancia.
Evo se queda hasta el 2019 y
mucho puede suceder de aquí a allá. En todo caso, se irá con la
frente en alto porque su hazaña se basa
en una voluntad de hierro para
cambiar el destino de su identidad.
No han faltado –sobretodo en esta etapa- las acusaciones de corrupción. No sobre él, cuya reputación no ha sido alterada,
sino sobre algunos de
sus allegados y sobre el manejo
del Fondo de Desarrollo Indígena, entre
otros. Como sucede mucho en América Latina, donde la
corrupción es una plaga peor que el narcotráfico. No salir salpicado será otro
reto.
El liderazgo especial de Evo lo distingue de los demás caudillos. Por eso, sería un error creer que se
le puede poner en el mismo costal que
Chávez, Maduro, el propio Castro, o
en Colombia, de Uribe y Santos.
Curiosamente, en Colombia, por lo general, solo se tiene de Evo la percepción de su figura
en las reuniones internacionales, trátese de sus innumerables viajes-
ahora un poco mermados-, de las reuniones de la OPEP o de sus
giras por Europa. Pero esa especial personalidad no solo
lo ha convertido en un líder de
talla internacional , sino que ha dejado
una huella imborrable como recuperador
de la dignidad Boliviana.
Una dignidad históricamente apaleada
en muchos aspectos, internos y externos:
por la pérdida de territorio frente
a Perú, Brasil y Chile. Por el sometimiento de la población indígena del altiplano al yugo blanco.
Por la sustracción insaciable como lo
analizó Eduardo Galeano, simbolizada en
la mina de Potosí, saqueada (ver fotos) durante la colonia para
financiar las guerras en Europa, yen
el siglo 20 por el estaño del que
se apropió Patiño.
Evo ha tenido una manera
particular de lograr lo que no
puede calificarse de socialismo.
La nacionalización del gas y la manera de
explotar el Litio en el
salar de Uyuni muestran hoy toda la
diferencia, y que valió la pena el alto costo de hacerlo sin compañías extranjeras.
Porque la economía boliviana ha
superado el complejo del subdesarrollo – gracias también a la
provincia de Santacruz. Olvidan a veces
los economistas colombianos de ego patriótico-alborotado que Bolivia es el país más solido
económicamente, que ha controlado su inflación y puede mostrar en Latinoamérica un crecimiento sostenido del 5.4 -6 %,
declarado libre de analfabetismo
y con una deserción escolar de solo 2.5%
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Un pastorcito de llamas como este (Foto MTH) |
Como Presidente, Evo ha sabido rodearse un
académico blanco
de la línea dura , su vicepresidente García Lineros que, al menos en el 2008, “formaliza o traduce “ las ideas del
Presidente, “crea un discurso y le da un
sentido”. La dupleta se complementó para realizar en la práctica un cambio de modelo, en el que supo aprovechar sin radicalismos la bonanza minera.
El “retrato íntimo” que de
él hace el periodista argentino Martín
Sivak es una excelente y peculiar
biografía[1]
de su carrera política. Como lo
comenta en la carátula Tomas Eloy Martínez, Sivak ha
logrado “ una crónica, una biografía, un ensayo (todo eso) de muy alta calidad, con la fuerza narrativa de una
novela y la seriedad del mejor periodismo”.
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El Cerro de Potosí, símbolo del despojo (FotoMTH) |
A esa sensibilidad
mediática, su alta y parca figura
que parece tallada en piedra y
que domina cualquier
reunión, se le suma la
capacidad de organizar gente:
“
Llegó el presidente cocalero. Él planta
coca como nosotros . El es nuestro
hermano” dijeron los sindicatos cocaleros
de Cochabamba.
Obviamente no se trata
de la coca del narcotráfico, como en Colombia, sino de la de los campesinos. Por eso forman
un bloque que lo apoya en todas las circunstancias, porque la coca es la raíz
misma de su identidad como pueblo.
“
que los gringos erradiquen sus raíces” fue una de
sus frases simples de indudable impacto.
“Bolivia será digna cuando
el poncho y la corbata gobiernen Juntos” fue otra
frase, no suya, sino la de un presidente del siglo 19, que
incluyó en su primer discurso de posesión. Y no extraña simbólicamente que esta vez, en el 2016, Evo haya salido de camisa blanca a votar, abandonando su tradicional
vestimenta, usada ahora más que
todo
en los viajes internacionales. Pero no ha ha superado
el extraño racismo
que en Santacruz incluye a etnias
no Aymaras.
En el 2006, Evo fue reelegido con el 44% de los votos, y luego, en el
2009 , con el 64%. Hoy , el NO a
la reforma de la Constitución refleja el
miedo al dictador. Además de la innegable polarización entre el
altiplano y Santacruz de la
Sierra, centro de una oposición unida tan solo por su resentimiento contra el caudillo,
y ahora por la
necesidad de una autonomía poco
concretada.
Desconfiado, de furias “fuente de pánico” en el palacio, Evo - que los colombianos vociferantes llamarían “comunista”, se alejó de la izquierda tradicional,
gracias a su entorno indígena,
a su constante comunicación con las
organizaciones sociales y a un excelente
equipo de comunicadores ( a diferencia
de nuestros palaciegos). A juzgar por
sus reacciones al resultado, ¿radicalizará su discurso? ¿Se irá por lo
cauces “normales” de la política?
Un párrafo
de Stivak analiza cómo su
carisma se apoyó “en la construcción de
identidades antitéticas:
“Cada
una contiene su opuesto. Fue nacionalista
y antiimperialista ; popular y
plebeyo contra las élites y las
oligarquías; indio desafiante del colonialismo interno y externo; anti neoliberal, pero cuidó de llamarse socialista.”
A la receta, le agregó el sentido común, el asesorarse bien, el ser
un comunicador innato, interesarse
en el impacto de su imagen
pero no en su imagen misma, su
gran memoria, y saber en quien confiar en quien desconfiar; además de un modo de negociar que “combina
entendimiento con tensión”.
“ Para mi – le dice a
Martín Sivak - lo estratégico es no
estar. El estar es la bandera de Bolivia y el no estar es la Whipala[2]
; el estar es el hombre y el no estar es la naturaleza ; el estar
es la universidad y el no estar son las universidades naturales;
el estar es el conocimiento, el no estar
es el cognocimiento ; el estar son
los derechos Humanos y el no estar son los derechos cósmicos. Para mi lo importante es el no estar. Yo no estoy aquí frente a ti”.
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Santacruz la opositora (Foto MTH) |
Ahora se irá
en el 2019, y su reto mayor , de aquí allá, es
irse bien ido. Dejar que su huella, no populista, sea imperecedera, porque refleja la sabiduría
indígena, en vez del consumismo y la polarización.
Ojalá que EVO Morales pase de ser el que
manda a ser jefazo. Y que tenga un
buen sucesor.
Le pongo fin al suspenso porque, como aclara Martin
Sivak el título de su libro, así le dice Evo a sus colaboradores o a alguien de las comunidades o de los sectores sociales:
“En su
idioma, jefazo es un halago,
una muestra de respeto.. pero el que manda es él.”
En todo caso, la lección
que deja es que mucho se puede aprender
del cognocimiento
autóctono, al que tan poco caso le hacemos en Colombia.
[1] “ Jefazo, Retrato
intimo de Evo Morales,” (Colección
Debate, sexta edicion 2014)
[2] http://bit.ly/1QFfKWh el símbolo, con los siete colores del arco iris, de la identidad de los
Aymaras, de su permanencia en el tiempo y en el espacio.