jueves, 16 de enero de 2014

¿LEGULEYIZACIÓN DEL DERECHO, POLITIZACIÓN DE LA ÉTICA, MEDIATIZACIÓN DE LOS PROCESOS? ¿SE ACABARON LOS JURISTAS?


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Pocos  países   como Colombia  ( a pesar de tanta  felicidad   que,  según las encuestas,  nos  embarga)  son tan  aficionados a  la discusión leguleya , como si en eso se nos fuera la vida.
  
Gracias a los medios,  no se escucha  nada distinto de  insulsas deliberaciones  estériles y diarréicas  seudo- jurisperitísticas,  en las que improvisados  jurisconsultos, como en el trabalenguas aquel,  se enfrascan  en interminables discusiones sobre plazos,  términos,  apelaciones, procedimientos, candidaturas, recursos, maneras procedimentales de irse o de quedarse.

Eso sí,  casi nadie – para no decir nadie-  tiene la capacidad  de reírse de sí mismo cuando posa de  gran experto y cita sentencias,  o confunde autos  con fallos.

Los orígenes  de esa manera de concebir tanto  lo público como  la importancia del  derecho a opinar en una  democracia son obviamente  españoles  y basados en la certera frase “se obedece  pero no se cumple"... o se cumple  y  se  interpreta  de  acuerdo con las motivaciones de cada bolsillo o ambición de poder.

Y no se crea que  el “cambio”  de mentalidad tan esperado vendrá de otros lares como las FARC o la mal llamada izquierda , que  puso huevos como los Moreno,  o  de la derecha ,  con los huevitos de Uribe.  

Por ese leguleyismo que remplaza  el debate ético,  no pocos de  mis colegas  abogados  tienen, en un mar de pleitos,   tanta  capacidad de enredar  lo  simple y fundamental. 

Pero antes de que me  linchen,  es bueno también profundizar en el  ¿Por qué? de semejantes  obsesiones  leguleyo-jurídicas.  Ahí van algunas explicaciones que, espero, serán debatidas,   controvertidas o aumentadas.

  •  El derecho se leguleyiza   en los aspectos  formales y procedimentales, porque el porcentaje de juristas  es  hoy  tal vez  el más  bajo de nuestra historia.  Cuando uno escucha, por ejemplo a Néstor Humberto  Martínez (abogado de grandes firmas  como el grupo Sarmiento),  posar de constitucionalista, surgen  dudas  “existenciales”. Los libros de los  “juristas “contemporáneas son sobre todo recopilaciones  de   documentos o  de artículos escritos a la carrera por los “jurisperitos in” salvo, por supuesto, excepciones   que  brillan por su escasés, como  los de Dejusticia y  los   profundos  estudiosos del derecho en sus diversas ramas.

  •        El derecho se leguleyiza  porque la  calidad  delas sentencias ha  bajado sensiblemente. No es sino comparar  las de la Corte Constitucional  que dejaron una huella inmensa ( con magistrados como Ciro Angarita, José Gregorio  Hernández ,  Eduardo Cifuentes y  muchos otros)  con la textura  intelectualoide de  los  magistrados electoreros  o paseadores en cruceros, para encontrar la mayor  raíz del problema.

  •        El derecho se leguleyiza porque a los medios  y a sus periodistas   mediocres ( no los  rigurosos)  les conviene  cubrir  procesos. Es  más barato que   tener periodistas  investigadores como  Mauricio  Gómez, cuyos trabajos   toman varios meses de  rigurosa disciplina. Eso, desde luego, se releja  en  la manera, más cómoda pero más  insulsa, de  hacer  periodismo , así como en la dependencia de las cúpulas.

  •   La leguleyización se mediatiza porque   se basa en   la justicia espectáculo que, a su  vez,  depende del caudillismo (el Procurador, el fiscal, la Contralora, los alcaldes,   son Caudillos mediáticos o así los  consideran los  directores y carga ladrillos).

  •   La leguleyización   mediática   es entonces la manera  más “in” de afrontar los debates     públicos, con dependencia absoluta de la imagen, y  gran desperdicio de la inteligencia jurídica en  los  laberintos creados por jurisleguleyos,  casi todos litigantes.

  • El leguleyismo  asfixia   los grandes valores y contenidos que  son los que,  en últimas, le dan solidez  a la democracia.  Identificar lo jurídico  con lo ético y lo ético con lo político es una  poco seria manera de  catalogarnos como "felices".
 
  •   En el caso de la destitución del  Alcalde  Petro,  el propio  fallo del  Procurador, la politización de  la ética, adaptándola  a la leguleyización, han dejado a un lado los valores fundamentales, como el derecho al voto.

  •     Pero a la vez,  predomina el  interés individual en  la reacción de los petristas , justificando  cualquier argumentación  en favor   de que  Petro se  quede,   apelando a cualquier recurso, no por el derecho  fundamental en si ,  sino para que  demostrar quien puede más.

Ambos casos - y muchos más-  son la lastimosa  trapeada del derecho en su sentido más elemental  y profundo.

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