El fallo de la Corte Constiucional sobre maltrato animal es una muestra patética de la falta de contundencia en la protección de los derechos y /o la fijación de sus límites.
No solo se produce por la presión de la protesta violenta y de lo mediático. Además, no es clara su argumentación jurídica, que habríamos aceptado los unos o los otros porque es un deber ciudadano aceptar los fallos. Fallos que por cierto, en este caso, ni siquiera están redactados en la parte motiva.
Nuevamente pierde credibilidad la Corte Constitucional. Y es lamentable que en vez de pronunciarse sobre las libertades de escogencia o los límites de los derechos humanos (si hubiera argumentado que la protección de los animales es de jerarquía superior a los derechos culturales, con lo cual no estoy de acuerdo) se limita a postergar la solución del conflicto entre animalistas y corridistas y a chutarle el balón al Congreso, amenazando además que si este no se pronuncia mediante una ley, quedarán prohibidas las corridas y otros espectáculos.
http://bit.ly/2kZQTlZ
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Seguirá entonces la manera emocional y ambigua de argumentar sobre el tema, que se analizó la semana pasada:
Primero lo primero: el debate entre aficionados a las corridas y protectores de los sobre animales es un debate ciego.
Ciego por el punto de partida de
unos contra otros, y por la manera como se argumenta, que no
permite llegar a consenso alguno.
Un punto de partida erróneo:
1- El uso de los términos: Culturalmente, corrida
no equivale a toros. Así por ejemplo,
en países como Francia está prohibido matar al toro, pero las corridas son parte
esencial de la cultura del Sur de Francia.
La polarización impide pensar siquiera en este camino.
2- Una
política pública (permitir o no permitir
las corridas en Bogotá) no se puede formular desde
gustos y deseos. En ese
sentido, tanto el ex Alcalde
Petro como el Alcalde Peñalosa han pretendido liderar el tema con posiciones personales en contra
de las corridas pero no con
sentido de interés público o de construcción colectiva de política pública.
Cuando de emociones y sensaciones se
trata, surgen de inmediato los radicalismos de la intolerancia. Es
decir, el egoísmo de la propia posición,
con todo tipo de argumentos ambientales o
culturales .
Por
ejemplo, en mi caso, voy a las
corridas y me gustan. Desde pequeña, y como a nadie más
le gustaban en la casa, era una oportunidad única de ir con mi padre, al que le
encantaban. El me enseñó a verlas como
arte, como un encuentro de torero y toro entre vida y muerte. Me
gusta el romancero gitano de García Lorca y soy
sensible a la manera como el torero se
juega la vida a cada instante de su enfrentamiento.
Tengo entonces una motivación personal que me hace difícil entender que a
otros no les guste, aunque, a mi modo de ver,
comerse los pollos
o los cerdos hacinados y
engordados en producción en serie podría
considerarse cruel. Como ustedes
detectan, con esta última afirmación
sobre pollos y cerdos, estoy a un paso de estimular
la peleadera. También estuve a punto de
caer en lo mismo con un
chistecito malo cuando mencioné a Petro
y a Peñalosa: “los siguen como terneros”- fue lo primero que se me ocurrió.
En ambos casos, muy frecuentes en las redes sociales, hay
escalada de agresividad con puntillazos
personales, no con ideales.
Si sigo por ese camino, podríamos entonces alegar
ad infinitum sobre el tema que, como cualquier debate emocional exacerbado, tiene una
particularidad: las emociones se caldean en espiral y se amparan en argumentación como “. Me
decepcionas Ma. Teresa. Pensé que eras una mujer inteligente y sensible. UF”.
¿Quiere lo anterior decir que porque me gustan las corridas ya dejo de ser
“mujer, inteligente y sensible”?
¿Tengo la percepción suficiente
para entender que ese es un pensamiento que no afecta el resto de lo que
soy como ser humano? No
creo. La desilusión con esta “amiga” desconocida es mutua. Lo importante
es no estimularla.
¿Puedo conciliar los dos aspectos, de protección,a los animales y de gusto por las corridas,
con una tercera percepción
que busca mitigar
la fuerza intransigente de mi opinión?
Pues si:
creo que las corridas van a
desaparecer por razones culturales
y van a perder sentido para las nuevas
generaciones. Mientras tanto,
podría moderar las polarizaciones, como
lo logra el siguiente trino
react-text: 934
Arturo Grueso /react-text react-text: 937 /react-text Soy animalista, pero me dolió que ese día habían asesinado cuatros
militantes de la marcha patriótica, y sólo se escuchó un silencio cómplice.
