Glosario de diarreas mentales



Construcción : Como sucedió con la palara “paz”   en la era del Presidente Santos,  la  palabra   que empieza a ser más utilizada por Presidente  Duque  es “construir”.    Las palabras son  cántaros vacíos en los que cada  quien coloca  sus prioridades individuales o  colectivas. 
 Construir  implica   una  acción más concreta  que la de la paz ,  pero igualmente  gaseosa  cuando se aplica a  la política, a pesar de la buena intención  que  suponen ambas. Según el diccionario,  construir es “hacer algo”. O “crear cosas inmateriales”.  El problema radica en que, cuando  se “construye”  en términos  políticos, para ser igualmente   constructiva en la realidad- valga la redundancia- y para preservar  la democracia,  la construcción  debe  pasar por las instituciones.  Así se debe entender también la  construcción de ciudadanía:  no como acciones  individuales o  que se quedan en simples  manifestaciones colectivas  de protesta, como políticas públicas y su consolidación.     ver   entrada de lunes 5 de noviembre https://bit.ly/2IYGgw7 

 Cuatro responsabilidades: ética, jurídica, política,  periodística y de comunicación ( para evitar  diarreas mentales): 

 
Responsabilidad  jurídica: Implica  violación de una norma por dolo o culpa, y relación de causalidad entre  el sujeto  activo,  el sujeto afectado y el daño.  Consecuencias:  coerción, posibilidad de delito y  pena.

Responsabilidad ética: la ética es a lo  moral  lo que la estética a la belleza. La reflexión ética implica  sopesar  principios, valores  y virtudes individual o colectivamente, sin más  coerción  que  el fuero interior o los consensos de ética ciudadana.  Consecuencias: mayor   posibilidad de valorarse, así como de valorar   hechos, circunstancias y personas.

Responsabilidad periodística y de  comunicación : Conjunto de principios, valores  virtudes  que deben sopesarse y  rigen  la expresión de  opiniones,  el  ejercicio del periodismo , la  comunicación  digital interactiva y en general, el poder de informar y ser  informado  , así como la relación  comunicativa .  Consecuencias: mejor ejercicio de la comunicción  y mayor impacto social en los  comportamientos.

Responsabilidad política:  conjunto de principios, valores y virtudes  que  además de los generales  rigen el ejercicio de la actividad  política en todas  sus acepciones,  como votar, ser elegido,ejercer la función pública o  el proselitismo, y en  general cualquier  ejercicio del poder  de  incidir  en los derechos ciudadanos.  Consecuencias: mejor ejercicio dela función pública  y de los deberes  ciudadanos

Consecuencias:   asumidas,  las  cuatro responsabilidades, que se entremezclan  pero   con  diferencias específicas,   tienen   en común trascendencia   social  y  mejor ejercicio  de  los derechos fundamentales, conciencia del  posible daño individual y social, protección  del interés público o  el bien  común -como se le quiera llamar- y, en fin,  cultura de paz. 




SUPUESTO:   Freud diría que, en Colombia,  el  uso exagerado de "supuesto", en cualquier noticia o comentario, proviene del temor  inconsciente ( o consciente) de embarrarla. Lleva a confundir  ( nuevamente) entre la ética y el derecho.  Doña Pataquive cometió sin duda  una falla ética al discriminar a los  discapacitados y eso es lo que se le reprocha. 

"Eso no se hace", expresa  el consenso ético. Por lo mismo, no hay que tenerle miedo a lo que  ES  ( y no "supuesta") una  valoración ética de los  decires y haceres. 

Si a ella le parece "normal" expresarse así,  pues  contradice   los consensos éticos. Otra cosa es acusarla de un delito ( injuria , por ejemplo) caso en el cual, por la presunción de inocencia, si cabe hablar de "supuesta" injuria, mientras no haya fallo judicial  que así lo declare.

¿Perdón o reconciliación?: En las diarreas mentales sobre la paz,  a mi modo de ver (que  espero suscite  debate),  se le da excesiva importancia  al perdón y muy  poca a la reconciliación.

  ¿Es el perdón un elemento esencial de la reconciliación? El perdón no puede ser colectivo; es una actitud absolutamente individual, y que obedece a veces a razones religiosas o morales.

