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Un libro de muchas lecciones |
Luis
Balcarce, de 45 años, jefe de redacción de Periodista Digital,
forma parte de la nueva generación de cibernautas que, además de ser periodistas, no le temen a desentrañar los misterios de la
concentración de medios, sus lógicas empresariales como grupo, sus voracidades, sus deslealtades y la lastimosa
terminación de medios tradicionales
en manos de quienes solo piensan en el Business y en la propia ambición.
Tampoco
le tiene miedo a desvelar el origen posfranquista del dúo Jesús Polanco y Juan Luis Cebrián, el incompetente manejo de este último y el insensato endeudamiento, que llevó a
Prisa al borde del precipicio. Si: el mismo juan Luis
Cebrián, que las universidades y
los foros solían invitar a Colombia , como un modelo. Sin
desconocerle méritos intelectuales
y sus numerosas obras escritas, su agilidad de palabra y de obra, fue también el modelo para
desarmar a un grupo que se formó
con mucho entusiasmo; que
significó mucho en el periodismo
español; pero que despilfarró el prestigio conseguido
al acaparar demasiado poder
Cebrián y a meterse en decisiones
financieras equivocadas.[1]
Bueno es traer a cuenta
este tipo de libros y esfuerzos
de investigación cuando se ha ocultado
tanto en Colombia -por miedo
o por sumisión- el tema de la concentración
de medios. Un tema decisivo para explicar por qué, por ejemplo, RCN y Caracol (tanto la TV de Santo
Domingo como las radiales de SER), son de un contenido tan poco investigado, pisan a veces tan pocos
callos que no se hayan pisado
previamente por otros, además de muchas preguntas sin respuesta : ¿Cómo funciona financieramente el Tiempo de Sarmiento
Angulo en comparación con el de los Santos? ¿ Cuales son los vínculos del periodismo de Caracol
radio o la Wradio con su dueño SER? ¿ Le interesa realmente El Espectador a los Santo Domingo, o es simplemente un
fardo que hay que cargar? ¿Cómo es la telaraña del grupo
todopoderoso de Felipe López
y qué pasará cuando
ya no esté?
No se trata – y vale la pena
aclararlo- de estigmatizar a unos como
“malos” y a otros como “buenos” sino de
entender de qué manera se entremezclan el poder mediático, el poder político y el poder económico. En Colombia, la discursividad
diarreica lleva a planteamientos
generales y estériles. Por ello es
interesante y necesario
analizar libros como el de Luis Balcarce, tanto desde las facultades de comunicación (bastante
silenciosas en ese tema), como desde la
historia, la economía, el derecho , la sociología, la ciencia política,
la sicología social y cualquier otra disciplina que se ocurra, puesto que
del poder se trata.
LOS TSUNAMI DE
PRISA
¿Qué pasó en PRISA? A pesar de ser dueña
de la Cadena Caracol radio y de
la Wradio, el desconocimiento de su
“desguase” es en Colombia
monumental. Por invertir en lo
audiovisual en vez de lo digital, por
estar atrapada “en el paleolítico tecnológico que
vive de las rentas de la Editorial Santillana, su aún potente división de radio y el prestigio
de una cabecera poco rentable pro mundialmente conocida
como el diario El País” ( pág 18),
es un grupo que Balcarce considera más glacial que global. El autor no sólo describe, sino que lo demuestra, con un
estilo muy coloquial, pero con una impresionante cantidad de datos
y de testimonios.
La primera parte del libro es tal vez más de interés de lectores españoles por el detalle de
protagonistas menores. Esa “liquidación de existencias” a mi modo de ver, tiene muchos sentidos,
además del comercial. Terminó en sacada
de columnistas, en despidos masivos e irrespetuosos de redactores
como si fueran unos paquetes
desechables, en entregar
el Grupo Prisa a unos voraces
empresarios o capitales buitres,
en especulaciones y en peleas
interminables entre los
descendientes de Polanco su fundador, y
el omnipotente Juan Luis
Cebrián, tan admirado en
Colombia. Hoy por fortuna, El
País está en un retorno
a sus orígenes – el periodismo-
dirigido por una periodista de
trayectoria, Soledad Gallego Ruiz.
Las últimas cien
páginas del libro en cuestión son
un bocado tristemente ilustrativo. Después de la crisis , de lo que
llama Balcarse la derechización de
El País, en 2014
y de un episodio de censura al
columnista, Miguel Ángel Aguilar,
se multiplican las "inyecciones" de dinero del mexicano Alcántara (100 millones
de euros). Balcarce detalla también lo que ha sido
el baile bastante impúdico de Prisa con los distintos Gobiernos, de PSOE o de PP, un baile mucho menos independiente de lo que el
imaginario cree.
