jueves, 1 de junio de 2017

¿MÁS CONSECUENCIAS DE LA "LEGULEYIZACIÓN"?


foto MTH
La leguleyalización no es un fenómenos exclusivamente  colombiano, ni más  faltaba.  Cunde por  toda Latinoamérica, pero también por  Europa.

 Por ejemplo, lo que  llevó  a  Emmanuel  Macron  al poder  fue  precisamente  la  resistencia  - que  llama Revolución-  tanto  a la  burocratización  y al  bloqueo del Estado como a  la  saturación producida por el exceso  de reglamentarismo  y de leyes no aplicadas,  que se reemplazan  por otras.

“ Es urgente – escribe-  conciliar  los tiempos democráticos  y  de decisiones, con los  de la vida real  y económica” . Y analiza:  demasiadas reglas y demasiado  rígidas”.  Mediante las leyes, lo que se hace es “homogenizar  todos los  tipos de empresas y de sectores  económicos”.  Lo que hace  falta, recalca,  no es  proponer nuevas  leyes, sino aplicarlas y evaluar  la eficiencia de esa aplicación,   focalizarse en los  individuos,  recuperar  barrios degradados  y otras manifestaciones del  “hacer”. 

 En todos  los  países donde los  ciudadanos están “mamados” ( palabra del Senador  Robledo, con  la que los mayoría  de los colombianos  estamos de acuerdo)  de  tanta discursividad leguleya,  lo único  que  puede  revigorizar  la  democracia  es  ser más prácticos  y eficientes. Saber evaluar  a los funcionarios  en vez de engolosinarnos con sus palabras.

El tronco común de los países  en donde  predomina  la  leguleyización occidental  es  el derecho  Romano, que  nos acostumbró a creerle  mas a lo escrito que a  lo consuetudinario. Pero  no se le puede  echar  la mayor  parte de esa  responsabilidad  a los romanos,  porque ellos tenían un sentido de los comportamientos  éticos que son los que mueven a las sociedades y construyen la moralidad pública.

  Cuando  Margarita  Rosa  De Francisco, por cierto profunda y sorprendente  columnista, se pregunta por qué  somos  tan diferentes de los  suecos y los noruegos, una parte de la  respuesta está en  que la ética  común ellos la tienen  incrustada  en la piel y en los comportamientos de  las colectividades y de la función pública.  Y no  miden resultados por la cantidad de leyes.

A nosotros nos abruma  la necesidad de  regularlo todo  y por eso florece la  corrupción.  Esos intrincados manglares regulatorios  terminan por ahogar o suplantar  la necesidad de comportarnos éticamente.  A todo escándalo  de corrupción,  lo que nuestros políticos  encuentran  como  solución es  un nuevo proyecto de ley  que supuestamente   la  prevenga.  Pero lo  único que hace es  estimularla y  sofocar  cualquier reclamo  que no provenga  de la  ética de bolsillo.

 El caso de la  Reforma política es sintomático:  los congresistas y los políticos  tratan  de  convencernos:  la falta de ética se puede  suplir  reglamentando.  Como será,   que esa fiebre llega a contagiar  a personas tan serias  como Alejandra Barrios  y  Elizabeth Ungar,  la una  con misión de observación electoral y la  otra  con trayectoria de análisis  de transparencia,  que terminaron  redactando normas.

Y  EL PERIODISMO TAMBIEN  SE CONTAGIÓ…


En Colombia    estamos los  ciudadanos  mamados de que nos llenen el día  con jeringonzas jurídeyas , sobre proyectos de ley que presentan  funcionarios  como el fiscal que en vez de dar  ruedas de prensa anunciando  la lucha contra  la corrupción,  debería  mostrar resultados, menos frecuentes pero  más  contundentes.

El periodismo  ha caído en ese embrujo  jurídico-leguleyador. Ya buena  parte de los noticieros radiales de la mañana  y personas tan serias  como Yolanda Ruiz a lo que se dedican es  analizar  leyes pasadas presentes y futuras.  La propia paz  se ha vuelto  un ejercicio calistémico de decretos expedidos  a la carrera.  Pero  que  se sepa, nadie ha  exigido responsabilidades al “gerente” de las  zonas  veredales, que seguramenye no tenía  ni idea de aquello para lo cual  lo nombraron. Y nadie se mosquea  cuando el Ministro de Hacienda que acabó “mermoladeando”  las platas  destinadas  al posconflicto,  se sienta con el  Procurador  para proponer una unidad de  vigilancia  a la anticorrupción  financiera.
 

¿QUÉ INDICA  “PROFUNDIZAR LA DEMOCRACIA”?





Cubrir lo que se hace, no lo que se dice

Buena parte del periodismo no se dedica  a  desmenuzar por qué  aquello que  nos han prometido no se cumple.   
La  formalización  de predios y   baldíos ,  ha debido  promoverla  a toda máquina   el entonces  Superintendente  de Notariado y  Registro, ahora flamante director  desvergonzado de Cambio  Radical. Y  digo desvergonzado porque, en mi opinión,   fue el más lambón de los lambones del presidente Santos, que lo nombró - quien sabe por qué-  Gobernador encargado de la Goajira.

La leguleyización lleva  a  discursividades  tan gaseosas como  aquello de  que  es necesario 
“Profundizar la democracia” o  se vuelve a la necesidad de un  “Enfoque  territorial” para no tener que  exigirle  a minhacienda y Planeación nacional ,  que  muestre   el  “plan plurianual de inversiones  para la paz”, que  ya  debería estar ejecutándose , pero que no  figura ni en el papel.

¿QUÉ INDICA QUE SOLO 25% DE LAS VIAS  TERCIARIAS ESTAN EN BUEN ESTADO?




 Un titular de El tiempo -  de un  artículo que además contiene  buenos  datos sobre la irresponsabilidad  territorial,  revela  la magnitud de nuestro maldesarrollo. 


Cuando  Vargas  Lleras  le llenó la boca a los medios de comunicación con  propagandas de  videos  mentirosos  que  mostraban lo  paradisiaco de  vías  estilo Miami,  casi ningún periodista  se puso  a averiguar qué pasaba  con las vías terciarias. 

Y todos felices ...



Y ahora nos "informan" que el 75 %  de esas  vías terciaras están en mal estado. Quienes  las utilizan y padecen no tienen  ni tiempo ni ganas de   leer periódicos, ocupados como están  en   sortear avalanchas y reparar los chasises  de sus  camiones o automóviles. Pero eso si, ahora descubrimos, también, que  los cementeros van bien, aunque nuestro pobre país esté desvencijado, mientras  todo lo demás se convierte, irremediablemente, en  pura y simple  teoría. 






En otras palabras , la leguleyización le ha permitido a  los funcionarios eludir la presentación de  cuentas y resultados  más allá de la  ilusoria  retransmisión de sus paradisiacos informes   por TV . Le ha  permitido al periodismo no hacer el  seguimiento a lo que se prometió, más allá de seguir como sombras   al  Presidente  y entrevistar   como autómatas  a  Ministros,  Fiscal y   Procurador,  mientras  la Fiscalía  y  la Procuraduría  y, en  general   el Estado, se instalan  en el dulce  embrujo  de  la regulación  y la discursividad mediatizadas .












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