jueves, 4 de febrero de 2021

ALGORITMOS DEL PODER …. ¿MEDIÁTICO ?




La pandemia  ha producido  cambios  en los medios  de comunicación  colombianos. Cambios que se intentan mostrar como “naturales”. ¿Lo son? ¿Qué representan en el paisaje mediático de nuestro país?

(Tal vez valga  la pena aclarar antes que, como abuela cibernauta de 74 años,  disfruto mi libertad, no aspiro ni puedo aspirar a ningún "ascenso" en medios porque, además,  sería ridículo de mi parte.  Eso  me permite, como a   otros   en   mi caso,  mirar el panorama  con los  anteojos,  no tanto de la imparcialidad -que sigue  siendo una utopía de la humanidad - sino, al  menos, de la tranquilidad ).

Veamos   algunos  de   estos  cambios.  ¿Son remolinos, tempestades o simplemente algoritmos en su  sentido más sociológico, es decir,  una ruta para llegar a alguna parte, llámese poder o liberación?   

Como todo poder, el poder mediático lleva a inclusión o exclusión, a entrar o salir, a quedarse o irse.  Ahora, la migración digital  tuvo que volverse  “salto” digital:  sin duda alguna,  la pandemia apresuró  la urgencia  tecnológica de adaptarse a las necesidades,  como siempre  ha sucedido desde  tiempos inmemoriales, desde el voz a voz, las señales de humo, los   correos humanos,  los chasquis,  pasando  por  la  imprenta,  tan importante como internet. 

Quien se ufana  de tener el poder   de  comunicar -digital  en este caso- queda convencido de  que  en sus manos tiene el poder total. Sin embargo, el paisaje no es tan sencillo.

¿QUÉ  HACE EL PODER MEDIÁTICO?

Curioso que en Colombia los empresarios  mediáticos  tradicionales no hablan  de  sus  dificultades como otros sectores, por ejemplo, el  comercio.  Sin embargo, las tienen y las padecen de diferentes maneras.  Vaya Usted a saber, ¿Por qué no hablan los dueños  colombianos empresarios de medios ?   Nunca   he visto o escuchado a los Sarmiento  Angulo o a los Santo Domingo, a  Ardila  Lulle    pronunciarse sobre  algún  tema de medios, ni  emular con la  Catherine Graham   del otrora Washington Post. 

Tal vez andan  escondidos en su propio pudor. O no tienen  para qué hacerlo , porque ,   al menos en Colombia, ser dueño de un medio   es   casi siempre un apéndice. De otros  sectores económicos del grupo.  

Da prestigio  aunque, por cierto, cada vez menos: “el ·producto” periodístico que sale  de esos conglomerados  no permite rentabilidad económica  y tiene,  a mi modo  de ver, poca  influencia  en la opinión colombiana  sobre los “cacaos”.    

 Me refiero a que  el beneficio de  comprar medios  no  es muy tangible  para los grandes empresarios mediáticos, cuyo poder mediático  se va  achicando. Más aún,  crea reacciones adversas. Así ha   sucedido  con  Ardila Lule y  sus gaseosas o  Corficolombiana, Odebrecht y  El Tiempo:  por fortuna para el periodismo, la  verdad  siempre termina   colándose  por  entre los  intersticios… 

Eso sí,  internet  ha significado un cambio inmenso. Por fuera de los medios tradicionales, algunos no aceptamos renunciar  al papel de  opinadores, como les ha tocado a tantos  colombianos, periodistas o no,  sumergidos  por el poder en una onda  de desprecio lento, de exclusión, de egos ajenos alborotados,  de despidos discretos ,  de desapariciones mediáticas. 

A muchos  periodistas  rasos no  se les reconoce  su  trabajo  arduo  en las trastiendas  del poder mediático. Lo mismo, por cierto,  sucede  en las  toldas  del poder político.  Pero algunos y ,  sobre todo  muchas mujeres   se defienden,  escogen la libertad, como  sucedió en el poder político con Ángela María  Robledo  y  Petro.  

EL ROSCÓN MEDIÁTICO Y SU ROSCA

A mi modo de ver - que  desde   luego admite  debate-   en la Colombia de hoy, los grandes  medios tradicionales   se  están quedando en  la orilla   de las aguas mediáticas.  Otros empresarios , como el Siglo  y varios periódicos regionales,  aceptan el reto  digital, sobreviven a duras  penas y se van  poco a poco olvidando de la  "prensa"  es decir, del papel. Otros se quedan   sin  salto   digital ni papel: abandonan el barco, por diversas razones.

En ese panorama empresarial ¿Qué pasa entonces  con el periodismo?   Empresas digitales  con  cierto  éxito  tienen alcance limitado, más periodístico que económico, como la Otra  Orilla, la Silla Vacía y Razón Pública. 

