https://youtu.be/EJ_cfLyKp7
En un país con más territorio que Estado, como es el caso de Colombia, con frecuencia la noción de colombianidad, es decir, de pertenencia a un país desde el punto de vista afectivo, depende mucho de aspectos concretos en los que se asienta la sensibilidad.
El caso de los niños perdidos en la selva del Guaviare nos estremeció. Es decir, nos afectó, de una manera más individual que colectiva.
En otras palabras, nuestra sensibilidad se enterneció por tal o cual detalle ( el valor de la niña , el heroísmo de cómo participó tal o cual) considerados todos héroes ( se lo merecen) según fueran destacados por lo mediático.
No se trata de concluir que somos insensibles. Mas bien, en buena parte, que son bastante ajenas las consecuencias colectivas de esa sensibilidad, es decir, las lecciones que puedan sacarse del episodio.
Un tema de reflexión, no solo para la manera de SER colombianos, más allá de la influencia de lo mediático, por naturaleza efímero, sino también por la necesidad creciente de una ética de los comportamientos.
Y ahora, paso a la reseña.
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HISTOIRE DES SENSIBILITÉS
(Historia de las sensibilidades)
Alain Corbin
Hervé Mazurel
PUF idées.fr
Septiembre 2022
El énfasis actual en la inteligencia artificial, su poder y sus miedos, ha minimizado la importancia profundizar en las sensibilidades humanas, un campo académico que por fortuna vuelve a repuntar en algunos sectores.
En el caso de Francia, por ejemplo, con la revisión de las sensibilidades de lo humano a través de la historia. Por supuesto, esa mirada ( que no es determinante en la explicación de la Historia con mayúscula- aclara el autor), a mi modo de ver, tiene sin embargo mucho que ver con una ética de lo humano y sus comportamientos, en planos distintos de la moral, la religión, o las mal llamadas “civilizaciones”.
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SENSIBILIDADES DE AYER
“Durante mucho tiempo, la historia de las sensibilidades fue obra de algunos pioneros… Aunque seductora, la exploración histórica de la vida afectiva es incierta y difícil. Pero rehusarla es comprometer de inmediato ese viaje en el tiempo que es la historia”.(5)
El riesgo cuando se emprende esa tarea -argumenta el autor-, es proyectarnos al pasado, pero con la mirada de lo que somos hoy. En su país, Francia, que califica de “ racionalismo intelectualizado”, se le atribuye a “nuestros deseos, nuestras emociones, nuestros sentimientos u otros fantasmas a los hombres y a las mujeres de antaño como somos hoy”.
En Colombia, a mi modo de ver, el riesgo ahora es contrario: manifestaciones exteriores de llanto y emoción, seguidas, en otros sectores sociales, de reacciones emocionales expresadas con el verbalismo o el abrazo, para no mencionar la indiferencia. Pero la sensibilidad colectiva se esfuma tan pronto como llegó.
Un sicólogo social, sin duda, encontraría una manera más científica de expresar esa faceta de peculiar sensibilidad.
Para citar un ejemplo comparativo, aunque el caso de los niños perdidos en la selva se esfuma con rapidez, ¿nos incrustará lecciones en la mentalidad “moral” colombiana?
Solo deja entrever, por una rendija, las dificultades de la familia, las consecuencias de un padre que toma trago, por ejemplo. El futuro ya no importa tanto y colectivamente, el sentir colectivo de heroísmo fue solo temporal , como un hecho más, convertido en recuerdo sin consecuencias.
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Volviendo al libro y a la historia de las sensibilidades, advierte el autor que el riesgo se concreta en Francia al prestar inconscientemente a los actores históricos una relación demasiado razonada y racionalizadora de aquel mundo que era el suyo ( Mazurel lo atribuye al racionalismo intelectual heredado en Occidente por una larga y y tradicional desvalorización tanto de los sentidos como de la emoción). Una sociedad cartesiana como la francesa puede caer en ese extremo, tan distinto de las exuberancias latinoamericanas que hoy como ayer perturban bastante nuestra efímera capacidad de análisis.
