jueves, 23 de enero de 2014

ANTE EL DESASTRE DE LOS PARTIDOS, ¿QUÉ OPCIONES HAY PARA MARZO?


¿Nos interesan  las temáticas de los partidos ?
Es sintomática la manera como  se han manipulado tanto las convenciones  partidistas como  la preparación de  las listas para las elecciones.

Quienes  mandan en  los  partidos  o movimientos ( porque,  desde luego, en nada inciden  los  afiliados de base), en vez de plantear soluciones, se preocupan  por quien  “vende” más en las listas  para  encabezarlas o integrarlas , y quien  asegura  sus propios intereses  .

 Se escoge a dedo  un “líder” de trasnochada trayectoria,   un nombre que “suene”  para encabezar  , o , para integrarlas ,  la esposa de un líder gremial, o la   miembro ( ¿O  miembra ?) [1],  de un clan de reconocida trayectoria en el descalabro y la pobreza de regiones costeñas asoladas por la miseria y el desamparo, sin mencionar el paramilitarismo.

 En otros sectores, las peleíllas y celos  tienen más carácter personal  que  programático y forman un revuelto en el que  la única garantía es  el prestigio de  personas como Claudia López, a quien  por supuesto, le  deseo el mejor  desempeño.

Curiosas reuniones entre  ex presidentes  se llevan con gran sigilo pero con la intención de que sean conocidas; convenciones partidistas se cocinan antes de que   las bases regionales puedan traerle frescas energías a los  movimientos o a lo que, llamándose “partido” (mejor sería llamarlos “quebrados[2]”) se  limita a ser una reagrupación aberrante de intereses particulares.

 Y como si lo anterior fuera poco, partidos  de filiación religiosa  tratan de deshacer los entuertos que causaron sus papisas o sus ahora silenciosos  representantes y senadores. 

El resultado  de esas peleaderas  que no nos atañen, es  tratar de  convertirnos en idiotas útiles de la corrupción y el clientelismo, y  , como bien lo  analiza  el artículo de  Luis Carvajal  en El Espectador, http://bit.ly/1dW3V8A ,   relacionado con  el alcalde Petro, alejar el debate  público de  los problemas fundamentales locales y nacionales.

 En  esas circunstancias,  los ciudadanos debemos sacudirnos de esos "yugos " y reconocer que ya no existen los partidos y que las elecciones  se deben entender de otra manera, desde la ciudadanía.

El criterio  desde la ciudadanía  para escoger  y  darle calidad a su voto  no es  tampoco el de  la “izquierda” y la “derecha”, términos ya desuetos,  que no reflejan las  dos mayores  prioridades :  honradez   y viabilidad delas promesas.  

Otra necesidad ciudadana: Superar  el fatalismo de pensar que no podemos  afrontar esa transición causada  por   la desaparición de  los partidos tal como originalmente los conocimos. Reemplazarla por   lo que  Maffessoli  llamaría “Comunidades de Sentido”,  con un listado de prioridades colectivas.

 En otras palabras,  en una sociedad  de  flujos y redes, se trata de  reemplazar  el sistema partidista tradicional  por  un sistema en el  que  lo que  concretar y  hacer  lo que hay que hacer sea más importante que lo  prometido.  

Como desde  el punto de vista de los oferentes, no se dará ese cambio,  los ciudadanos deben abandonar las viejas  creencias según las  cuales son unos  borregos  para los cuales es prioritaria la obediencia partidista.

 Los grupos que se han formado, las ONG que   se especializan  en  buscar que votemos  bien, tiene la oportunidad  y la responsabilidad social de  advertirnos  quien ofrece garantías y quien no.   

Desde luego,  se dirá con razón que  el sistema actual  y la legislación   no se pueden reemplazar  dela noche a la mañana. Pero  hay salidas que  permiten que  no se salga nuevamente con la suya el clientelismo tradicional:

NO
A las listas cerradas
SI
A las propuestas  cuantificadas   en relación con educación y salud
NO
A quienes  nos hablan de “cambio”  en términos genéricos sin  especificarlos
SI
A los que reflexionan sobre el post  conficto
NO
 A los que avalan el fracaso administrativo de los caudillos discursivos sin sacar lecciones de los errores

Los ciudadanos colombianos  somos los que debemos escoger y no  los  “autoelegidos”





[1]  Como María del Rosario Guerra , del clan del mismo nombre que, me  consta, y a diferencia del ministro TIC actual, apenas   sabía  prender un televisor cuando la nombraron Mincomunicaciones 
[2]  Quebrado por falta de  ideologías o programas sensatos, no propiamente en el sentido   económico. Por  ejemplo, cuando se muestra  como gran  obra   bajar el  costo de la gasolina  ¿es acaso un planteamiento  “liberal”, o una improvisación  populista?

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