jueves, 21 de julio de 2016

¿Es Ud. colombiano? ¿Sabe cual es el discreto encanto de las zonas grises?



No me refiero al título de la película  satírica de Luis Buñuel [1] ni a la tercera o cuarta  edad en una época en que  muchos de los  que pertenecemos a esa categoría nos teñimos el pelo.

Tampoco me  refiero  a esa  sintomática  actitud de  los partidarios de macabros antecedentes fascistas en política, que nada tiene  que ver con el sentido  de la  canción de  Juanes, valga la pena aclarar.

Me refiero a aquellas zonas grises  que  la polarización  pretende  considerar  como  mediocres,  y que las  encuestas  califican como “no sabe, no responde”.

Resulta  que sí sabemos y  sí respondemos,  pero no contamos  para nada  en un ambiente  de discursividad diarreica en  que cualquier  tema  envuelve  el clima “quien  no está conmigo está contra mí” y en que el  caudillismo, la costumbre de vociferar y  la  locuacidad se miden en términos de quien grita más y quien tiene más  ego alborotado.

 Con  ambigüedades como la palabra paz” ( ver glosario)  resulta  muy fácil que  el diálogo  sobre posconflicto  y,  los meses venideros, sobre  plebiscito,  se vuelvan una manera  de  no prepararse  para lo que está por venir,  de  eludir responsabilidades  y de  seguir en ese terreno  fangoso poco propicio para  el cambio, del que venimos hablando  desde  el  florero de Llorente.  Lo grave, por supuesto: ha causado demasiados sacrificios  en vidas humanas , en próceres y  en  estancamientos.

 Un médico  de auténtica dimensión  social y humana ( de  esos que no lo  despachan a uno en  cinco minutos) me  comentaba su preocupación  por  cuanto  había un punto que consideraba  intolerable  en  relación con las  FARC : el reclutamiento de menores: ¿Cómo así  que no va a tener  cárcel quien  recluta a la fuerza , arrancándolos de  sus padres ,  a los  niños?  Pero también  encontraba injusto que se le  considerara  anti- paz, cuando  él , un  médico  común y corriente, había  dedicado toda  su vida a enseñar a los  futuros médicos o a  salvar  vidas y no se le podía  estigmatizar como  uribista.

 Con sus palabras, me planteó  un interrogante  que se  debería plantear  todo  el que  piense votar por  el SI  en el plebiscito,  pero tiene  ciertas muchas  dudas, no necesariamente  emocionales,  en aspectos  como  la aplicación  de las sanciones, la participación  en política , la justicia transicional, etc. Procuré, en parte,  aclararlas  ( haciendo también el ejercicio para mi misma):


  • La ratificación de los  acuerdos  no implica una adhesión al Presidente Santos, que comete  cada vez más errores, a mi modo de ver,  y cada vez más rodeado de una  rosca de aulicos, en este segundo periodo. 
  • Tampoco implica  nuestro  voto un  visto  bueno  al Presidente Gaviria, al  tibio  en estas materias Vargas Lleras,  al partido Liberal,  conservador, verde,  amarillo o de  cualquier  color. Ya pasó la era de los  que nos decían por quien  debíamos votar ( que por fortuna tampoco  me  tocó[2]) 
  • El plebiscito no es   para la “paz” sino para  los acuerdos  con las FARC,  que representan una minoría de los problemas del  país  ( 20% de homicidios,  no son bandas criminales como Bactrim etc.). 
  • El único  castigo  no puede ser la cárcel. 
  •  Ya hay  aplicación concreta  de los acuerdos  sobre  desminados y  sobre no reclutamiento de menores. 
  • Las reflexiones  sobre  la  “paz”, es decir los acuerdos, no pueden ser  emocionales (de odio o amor) 
  • Continuar con  la  mal llamada “guerra” [3] es continuar con reacciones violentas.
  •  Ninguna  de las partes es totalmente  responsable  o irresponsable. Ejemplo: los  Falsos  positivos  del Estado,  los secuestros de las FARC,  el narcotráfico  que lo permea todo.



Zonas grises  son las  que contienen a la mayor  cantidad de colombianos , cualquiera que sea el  origen político, religioso, económico, generacional, de género.


Y sin embargo,  las zonas  grises  desaparecen en el  poco imaginativo cubrimiento periodístico, sobre todo audiovisual, o en los mal llamado “debates”.  

Así actúan la mayoría de  medios de comunicación  audiovisuales, reporteros que acosan a las cúpulas en vez de investigar, periodistas que siguen al Presidente sirviéndole de caja de resonancia sin ningún  tipo de análisis ( ejemplo, CM&) pero también cierta prensa solapadamente  interesada  en  mantener la polarización y en minimizar la importancia de la desigualdad  bajo  apariencias  de  “equilibrio” .


Distorsionan así el sentido del debate público.  Consideran que  a las zonas  grises pertenecen    los que  los  ya desuetos marxistas llamaban el lumpen proletariado,  o  lo  que  el uribismo  llama castrochavismo, términos igualmente decimonónicos. 

¿ Es posible hacerle un clic a esa mentalidad? Por ejemplo, el  diario El Tiempo  del señor  Luis Carlos Sarmiento es  de una  discreción  diplomática, y  dosifica muy bien su  cubrimiento de las zonas grises  en temas  que  no  representan peligro para sus intereses. Pero tiene también aciertos  en  financiar  ciertas  obras de interés  común.  En general los medios escritos  y audiovisuales colombianos  no “son” de las mafias  delincuenciales y  han pagado su precio  en secuestros y en vidas por ello.
Sarmiento  Angulo tiene  aspectos positivos;  su fiscal también las tendrá, como las tuvo Montealegre- . Y, aunque me cueste decirlo,  el Señor Procurador, para continuar con los ejemplos,  no roba al Estado y el Senador Uribe  no es el  “monstruo” que algunos describen.

 Lo que fomenta un ambiente de violencia es,  sin duda, el cotorreo  polarizador, anteponer  los intereses o emociones  particulares  en el análisis o  la  evaluación del  contrario. Los que pertenecemos a las zonas grises, tenemos  en ese sentido, una ventaja  comparativa. ¿ Pertenece usted a  esa  zona? ¡Bienvenido!





[1] El Discreto Encanto de la Burguesía,  un clásico del  cine, dirigiuda por Luis  Buñuel.
[2] al Dr.  Carlos  Lleras Restrepo, con quien trabajé en nueva  Frontera , ni a Luis Carlos  Galán se les  habría ocurrido decirme que  tenía que  votar por ellos.  Al contrario: les  encantaba que los controvirtiera.
[3] Es un conflicto interno armado,  entre un ejército regular  y un grupo armado .  No es  tampoco  una guerra civil porque la población no está masivamente involucrada, aunque  sufre, eso  si, las consecuencias.

 

 

 

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