miércoles, 24 de abril de 2013

EL AMBIGUO LEGADO DE CAMPO ELÍAS TERÁN: BONACHÓN, PERO ¿UN MODELO A SEGUIR?


Campo Elías Terán  y  su familia  merecen todo el  respeto  como personas que han  sufrido  el padecimiento de una enfermedad tan dolorosa  como el cáncer. Sus hijos, su esposa y sus amigos lo recordarán  con afecto respetable. 
 
 También merecen respeto  sus apasionados seguidores desde  la época en que  despertaba  adhesiones  radiales por  su facilidad de expresión y su capacidad de entusiasmar a los  desesperanzados  cartageneros de los barrios de miseria, esos  que  no visitan ni los turistas ni el jet set.

 Como  muchos  “caritativos” que  pululan en el ejercicio de la política,  conseguía audiencia    aliviando – emocional y  momentáneamente- las necesidades insatisfechas de los más pobres  sin dimensionar los  factores estructurales de la miseria.  Y como todos lo “querían” – incluido los García y otros políticos corruptos, así como los voraces inversionistas urbanizadores, logró hacerse elegir.  Un buen corazón no es ni mucho menos la garantía  de  eficiencia y capacidad. 

Pero su propia esposa, Doña  Nereida, a quien escuché  este  martes 23 por la mañana en RCN,  reconoce  que “cometió el error  de estar  rodeado de algunas personas… no conocía lo que había detrás  de  cada político”. 

Contrasta  entonces  la sensatez de la viuda,  que pide  escuelas en vez de corrupción  y que  reconoce como  logró  haber sacado a su hijo “de  un ambiente   contraproducente  para  darle así oportunidad  para  desarrollar su propia carrera” como periodista  deportivo.

 Contrasta  con los exuberantes elogios a  este controvertido personaje, no solo por la manera  como utilizó  el trampolín de la radio para  lanzarse a la política  sin  saber en lo que se metía,  sino por  caer con enorme  facilidad  en las  garras de  políticos  corruptos.

Campo Elías  Terán  puede  ser considerado  buen padre, lo cual pertenece a su  intimidad familiar,  pero no es precisamente el  modelo que recomendaría  para las generaciones de  nuevos periodistas.  Tuve  hace los años de Upa – como supondrán- ,  una experiencia  desagradable que  me dio la medida de su ética.   

Siendo jurado  de un premio de periodismo de la Ciudad de Cartagena,  que  le adjudicamos  por su entrevista a un boxeador, después  de la ceremonia  me dijo que,  con su señora y su hijo  me quería invitar a almorzar al día  siguiente.   Se  presentó solo e intentó propasarse, lo que, según  le escuché  al director local de noticias de RCN en ese entonces,  era una manera  habitual de  comportarse.  Pero lo que más  me pareció  inaudito  fue  no   tener  el más mínimo  respeto  ético  por mi calidad  de jurado.

 No me sorprendió  por lo mismo  su  dudosa moralidad  cuando fue elegido  Alcalde  de  Cartagena, investigado por cuestionables contrataciones y desde luego,  como  lo reconoció  Doña Nereida, por  las aves de mal agüero  que nombró a su alrededor.

De allí que  resulten inauditas  expresiones tan laudatorias que lo convierten en el máximo ejemplo del  periodismo radial y social  “popular”  colombiano. ¡Por favor!

 Ojalá  que  quienes votaron por él  no vuelvan a  caer  en las garras de las promesas discursivas de los que , en nombre de  ese  ambiguo  legado de  “una buena persona” o “intérprete del pueblo” mantienen  a la  ciudad en el  más aterrador  estado de pobreza  y descomposición social.


1 comentario:

  1. María T.: Suele ocurrir, pero que bueno señalarlo! Solo hay que revisar los muchos cuestionamientos que se escribieron en su lecho de enfermo y que después de su muerte desaparecieron por arte de magia. No hay difunto malo en el desmeoriado país.
    Bunker

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