Una frase que  suscita  reflexión hoy es la de Jesús cuando dice “perdónalos porque no saben lo que hacen”. Siempre me rebelé contra esa frase. Perdonar a la gente cuando no sabe lo que hace es partir de la base que la gente no tiene la responsabilidad social de sus actos .Otro asunto es que el hecho de pertenecer a un grupo social sea susceptible de perdón o de reconciliación.

En el caso del apartheid, hubo un sentimiento colectivo de que la discriminación de razas tenía  que terminar, pero no por el efecto del perdón.  Las  memorias  de Mandela  muestran cómo  la reconciliación se produjo luego de una lucha que llevó a que  la población negra asumiera  la responsabilidad colectiva de rebelarse, pero  también, liderada por él,  de aceptar la reconciliación, lo mismo que la contraparte, que reconocoó su equivocación racista.

La democracia no es la suma de las decisiones personales o de los deseos individuales de perdonar. El gran tema  de la reconciliación es  cómo domesticar  la sed de venganza,  ese ojo por ojo diente por diente que, históricamente, no  ha sido una solución ni individual ni colectiva. Pero el perdón tampoco lo es, como lo demostró  en el gobierno anterior  la falsa  pedida de perdón de los paras desmovilizados.

En  todo caso, aunque  sea sincero, el  perdón  no  es el  principal ingrediente  de  la reconciliación.

La  violencia y la venganza  se  pueden contrarrestar con el sentido colectivo de lo injusto,  con la reacción para que los hechos no se olviden.

Anular la venganza  con la memoria para que no vuelva a suceder lo que sucedió
es  una actitud  mucho más proactiva que el simple perdón,  que es una opción pasiva. Interiormente  puede producir alivio a las víctimas que  provienen de  todos  los sectores, pero no colectivamente  en una sociedad tan  herida como la nuestra.
 
(Opinión de MTH, extracto de  Conversaciones de Sobremesa,  texto inédito de Javier Darío Restrepo y MTH)
  
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PAZ: ¿RIFIRRAFE Y ACICATE PARA LOS FUNDAMENTALISMOS?

 De todos los Derechos Humanos de tercera generación,- es decir, los que surgen de la modernidad-, a mi modo de ver ( que admite por supuesto controversia), el más ambiguo, para no llamarlo gaseoso, es el derecho a la paz, definido como “un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”.

Así lo consigna el art 22 de nuestra Constitución, por cierto en el lugar inadecuado, fruto del entusiasmo del momento, endanduchado entre dos derechos fundamentales de carácter individual: la honra y el de presentar peticiones respetuosas a las autoridades.

Esa definición plasma lo difícil que nos resulta en Colombia interiorizar colectiva o individualmente los derechos humanos. ¿Por qué? Porque se identifica lo moral con lo jurídico, como si fuera lo mismo y por la manera teórica y autoritaria de plantear las relaciones entre los seres humanos.
El carácter de “obligatorio” como definimos la paz lleva a despreocuparnos o  a minimizar la importancia de  llegar a consensos sobre el contenido de la misma, lo que repercute precisamente en el incumplimiento del derecho. Como es “obligatorio”, se minimiza la importancia de que cada colombiano ponga su grano de arena para lograrla o de averiguar moralmente qué piensa el otro.

 Algún sicoanalista de nuestra sociedad  podría encontrar allí la fuente de muchos de nuestros problemas como el fatalismo y la desigualdad (la ley es para obedecerla pero incumplirla; la ley es para los de ruana)

 No existe un consenso moral mínimo, que también yo llamaría el pudor elemental mínimo sobre lo que no se puede hacer no hacer, pedir o no pedir cuando se opina o se busca construir paz, como base de cualquier aproximación.

El rifirrafe entre el Ex Presidente Pastrana  y Uribe ; y ahora  con el Presidente Santos es un desastroso pero lamentable ejemplo. Lo que se decía antes de las revendedoras de la plaza de mercado, que por fortuna han superado ese estereotipo, ahora se aplica a algunos ex presidentes (no creo que a Betancur o Samper).