Pero volvamos a esa voluble sensibilidad y su importancia en el impacto duradero. En palabras de Norberto Elías : “toda vida que no busque sino la conciencia de los seres humanos, su “ratio” o sus ideas sin tener en cuenta a las estructuras pulsionales, la orientación y morfología de las emociones y de las pasiones, se encierra en un campo de mediocre fecundidad” (6) .
Continuando con la comparación, tampoco es fecundo, hay que reconocerlo, el otro extremo: nuestra pasajera expresión del dolor sentido por los colombianos como sociedad respecto del futuro de los niños perdidos en la selva, o frente a sus compatriotas asesinados y todos los días presentados como estadísticas. “Nos duele Colombia” ( para utilizar una expresión frecuente), pero el dolor es pasajero y, a la hora de la verdad, es decir, de la reacción positiva, poco afecta nuestra sensibilidad o sus carencias.
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BROTES SENSIBLE.S..PERO EFÍMEROS
Lucien Febvre , admirado por Mazurel, fue quien originó en Francia retomar la línea de estudios de la historia de “la vida afectiva vida y de sus manifestaciones”, como tema académico por cierto de larga trayectoria entre los intelectuales europeos. A ella pertenecen, recuerda el autor, Foucault , Colette Farge y sobre todo Alain Corbin, Norberto Elías, Huisinga, Nietzche, Marx y Freud, Simmel , Weber y Benjamin (9)
Sentidos, percepciones, emociones, universos varían según tiempos, lugares y medios- recalca Mazurel, (11). Producen que la “balanza de los sentidos se transforme con la evolución de las intensidades térmicas, luminosas, cromáticas , olfactivas o acústicas" 12)
Buen ejemplo para nuestros a veces acartonados académicos desde la torre de marfil de las universidades: menciona, cómo a la historia le serviría profundizar en los efectos de la luz eléctrica o de gaz en los asombrados ciudadanos que la vieron por primera vez, o las consecuencias sensibles en el éxodo y la “metropolización de las sociedades europeas” (13).
Ni hablar de la necesidad de profundizar en los pesares y sensibilidades a la colombiana más allá de los afectados. O de los efectos de las migraciones colombianas a otros países, mas allá del ajiaco o los frijoles de los sábados. O, volviendo al tema inicial, el caso de los niños indígenas. Hay allí un tesoro inexplorado de sensibilidades no investigadas ni profundizadas.
Por ejemplo: más profundo que la noticia o el dato y más allá de los estereotipos, ¿Por qué muchos latinoamericanos creen que la solución está en migrar? ¿Cuales son esos sueños que los hacen cruzar el tapón del Darién cuando la posibilidad de triunfar es tan mínima? ¿En el caso de los venezolanos, solamente Maduro es la explicación? ¿Qué papel juega la auto-persuasión de ficciones mas poderosas que la realidad?
En materia de sensibilidades, hace falta también detectar malentendidos. Por ejemplo, y volviendo a la Historia con mayúsculas, el autor considera un mito describir una edad media “impulsiva”, “hipersensible” y “emotiva” o, en cambio, mostrada como una “edad de la razón” (17) con pulsiones sexuales, existentes pero reprimidas.
Señala también Mazurel formas de gobierno por las emociones (19). Pregunto: ¿por qué nuestro apego emocional al caudillismo, aún en los sectores latinoamericanos de alto nivel educativo? ¿ Lo hemos analizado a fondo? ¿Por qué creemos que Petro es diferente de otros o lo mismo que otros, o es mera cuestión de sensibilidades que empujan hacia el “no ver”, “no analizar”? ¿Esas marchas que se miden como actos de patriotismo, lo son realmente?
Lo sensible implica mostrar sentimientos que poco salen a flote cuando ocurren. Por ejemplo, el fervor religioso de los soldados o de qué están hechos la hostilidad o el odio entre los beligerantes ( 19).
