Una serie satírica https://tv5.ca/alphonse-president |
Una nueva serie de televisión francesa TV5, “Alfonse Président” me ha llamado la atención por ser una sátira del
poder presidencial. También, de los estereotipos nacionales, desde la reflexión
sobre lo cotidiano, en particular el gusto por la comida, y lo que
llaman el “art de vivre”.
En la sátira se mezcla un reflejo sutil de los defectos y de las cualidades
en los modos de ser y de vivir. Por
ejemplo, en una de las escenas en el Senado Francés, una larga exposición del
que resultará elegido Presidente interino de Francia para distinguir un
croissant artesanal de uno paquetudo e industrial, produce al mismo tiempo
carcajada y un sentido de realidad sobre lo francés. También, respecto de problemas
más generales como la autoevidente y preocupante decadencia del país de Luis XIV o la burocracia
de la Unión Europea.
La vigencia de Garzón en nuestro
medio perdura no solo por su asesinato, que lo convirtió en mártir de la
creatividad, sino también por la manera como abordó las temáticas fundamentales
de nuestros comportamientos y desigualdades en el “edificio Colombia”, desde la
cocina del palacio presidencial o mostrando la inefable mentalidad leguleya.
Esos referentes me hicieron pensar
que, de pronto, buena parte de nuestros actuales problemas de odios, insultos y
violencias vienen de que no sabemos reírnos de nosotros mismos.
Al Presidente Duque, como antes
al Presidente Santos, se les representa como un cerdito por sus narices
respingadas, pero ¿cuál es el rasgo de la personalidad que los diferencia? En
la manera de discurrir de uno y otro hay un abismo poco explorado por la ironía
o la sátira.
Brotes
de ingenio satírico como La Pulla, le deben su existencia al ciberespacio, y
muestran el camino creativo. Porque los programas de humor en la TV colombiana no
pasan de trasnochados y esquemáticos sábados felices. Y tanto en el manejo de situaciones
internas como externas, hay ciertas reacciones que reflejan la incapacidad de reírnos
de nosotros mismos con la sutileza que implica el paso de la llamada en Colombia
“mamadera de gallo” a la ironía y la sátira. Esa mamadera de gallo que aficionan ciertos you tubers, parece más bien
una manera de eludir los problemas por la tangente de una risa efímera, burda o
hiriente. Por supuesto, ese humor
primario no es específico de Colombia. Así sucede con los pasteles botados a la
cara del adversario en la humorística gringa. Que por cierto contrasta con el
humor sutil de series como House of Cards, también gringa. En todos los casos, la
risa boba proviene de la ausencia de rigor y de contextos, que también se requieren
para la sátira y la ironía.
¿Cuál es la gracia de burlarse?
La gran cualidad colombiana de privilegiar las sensaciones, que se refleja en
el movimiento de caderas y la música, pasando por el ingenio y la rapidez se
estanca, a mi modo de ver, en el tránsito de la chispa al humor más sutil, de la
sátira o la ironía.
En la realidad de los
comportamientos colombianos es frecuente la burla de los demás, que a veces involucra
un evidente irrespeto. Atacar con sevicia disfrazada de humor la sin duda
inadecuada vestimenta de la Primera Dama en su visita a la familia Trump es una
manera fácil de no tener que referirse a la, esa si inadecuada creencia que el Presidente
Duque es el “igual” del (nefasto) Trump y será el gran líder de la operación
humanitaria.
Sin duda, hay gente que no tiene el más mínimo sentido del humor. Diría que
el Senador Uribe es uno de ellos. Por eso, ante cualquier contradictor no subordinado -léase idólatra-,
acude a la agresión. En cuanto a la figura presidencial, tanto Duque, como lo fue Santos, son objeto de
amores y de odios, pero no de creativo sentido del humor ajeno.
Un columnista como el que insulta a
Ana Cristina Restrepo, tuiteros como los que no tienen más argumento que
acusar a los demás de delitos, los autores de memes improvisados y descalificadores sin contenido son incapaces de reírse de si mismos, porque nunca reflexionan sobre la
estupidez de sus comportamientos y sus insultos de cajón.
Estupideces como cuando una periodista
radial llega al extremo de haber tomado en serio la broma del canciller y le pregunta
al embajador de Estados Unidos, con toda seriedad, qué pensaba de ese
anuncio.
Estupideces como creer que el Presidente
de Colombia si podrá liberar a Venezuela de Maduro.
Excelente reflexión, pero además excelente análisis sobre el comportamiento colectivo colombiano - en el que todos caemos, en mayor o menor medida-, el que nos ha caracterizado y que no logramos transformar, el que es alentado por la clase política que vive, se alimenta y se sostiene de la crítica al otro, sin tolerar la crítica hacia sí mismos y adolece con absolutez de la capacidad auticrítica.
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