lunes, 20 de abril de 2020

CORONAVIRUS Y DEBILIDADES SOCIALES (5)

Querido diario (5):
¿No te has dado  cuenta de que coronavirus ha destapado en todos los  países  las características de sus propias debilidades, además, por supuesto, de sus fortalezas? Siempre se mencionan más las segundas que las primeras, y no por casualidad.

En el caso de Estados Unidos, por ejemplo, sus debilidades sobresalen de dos maneras: por un lado, recalcando  la inoperancia de  un sistema de salud  basado en el individualismo, afectado por esa indefensión que a la larga producen la desigualdad y  la ley del mercado de un capitalismo insensato. Por el otro, demuestra la prepotencia del individuo egocéntrico, que  lleva al presidente Trump a  utilizar estrategias atarvanas de distracción,   como   acusar a los medios o a la Organización Mundial de la Salud  para tapar  su demora y negligencia  en aceptar  las consecuencias  del coronavirus. 

En los países  europeos, como España e Italia, la inestabilidad política desgasta al sistema y lo obliga  a  buscar coaliciones  inestables. Menos mal que reaparecen los cimientos vacilantes de su  viejo Estado de bienestar. Menos mal  que funciona, como también en Gran Bretaña, la solidaridad ciudadana.

En  el caso  de América Latina,  las reacciones   son   similares.  Un Bolsonaro es  la caricatura  trumpesca que  se  caracteriza, en este caso,  por un caudillismo  sin soporte  en lo institucional democrático. En  Chile, Ecuador,  Perú y Colombia,  a pesar  de que  “todo está bien”, brotan  las deficiencias de esa intocable desigualdad que los sucesivos  gobiernos   habían   enmascarado  mediáticamente, haciéndonos creer que el camino recorrido era mucho   mayor que el realmente  avanzado. Los antiguos caudillos egocéntricos,  como   un Santos o un Correa , se esconden   en  sus oscuridades, salvo una que otra   aparición para demostrar que existen . Otros, como   Uribe Vélez, callan del todo pero, eso si, no  dejan  de  colocar en  cumbres efímeras  a  fichas improvisadas  como  Doña Cecilia  Arango.

Las crisis, como  las pandemias, deberían ser momentos  para decisiones audaces, en vez de    apoyos medioevales,  como  la desgastadora entrega  caritativa de mercaditos.  Se pierde la   oportunidad de promover una organización metódica de barrios con participación de  iglesias,   ONG, lideres dispuestos a  combatir el individualismo, disciplina ciudadana. 

 Un  Estado-Gobierno se encarna en el  aspirante a  caudillo o caudilla que abundan  en  su “yo”, sin  parecer  dispuestos a descentralizar ayudas que impliquen responsabilidad del  ayudado  en  vez  de  limitarlo  a recibir la dádiva.  Mientras tanto,  unos  cacaos  disfrazados de benevolentes  regalan  sus migajas.

La pandemia ha revelado  el aspecto mas frágil y mas   peligroso de nuestra sociedad colombiana: la desorganización  social, producida por un  Estado débil  que confunde derechos y obligaciones con asistencialismo. Unos seres humanos   mas acostumbrados a la indisciplina de lo inmediato,   a pedir   que  a  colaborar.  Una ciudadanía  cada vez más dividida,  cada vez mas dispuesta  a  protestar que a aplaudir.  Unos políticos que  en su mayoría  desconocen  en la  práctica  el significado de expresiones  como  solidaridad nacional y  “el país por encima de sus discrepancias”.

Y empieza  lo indecible, como noticia  diaria:   ¿hasta donde  llega la negrura  del alma humana , cuando   alguien roba el único  respirador  artificial en  Acacias  Meta  y   los contratistas encuentran “éticos” los sobrecostos en los mercados de caridad?  ¿ No importa  que  sean  asesinados  5  lideres sociales?  ¿Qué sentido  de humanidad  tiene que los venezolanos, asqueados por la indiferencia y la  xenofobia,  se devuelvan  a su  país?  


¿LOS MUERTOS Y  LOS CONTAGIADOS SON UN SIMPLE DATO? 


 Un reflejo  sintomático  de nuestra descomposición  social  ha  sido la excesiva importancia que se le ha dado mediáticamente  a los datos  estadísticos sobre muertos, contagiados y rescatados. ¿Nos “alivia”  acaso saber que  no son  tantos los muertos como en otros países, o que  Bogotá es puntera en  materia de  muertos? 

 ¿Qué significa la muerte? ¿Es un  simple dato? ¿Dónde están los  guardianes de la moralidad – iglesias o  laicos-?  No aparecen ni aparecieron en la Semana Santa. Ante los  vacíos morales,   las estadísticas predominan. Se colocan en  un supuesto  orden de importancia.  La vejez de los muertos se vuelve  casi que una justificación: eso si -no se asusten parecen  decirnos los   presentadores de noticias-  tenían enfermedades anteriores   como diabetes o pulmonares.  Y  la muerte  de los jóvenes  se cita  para  “probar”  que no hicieron caso.  ¿Pero , no  es hora  de que,  cuando  en Colombia  se cita tantas veces el nombre de Dios en vano,  que  Colombia  se empiece a  interesar por el dolor ajeno?   

Antes de que  se polarice  el país sobre si los test  son válidos o no  como   si  se tratara   de una  verdad  o de una mentira revelada,  no olvidemos   que son simples indicadores.  Porque ahora se viene el  des-confinamiento. ¿ Será  que cada quien sale de su  cueva, como si en ello estuviera la salvación del mundo?

¿los viejos, los más  vulnerables?

FOTO MTH








1 comentario:

  1. Albert Einstein nos ilumina cuando dice que las crisis son oportunidades. La teoría del caos consigna que las crisis son un vórtice de dónde pueden surgir los grandes cambios sociales. Nuestra sociedad no cuenta con ese espíritu que libera en la incertidumbre la creatividad para el cambio. Prima el egocentrismo y el afán material sobre las grandes posibilidades de la acción colectiva. Se desperdicia, se derrocha y así seguiremos en situación de pérdida, de quiebra, de apocalipsis.

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