El país, no sólo de los políticos (incluidos los políticos de las FARC), sino de los medios de comunicación que le sirven de caja de resonancia, está enfrascado en la discursividad y las diarreas mentales sobre la “paz”. ¿No les parece completamente desfasado de lo que Gaitán llamaba “el país nacional”?
Mientras Tumaco está sumido en la oscuridad y el desamparo producidos por las FARC, (al menos eso nos dicen los jefes militares y
citan nombres) uno no se explica ¿por qué, si
el ejército los conoce tan bien, no detienen sus actividades criminales?
Mientras
los pescadores de Tumaco y de San Andrés están bloqueados
inmisericordemente desde hace
dos semanas, sus habitantes, sin con qué comer
y sin producirse ninguna reacción estatal,¿ Por qué el Procurador va a dar vuelta por los mares de la
sentencia de la corte de la
Haya y el gobierno no es capaz de devolverle la luz a la ciudad?
Mientras el poder judicial
se derrumba y los medios hablan
sin ton ni son de los carteles y de
testigos falsos, como
si fuera una epidemia general, algunos
manifestantes se quieren
convertir en jueces , declarando
inocente al preso
gobernador Juan Francisco Gómez. ¿Pensarán que así lo van a “limpiar “de sus comprobados
vínculos con narcotráfico y paramilitarismo?
Mientras
el distrito está pendiente de las espadas de Damocles sobre el
alcalde Petro y pasa el tiempo
en corredores judiciales, los “héroes”
de la revocatoria pretenden
convencernos de que con eso van a salvar
a Bogotá de un caos que solo contribuyen a agravar.
Mientras algunos militantes y jefes obsesivos de las FARC se dedican a dejar sin luz a Tumaco ,
a tirarse manifestaciones justificadas
como las de la reforma de la educación superior o contra el abandono
del agro, los jóvenes de las FARC no saben muy
bien por qué están allí ¿ Se
preguntarán qué tienen que ver con los cada vez más apoltronados y avejentados delegados en la Habana, que se explayan audiovisualmente en comunicados decimonónicos?
A
propósito: ¿quién paga la estadía de las FARC
en la Habana? ¿Cuánto cuesta? ¿Cuánto
vale la de los delegados del Gobierno? ¿Donde compran
su guardarropa los farquianos?
¿Será todos esos detalles
indicativos de algo?
Mientras en el Congreso se pelean santistas y uribistas sobre un referendo sin
saber qué nos van a preguntar a los colombianos, los medios consideran
fundamental el dilema poco hamletiano de “congelar" o no
congelar. ¿Congelar qué, si no hay nada
más que un punto acordado?
¿Por
qué nos quieren hacer creer
en una paz -que ya nadie sabe cómo es- que se construye
con la mala leche de diluir la agenda
y de atosigarnos con temas accidentales que solo reflejan egoísmos. Y por el otro lado
con la intención de “avanzar,
avanzar, avanzar? ¿Hacia dónde?
¿Por
qué ya no parecemos capaces de debatir
temas urgentes como resolución de emergencias en servicios públicos
(incluidas tapas de alcantarillas, que
han desaparecido en todo el país? ¿Por
qué importa más La Habana que el aquí y ahora?
¿Por
qué se pone tanto reflector sobre las ambiciones de Pacho o las mediocridades de la próxima convención de un partido de cuyo
nombre ya nadie
se acuerda ( o tan solo como
de un centro de de mezquindades del uribismo). ¿Por qué siempre remachar sobre los mismos temas y tan
poco sobre la corrupción política en
casos distintos de los conocidos? ¿Por
qué no se investiga sobre las fracturas reales de las FARC?
Si
de treguas se trata
¿ no sería mejor hacerla en materia de confusiones,
carretas, egoísmos, estupideces, declaraciones insulsas, peleaderas del
país político y mediático que nos
están idiotizando por las temáticas que plantean?
Como
bien lo decía el Papa
ante la muerte por
ahogamiento en el Mediterráneo de
centenares de inmigrantes ilegales: vergüenza, vergüenza, vergüenza.
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