viernes, 15 de julio de 2022

¿Quién era Duque y quién resultó ser?

 

Foto MTH  de publicidad  en El Tiempo 15/07/2022

 En los balances que  no dejarán de  hacerse sobre  el cuatrenio 2018-2022,  habrá  quienes  aseguren que  Iván Duque fue el  mejor  presidente del país. Otros, en la polarización emocionalista característicamente colombiana, asegurarán que fue el peor. 

 Simplemente me limito a afirmar que la historia  lo recordará más como  el “que dijo Uribe”  pero , sobre todo, como el hombre gris. En  lenguaje  claro, los  niños dirían  que  “ni fu  ni fa”.

 Gris es el color de sus  trajes o del pantalón que  combina con el   clásico azul. Gris se volvió su pelo.  Grises son  sus floridos  discursos, sus torrentes  de palabras,  que poco  llegaban a la almendra de los problemas, sino que los cubría de falsa indignación. 

Gris  fue su verborrea, que cansó por lo  larga, monótona y poco  florida. Gris  fue su  aprendizaje  en televisión cuando  cometió   el  error de creer que era telegénico pero usaba abusivamente el  espectro electromagnético. El  resultado: alejó a unos colombianos que esperaban un liderazgo de decisiones y resaltó más bien la  calma de su discreto ministro de Salud, el mas eficiente del cuatrenio.

Tal vez importe más  saber que, por acción u omisión o por  su indiferencia  ante las  cifras del horror (continuación de los  homicidios, desdén por el Acuerdo de Paz,  JEP, etc),   Duque cometió el error de ignorar el trabajo de la Comisión de la  Verdad, lo que debió causar sorpresa en los países  europeos.  Además, cometió  el error de presionar el nombramiento de su amigo y compañero de clase como fiscal,  y  apoyar el  de la señora procuradora del mismo nido ( CD).

 El  cuatrenio  se distinguió por una sobre abundancia de auto complacencia de sí mismo,  lo que  he llamado   “el ego alborotado” y  muy poca alusión a  sus  equipos,   que siempre aparecían como segundones (algunos lo fueron pero, en cambio,   el ministro Ruiz   fue  siempre tratado  por él como segundón) . 

  Duque  cometió también el error de escuchar más las alabanzas que las críticas. Tomó decisiones improvisadas, como haber nombrado a la ministra TIC y, en términos  generales,  se  preocupó  más por los  efectos colaterales ( es decir, su propia imagen) que por el impacto real de su liderazgo.  

Un líder asume las consecuencias de  sus  decisiones.  Duque, en cambio,  ignoró las consecuencias.

Duque es un hombre  gris que lee poco  y escribe menos.  Lo demuestran  su   currículo  y  los   libros  “propios” que  figuran  en él.  Tal vez  eso, pensándolo bien,  se debió a su personalidad. Sin embargo,  tiene  un lado  que   merece ser valorado. 

Hay que reconocer, al menos, que  Duque no fue  tiránico. Se mostró deseoso  conciliar, de conversar, de no molestar a  nadie.   En todo caso,  no pudo evitar que la situación del país se  deteriorara y , en los momentos de peor tensión, se  limitó a revolotear  como si esos viajes relámpagos después de  catástrofes  tuvieran  algún efecto  positivo.  

 Eso si, corrió riesgos con entereza, como sucedió cuando  atacaron su   helicóptero.   Y antes de que lo cogiera  lo que  los franceses llaman “la folie des grandeurs”  y  en criollo   podría llamarse la  obsesión por el tapete rojo, quiso  demostrar,   viajando, su amistad con los grandes de este mundo.

En   los  últimos días de su mandato,  su ausencia  fue notoria  en las inundaciones y otros desastres. Lo interpreto  como el terror de estar presente  en las catástrofes y al no poderlas resolver ese hombre gris, indudablemente aumentó su desprestigio.

La historia   recordará sus viajes en el  avión presidencial,  que se aceleraron  en las penumbras de su  terminación de período.   No es aventurado creer  que  algunos  de sus colegas (el presidente de   Portugal,  el  mismísimo rey  de  España, el Macron  de Francia, Trump y Biden) , ante   tal frenesí viajero, debieron  quedarse perplejos  - pensaría García  Márquez  si estuviera  aquí.

Ya se sabe a qué aspira el ex presidente Duque y lo demuestran, con cierta ingenuidad,  sus  repentinos  viajes.   Ya se sabe que lo logrará, perdiéndose   en los laberintos  de la burocracia  internacional, hablando su perfecto inglés y  retornando  al primer círculo,  para   utilizar la expresión de Dante. 

 Lástima que el país   se equivocó   al   votar por   “El  que dijo  Uribe”.  Sea dicho de paso,   el expresidente del  CD también se equivocó, pues cavó su propia  decadencia política. Porque, eso  sí,  hay que reconocer  que  Duque es un demócrata,  y  sin queriendo querer,   terminó  logrando, por fin,  la desaparición  del  señor  Álvaro Uribe  Vélez, del escenario del poder.


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