Como era de esperar, poco quedó del mal
ejemplo de la peleadera de dos ilustres ex presidentes en relación con el proceso
de paz.
Sugerencia, además de los tres consejos de Ernesto Samper: evitar este tipo de “loras ".
Aplicar lo recomendado para los EEUU por quien no era
todavía presidente, Barak Obama: la reflexión sobre valores.
“En un país tan diverso como el nuestro - escribe - siempre habrá argumentos apasionados sobre donde trazar la línea en materia de acción gubernamental. Así es como funciona nuestra democracia. Pero nuestra democracia funcionará mucho mejor si reconocemos que cada uno de nosotros posee valores que merecen respetarse”.[1]
En vez de preguntar tanta pendejada, los sondeos de opinión deberían estimular la reflexión y profundizar sobre los valores colombianos. Como escuchamos en su excelente debate del martes, el Senador Avellaneda, que logró superar un destino de origen humilde, prioriza la educación. Para otros, el valor es la autonomía; otros, la fe, o la libertad responsable.
“En un país tan diverso como el nuestro - escribe - siempre habrá argumentos apasionados sobre donde trazar la línea en materia de acción gubernamental. Así es como funciona nuestra democracia. Pero nuestra democracia funcionará mucho mejor si reconocemos que cada uno de nosotros posee valores que merecen respetarse”.[1]
En vez de preguntar tanta pendejada, los sondeos de opinión deberían estimular la reflexión y profundizar sobre los valores colombianos. Como escuchamos en su excelente debate del martes, el Senador Avellaneda, que logró superar un destino de origen humilde, prioriza la educación. Para otros, el valor es la autonomía; otros, la fe, o la libertad responsable.
Encontrar un valor al
opositor y no echarlo a la pedante
caneca de la exclusión es una manera
concreta de darle sentido a la desfigurada
paz.
Pero el
país discursivo y peleador no
suele ni reflexionar sobre valores, ni respetar al otro.
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¿Y DE LOS DIRECTORES DE NOTICIAS, QUÉ?
Pero la vergonzosa manera como el periodismo colombiano ha servido de caja de resonancia de la peleadera de dos ex presidentes es una muestra adicional del desperdicio mediático de inteligencias.
Pero la vergonzosa manera como el periodismo colombiano ha servido de caja de resonancia de la peleadera de dos ex presidentes es una muestra adicional del desperdicio mediático de inteligencias.
Semejante actitud
plantea necesarios interrogantes sobre la
responsabilidad concreta de los
directores de los medios que son, en fin de cuentas, los que toman las
últimas decisiones. (¿O lo serán?)
¿Qué margen de acción tienen? ¿Hasta qué punto en sus decisiones incide la auto
censura frente a las presiones de los
dueños o de mandos mediocres de las cadenas y canales? ¿Por qué
surge la necesidad de darle a Yolanda Ruiz un
Rodrigo Pardo, en vez de pagar un equipo de
investigadores, que les resolvería a los dos el problema de la calidad del priodismo ?
¿ Qué papel
juegan los mal llamados "intelectuales"? ¿Quién toma la decisión de incluir en el código
Caracol una “chiva” sobre la
manera como Uribe promociona sus trinos? ¿ Que aportan muchos programas de opinión?
El pequeño libro rojo
de Pierre Bourdieu sobre la TV y sus debates podría servir de abrebocas para reflexiones distintas de las habituales…
“hay debates verdaderamente falsos…. (Entre) gentes que se conocen, que almuerzan juntos, que comen juntos. De
hecho, el universo de los invitados es
un mundo cerrado de inter-conocidos que funciona
con una lógica de
de auto-reforzamiento permanente.
¿Será el caso de Hora 20, blu
y similares? Ante la ausencia de conocimiento específico sobre el tema, las frases
generales y emocionales de los eternos invitados terminan por
cederle el paso a la peleadera
gritona. Los directores quedan atrapados
por su propio invento y las audiencias,
saturadas.
Obviamente, estas inquietudes críticas nunca serán aceptadas ni respondidas en público. Muy poco caben
en las salas de redacción. Y mucho menos le interesan a dueños y anunciantes, porque no es de buena educación pisar callos.
Pero reflexionar sobre valores
en vez de acomodarse sin cuestionamiento alguno a lo existente, mejora sin duda la calidad de lo que hacemos y de lo que vivenciamos. En
eso, ni el periodismo ni la política son
excepciones.
Próximo jueves: ¿Qué diablos es el liberalismo colombiano?
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