Hace algunos años, ciertos “ intelectuales” pensaban que el periodismo
era un estadio inferior de la literatura, el trabajo de una especie de Pitecantropus.
Algunos académicos de
ciencias sociales distintas
de comunicación o periodismo también pensaban -
y subsiste a veces la creencia-
que los periodistas eran, por añadidura, Pitecantropus útiles
como fuente para sus propias investigaciones, lo que los exime de acudir al, a veces,
riesgoso trabajo de campo. Algunos daban o dan el crédito
correspondiente y otros ni siquiera las gracias.
En todo caso, sigue latente
la percepción, por parte de
algunos receptores y fuentes, que todos
los periodistas son manipulables o
ignorantes.
Quizás los obstaculos
más graves que existen para la convivencia en Colombia son de tipo mental. Tienen mucho que ver con
las representaciones sociales, los imaginarios, los estereotipos,
las actitudes despreciativas o excluyentes en la manera como se comunican y valoran los colombianos. Hay exceso de apreciaciones generales y abstractas del estilo “el Congreso es
corrupto” o “ los periodistas son irresponsables”
En periodismo, pongo como ejemplo tres hechos que han demostrado lo equivocados que son este tipo de criterios generalizadores.
El primero salta a
la vista, aunque no para todos: la premio
Nobel de literatura, Svetlana
Alexiévich, es una periodista. No solo por su trayectoria, sino por su manera de escribir y de ir a las fuentes
primarias.
Su libro “la guerra no tiene rostro de mujer”[1]
parte de una excelente idea, que yo
sepa, ha sido muy poco utilizada: describir la realidad de la guerra desde lo femenino. Pero no desde la mirada habitual de las víctimas, como se suele estereotipar, sino de las guerreras. Y acude
a un método esencial del periodismo: la entrevista. [2]
En este
libro, el hilo conductor es la explicación de cómo la autora busca y encuentra esa manera diferente de ver. Es también una excelente lección de
periodismo. Por ejemplo, no hizo
UNA (como sucede mucho entre nosotros)
sino QUINIENTAS entrevistas a
mujeres combatientes en la Segunda
Guerra Mundial.
Svetlana Alexiévich, como buena
periodista, se hace
preguntas, muchas preguntas para
llegar al meollo del asunto: es
decir, sensibilizar a los indiferentes
sobre del horror de la guerra.
Por supuesto, sin caer
en la pornografía insultante respecto
del dolor o de la inseguridad ciudadana
como la que se observa en los noticieros del mediodía de RCN y Caracol.
Vuelvo a la Nobel, con una de
sus primeras preguntas: ¿cuales son los
criterios para
seleccionar? ¿El oficio puede distinguir a una combatiente
antes panadera de otra que no lo
fue?
También hace las preguntas
más difíciles, que tienen
que ver consigo misma: “¿ En qué
consiste mi conflicto con el poder?”. Y se responde:
“ ya lo he descubierto: las
grandes ideas necesitan seres humanos pequeños (corrijo a la
traductora que usa la palabra hombres
) no les interesan los grandes seres
humanos. Yo, en cambio, busco al
`pequeño gran ser humano. Ultrajado, pisoteado, humillado, aquel que dejó atrás
los campos de Stalin y las traiciones, y salió ganador. Hizo el milagro .”[3]
Escuchar a las no
escuchadas la lleva a
preguntarse: “¿Cual es la frontera entre
lo humano y lo inhumano?“ En el
fragor de la guerra ( y de la violencia,
agrego) ¿cual es la diferencia entre
muerte y asesinato? “Ya no puedo
percibir la guerra como un hecho
histórico, cada vez la verdad
es mas insoportable”- concluye.
Todos
tres se encuentran en un mismo territorio : la sencillez con la
que explican en qué consiste su trabajo de base, la reportería.
Esta semana en Colombia
se hablará mucho de periodismo y su
fiesta del 9 de febrero, se enviarán muchas felicitaciones, algunas
sinceras, otras menos . Pero poco se
menciona a los “ hombres de la calle”
como decía José Salgar,
y se indaga demasiado
sobre qué piensan , hacen, dicen, prometen las cúpulas.
Para Coronell bit.ly/1m6APKX no es un tumbador de
funcionarios, no es juez, no es
un jefe de prensa. Debe, en cambio,
desconfiar de las versiones oficiales y jamás asumirlas como ciertas. Debe averiguar cómo se toman
las decisiones que afectan a estos pequeños grandes seres humanos, y como se gasta el dinero público.En poner como destinatario al ser
humano y no los hechos que algunos de nuestros periodistas califican con tanta ligereza como ”historicos”
se lograría una mejor convivencia y los
seres humanos se verían más
como ciudadanos que como enemigos.
En
el caso de la guerra y de los acuerdos
de La Habana, el ejemplo de la Nobel, pero también el de Pilar Lozano con los niños que crecieron en la guerra deberían motivarnos para
entender mejor el resultado del odio o la ignorancia del otro. Los testimonios de la guerra
en la que participan las mujeres
como guerreras muestra la cara oculta del dolor de los soldados, que frente a
la muerte no son rusos , ni alemanes: unos jovenes,
unos niños una muerte segura, en
la que ya el
combatiente, desnudado de sus
ideiologias , se convierte en un simple ser indefenso .
Ojalá en
este 2016 se retorne, valorándolos, a quienes son los verdaderos destinatarios
del periodismo: el ser humano, los seres sociales, los ciudadanos. No las cúpulas y
sus ridículas peleaderas a las que periodistas de ego alborotado y de poca responsabilidad amplifican como cajas de resonancia.
[1] Svetlana
Alexiévich, “ La guerra no tiene rostro
de mujer “ , colección Debate, Penguin Ramdom-House, grupo Editorial, SAU , Barcelona 2015
[2] Sea dicho de paso, en Colombia se confunde entrevista con reportaje y no pocos
lectores dicen “ me gustó el
reportaje que se hizo a tal o cual
personaje” cuando se trata de una simple
entrevista, en la cual lo más importante son las preguntas
y no el contexto. El reportaje es mucho más trabajado que la entrevista.
[3] Página 26 : “ ya lo
he descubierto: las grandes ideas necesitan hombres pequeños, no les interesan
los grandes hombres. Un gran hombre es excesivo e incómodo. Es dificil de
moldear. Yo en cambio busco al pequeño
gran hombre. Ultrajado,
pisoteado, humillado, aquel que dejó atrás los campos de Stalin y las
traiciones, y salió ganador. Hizo el milagro.
La historia
de la guerra ha sido reemplazada por la
Historia de la Victoria.
Pero él, mi
hombre, nos contará…” ( sic)
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