 Es común el espectáculo de aterrizar el término “paz” como resultado de enfocar los derechos desde los egoísmos individuales y lo discursivo leguleyo. No solamente apoyados  por las lógicas de confrontación de un periodismo que busca en la confrontación  el reemplazo de su carente investigación.

También porque la “Patria” como dice con frecuencia  el  ex Presiente Uribe, o la Paz, como dicen tantos, son términos fundamentalistas, que disfrazan reacciones personalistas.



[1] “mi ética es la ley, dijo  en un debate   en el Congreso el ahora pre candidato  Oscar  Iván Zuluaga, en   el debate  sobre  lo hijos del   entonces  Presidente.

  ¿Qué consideran los diccionarios como palabras sinónimas de paz? Veamos: Tranquilidad, sosiego, armonía, calma, reposo, concordia, conciliación, acuerdo, amistad, quietud unión (ESPASA)
Es decir, todo lo contrario de lo que propician nuestros líderes, padres o no de la patria, y que se puede resumir en una sola palabra: la peleadera. Consistente en que los ataques son personales y no argumentales. 
La peleadera es una actitud muy diferente de la controversia crítica, necesaria en una democracia, y en la que caben palabras fuertes como republiketas, que se refieren a propuestas, pero no a personas. También caben todas aquellas que utilizaba el satírico Voltaire.

¿Qué es el fundamentalismo? “ un movimiento religioso que interpreta los textos sagrados literalmente y aplica estrictamente las normas y preceptos” (Diccionario de uso del español actual).

Puede aplicarse a la religión de la paz, cuando es practicada por sus fundamentalistas, que no se esfuerzan en buscar consensos sino en definirla de acuerdo con los intereses personales o grupales.

Entre menos, entonces, se hable de paz, más se entenderá como podremos lograr ese estado de ánimo individual o colectivo que nos garantice el desarrollo sostenible como personas o colombianos.

Recomendada : declaración del Director General de la Unesco sobre el derecho a la paz (1997) http://www.unesco.org/cpp/sp/declaraciones/HRtoPeace.htm


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CRISIS: en la Colombia de hoy, todo está en crisis: la salud, lo ambiental, los componentes de lo urbano y lo rural, la vivienda, los hospitales, las carreteras, la educación superior, la familia y, en fin, todo lo que paradójicamente tiene que ver con los derechos elementales. 

El fatalismo, mediático o no ( pero sobre todo mediático) se solaza hablando de crisis. Pero es un eufemismo que, en vez de señalar algo que explota de manera repentina y pasajera, disfraza realidades abandonadas a su suerte durante años y años de indolencia.

CRISIS, [1] según el diccionario es: “circunstancia generalmente pasajera, poco duradera de estar alguien o algo… afectado por dificultades o problemas graves o de difícil solución”
Ni la inhumana situación de la salud, ni la indignante de las cárceles, ni la de las carreteras terciarias, ni la de la movilidad en Bogotá, ni la más aberrante de todas, la de agua en Yopal, son situaciones de crisis. Son desidias estructurales, incapacidad crónica de ser eficientes o de superar la desigualdad.

Por el lado ciudadano, incapacidad de hacerle seguimiento constructivo a los actos de los funcionarios, de ponerle TATEQUIETO a los que toman las decisiones equivocadas o corruptas. Pero no para revocarlos ( que es la manera más fácil de involucrarse, sino para trancarlos . 

Para eso también se supone que sirven las instituciones democráticas: no para hacer debates lacrimosos a posteriori como del miércoles sobre Yopal , sino para prevenir y actuar antes de que el escándalo estalle. 

No hay tales crisis. Hay la mala y apática costumbre ciudadana de dejar que los errores de todo tipo avancen hasta límites intolerables que, sin embargo, se toleran. 

No hay crisis, sino una fenomenal incapacidad de salirse del terreno discursivo apocalíptico para impedir que esos aberrantes errores y fracasos continúen.

Hablar de crisis es tan solo un brote de pereza mental colectiva, una reacción tardía frente a los desastres que atropellan de manera inhumana a los más pobres de entre los pobres, mientras que a ciertos funcionarios solo se les ocurre presentar proyectos de ley, y ciertos congresistas, denunciar lo que no supieron ver a tiempo, ni movilizar ciudadanos para derrotar los fatalismos.


