Al cumplirse los primeros dos meses y pico de la posesión de Iván Duque como Presidente de La República, empiezan a aparecer las primeras costuras de su traje.
De antemano se sabía que el joven y dinámico
presidente se enfrentaría a
dos retos descomunales.
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¿ Valía la pena desprestigiar la Cruz de Boyacá? |
El
primer reto: distanciarse del ala
más extremista del ultraconservador establecimiento
(liderado con nombre propio por
el inamovible Uribe, los Cabales,
Palomas, José obdulios, Ordoñez et al).
Como el discurso del nuevo Presidente promueve
en todos los escenarios la reconciliación de los colombianos, sorpresivo resulta que, en la práctica, haya hecho unos nombramientos que
contradicen lo discursivo, pero
también haya expresado
opiniones o que ignorando otras.
Tomar partido por el fiscal
y enviando sutiles
pero dicientes “picas” a la JEP y a las Cortes, reafirmar
su admiración por el ministro Carrasquilla, no
solo son desconcertantes ambigüedades, sino que sorprenden a los países aliados.
De nada sirve entonces apresurar giras por
muchos países, como su
antecesor.
El segundo reto: demostrar que su
nula experiencia en el sector
público de la rama ejecutiva quedaría compensada. ¿Cómo? P de or
una juventud que estimularía a una nueva generación, por su
larga experiencia en el Banco Interamericano de Desarrollo y por la
manera destacada como se desempeñó como Senador del Centro Democrático.
A Colombia, desde luego, le
conviene, en aras de la “despolarización”,
que nuestro Presidente supere los dos retos con muchos A y B, como se diría en Gringolandia. Por lo mismo, no sobra darle
algunos consejitos que le permitan
evitar lo que le pasó al personaje
del cuento que mencionaré al final.
Porque el
camino es más culebrero de lo que parecía .
DUQUE NO ES
URIBE PERO TAMPOCO ES MACÍAS
Un
primer misterio insondable a la luz de
la lógica es la súbita preponderancia del Presidente del Congreso, que no es el símbolo de una nueva generación con aspiraciones
de reemplazar a los dinosaurios
para construir país, sino de alguien que sabe donde y cuando estar trepado en el clientelismo político. Pero si desde
el punto de vista del que trepa no
es extraña esa aspiración en un país en el cual los
concursos de méritos prácticamente no
existen, lo que extraña sobremanera es que el joven Presidente lo alaba
como si fuera un descubrimiento
de todas las capacidades de la joven
Colombia. Le hace viaje especial, pasando
por alto una prioridad que indigna al resto del mundo: los asesinatos de líderes sociales.
DUQUE NO ES SANTOS PERO CAE EN EL ESPEJISMO DE LA IMAGEN
Es encomiable la
personalidad conciliadora de Iván
Duque y el respeto versus
su antecesor, Juan Manuel Santos, con el cual, por cierto tiene, al menos hasta ahora,
similitudes que debería
corregir. Me refiero, además de la señalada
viajadera internacional, al culto
a su propia imagen. Se manifiesta en
este comienzo de cuatrienio no
solo por los Consejos Comunitarios –perdón por los Talleres
Construyendo País- sino por la
necesidad de calarse cuanto sombrero le pongan y de asistir
como ringlete a cuanto evento que- cree- impulsará su imagen pública.
Lo
curioso es que esta estrategia un
poco ingenua de quienes están construyendo la imagen de Duque lleva a lo
que llevó a Santos: a descuidar el
cómo por obsesionarse con el qué
a
título personal. Un
presidente joven y creíble no
necesitaría tanta vitrina, porque
lo
que logra es , por efecto de saturación,
construir un presidente- imagen, gracias a la cual su discursividad es
repetitiva y basada en consideraciones generales.
Por ejemplo, en momentos en que la crisis de la
salud ha llegado
a un clímax insostenible y
catastrófico, el Presidente no le
ha dedicado con seriedad reuniones a
puertas cerradas.Y tampoco el tema de la educación superior se resuelve dando a la carrera 500.000 millones de pesos, despues de una significativa marcha.
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¿Interesados en escuchar al otro? |
Sin
referirnos al asesinato del
alcalde Eduardo Díaz
que lo advirtió en un
Consejo Comunitario y a su gestor Salvador
Arana catapultado como Embajador
en Chile antes de ser capturado,
lo que sí se puede predecir es
que en el estado actual del país, no
basta con darle la palabra a una montonera pre escogida, para
solucionar la tambien dramática
situación de violencia, de asesinatos de lideres sociales y
de debocada de la delincuencia.
Y no nos digamos mentiras: la liberación
del niño , por la cual todos nos
alegramos, se debió mas al clamor general, al despliegue de siete mil uniformados y a la comisión
de u sacerdote y del defensor del pueblo, que a la visita intempestiva de
Duque.
El
Presidente Duque tiene
carisma, pero , a mi modo de ver
ese carisma está siendo utilizado
de mala manera. Mal aconsejado, le hacen
creer que se volverá tan carismático
como Uribe, cuando
su carisma se debe a otros factores.
Su mayor carta no es el caudillismo, sino la demostración de que
trabaja en equipo, lo cual es muy
distinto de hacer talleres. Tampoco basta con que
nombre a la mitad de su gabinete femenino sino que, por ejemplo, debería darle mucho más juego
a una vicepresidenta de trayectoria como es la de la vice- presidenta Martha Lucía
Ramírez. Y , nuevamente, dar más juego
no es llevarla a cuanto recorrido se
haga.
Que Duque acepte que le insistan
demasiado como Presidente a ser único factor de cambio lo lleva a desgastarse
inútilmente, a hacer rondas prematuras
por países como Francia y aun la Unión Europea
en la que no tiene nada que ofrecer
más convincente que la necesitad de que no se siga a asesinando a líderes
sociales.
Ojalá entonces
que, abrumado como estará de lagartos
y consejeros, le queden momentos de reflexión
para cambiar de rumbo y de
profundidad, para actuar de manera
mas sustancial en la
compleja realidad colombiana.
Y ahora
un párrafo del cuento que prometí.
¿CAMBIARÁ DE TRAJE LA
ERA DUCAL?
-¡Qué preciosos son
los vestidos nuevos del Emperador! ¡Qué magnífica cola! ¡Qué hermoso es todo!
Nadie permitía que los
demás se diesen cuenta de que nada veía, para no ser tenido por incapaz en su
cargo o por estúpido. Ningún traje del Monarca había tenido tanto éxito como
aquél.
-¡Pero si no lleva
nada! -exclamó de pronto un niño.
-¡Dios bendito,
escuchen la voz de la inocencia! -dijo su padre; y todo el mundo se fue
repitiendo al oído lo que acababa de decir el pequeño.
-¡No lleva nada; es un
chiquillo el que dice que no lleva nada!
-¡Pero si no lleva
nada! -gritó, al fin, el pueblo entero.
Aquello inquietó al
Emperador, pues barruntaba que el pueblo tenía razón; mas pensó: «Hay que
aguantar hasta el fin». Y siguió más altivo que antes; y los ayudas de cámara
continuaron sosteniendo la inexistente cola.
( tomado de Cuentos de Hans Christian Andersen)
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