Pero hay otra característica muy  criolla: en el  paisaje mediático  tradicional -es decir, aquel que  no  acepta ser  desplazado- se   intenta entrar a las lógicas  cibernáuticas.  Sin embargo, se mantienen con lógicas  de rosca y roscón. Es decir,  se quitan y ponen fichas como en cualquier  ajedrez, en una  rotación de un medio a otro,  sin que pase mayor  cosa, más allá de una estruendosa mediocridad. La calidad depende de las filtraciones, lo que, en periodismo, es una mala  dependencia.  Vicky Dávila reemplaza a Alejandro  Santos como para mostrar  que al poder  económico  ya no le importan las familias, pero el caudillismo y el clan prevalecen, como un síntoma más de nuestra crónica desigualdad, en este  caso  en cuanto  se refiere a salarios y oportunidades del periodismo.  

En nuestra  desigual   Colombia, los  excluidos – y aclaro que no  lo son por  falta de calidad sino por  ejercicio prepotente del poder mediático- los excluidos, repito, se  esfuman, se escurren, abren  portales  o se van  por  el camino extraño de la resiliencia del ego individual.

Tomemos el caso de Semana. Eso ha sucedido con los Danieles, excelentes por supuesto, pero  en   cuyo   ingreso   en el mar cibernáutico,  cometieron el error   ingenuo de  creer que su ego y su nombre eran suficientes  para innovar. Ni siquiera  les valió acudir al tercer Daniel (Samper Pizano)  que  se siente incómodo  académico   o a la  admirada Laura Restrepo: no logran   borrar  el pecado original de la rosca y del ego. De hacerlo, habrían podido concebir algo más  grandioso e innovador, con participación de las nuevas generaciones.   No quisiera pensar que   la valiente  Maria Jimena  Duzán cometerá el mismo error. Más creativo, en  cambio,Vladdo,   cusumbosolo que,  gracias a  su creatividad,  abre  una  nueva  dimensión  de su arte gráfico. Pero una golondrina no hace el  verano.

En todo caso,  lector o usuario, no le quepa duda para dónde va la "nueva" Semana: poco a poco va mostrando sus dientes hacia una vergonzosa  "derechización" de temas,  que poco tiene que ver  con periodismo, (como  tampoco la tiene la cohorte de Petro). 

En    esta Semana,  mucha diatriba, estreno de  la  estudiosa investigadora y"nueva" María  Andrea Nieto en su papel de bruja estrella de alto turmequé,  exterminadora de  Cecilia Orozco,  cuya impecable trayectoria  en periodismo es bien conocida, pero que la Nieto quiere destruir; Aurelio Suárez, que cometió el error de  servir de peón de brega "izquierdoso"  para mantener un supuesto equilibrio mediático con el fiscal Barbosa. Sin mencionar la moderna María Isabel Rueda. Y, por supuesto, la  ahora diosa  del periodismo  colombiano, Vicky Dávila.

Sigamos con  el paisaje mediático tradicional, que parece tener como meta  embobar a los colombianos.  Se perpetúan las secciones  de chismes de  pechugonas  que ahora muestra pierna, y los secretos de  Darcy:  mala competencia  a “La  Pulla” y  similares, que sí  abren nuevos horizontes. Ni hablar de la cada vez más  frecuente  "opinión"  de los receptores y  los   sondeos  que no  alcanzan  sino para  desaprobar o afirmar  y a una efímera  alabanza del  programa.

 Ahora  se  anuncia   que  Roberto   Pombo renuncia  a  la dirección de  El Tiempo, pero, a la  vez,   con   gran bombo y platillos,  que el hijo de Pombo  le hace competencia a la  opinadera de los   oyentes  con un “algoritmo del  poder” . Por  cierto, sin caer   en cuenta que  se aplica  a su propia dimensión del poder y de la  rosca bogotana. Un nombre bien  puesto - algoritmo-para significar que, en concentración rosquera, todos los caminos de nuestra desigual Colombia conducen al poder  mediático. La saga continúa. ¿Continuará?

¿Conclusión? En  ese atardecer mediático, - y el consejo   viene de  una abuela  que desde hace cinco  años  encontró su nicho  allí-   el  ciberespacio sigue abierto  para  las nuevas generaciones de periodistas  colombianos y sus  innovaciones que,  ojalá, no sean  las mismas de ahora. Pero, eso sí, siempre y cuando acepten  que hay vida  y periodismo más allá de la rosca y del roscón.  

 Sea dicho de paso, así sucedió cuando se inventó la imprenta y lo escrito rompió los muros conventuales, regándose  por el mundo.

1 comentario:

  1. No comparto que lo de la "resiliencia del ego" aplique a Los Danieles. No planearon renunciar a Semana pre-Gilinski.
    Sobre la marcha, Los Danieles muestra innovaciones y buen periodismo

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