Julián
Assange rompió – afortunadamente a mi modo de ver- el
tabú de los servicios secretos de inteligencia del Estado considerados barreras infranqueables. Eso permitió que los que eran desconocidos y antes misteriosos vericuetos del FBI y la ANI fueran más veraces en las
películas de detectives o en la series de televisión. Entre otras razones, porque es más
apasionante la realidad ficcionada, pero también
por la inmediatez característica de la época contemporánea. Gracias a ella,
para bien o para mal, la distancia entre
la ficción y la realidad se ha
vuelto cada vez más pequeña.
Mas aún, la
ficción termina por afectar la realidad
con una consecuencia , a mi modo de ver inmensa : la velocidad, característica hoy de la ficción, alimenta de manera mucho mas efectiva que al revés,
los imaginarios de la gente en la
simultánea realidad.
Una serie
magnifica desde todo punto de vista
como House of Cards ha llegado a
la almendra del poder gringo ( como
llegó en su época Shakespeare), pero no
para destruirlo sino para informar sobre
él. Poco a poco las
series televisivas, vistas hoy
por millones de televidentes en todo el mundo,
se meten en las entrañas del
poder, y por eso tendrán una influencia decisiva
en la percepción de los hechos de
poder.
Esa es la gran
innovación de House
of Cards y Homeland, que terminan teniendo una influencia mucho más profunda
que los noticieros de televisión. Otras
series, por ejemplo las series -criollas
o no- de narcos se focalizan mas en la acción violenta o las envolturas de la cultura
narco, que en profundizar en su esencia
y poder.
Lo político a lo “House of Cards”
Para Robin
Wright , actriz principal y productora, la política no juega un papel
principal en la serie , pero “ las ideas las conseguimos
viendo las noticias del día”.
Y dice , obviamente en tono irónico, que “ Trump nos robó las ideas de nuestra sexta temporada”.
Pero también
, ¿estamos interpretando lo que sucede
ahora con Trump y Comey en el contexto de lo que sucede en los corredores y escritorios
de la ficticia Casa Blanca creada por la
serie? Esa manera diferente de ver lo político es lo que
explica paradójicamente la profunda influencia que terminan teniendo los
imaginarios sobre la
manera de aprehender la realidad de millones de personas .
Los
tiempos en que suceden los hechos terminan
fusionando las percepciones de
los ciudadanos de una manera que poco se ha analizado pero que, sin
duda, proporciona muchos
nuevos caminos para los
académicos no adormecidos por su
dependencia de las teorías.
En eso
radica fuerza de series gringas como House of Cards o Homeland
que se vuelven modelos para armar en
otros países, de formato similar en Inglaterra o Francia. A diferencia de series
colombianas como las de Pablo Escobar
( primera Versión) , se llega a lo político por una via
distinta a la de
lo tradicionalmente considerado como político.
El tema de en
House o Cards no es la
bondad o la maldad, o esa melcochuda
posverdad que se ha vuelto de
moda, sino la perversidad.
Los personajes de Frank y Claire son profundamente perversos pero de una perversidad que no divide al mundo entre buenos y malos, ángeles o demonios , como sucedía con los Westerns , por ejemplo.
Es
una perversidad producto de la adicción
por el poder , en la que, por cierto el personaje
no necesariamente , más aun, no debe, coincidir con la realidad, pero la transforma. Por ejemplo, Frank es demócrata , y
Trump es Republicano ; los
nuevos episodios colocan a Claire
en la presidencia, cuando
Hillary Clinton fracasó en las elecciones que favorecieron a Trump.
Se forja entonces una realidad inmediata distinta pero ficcionada.
Tanto Claire como Frank tienen sus
debilidades , pero una manera de
supeditar los afectos ,
el sexo, los amores, las
lealtades, a la coraza
del poder . Cuando Robin (
¿o Claire?) dice que “ las mujeres no
tenemos que gritar”, intuye
que su ficción está anunciando el futuro, es decir, que no solo no tendrán que imponerse a gritos, sino
que dejaran de limitarse a inaugurar
exposiciones de gardenias,
que es
la principal función de la reina
de Inglaterra, un personaje de ficción , aunque tampoco grite.
Desde luego, en este contexto de fusiones, lo más original sería que Trump dejara de ser ese personaje de ficción barata que es ahora.
Pero también, impresiona que un medio de comunicación como
el ahora ficcionado Washington Herald y su periodista de la serie sean más influyentes de lo que son los reales de ahora
(¿CNN y Fox?), en su interminable cubrimiento
del episodio Trump –Comey.
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