¿Bastará, en el caso de los niños perdidos en la selva, una mención afortunada de cómo trabajaron colectivamente tanto las comunidades indígenas como el ejército? ¿ Sería posible que ese ejemplo que tanto alabamos, muy presente en el video de RTVC, perdurara en el tiempo futuro con un cambio colectivo de comportamientos?
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Todo aquello me lleva a pensar que lo más importante hoy no son la inteligencia artificial y sus miedos , sino las sensibilidades humanas como manera de contrarrestarlos cuando se pertenece a lo humano .
Con el resurgimiento del interés académico por las sensibilidades se van poco a poco produciendo investigaciones sobre la historia de lo íntimo durante las guerras modernas ( a través, por ejemplo, en las guerras mundiales, de las cartas a las familias ), o los ( existentes o no) sentimientos de culpabilidad o la medición de lo inaceptable, que en Colombia, a mi modo de ver, debería implicar un seguimiento a lo que tuvieron de atroces las guerras internas. Dese el punto de vista histórico, ¿Qué sentimientos produjeron todos esos asesinatos en sus familias y qué percepción tenían ellas de la muerte violenta de sus seres queridos?
¿Cómo es el dolor, que tanto se menciona pero que se describe académicamente sin dolor, o como una acumulación estadística de dolores, en nuestra obsesión por las encuestas y las estadísticas ( estimulada por los medios), o en las noticias que se olvidan? ¿Con qué mecanismos mentales se mantiene todo aquello que termina por no afectarnos o afectarnos de indiferencia como colectividad de seres humanos?
En Europa, acidez, melancolía, depresión- fueron patologías distintas según las épocas de guerra mundial, observa el autor. Todo aquello, desmenuzado, constituye la historia de lo sensible que implica pluridisciplinariedad, pero y también hoy un diálogo difícil entre neuro-ciencias, que persisten en minimizar la sensibilidad y lo que el autor y su grupo académico definen como “historia de las emociones” (22).
Al mismo tiempo, señala cómo las presiones sociales pueden volverse “auto-restricciones “ de lo afectivo. Y eso, sin duda nos sucede en Colombia, a pesar de exaltadas expresiones hacia afuera, en general palabreras o mediáticas, cada vez menos religiosas (¿ por qué, por cierto, la Iglesia católica se pronuncia tan poco en materia de sensibilidades humanas cuando la historia de Cristo es la esencia misma de la sensibilidad cristiana ?)
En Colombia hoy se confunden las exclamaciones exteriores de la palabra, como se ha visto en el caso de los niños perdidos en las selva del Guaviare . O se combina con la tendencia a “ no ver” por parte de muchos compatriotas.
Por eso, sin duda en estos campos, como diría Bourdieu, hay fuentes para nuevas investigaciones sobre historia de las sensibilidades. ¿ Cómo se investiga eso ? Escarbando los resultados de la educación (y manuales como el de Carreño agrego), en materia de sensibilidades, además de la Literatura médica, de los archivos policiales y judiciales, y aun lo íntimo escondido. Y, desde luego, partiendo de los propios testimonios de los afectados por el horror, el temor o el miedo.
El autor y su grupo, por ejemplo, esculcan las cartas escritas durante las guerras mundiales por los soldados a sus familias, conservadas preciosamente en los bufés de las abuelas. Todo aquello, advierte sin embargo el autor, es en fin de cuentas “ un modo de conocimiento indiciario “ y no principal, lo que no le quita el interés sociológico (25)
¿Por qué y cuando se llora en púbico?
¿Que es llorar? ¿Quiénes lloraron en los siglos anteriores? En el librito- resumen Sarah Rey ,miembro del grupo, analiza si los grandes hombres de la antigüedad lloraron. Esos hombres , poderosos intelectuales o líderes políticos y militares, lloran más en Roma que en Grecia (se trasluce en las frías estatuas griegas y los frescos de Pompeya). A veces, la sensibilidad muestra sus lados públicos y privados, por declaraciones expresas como las que se atribuyen a Sócrates, que se opone a mostrar lágrimas en público.
