Cuestionar la estructura oligopólica
de Caracol y RCN o su carácter de apéndice
de grupos económicos “cacaos”, como
lo he hecho a lo largo de la vida, no quiere
decir, ni mucho menos, que uno desprecie o desvalorice
la labor de los periodistas que allí
trabajan. Diferenciar lo que es la valoración de una empresa, de sus dueños o ejecutivos,
y la de los periodistas que en él
trabajan es cada vez más
necesario. Sobretodo en casos tan contundentes como, por ejemplo, la catástrofe del
Grupo Prisa, que no puede llevar
a desmerecer la excelente calidad de algunos periodistas de la redacción de El
País, que han logrado que este periódico
tradicional conserve su calidad.
Las consecuencias de la estructura oligopólica
de los grupos económicos
sobre la desigualdad imperante en Colombia, son
evidentes. Pero demostrarlo o seguirle
el rastro, por ejemplo, a cómo
reaccionará el Diario El Tiempo
al escándalo que involucra a NHM, ahora fiscal , ex abogado del dueño Sarmiento Angulo, forma
parte de una apasionante
investigación sobre cómo se
ejerce el poder mediático, y cómo se combina con el poder político y con el económico. Una historia que ha evolucionado de manera
casi shakespeareana o melodramática
, como se le quiera ver.
Pero ni los analistas ni los
receptores - o usuarios como
ahora se dice- debemos desvalorizar a los periodistas que madrugan
en la radio a las cuatro de la mañana y los reporteros radiales que, por
cierto, tienen que moler
mucho más que los de prensa. No se
lo merecen. A veces me entristece la manera como se reacciona en las
redes sociales contra
periodistas y cómo el odio o el
insulto refuerzan el poder intocable de los dueños de los medios, sean grupos
familiares, económicos o “capitales
buitres” .
Tampoco puedo desconocer las evidentes cualidades intelectuales y el
liderazgo de personas como Darío Arismendi, Yolanda Ruiz, Nestor Morales,
Julio Sanchez y Yamid Amat ( en
radio) , aunque no siempre comparta su manera de ejercer el periodismo. O Juan
Gossain, cuyo excelente libro, que
comentaré en otra ocasión, me hace
lamentar que se lo tragara la radio pudiendo merecer
el premio Nobel si la escritura se lo hubiera tragado )
Pero
no cabe duda que durante
ese recorrido de 70 años, que le
valió a Caracol Radio y RCN radio el premio Ondas 2018, esa
estructura oligopólica no es
el paraíso que a veces se pinta,
tiene sus picos y sus decadencias, pasa casi siempre después de los intereses económicos
del grupo y es un mundo decisivo pero
desconocido por muchos.
Ojalá
que las nuevas generaciones de académicos
(sociólogos, economistas, comunicadores, historiadores ) se
interesen por escribir sin temores sobre
esos 70 años galardonados.
En prensa (que no es el
tema de hoy como diría
la radio) eso ha sucedido con El Espectador, que ahora languidece en su papel de apéndice pero se mantiene gracias
a la
buena fama de los fallecidos , el
entusiasmo de los primíparos que en él escriben, la vocación pedagógica e intelectual del editor
general Jorge Cardona y, por supuesto, el collar de perlas de sus brillantes columnistas.
Espere la próxima semana
Reseña del
libro “bomba”: la verdadera historia del Grupo Prisa y sus
dos diamantes, El diario
El País y Santillana,
de Luis Balcarce.
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