Pero
volvamos a lo financiero. Ante la agravada crisis económica, en el
2015 aparece “ el salvador de Catar” que
inyecta
que 64 millones: el Sultán
Ghanin al Hodaifi al Kuwri volviéndose
así accionista de SER y El País. El
empresario Catarí adquiere el 8 ,
17 % del capital de PRISA a través del internacional Media Grupo Ltd. ( con posada sospechosa en paraísos
fiscales) (pág. 474) Eso no impidió que, bajo la
batuta de Cebrián, las pérdidas
alcanzaran 2.236 millones de euros
en el 2015. ¿Ironía o
cinismo? Señala el autor que Cebrián
se quejaba de los fondos buitres,
que él mismo había buscado , porque,
criticaba, ponen “sus intereses por encima del interés social” (pág 494)
A
2018, los dueños son en
un 31.63 % de españoles (Telefónica 13.058%; HSBC (6.564%) CAIXA Bank ( 84.906%)
y banco Santander (4.145). La familia
Polanco pasó del 71% de las acciones
al 17% en 2917.
Amber Capital, un grupo
de EEUU, controla 19.29% de PRISA
y, con un fondo español, ALIERTA, se
empeñaron en la difícil
tarea de sacar al costoso Cebrián. Como ejemplo de la
manera como Cebrián “chupó a
Prisa”, en 2011 ganó 11.2 millones de
euros mientras que la compañía perdía
451 millones. … en 2012, las
pérdidas declaradas por PRISA alcanzaron los
255 millones y el salario de Cebrián se quedó en 4.6 millones “ (pág
480) … “en 2015 , Prisa ganó 5. 3 millones
de euros y su principal ejecutivo
cobró dos millones. En 2016 , PRISA declaró pérdidas de 67.9 millones y
su presidente percibió un salario de 1.7 billones” ( pág. 481)
En 2015, anota el autor, “América Latina continuaba salvando los
muebles, aportando ingresos por más del
60% del EBITEDA.” ( pág 472)
Bajo la era Cebrián,
éste intentó además feriar a Santillana,
el otro diamante del grupo Prisa, pero – faltaba más- no lo logró. Francisco
Pérez Gonzales y Jesús Polanco, sus creadores, “tuvieron la visión de que el gran mercado
del libro en español estaba en el otro
lado del Atlántico” (pág 51). Y en vez de autores clásicos o best sellers, le apuntaron a los libros de primaria y media . Así Santillana creció exponencialmente : “ sobra decir que
el éxito de Santillana en Chile
no se explica sin la generosa y desinteresada implicación
del altos cargos del gobierno…” (
pág 55) Lo cual es válido en industria
editorial, pero no lo es en periodismo.
Cebrián
se jubilará en este diciembre (2018) con
un suculento bono
de 6 millones de Euros. No resulta extraño que
Amber buscara sacarlo, lo que Balcarce demuestra en detalle, no fue fácil ni regalado. Juan
Luis Cebrián retiró de la presidencia de
Prisa el 17 de diciembre de 2017 “ con
la tranquilidad del deber cumplido”. Terminó siendo destituido
el 25 de abril de 2018 de sus
cargos ejecutivos en El País por el Consejo de Administración, quedándose
solo con el de Presidente de Honor.
Concluye
, Balcarce: "el hombre que impuso su ley
durante 40 años en Prisa, ahora
no es más que un jarrón chino en el organigrama de la empresa que le hizo
rico, temido e influyente" (pág 500).
¿Y DE COLOMBIA, QUÉ ?

El
libro de Luis Balcarce lo deja a uno deseoso de que
hoy algo tan minucioso se escriba
sobre nuestros principales medios,
apéndices de grupos económicos o de
familias políticas y/o decadentes. Y más
curiosidad despierta el tema cuando
suceden cosas como las relaciones entre el Grupo Aval y Odebrecht, las presiones
de las gaseosas para que no se
haga publicidad sobre su impacto
en la obesidad de los niños, las alianzas insospechadas, y la utilización de lo mediático como instrumento de ambiciones y poderes.
Fui la primera, como bien lo
reconocieron, entre otros, Jesús
Martín Barbero, en meterme a
analizar las telarañas de
los grupos económicos dueños de medios con el apoyo de Fescol y del
Centro de Investigaciones para el Desarrollo de la facultad de Economía de la Universidad Nacional (ver foto). Se rompía así el mito de que la Libertad de Prensa era solo
un concepto platónico, en el que era de mal gusto hablar de las cifras y las acciones, es decir, de las estructuras empresariales como poder económico, que repercuten sustancialmente en la manera como se ejerce el derecho humano fundamental a informar y ser informado.
Ya estoy muy vieja
para emprender aventuras tan minuciosas como la
de Balcarce. Pero ¿quien, o mejor, qué equipo de investigación se atreverá a
escribir sin tapujos ni miedos la historia concreta y multifacética de El Tiempo, El Espectador, RCN, Caracol,
Semana, el Heraldo, El Colombiano, El País de Cali et al?