jueves, 27 de febrero de 2014

CACHACOS Y ROLOS, DELFINES Y DELFINAZGOS, ¿QUÉ SE DEMUESTRA CON ESO?



Tomado de  wikipedia, que  por fortuna existe .

El  nombramiento  de Vargas Lleras  como  fórmula   vicepresidencial  ha suscitado  en el periodismo  las mismas  preguntas  y respuestas de cajón ( sobre lo regional  , sobre los cachacos, sobre los delfines).  
 
Produce  las mismas esperadas respuestas,  de frases cortas y silencios ( soy bogotano , pero   he recorrido cada  rincón del país,  si hay  alguien que ha recorrido  el país  en todos  sus detalles soy  yo – dice don Modesto; yo sé interpretar a cabalidad todas  las afugias   regionales , yo  quiero llegar a los sectores más pobres etc. etc.)  ¿Será  que no hay  ni un antes ni un después de él? 

Tanto en  el caso del Presidente  como de su candidato a vice presidencia, el “ yo sé" respecto de  lo regional no es   “visceral”, para llamarlo de alguna manera,  por ser  cachacos más que  rolos.[1]

Los dos llegan a los sitios en  donde les tienen preparado el  tinglado, la lechona, el sancocho y los discursos de los  notables del lugar y se sientan a manteles blancos,   pero de contacto  real con los  oriundos de los lugares  que visitan, pocón, pocón.

 Si acaso  entran a una choza  de pobres para la  foto, pero no tienen   de lo regional la vivencia que  podrían tener un Belisario y un Uribe, para citar dos ejemplos de muy diferente raigambre, pero que se caracterizan por mirar el anverso de la moneda, es decir,  Bogotá desde lo regional.

 En cambio, esa manera  de   personificar el   meollo  del centralismo aristocrático-histórico, desde don Miguel Antonio Caro (que  al parecer se vanagloriaba  de  no haber salido de la Sabana de Bogotá) y  los gramáticos del poder  hasta los delfines  de hoy,  puede llegar a ser exasperante.

 Y de hecho  fue  exasperante  para los panameños  a los que el centralismo  bogotano no les paró  bolas, o  para los  marginados   territorios fronterizos ( cuya  importancia sí recalcó Belisario Betancur). Esa  exasperación explica, entre otros,  el surgimiento de la guerrilla y el paramilitarismo.

 Pero también, no  ver  la región mucho más allá de la mesa principal puede  llevar  a la ignorancia  de lo que realmente sucede.  Lo comprobé  hace muchos años cuando acompañaba  como  periodista de Nueva Frontera   al Dr. Lleras  Restrepo, colada a  algunas de sus giras políticas, pues lo divertían mis  críticas volterianas.

 Miraba desde la barrera  la manera como los cachacos llegaban a algún lugar como figuras  extrañas y ajenas , en medio del cerco estrecho y asfixiante de los caciques locales, por  cierto muchos de ellos cachacos por aspiración o en  el  cuidado en el vestir.

 Volviendo a Vargas Lleras, que es   quizás el más  soberbio de los soberbios cachacos,  que regala  saludos con olímpica condescendencia , el más perspicaz de los análisis ha sido, sin duda el de Juanita León  en      la Silla Vacía .  Entra en el  meollo de lo que representa el personaje:   no   suma votos,   sino que  se los  resta  a la derecha uribista.

¿Se habrá  equivocado el Presidente   en las motivaciones para  colocarlo  como hijo  “a  la diestra” de Dios Padre?

El cachaquismo  en ese sentido, es lo de menos, pero pone a   Juan Manuel Santos en una encrucijada  que le será difícil de sortear.  Por ejemplo, el “yo ismo” del uno y del otro se vuelve más fundamental y quizás antagónico, lo quetraducido en términos  no cachacos, equivale a decir que  se pelearán como perros y  gatos, aunque sea  como  distinguidos cachacos y cada uno con su manera de  pelear (pero este será otro tema).

¿Qué hará por ejemplo  el  superministro cuando se enfrente a la rosca  palaciega de  asesores y asesoras cachacos ? ¿Cómo logrará imponer su autoritarismo   frente al  amigable componedor   que es Juan Manuel Santos?
  
El “yo” de Vargas Lleras lo tiene ya por seguro: él  va a trasformar el concepto de  vice presidencia, y la   percepción de la gente    sobre él es de un excelente   gestor  (a propósito ¿Cuantas de las  100.000 casas  se han entregado?).  Pero no cabe duda que los dos caudillos terminarán por  chocar, como habrían por cierto  chocado el Presidente Santos  y el  doctor Lleras.  Como chocaron , a su distinguida manera los Alfonso López con ambos. 

 Ambos personajes, Santos y Vargas LLeras,    tienen una característica común: quieren ser o mejor, son  caudillos  elegantes, lo que implica  minimizar la importancia de  sus colaboradores y darle una enorme importancia al poder de la imagen. Más  sutil y mejor asesorado, Vargas Lleras   les presta un oído más selectivo a  sus  consejeros  (¿como Mauricio Vargas, por ejemplo?).

 Pero ninguno escapa a lo que representa la rosca  cachaca (bien sea de  tradicionales estirpes o de  recién llegados provinciales) 

Puede que   Juan Manuel  Santos  llegue a ser mejor que su  tío abuelo,  pero dudo  que Vargas Lleras  pueda ser mejor  que  su abuelo. Algo va de la publicidad   sobre la vivienda y de la fuerza convincente de   su deseo de mejorar las  cosas, como las llama,   a la madera  de estadista, áspera pero  concentrada en  el largo plazo,  de palabra, de obra y sobretodo de visión histórica, que tenía Carlos LLeras Restrepo.

El  tiempo  dirá si el  Presidente Santos ha  cometido un error en su apuesta,  pero no por lo cachaco, sino por  el reforzamiento de lo elitista, de los clanes y del poder político  heredado.

 De todas maneras, con el nombramiento de Vargas  LLeras hay implícito un mensaje  que  refuerza  la desigualdad  de oportunidades  y,  como si  fuera  poco,    espíritu  monárquico de los  delfines en Colombia  ( aún en la guerrilla).  Es un estímulo adicional para con los  clanes regionales , que por cierto  no  son exclusivos de ningún  “partido” político, sino garantías  para  el  conservadurismo retardatario, especialmente en lo rural.



[1] CACHACO: m.cund.Tolima, variedad de plátano ; CACHACO , a,  adj.Bog. Caballeros, de finas maneras Es todo un cachaco// 2.m.tf. Persona del interior del país, especialmente en Bogotá.// Elegante en el vestir   (Academia colombiana de la lengua , Breve diccionario de colombianismos, Bogotá D.C. 2007)  Santos y  Vargas Lleras pueden  ser cachacos pero  son muy poco  rolos, o  su rolería se ha diluido y con un acento  atenuado por  muchos contactos con el extranjero .
Ni en este  diccionario ni en otros   se encuenta la palabra  ROLO(A)  que define  al nativo de Bogotá ,  ese que pronuncia la   erre como  eshee , en vía  de desaparición y localizado  en cualquier  clase social.  
 Mientras que los nativos   de Bogotá ya no aspiran a ser rolos,  hay  tanto bogotanos  como oriundos de provincia  que si aspiran  a ser cachacos, dada la connotación  que tiene de poder.

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