miércoles, 15 de mayo de 2013

LAS FANGOSAS CONTRADICCIONES DE NUESTRA DEMOCRACIA CRIOLLA

tomada de: unapasionnocorrespondida.blogspot.com Cualquier parecido con la realidad colombiana...                           


 Con la palabra diálogo,  una de las más pronunciadas en nuestra discursividad colombiana es democracia. Como decía madame Roland  próxima a ser  guillotinada por la revolución francesa: “¡Oh libertad! (en este caso ¡oh democracia!), ¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre!”.

 En defensa de la democracia o en la construcción de la misma, el país cae en contradicciones fangosas. Algunas de ellas:

                                                                                  


“Hay que”: en todos los sectores y en todos los aspectos, pululan los pontífices de la teoría, de lo que hay que hacer, pero pocos lo que se arremangan, detallan lo que cuesta y  qué responsabilidad  asumen.

 Libertad de prensa:  se “defiende” discursivamente  pero, por lo mismo,  se estimula  a los intolerantes , y a los que amenazan a periodistas que investigan. En otros países, las asociaciones de periodistas son una barrera contra las presiones y los abusos. 
Aquí, como es el caso de la FLIP ( y me duele  por  haber participado en su  fundación), se limitan a declaraciones que solicitan investigaciones exhaustivas o publican informes en los que, año tras año, se repiten las mismas estadísticas y encuestas, cuyas preguntas eluden temas cruciales como los despidos masivos de periodistas. Otras asociaciones, como el CPB ( y me duele por haber sido alguna vez  su Presidenta), están en una lastimosa decadencia, enfrascadas en peleas internas ( por cierto algunas lideradas por quienes nada tienen de periodistas) y sin haber logrado vincular a nuevas generacione  ( ver definición de periodista).  Temas tabú : el empleo y   la situación laboral  ( como, por ejemplo,  la de los camarógrafos).
Las asociaciones de empresarios, como la SIP y Andiarios representan  más que todo los intereses de las empresas-lo cual es de esperar y no criticable, siempre y cuando  se advierta  - .  Defienden la libertad desde su orilla, sin contrapeso serio.  Esa actitud por supuesto, es un incentivo para que las  “fuerzas oscuras” actúen  contra los más frágiles de la cadena, es decir, los  que no están en las mesas  de trabajo, sino en trabajo de campo.

Sindicalismo : Tanto el ministerio del trabajo como la cooperación internacional- que hacen lo que pueden- han recalcado la importancia del sindicalismo para la democracia y han sacado elocuentes y muy bien hechas campañas  ( entre otras, en asocio con la Procuraduría, lo que le sirve a las cúpulas de la institución  para   considerarse “democráticas”).

Pero es de mala educación preguntar si en los medios oligopólicos hay sindicatos  autorizados  y fomentados por la ley. ¿Qué diría el señor Sarmiento si a los periodistas se les ocurriera esa pésima idea en El Tiempo?

 Dicho de otro modo, en teoría la democracia colombiana necesita sindicalismo, pero ni lo defiende ni lo justifica.

Eso estimula  la  decadencia  del propio sindicalismo , enroscado  en sus  cúpulas inamovibles , y con poca   capacidad  de presión o de adaptarse a las   nuevas circunstancias sociales  .

 Paros: Otra palabra que produce espanto o deslegitima cualquier arreglo es la palabra “paro” que por cierto se aplica indistintamente a diferentes manifestaciones de la protesta popular o ciudadana : marchas ciudadanas o sectoriales ( permitidas por la  ley como manera de presión), manifestaciones ( contra el secuestro por ejemplo)  se equiparan  a  violencia y bloqueo de carreteras. Desordenes suscitados por personas ajenas a las causas legítimas (como la defensa de la universidad pública) estigmatizan a estudiantes que  ya  no se atreven a disentir.  Pareciera  como si la democracia  fuera válida sólo cuando hay protestas  pero  calladitas.

 En lo  que se suele llamar democracia  colombiana,  los sectores ciudadanos que creen en la Constitución y sus valores fundacionales [1],  se han visto arrinconados por sus propios congéneres. La protesta ciudadana y laboral se estigmatizan como subversivas  o de “izquierda” ( un término  por cierto decimonónico ,  un costal en el que cabe de todo ( ver en glosario, izquierda y derecha) Esa misma estrechez de la manera como se concibe la democracia ha producido , salvo contadas excepciones,  atraso, mediocridad,  decadencia, incapacidad de adaptarse a las nuevas realidades sociales, tanto  en los gremios como en los  movimientos sociales (sin mencionar la academia, pero ese es otro tema).

Estado : la deformación del concepto de Estado es un harakiri de la democracia criolla : se define al  Estado  como el que todo lo debe dar, sin que la mal llamada sociedad  civil  sea poco más  que una entelequia discursiva. En un asistencialismo desueto, a cada problema se le achaca la responsabilidad al Estado, al que se delegan  todas las responsabilidades colectivas.  El cubrimiento de las noticias  siempre incluye  un testimonio  en el cual  el ciudadano  agobiado  reclama “El gobierno no hace nada”, pero  escampan los responsables del desastre ( en la salud, por ejemplo).

 ¿Conclusión? Asumir responsabilidades ciudadanas .  Hacer la lista de lo que se ha  hecho para sacar  enseñanzas sbre lo que queda por hacer.   Dejar el “hay que” o al menos, a toda crítica  implícita en  el  “hay que,” agregarle un cómo y quién va a asumir los costos. No desconocer lo que se ha hecho  en aras de lo que no se hará.  La solución no depende ni de las FARC (cuyo discurso sigue siendo decimonónico) ni de lo que haga el Estado (paralizado por las burocracias),  sino del dinamismo social.


[1] Estado  Social de  Derecho, República unitaria, descentralizada,  con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto a la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas  que la integran y en la prevalencia   del interés  general ( art.1)

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