El autor relata cómo Suetonio, el biógrafo de Julio César, cuenta que éste se conmovió después de que sus tropas cruzaran el Rubicón , y recuerda cómo , para Cicerón, la oratoria consistía en enseñar, delectar y conmover ( docere, delectare , mouere) . El mismo Cicerón quien dijo que “nada seca tan rápido como una lágrima”, recuerda el autor. Lágrimas, a veces de cocodrilo, como diríamos nosotros los latinoamericanos.
Además de los ojos ( que crean una simpatía de las emociones según Séneca, ) el tacto acompaña a veces a las lágrimas. Y estas se vuelven veces en la cristiandad una expresión suprema de felicidad (40).
¿ Qué sucede con nuestra violencias? Pocas veces nuestras etnias o militares colombianos muestran sus emociones o las comparten a través de los medios , como lo hizo RTVC en un bello programa .
En la Edad Media como hoy el dolor del remordimiento y el arrepentimiento se mezclan con la tristeza del pecado. Llevan, según el autor, a la profundidad de lo humano, a sus pulsiones primitivas e inconcientes (45)
En todo caso, las sensibilidades varían según las épocas, los contextos y aún las profesiones ( médicos, campesinos, gente de las ciudades o sacerdotes , por ejemplo). También, lo que una investigadora norteamericana llama comunidades emocionales que forman identidad, lo mismo que las lloronas de Orvieto(54) o el Chocó, identidad poco explorada por los repetitivos medios colombianos .
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SENSIBILIDADES, INCOMUNICACIÓN Y ETICA
Volviendo al librito de Mazurel, el estudio histórico de los sentimientos y las sensibilidades distingue tanto los internos como los externos y sus influencias mutuas.
Me pregunto también ¿cómo afectará el tan mencionado cambio climático nuestras emociones y sensibilidades? ¿ Tendrá algún impacto en la ética de nuestros comportamientos? Sin duda, más allá del aporte de la literatura de las emociones, será mucho más difícil que estudiar cómo afectó a la humanidad en épocas pasadas.
Como bien lo analizó Damasio, razón y emoción no se oponen sino que pueden ser fuente importante de una escritura de la historia de lo humano que parte de las sensibilidades y construye el tejido social en mayor o menor medida. Por eso, recalca, los neuro- científicos de hoy, tan de moda como los estudiosos de la inteligencia artificial, pueden terminar siendo reduccionistas . Es decir, dejan a lo humano de sus sensibilidades por fuera.(101).
Dicho de otro modo : la esencia de la naturaleza humana no es inmutable, sino voluble, según las circunstancias. Depende de las relaciones sociales en contextos muy diferentes, como lo son aun hoy, los europeos, los latinoamericanos, los norteamericanos, los chinos y los rusos.
Ni los neurólogos ni los sicólogos tienen una respuesta unívoca. Tampoco la tienen las religiones o los científicos, lo biológico o lo social histórico. Puede parecer una frase de cajón, pero tal vez no lo es cuando se intenta aplicar a la realidad la ética de lo humano, mas allá de sus estrecheces en el mundo de hoy.
Sin duda, la ideología parece ser una barrera infranqueable para que nuestra sensibilidad se exprese en la ética y en los comportamientos colectivos.
¿POR QUÉ RECOMIENDO ESTE VIDEO DE RTVC? Muestra cómo, en fin de cuentas muy pocas veces en lo mediático, se menciona lo que que sucede cuando las sensibilidades de los indígenas se combinan con las de miembros del ejército, a través del intercambio de visiones del mundo, que distan mucho de las simplificaciones mediáticas de noticieros en busca de espectáculo.
https://youtu.be/EJ_cfLyKp7w
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