La campaña “inteligencia vial”, en buena
hora interpretada por Pirry, es hoy la mejor craneada
de todas cuantas se han
hecho para cambiar comportamientos ciudadanos.
Como la del conductor elegido, y la de “mi cuerpo es territorio seguro” ideada por Raquel Sofia Amaya, cuya
fundamentación teórica fue su tesis de grado de maestría [1]
, la “inteligencia vial” se
sale de los marcos de la moralina
publicitaria , uno de cuyos ejemplos
más desastrosos es aquello de “
hacemos las cosas con el alma” de
Bancolombia o la de Avianca, cuando intentaba convencernos de que seguía siendo colombiana.
En todo caso, la inteligencia vial hace el clic con el ciudadano conductor
recordándole que eso no se hace
sin la cantaleta habitual ( que o bien
nos sermonea, o bien nos
trata de convencer de que
somos los mejores, los más
educados, los más competitivos, los más
buenecitos) en contravía de la dura
realidad del irrespeto al otro o resultados como los de
PISA.
Además, en el caso dela “inteligencia vial, lo publicitario se ve gratificado en la realidad de ciudadano por la organización de los retornos por parte de la
Policía Nacional, bajo el liderazgo del
General Palomino. Es una demostración por lo
positivo de cómo lo publicitario no
tiene impactos reales en la
ciudadanía si no hay una especie de
compensación de otro tipo – en este caso la fluidez
del tráfico.
Sin embargo, los méritos del post-retorno (y
ojalá no suceda lo mismo en el pos conflicto) se ven minimizados por
realidades de comportamiento ciudadano
a las cuales las políticas viales
del gobierno deberían ponerle coto. Veamos
¿POLICÍAS
ACOSTADOS, O ABUSOS DEL SECTOR PRIVADO?
Los reductores de velocidad, comúnmente llamados
“policías acostados” que han proliferado en todas las vías principales son un ejemplo de cómo
lo que debería ser un
comportamiento ciudadano obligatorio (reducir
velocidad cuando se pasa frente a una
escuela o un sitio de
tránsito peatonal) es asumido de mala manera por el Estado.
Pero el asunto se pone peor cuando las
urbanizaciones de estrato seis
colocan esos reductores frente a sus
porterías, como es el caso concreto de la Vía a La Calera- Sopó.
Seguramente cada
colombiano encuentra ejemplos similares
en departamentos diferentes de Cundinamarca,
aunque parece ser el campeón en
esas materias, como también, en permitir
que las tractomulas destrocen
carreteras segundarias[2]
¿POR QUÉ NO HAY UN DÍA PARA VEHÍCULOS PESADOS Y OTRO
PARA POSRETORNANTES?
Otro ejemplo : Si
bien la operación retorno
ha contribuido a una mayor fluidez , no sucede lo mismo
en el pos retorno, cuando se mezclan
conductores frustrados que se vuelven
frenéticos con los
vehículos pesados .
En ejes viales, como
bien lo muestra el volante distribuido por
la Agencia Nacional de Infraestructura y el Fondo de Adaptación, los vehículos pesados se apoderan del carril de velocidad sin reacción aparente de los policías no costados.
Es una lástima entonces que
esa buena estrategia
comunicacional emanada del
Ministerio del Transporte se vea aminorada por pasividad ante abusos de lo privado sobre lo público, a costa de nuestras sufridas espaldas, que tienen que aguantar los sobresaltos.
[1] Título : Cómo construir estrategias de comunicación y educción para la movilización
social a partir de una estrategia de educomunicación denominada “mi cuerpo es
territorio seguro”, como una práctica real ( Maestría en Comunicación de la Universi8dad Javeriana , 2007), tesis dirigida por
Florence Thomas.
[2] Me
refiero al caso concreto por ser del altiplano cundiboyacense, pero todos los ciudadanos colombianos tendrán ejemplos similares.
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