Comparemos
entonces las dos maneras de expresarse,
la anterior y ésta:
react-text: 979
Sussana Restrepo /react-text react-text: 982 /react-text El toreo y las peleas de
perros son espectáculos terribles contra seres vivos hasta matarlos. Eso no es
arte, es pura barbarie medieval. Me
decepcionas Ma. Teresa. Pensé que eras una mujer inteligente y sensible. UF.

Ojalá entonces que, en su sabiduría, la Corte Constitucional entienda la máxima "prohibido prohibir" , que en tema cultural impide la censura, las restricciones impuestas por los deseos y percepciones emocionales, y protege las libertades individuales.
RECOMENDADO:
CASTELLS Y LAS OTRAS REVOLUCIONES
A
propósito de Trump y de las reacciones masivas en su contra lideradas por organizaciones de
mujeres, hacen recordar, además de Bauman,
al catalán Manuel Castells, el
Max Weber de la era de la información.
Sin
duda, la rapidez de los flujos de
información y de las redes sociales tiene tanto de ancho como de largo. Permite la
reacción inmediata e igualitaria
de todos los conectados pero, a la vez,
pierde en profundidad de análisis lo que gana en
velocidad.
En
el que Manuel Castells llama “nuevo paradigma informacional”, se crea
una cultura de la realidad
virtual, en la que la gente
asume como experiencia real imágenes y símbolos.
Ya
aplicada a la realidad
con un ejemplo actual, la magnitud de
la protesta social liderada por
organizaciones de mujeres demuestra, a la
vez , su fragilidad
y su aglutinación efímera, a pesar de
ser gigantesca la manifestación, al día siguiente de la posesión del Presidente Trump.
A
mi modo de ver, esa percepción –
mundial- del poder de las mujeres es engañosa. Como son engañosas, aunque loables, no pocas protestas que se están multiplicando en Colombia, como fines en sí mismas, como
producto de la exasperación. En particular en el
caso de los jóvenes, sin proyectar acciones reales de intervención. Por ejemplo,
como podría ser con el voto
o en la construcción de políticas públicas. En
otras palabras: protestar puede
significar ser manipulados por
otros, sin posibilidades reales de cambio o de resultados.
Por
cierto, hay un efecto colateral:
contribuyen a la mediocridad del
análisis en los medios audiovisuales. Se
menciona el tema como protesta, en particular en los servicios públicos, sin ahondar en fenómenos de corrupción o ineficiencia.
Volviendo a Manuel Castells, el
autor pronosticó que, con el nuevo
paradigma informacional, que incidirá en todas las manifestaciones de la
cultura, los cambios en el nuevo
milenio pasarán por las organizaciones sociales. Principalmente, las de medio ambiente y las de mujeres (que
constituyen una nueva fuerza laboral
de características muy distintas de la de los obreros del siglo XIX). Pero, advirtió :
“
Si las instituciones de la sociedad, de
la economía o la cultura aceptaran
realmente el feminismo y el ecologismo,
serían esencialmente transformadoras. Utilizando una vieja palabra, sería una
revolución”
En el caso de las mujeres, en el siglo XXI el matriarcado también tendrá características diferentes y una incidencia imprevisible en el concepto de familia, que por otro lado
se empieza a notar con la aceptación del
homosexualismo y del matrimonio entre
personas de un mismo sexo.
Se trata de nuevos poderes. Pero hay
poderes todavía sólidos que
contrarrestan, como el fundamentalismo
religioso, y no solo islámico. Como, también, la fuerza de lo
patriarcal preconizado por Trump,
que busca devolverle a la industria
su sentido de “América first”
, cita
a grandes empresarios , quiere
darle a la mujer
su lugar tradicional de
objeto bello. Y, por supuesto, los partidos, que se resisten a desaparecer, que se aferran a monopolizar el sentido de “lo político”, sin cambiar
realmente de estructuras.
Como lo preconizó Castells hace
20 años, hoy todavía el Estado viejo y
el patriarcado contraatacan, por
lo que la “revolución” no será tan sencilla como
parece. Y como conclusión , “para entender nuestro
mundo “cita un poema de Neruda que valdría
la pena recordar en vez de empecinarnos en peleaderas
estériles como las que siguieron a la reapertura de la Plaza de Santamaría.
[1] La era de la información
Tres tomos , Siglo XXI editores,
1999 : I. La Sociedad Red, II. El Poder
de La Identidad , III Fin de
milenio. Algunas frases :