[1] Gran Diccionario de Uso del Español Actual o el que usted quiera consultar, porque es la manera de detectar lo despistados que estamos en nuestra aproximación a entender y definir la realidad colombiana.


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POLITIQUEO
Síntoma, según el diccionario es: “alteración del organismo producida por una enfermedad y que sirve para diagnosticarla”
. El organismo de marras está afectado de "politiqueo" porque los políticos no piensan en otra cosa, los entrevistadores y programas de opinión no investigan para hacer otro tipo de preguntas, los anunciadores solo están interesados en que no se les pisen sus callos. Por todas estas razones, lo político se limita a unas especulaciones estériles sobre las intenciones electorales. ¿Nos merecemos eso los ciudadanos?
 

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"PUEBLO":¿ No es hoy arcaico que cuando se menciona al "pueblo" se implica el que mira, interpreta o representa al pueblo? Así lo han analizado grandes pensadores como Orlando Fals Borda.

En la era digital, las redes y no el pueblo determinan la capacidad de construir democracia. Una democracia no representativa sino participativa. participar no es hacer referendos para gobernar sino entender, opinar con conocimiento de causa sobre los temas públicos.
 


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IZQUIERDA Y DERECHA.-Wikipedia, que no siempre acierta, define las dos palabras, desde el punto de vista político, en términos de progresismo y conservadurismo.
 
El concepto de izquierda política se refiere a un segmento del espectro político que considera prioritario el progresismo y la consecución de la igualdad social por medio de los derechos colectivos (sociales) circunstancialmente denominados derechos civiles, frente a intereses netamente individuales (privados) y a una visión tradicional de la sociedad, representados por la derecha política. En general, tiende a defender una sociedad aconfesional o laica, progresista, igualitaria e intercultural. En función del equilibrio entre todos estos factores, la izquierda política se divide en multitud de ramas ideológicas."

Pero se trata de conceptos rígidos que ya no se pueden aplicar en forma estática y para siempre a las realidades. La política actual – descentrada se diluye en medio de la desestructuración de los partidos, o en lo que algunos llaman las comunidades de sentido es decir, la adhesión o lucha por temas tan concretos como el género, las víctimas, el medio ambiente.

En todo caso, el origen de la distinción “política” entre izquierda y derecha es bastante más prosaico: simplemente indica el lugar donde colocaban sus nalgas los parlamentarios ingleses. ¿No es hora de cambiar?

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PERIODISTA: Bavaria – ahora de Saab Miller- define a los periodistas en su día como “los que encuentran la noticia pero ante todo la verdad”: una frase de cajón. Como muchas de las que se escucharon el día del periodista, que ya no lo es por ley. 
 
El nueve de Febrero ensalza a Manuel del Socorro Rodríguez, un lambón de todos los regímenes, cuando el pobre Antonio Nariño, al que por ley y por mérito le correspondería encabezar el ritual, sigue tan ignorado como los reporteros rasos de hoy. 


Otros se dicen periodistas por el solo hecho de opinar en una columna o de participar como “ expertos” generales en “mesas” de trabajo de radio o TV o, lo que es peor, a quienes son pechugonas presentadoras de las secciones de publirreportajes y farándula.


El periodismo exige también más rigor, más dedicación y más independencia que la opinión, que es un derecho ciudadano y cuya credibilidad depende cada vez menos del tono panfletario.


Tampoco es válido que a los comunicadores empresariales y a los jefes de prensa de instituciones oficiales se les considere periodistas, en vez de valorar las decisivas funciones que desempeñan en materia de comunicación y de relaciones inter personales. Pero una cosa es una cosa y otra, pues otra.


1 comentario:

  1. Cómo se forman actualmente a los periodistas ? No será que hasta el final de su carrera son consecuentes con sus principios, pero ya en el momento de ejercer , se ven cooptados por los Medios que en últimas son quienes los contratan y que sin duda defienden su propios intereses económicos y políticos que son determinantes. Lamentable pero hasta que los colombianos no entendamos que el interés público debería estar por encima del interés privado nuestra sociedad no podrá avanzar hacia una verdadera democracia.

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